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La receta de las inequidades
(Nota publicada en la Revista Acción el 21 de julio de 2024).
La fórmula fiscal del Gobierno libertario se mantiene a rajatabla, sin que se adviertan resultados positivos para la actividad económica o el bienestar de la mayor parte de la población. Por el contrario, la decisión de alcanzar un saldo favorable en las cuentas públicas a través de drásticos recortes en las partidas presupuestarias está prefigurando una espiral descendente sin fin a la vista.
La balanza muestra, de un lado, el sexto superávit fiscal mensual consecutivo registrado en junio, con lo que la primera mitad de 2024 cerró con un excedente primario del 1,1% del PBI y financiero del 0,4%. Pero en la otra punta se observa un proceso recesivo que se agudiza, si se excluye el repunte del agro tras la sequía del ciclo anterior, por más que el ministro de Economía, Luis Caputo, insista en que ya se percibe una recuperación.
Expresado en números, mientras el campo se sobrepone al déficit hídrico, el resto de los sectores –industria, comercio y construcción– cayeron en el período enero-junio cerca del 5%. Ese, podría decirse, es el termómetro que refleja con total claridad lo que ocurre con el mercado interno, los ingresos populares y el empleo.
Por lo pronto, el número de asalariados privados registrados se redujo en 111.700 entre noviembre y abril pasados, último dato del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), y nada hace pensar que la tendencia se haya revertido.
Un indicador clave, el nivel de Utilización de la Capacidad Instalada de la Industria, revela que los equipos fabriles solo funcionan en un 56,8%. Esto es, once puntos porcentuales menos que un año atrás, derrumbe solo superado en 2020, en el peor momento de la pandemia.
La aplicación a ultranza de la receta neoliberal consistió, hasta ahora, en un recorte del 32% del gasto primario real, que se explica principalmente por la compresión de los recursos previsionales. El tijeretazo en los haberes que cobran jubilados y pensionados explicó el 29% de la disminución total del gasto del Estado nacional, mientras que lo destinado a inversión pública (gasto de capital) contribuyó con el 22%.
En lo que respecta a este último rubro, vale destacar que la interrupción de obras de infraestructura o de mantenimiento, que se venían desarrollando o estaban proyectadas en todo el país, tiene como contrapartida la suspensión o despido de trabajadores de empresas privadas contratistas o proveedoras de insumos.
Otro camino
Mientras eso ocurre en la economía real, el Gobierno ratifica la intención de reducir las alícuotas de los impuesto PAIS y a los Bienes Personales. Con lo cual, dado que difícilmente repunte la recaudación impositiva, solo cabe esperar que la compensación llegue por vía de una nueva ronda de recortes del gasto estatal.
Desde luego, la historia reciente demuestra que no era este el único ni el mejor camino a seguir para alcanzar el equilibrio fiscal. En una coyuntura muy distinta, en 2008, el país atravesó un período de once meses consecutivos de superávit financiero, pero lo hizo en base al incremento de los ingresos impositivos y de la actividad económica, no achicando gastos e inversiones.
Para tener un parámetro de referencia en esta materia, sustentado en criterios de mayor progresividad fiscal, véase la reciente iniciativa que prevé un gravamen especial sobre las 3.000 personas más ricas del mundo. El plan fue impulsado formalmente ante el Grupo de los 20 por los exmandatarios/as de Australia, Austria, Canadá, Chile, España, Francia y Grecia, entre otros. El objetivo es recaudar hasta 250.000 millones de dólares adicionales a nivel internacional. «El liderazgo del G-20 fue vital para lograr un acuerdo global sobre un impuesto mínimo a las empresas. Ahora es el momento de hacer lo mismo para las grandes fortunas», expresaron.
El esquema gubernamental argentino, en cambio, acentúa las inequidades y para nada asegura una morigeración del fenómeno inflacionario, dadas las tensiones que se acumulan en distintos frentes (entre ellos el de la suba pendiente de las tarifas de los servicios públicos), luego de la fuerte alza de precios tras la devaluación de diciembre.
Sin la construcción de otro modelo y la búsqueda de objetivos bien distintos, a través de un Estado presente que priorice el desarrollo económico y social, regule y ponga límites a los abusos de los sectores concentrados, mejore la distribución del ingreso y la riqueza, seguirán en riesgo la producción y el mercado interno.
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