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Controlar y vigilar el Premio Nacional de Artes Visuales

Participar con más control

El Salón Nacional de Artes Visuales se realiza, en nuestro país, con una convocatoria a nivel nacional en forma ininterrumpida desde el año 1911. Constituido a raíz de los festejos del Centenario de la Patria. Pasaron por él las grandes figuras de nuestro arte. Las disciplinas concursantes en este salón son: cerámica, dibujo, escultura, fotografía, grabado, instalaciones, pintura, arte textil y medios alternativos. Las cuales tuvieron, hasta el presente, un jurado especializado para cada una de ellas. De estos jurados, uno era designado por el ex Ministerio, reducido desde 2018 a Secretaría de Cultura de la Nación, y cuatro votados por los artistas participantes.

En 2018, con gran preocupación, veíamos que su tradicional convocatoria, que siempre se ha dado entre los meses de marzo y abril, no acontecía. Y nos sorprendió que, en el mes de agosto, hubo un llamado a concursar con atraso y con un nuevo reglamento, modificado en forma arbitraria e inconsulta. Medida que alarma y preocupa a los artistas del área. La modificación de este reglamento, realizada por la Secretaría de Cultura de la Nación, impone la constitución de un único jurado para todas las disciplinas. Cuatro de ellos, son designados en forma directa por Cultura de la Nación y, los tres restantes, elegidos por el voto de los artistas participantes.

Dicha modificación garantiza el control del Estado sobre la selección y premiación del único salón oficial con alcance nacional y sobre otros eventos de la cultura que reflejan las políticas autoritarias e intervencionistas del oficialismo, modificando las reglas de juego sobre la marcha para garantizar que las oportunidades sean sólo para pocos. En los últimos años, hemos podido ver cómo se fue reduciendo la participación y cómo las exposiciones de todas las disciplinas, expuestas a la vez, han limitado el cupo de los artistas. Achicando, año tras año, la cantidad de obras expuestas.

Estas medidas elitistas alcanzaron otros ámbitos, como el Premio Municipal Manuel Belgrano, al que se le impuso la aceptación de sólo treinta obras por disciplina, eliminando una fecha de convocatoria arbitrariamente. Luego de cerrar y refaccionar las instalaciones del Museo Sívori, alterando el inmueble -obra que fue Gran Premio de Arquitectura-, también, en forma inconsulta con los profesionales del área.

Ilustración de Rubén Borré.
Ilustración de Rubén Borré.

Estas y otras medidas (selección por fotografías para obras con volumen, color, textura y profundidad), no son aisladas para el campo de las artes visuales. Tenemos que verlas y analizarlas dentro de una política de control y vigilancia de manejo cultural en el ámbito nacional y, también, municipal por parte del Gobierno. No es casual que el Premio Municipal Manuel Belgrano, asimismo, haya tenido tantas dificultades y restricciones para su realización. Los reclamos y las voces que se alzaron contra estas arbitrariedades fueron desoídos.
Modificar las reglas históricas de participación y jurado del Gran Premio Nacional de Artes Visuales, produce enormes dificultades para los artistas. Esto trae como consecuencia la ausencia de los artistas de las diferentes provincias, que dejan de enviar al ver la cantidad de obra rechazada que hay, alegando, desde el gobierno, “falta de espacio”. Sumándose a esto, la opacidad y descuido por el Centro Cultural Recoleta del Gobierno de la Ciudad o lo ocurrido con el Palais del Glace, Monumento Nacional pintado a rayas y que cerraron por dos años.
Esto se enmarca en la política cultural de un gobierno que quitó fondos para filmaciones para la producción del cine nacional, produjo la escasez de recursos en las orquestas infantiles y en los programas del ex Ministerio de Cultura. Asimismo, continúa, en una reforma eterna, el cierre del Teatro Nacional Alvear, el cual se incendió, “casualmente”, en el mes de agosto de 2018. La reducción de fondos para Proteatro, que no se actualizan desde 2016. De este modo, podríamos seguir enumerando falencias y deterioros para nuestro quehacer cultural. En política exterior podríamos empezar por la desprolijidad del envío a la Feria de Arco de Madrid, las onerosas contrataciones para que lleguen muestras del “viejo mundo” a nuestras tierras en explícita pedagogía de la dependencia.

Queda claro que nuestro Premio Nacional de Artes Visuales, con más de cien años de vigencia ininterrumpida, ejemplo único en toda nuestra América, es hoy un espacio de conquista de las políticas individualistas y conservadoras de un Gobierno cuyos miembros saben que la cultura es un arma fundamental en la defensa de nuestra identidad nacional. Ante lo cual se proponen vigilar y controlar.

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