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Fervor de Buenos Aires, a cien años de su publicación

Libro fundacional en la producción de Jorge Luis Borges (1899-1986), Fervor de Buenos Aires es una sentida declaración de amor a su patria, también una autoafirmación, ya que había pasado largos años en Europa. Su regreso a Buenos Aires se produjo en 1921, Borges que había dejado la ciudad en 1918 junto a su familia, se reconoce profundamente argentino, y más específicamente porteño, una necesidad de pertenencia vital lo impulsa a  compilar poemas escritos mayormente entre 1921 y 1923 y hacia mediados del año 1923 ve la luz Fervor de Buenos Aires, el primero de sus libros publicados, donde el tema central es la cuidad y sus habitantes, la idiosincrasia local, los personajes urbanos, y suma en el uso del lenguaje el color gauchesco y orillero, muy de moda en la época. Para comprender esta publicación fundacional el prólogo del autor a la edición de 1969 es esclarecedor:

 

Prólogo



No he reescrito el libro. He mitigado sus excesos barrocos, he limado asperezas, he tachado sensiblerías y vaguedades y, en el decurso de esta labor a veces grata y otras veces incómoda, he sentido que aquel muchacho que en 1923 lo escribió ya era esencialmente –¿qué significa esencialmente? – el señor que ahora se resigna o corrige. Somos el mismo; los dos descreemos del fracaso y del éxito, de las escuelas literarias y de sus dogmas; los dos somos devotos de Schopenhauer, de Stevenson y de Whitman. Para mí, Fervor de Buenos Aires prefigura todo lo que haría después. Por lo que dejaba entrever, por lo que prometía de algún modo, lo aprobaron generosamente Enrique Díez-Canedo y Alfonso Reyes.
Como los de 1969, los jóvenes de 1923 eran tímidos. Temerosos de una íntima pobreza, trataban como ahora de escamotearla bajo inocentes novedades ruidosas. Yo, por ejemplo, me propuse demasiados fines: remedar ciertas fealdades (que me gustaban) de Miguel de Unamuno, ser un escritor español del siglo XVII, ser Macedonio Fernández, descubrir las metáforas que Lugones ya había descubierto, cantar un Buenos Aires de casas bajas y, hacia el poniente o hacia el Sur, de quintas con verjas.
En aquel tiempo, buscaba los atardeceres, los arrabales y la desdicha; ahora, las mañanas, el centro y la serenidad.
J. L. B.
Buenos Aires, 18 de agosto de 1969

 

A quien leyere

 

Si las páginas de este libro consienten algún verso feliz, perdóneme el lector la descortesía de haberlo usurpado yo, previamente. Nuestras nadas poco difieren; es trivial y fortuita la circunstancia de que seas tú el lector de estos ejercicios, y yo su redactor.
J. L. B.

Borges tomando mate.

Borges pasó su primera juventud en Europa: principalmente en Suiza y España. Estudió en el  Collège de Genève, en Ginebra, fundado en 1559 por Juan Calvino; la familia fue sorprendida por la primera guerra mundial en un viaje planeado para consultar a un célebre oftalmólogo, en busca de una cura a la creciente ceguera de Jorge Guillermo Borges, padre del autor. A su regreso, Borges se encontró con otra ciudad, no solo por los cambios, sino por ese tiempo tan particular de maduración y metamorfosis que experimentó en sus años adolescentes, alejado de su país y en contacto con otras culturas.

La publicación del material estuvo a cargo de la imprenta Serantes, por aquellas mismas máquinas pasaron varias revistas, entre ellas, la pornográfica Mimí, se sabe que la tirada fueron trescientos ejemplares, en una edición de autor autofinanciada, que sale sin paginación ni índice, carece de colofón y de justificación de tirada, además el número de pliegos disponibles determina que algunos de esos 64 poemas originales no se incluyan, hay una serie de erratas y problemas de diseño, ocasionados por el apremio en publicar, pero la falta de un editor es en realidad el principal responsable de estas fallas, el precio de venta era de 1 peso. La prisa por publicarlo se debía a que los Borges debían retornar a Ginebra para continuar el tratamiento oftalmológico de Jorge Guillermo Borges, padre del autor, quien sufriera una enfermedad degenerativa ocular que determinó la ceguera, heredada de su madre Fanny Haslam, la cual también padeció Jorge Luis, es justamente en los elementos a corregir en Fervor de Buenos Aires que se manifiesta el destino de este libro para sus subsiguientes reediciones, el autor corregirá, suprimirá y adicionará en cada reedición el libro, que como un fénix de cien años de antigüedad, plantea una interesante arqueología lingüística para eruditos y exégetas, pero sinceramente no recomiendo fatigar la vista en estas ediciones, que con voluntad detectivesca enumeran tediosamente las diferencias entre las sucesivas publicaciones. Esta primera edición, con todas sus fallas es hoy material altamente coleccionable, los ejemplares supervivientes de esos trescientos, alcanzan altas cotizaciones en subastas. Dice Borges, en 1970, respecto de su Editio Princeps:

