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Operetas: Exterminadores frustrados
La definición de la fórmula del kirchnerismo golpeó duramente a los columnistas del poder. Sin duda, necesitarán tiempo para reacomodarse, y lo harán, pero, en principio, reaccionaron con una gama de matices diferenciados: de un discurso extremo, que define a Alberto Fernández como títere de Ella y poner en duda que la fórmula, en verdad, se inscriba, hasta llamarlo, amablemente, “moderado”. En Clarín, tres notas le advierten a Macri que debe apartarse.
La novedad fue el sábado y los columnistas de cabecera de Clarín y La Nación teclean el viernes, cuando sus notas son supervisadas, así que tuvieron que hacer extras. Pero, hay un contexto previo: todo el minué alrededor de la Corte Suprema y los recursos contra el juicio que el macrismo tiene agendado, hace mucho, para contar esta semana con la foto de Cristina Fernández de Kirchner “en el banquillo”, y las continuas declaraciones de admiración al gobernador Schiaretti.
Una compleja catarata de “noticias” y opiniones puede resumirse en dos ejes discursivos: el kirchnerismo manipula groseramente a la justicia y, si vuelve al poder, será mucho peor, quizá, hasta la disuelva. Así, si la Corte acepta, apenas, examinar (con ostensible demora, además) si fue violado el derecho a defensa y negada la incorporación de pruebas, todo lo que tienen para decir es que hay un sucio pacto de impunidad.
En cuanto a Schiaretti, hasta el sábado, había una apuesta ostensible para que pusiera en orden a Alternativa Federal, que agrupara ese segmento disperso y le diera más volumen, con al menos dos fines posibles: que divida el campo opositor para que Cambiemos tuviera más posibilidades o, en el peor de los casos, que fuera un “plan B”, un “mal menor”, necesario para bloquear al kirchnerismo.
La mezcla de tonos de indignación y anuncios apocalípticos desnudan una enorme frustración del dispositivo de poder que puso a Macri en Balcarce 50: no pudieron satisfacer su sueño de exterminar al kirchnerismo, que se convirtiera, en el peor de los casos, como Morales Solá lo escribió, una y otra vez, antes de 2015, en una “facción” minoritaria, insignificante y aniquilada.
De este anhelo frustrado emana la furia por la sola existencia de Ella, su centralidad, su crecimiento en las encuestas, lo que causó en la Feria del Libro, lo que causó y causa su libro.
Estas líneas editoriales, en las que, además, no aparece nada para defender el proyecto reeleccionista de Macri, vinieron a chocar con la sorpresa de la fórmula.
La línea más fanatizada del poder, y la menos inteligente, sale con algunos columnistas a repetir el insulto a la historia del impresentable Lombardi, el destructor del sistema público de medios. Quien, con su incomparable bestialidad, no sólo quiere equiparar la fórmula F-F con la idea de “Cámpora al gobierno-Perón al poder”, sino que, además, manipula la historia para decir que ese tipo de esquema es lo que llevó a la dictadura de Videla.
Aunque no se pueda creer, hay “periodistas independientes” que aplican esta línea en sus notas, incluso, algunos de los que no hay elementos para sospechar que reciban algunos millones por negocios con este funcionario.
Aún antes de que Fernández de Kirchner sacudiera el tablero, hay una nota publicada el sábado, en Clarín. Es decir, escrita el viernes, por Fernando González. Se titula La obsesiva apuesta de Mauricio Macri por la reelección. Esta nota carece de mayor sustancia, es más, necesita incluir la gran fake news de la semana, que hubo una gran “reacción popular” contra la Corte por la “impunidad” para Cristina. Pero, lo que importa es el final: aunque Macri se sintió retemplado por esa “reacción”, recién en junio mirará las encuestas y confirmará su proyecto reeleccionista “sólo si puede ganar”. En ese caso, dice este escriba travieso, será candidato un señor que tiene noventa y nueve causas abiertas en su contra. El número fue marcado en negrita, resaltado ¿Cuál es el mensaje?
Y el batallón desfila el domingo: con Tenembaum, que en Infobae se pregunta si Ella “cambió de verdad” o “será una trampa”. Con un tal Wende, que en el mismo medio repite la duda y pregunta si, finalmente, no será que Cristina “lo desplaza” a Alberto Fernández. En cambio, Dinatale no siembra dudas perversas, sino, que afirma: “embajadores, empresarios extranjeros y analistas internacionales” siguen pronosticando lo peor: con el kirchnerismo habrá un “chavismo vengativo”.
Menos histérico, más sofisticado, reacciona Van der Kooy en Clarín, en la nota política principal del diario. Una de sus líneas es poner en duda que la fórmula vaya a quedar firme, como para que todos los esclavos mediáticos piensen que si a Ella se le da la gana eso puede cambiar. Pero, después, dedica toda la nota para analizar la decisión, que atribuye a motivos personales (la situación de salud y judicial de Florencia Kirchner) y políticos, “dificultades para abroquelar al peronismo”. Afirma Van der Kooy que, con Alberto en la fórmula, retrocede el kirchnerismo “más intransigente”, pero, a la vez, juega, obediente, en la línea dictada por el oficialismo. Tal vez, Alberto “pueda terminar en una máscara de poder que podría ejercer Cristina”.
Y, al final, una estocada brutal contra Macri: “Hasta ahora, el Presidente y Marcos Peña, su jefe de gabinete, resisten apartarse del status quo en el que viven”. Pero, lo amenaza, tal vez puede reinstalarse el “plan V”, la salida con Vidal, y remata: “Quizás, para no trastabillar sin remedio, el ingeniero y su espada principal deban comprender que empezó un tiempo nuevo”.
También en Clarín, Kirschbaum rechaza la comparación con Cámpora-Perón, porque, dice, es al revés: un “moderado” como Alberto F. “estaría bajo la presión del kirchnerismo duro”. Y, luego, acepta que la esperanza blanca que expresaba Schiaretti puede debilitarse, ya que, ahora, con esta fórmula, habrá gobernadores que puedan “desertar” de Alternativa Federal. Y Cambiemos: mientras algunos dicen que todo está igual, Kirschbaum dice que hay otros que “sugieren que debe haber movimientos en el banco de Macri, por si decide que otro sea el que juegue esta partida electoral. Un cambio muy difícil pero no imposible”.
En La Nación, Pagni dice que Alberto F. puede ser un “puente” con el FMI y EE.UU., y expresa el abandono de una “radicalización bolivariana”. Por las dudas, este escriba se reserva la hipótesis oficialista del candidato “títere”, “testimonial”. Aunque, no tiene valentía para decirlo él: se lo atribuye a fuentes anónimas de los “mercados”.
Siempre fanatizado, Morales Solá juega, abiertamente, a la linea grotesca Cámpora-Perón. Está furioso: primera vez en la historia que la candidata a vicepresidenta anuncia una fórmula, es una “inversión de valores”, es una “extravagancia”. Y, además, igualito que Van der Kooy -órdenes son órdenes- enumera dos veces con la posibilidad de una “sorpresa”, es decir, que el anuncio de la fórmula F-F sea una trampa.
La persistencia del kirchnerismo como fuerza política y de Cristina F. como referencia central del presente desata el odio de Fernández Díaz en La Nación: Ella solo quiere preservar su mito y lo manda a Alberto a hacer un trabajo dificultoso, que ella no quiere hacer. Nadie puede creer, dice, que Alberto F. tendrá algún nivel de decisión. En medio de su desquicio político, define al kirchnerismo como “patología contagiosa y chavista”.
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