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¿Qué leemos cuando el tiempo es lo que sobra?

Estamos viviendo una situación muy compleja para la vida habitual de nuestra sociedad. Una pandemia, llamada coronavirus, nos obliga a quedarnos, en la medida de lo posible, en nuestros hogares. Muchas/os no podemos ir a nuestros lugares de trabajo y nuestras/os hijos no pueden concurrir a clases. Pero, tampoco, podemos ir a los espectáculos y demás actividades que realizamos fuera de nuestras casas. Esto, para quienes trabajamos en el sector de la cultura, es otro agravante de la situación trágica que atraviesa nuestra sociedad. Frente a este panorama tan complicado, desde la revista Con Fervor, hemos decidido trabajar arduamente en la tarea de brindar herramientas para que, dicho aislamiento, pueda ser sobrellevado lo mejor posible. La primera, tiene que ver con la lectura, en el formato que más les guste, de aquellos textos que, siempre, quisieron leer o, en este momento preciso, por los motivos más disímiles, desean leer, ya que alguien se los recomendó o sus autoras/ores favoritas/os dijeron que había que leerlo, etc.

Entonces, nos preguntamos: ¿qué leemos cuando el tiempo es lo que sobra? Las respuestas serán infinitas y dependerán de infinitas circunstancias personales y sociales. Por ejemplo, la semana pasada me estuve interesando en la cultura azteca y leí un poema del poeta-príncipe Nezahualcóyotl, nacido en 1402 en Tezcoco. Por este motivo, empecé a leer el libro de Miguel León-Portilla titulado Trece poetas del mundo azteca. O, justo el mes pasado, una amiga me dijo que estaba haciendo yoga y la profesora, como sabía que le gustaba la poesía, le recomendó que leyera las Canciones de Vidyapati, autor nacido en Bisapi (India) en 1352, quien escribió textos poéticos de un refinado erotismo, los cuales fueron traducidos al castellano por el poeta mexicano Gabriel Zaid. O, el año pasado vi una película del gran director ruso Andrei Tarkovsvy, que tenía como título Solaris, y me enteré que estaba basada en la novela homónima del escritor de ciencia ficción polaco Stanislaw Lem.

Ilustración de Eugenia Bekeris.

O, en otro momento de mi vida, fui a comer a lo de un amigo, que es fanático de la mitología, y me habló de la relación que existe entre la mitología celta y el ciclo artúrico, es decir, las leyendas en torno al Rey Arturo y los caballeros de la mesa redonda. Esto me llevó a investigar sobre ese ciclo, tan importante para la literatura europea, que arranca en la Edad Media, con autores como Chrétien de Troyes (1130-1191), considerado, muchas veces, el primer novelista occidental; aparece en el romancero viejo español; pasa por el Renacimiento, en la obra de Sir Thomas Malory Le Morte d’Arthur (publicada, por primera vez, en 1485), un escritor contemporáneo de Shakespeare, que escribió dicha obra estando en prisión, como Cervantes hiciera con el Quijote; y sigue su curso, hasta llegar a nuestros días, en distintas novelas (por ejemplo, Los hechos del Rey Arturo y sus nobles caballeros, escrita por John Steinbeck y publicada en 1976) y películas (como Excalibur, del director John Boorman, de 1981). En otra circunstancia, un profesor de historia y compañero de trabajo, me habló sobre los poemas de Ricardo E. Molinari que tienen como tema a la historia argentina y, de ese modo, leí esos maravillosos poemas: Oda a un soldado, Barranco Yaco -sobre el terrible asesinato de Facundo Quiroga- y la Elegía a Lavalle. Textos donde la lírica se une con la sangre derramada. Asimismo, me encontré con un escritor amigo en una reunión de festejo y me dijo que estaba leyendo la última novela del escritor marplatense Juan Bautista Duizeide, quien fuera marino mercante y cuyos textos suelen hablar del mar inabarcable. Así, leí su excelente novela Lejos del mar (publicada en 2012), que tiene como protagonista al poeta gauchesco Hilario Ascasubi, obra que despliega un gran manejo de la lengua castellana y de diversas técnicas narrativas de vanguardia.

Podría seguir, indefinidamente, nombrando libros que, de uno u otro modo, llegaron a mi vida. El objetivo de esta nota era abrir un abanico de lecturas posibles en esta época de aislamiento, frente a un problema que nos atañe a todos y todas como sociedad. Espero haber logrado dicho objetivo.


Santiago J. Alonso es artista plástico, escritor, periodista y licenciado en Letras (UBA).

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