“…El libro fue impreso en cinco días (…) Yo había pactado por una edición de sesenta y cuatro páginas, pero el manuscrito resultó demasiado largo y a último momento, por suerte, hubo que dejar afuera cinco poemas. […] El libro fue producido con espíritu un tanto juvenil. No hubo corrección de pruebas, no se incluyó un índice y las páginas no estaban numeradas. Mi hermana hizo un grabado para la tapa y se imprimieron trescientos ejemplares…”

No es detalle menor que la venta, publicidad y distribución quedarían como responsabilidad del novel autor, pero su juvenil estrategia para sortear este escollo, sorprende. Confiesa Borges:

“…Nunca pensé en mandar ejemplares a los libreros ni a los críticos. La mayoría los regalé. Recuerdo uno de mis métodos de distribución. Como había notado que muchas de las personas que iban a las oficinas de “Nosotros” (Una de las revistas literarias más antiguas y prestigiosas de la época) colgaban los sobretodos en el guardarropa, le llevé unos cincuenta ejemplares a Alfredo Bianchi, uno de los directores. Bianchi me miró asombrado y dijo: ‘¿Esperás que te venda todos esos libros?’. ‘No —le respondí—. Aunque escribí este libro, no estoy loco. Pensé que podía pedirle que los metiera en los bolsillos de esos sobretodos que están allí colgados’. Generosamente, Bianchi lo hizo. Cuando regresé después de un año de ausencia, descubrí que algunos de los habitantes de los sobretodos habían leído mis poemas e incluso escrito acerca de ellos. De esa manera me gané una modesta reputación de poeta…”.

Fervor de Buenos Aires.

Son muchas las curiosidades en esta edición prínceps, (Editio princeps es la primera edición impresa de una obra literaria, inmediatamente posterior a los manuscritos del autor y a la copia para los impresores.) la endogamia parece marcar el libro, en su más afectiva acepción, Norah Borges, hermana del autor hizo el diseño de tapa, un grabado de 130 x 115 mm, representando estilizadamente, elementos arquitectónicos de la casa de infancia de ambos, se ve una esquina de casas bajas, ornadas de columnas, balaustradas, rejas y baldosas ajedrezadas, arriba y al fondo, un sol bajo, que no produce sombra, salvo en un pequeño rincón en el margen derecho, esta colaboración de Norah constituye un hito en su trayectoria vanguardista como artista pástica, denotando además la mutua comprensión e influencia entre los hermanos, cabe también señalar que el grabado carece de firma. Dando muestras de que esta era una causa familiar, el padre de ambos, pagó el costo de la impresión; se suma la dedicatoria a Macedonio Fernández (amigo Jorge Guillermo), Borges también dedicó poemas a su cuñado Guillermo de Torre, a su bisabuelo el coronel Isidoro Suárez, a Haydée Lange, hermana de Norah, de quien estaba enamorado, aunque también se enamoró de Norah, que le fuera arrebatada por Oliverio Girondo, y otro poema dedicado a una misteriosa C.G. que probablemente haya sido Concepción Guerrero, a ella le dedicó el poema Sábados “… A mi novia, Concepción Guerrero…”, también le dedicó la primera edición de El tamaño de mi esperanza: “… A la señorita Concepción Guerrero, con la admiración y el respeto de Georgie…”, pero muchas de estas dedicatorias fueron eliminada de sucesivas ediciones post mortem, a pedido de su viuda y albacea, María Kodama 1937-2023.

Es notable que Borges en las sucesivas reediciones fue borrando las trazas de Ultraísmo del volumen, siguiendo el destino de eliminaciones del libro, fue esta una corriente literaria que proponía la economía de adjetivos, la supresión de nexos y artículos, también la síntesis y economía del lenguaje, centrando las temáticas en la extrema modernidad, con menciones a los últimos adelantos tecnológicos tales como el telégrafo y el teléfono, temática jamás transitada en literatura con anterioridad, pero como señalo, en la posterior vida del libro Borges fue consistente en hacer desaparecer esas trazas, tiempo después declararía que el Ultraísmo fue cosa de jóvenes tontos, aunque esa corriente literaria tiñera además otras actividades artísticas como las artes plásticas; en la confluencia de estas corrientes encontramos la primera y única Revista Mural argentina, con sólo dos números editados en noviembre de 1921 y abril de 1922,  Prisma, que combinaba grabados de Norah Borges, más la colaboración de otros destacados autores, entre ellos: Guillermo de Torre, Eduardo González Lanuza, Guillermo Juan, entre otros.

La ciudad de Fervor de Buenos Aires no deja de ser íntima, retratando los últimos estertores de esa vida orillera y aún salpicada por la influencia campera, guapos y compadritos entrelazan sus historias, donde también cabe lo cotidiano y pueril como en los poemas Las calles, Calle desconocida, Un patio, Barrio reconquistado, Vanilocuencia, Villa Urquiza y Sala vacía.

Borges joven.

 

Vanilocuencia

 

La ciudad está en mí como un poema
que no he logrado detener en palabras.
A un lado hay la excepción de algunos versos;
al otro, arrinconándolos,
la vida se adelanta sobre el tiempo,
como terror
que usurpa toda el alma.
Siempre hay otros ocasos, otra gloria;
yo siento la fatiga del espejo
que no descansa en una imagen sola.
¿Para qué esta porfía
de clavar con dolor un claro verso
de pie como una lanza sobre el tiempo
si mi calle, mi casa,
desdeñosas de plácemes verbales,
me gritarán su novedad mañana?
Nuevas
como una boca no besada.

 

 

La edición, adolece de un espíritu juvenil, todos estos elementos son los que se corregirán en las siguientes ediciones, aunque no serán los únicos elementos que sufrirán sucesivas modificaciones, Fervor de Buenos Aires, como libro individual luego tendrá, en vida de Borges, una segunda edición en 1943 y una tercera en 1969, aclaro que, como libro independiente, ya que habrá en Argentina varias ediciones posteriores compilatorias, que más adelante mencionaré.

Causalmente, en ocasión del centenario, salió a la venta en la Bloomsbury Sales Auction de Londres, el manuscrito entregado a la imprenta Serantes, la pieza que consiste en sesenta carillas escritas en tinta negra, sobre hojas de distinto formato presentadas en un estuche, propiedad del librero anticuario Víctor Aizenman, ex director de una revista literaria en la que Borges publicó algunos textos. Un raro ejemplar del texto del cual Borges dijera que, su obra completa fue una reescritura constante de Fervor de Buenos Aires. Pero recientemente, la venta del original se vio envuelta en escándalo, el manuscrito fue retirado del catálogo debido a que estaba retenido por la Justicia argentina, tras la denuncia del presidente de la Fundación El Libro, Alejandro Vaccaro, aduciendo que era el ejemplar robado de la Biblioteca Nacional en 2000, pero obviamente María Kodama, presidente de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, y viuda del autor, no podía estar ausente del litigio, a su pedido y siendo quizás su última acción en vida, el gobierno argentino solicitó la cancelación de la subasta del lote, a fin de recuperar 18 originales y primeras ediciones, entre estas el ejemplar manuscrito de Fervor de Buenos Aires que según varias afirmaciones era el perteneciente a la Biblioteca Nacional “Mariano Moreno”. Sobre este controvertido manuscrito Borges declaró:

“…Precisamente, a falta de editor, la distribución del libro, tanto para su posible venta como para su publicidad, parecen quedar en manos del autor. En aquellos tiempos publicar un libro era una especie de aventura privada. Nunca pensé en mandar ejemplares a los libreros ni a los críticos. La mayoría los regalé…”.

Esta primera edición de Fervor de Buenos Aires es un libro que apenas en algunos poemas, conserva el trabajo con las metáforas y las imágenes promovidas por el Ultraísmo, el autor hasta abusa del uso de la primera persona y abarca un arco temático que excede preceptos ultraístas, de los cuales como ya señalé, posteriormente abjurara. Al respecto, Rodolfo A. Ortelli publicaría en la revista Inicial, la reseña cuyo título fue: Dos poetas de la nueva generación, señalando la postura ultraísta de Borges, y valorando irónicamente sus corrimientos:

“…Sin ser completamente ultraísta nos trae varios poemas elaborados sobre la base del enfilamiento de metáforas singulares. Es realmente lamentable que Borges no haya publicado en este volumen sus admirables versos que responden a esa novísima modalidad estética…” .

Interesante reseña, además, porque el segundo “poeta de la nueva generación” que Ortelli reseña, es Guillermo De Torre, colega de Borges en la creación del ultraísmo en España, es por medio de este contacto, que el español conoce a Norah, con quien se casa en 1928. Vínculo familiar largamente fecundo, incluso en términos editoriales, ya que De Torre como editor de Editorial Losada es quien incluye en la colección de poesía, la segunda edición de Fervor de Buenos Aires en 1943, reeditado bajo el título Poemas [1922-1943], incluyendo los tres libros de poemas publicados en los años veinte, con el agregado del poema: ‘Insomnio’ (Publicado originalmente en Sur, en diciembre de 1936)  y de unos pocos poemas sueltos publicados en distintos medios, en el primer tercio de los años cuarenta, Borges decide intervenir fuertemente esa edición, modificando poemas, eliminando y agregando versos, cambiando títulos, agregando una sección de Notas, reduciendo de tres páginas a cinco líneas breves el A quien leyere introducción preceptiva, donde Borges explica la génesis de su poemario, con la intención de informar y formar a sus lectores. Es particularmente importante la edición de Losada ya que, siendo la primera reedición del libro, los cambios realizados por el autor se instalan como parámetros, e incluso como prácticas de reescritura y reedición, modificaciones que se replicarán en las sucesivas versiones que tendrá Fervor de Buenos Aires.

En los años treinta Borges no publica libros de poesía, sino que se dedica a textos narrativos, y avanza en la década con la publicación de ensayos, más artículos críticos; en los años cuarenta Borges abandonó ya sus postulados estéticos de los años veinte, ese cambio determina correcciones y elimina poemas, por eso la reedición incluye además de su prólogo, un paratexto, se considera al paratexto como un tipo específico de intertextualidad, es técnicamente la presencia de un texto en otro, en un sentido literal, es lo que se halla al lado del texto.

Leemos a Adolfo Bioy Casares 1914-1999, privilegiado coautor y colaborador vitalicio de Georgie, quien diría de su amigo: “…Borges es la persona más inteligente que conozco…”. Consigna en la entrada del viernes 19 de junio de 1953 en su libro póstumo, Borges (2006). Editado en colaboración con Daniel Martino: “…Ese día Borges firma el contrato de sus obras completas…, siendo la reedición que se hará del libro bajo la forma de obra poética reunida. De este modo, la tercera edición del libro que nos ocupa forma parte del segundo volumen del proyecto de edición de las Obras completas de Jorge Luis Borges, al cuidado de José Edmundo Clemente para la Editorial Emecé, y se publica en 1954 bajo el título Poemas 1923-1953.

La próxima reedición del material será en 1960, recuerda Borges en Autobiografía 1899-1970:

“…Un día, mi amigo Carlos Frías, de Emecé, me dijo que necesitaba un libro nuevo para la serie de mis supuestas “obras completas”. Le dije que no tenía ninguno, pero Frías insistió. “Todo escritor tiene un libro —dijo—. Sólo necesita buscarlo. Un domingo, revolviendo en los cajones de casa, empecé a descubrir poemas y textos en prosa que en algunos casos se remontaban a la época de mi trabajo en “Crítica”. Esos materiales dispersos —organizados, ordenados y publicados en 1960— se convirtieron en “El hacedor”. Para mi sorpresa, ese libro —que más que escribir acumulé— me parece mi obra más personal, y para mi gusto la mejor (Borges 1970) …”.

El aleph.

Aunque la cita remite a otro de los libros del autor, que fuera catalogado por él mismo como el mejor, aunque en diversas declaraciones variaba en calificar el libro preferido de su producción, estas Obras completas de 1960 incluyen Fervor de Buenos Aires y muestran nuevamente cambios. En Editorial Emecé aparecerán desde entonces todas las distintas versiones del libro que corregiría en vida, a la ya referida edición de 1954 le seguirá, en 1958, una nueva edición, aumentada, corregida y disminuida, ya que reescribe literalmente poemas y suprime otros, tendrá el título Poemas (1923-1958). Esta edición incluye una sección titulada Otras composiciones, agrupa los poemas sueltos publicados en revistas o periódicos por el autor. En 1964 se publica la siguiente edición, también aumentada, corregida y disminuida, bajo el título Obra poética (1923-1964); la siguiente, de nuevo con agregados y disminuciones, llevará también el título Obra poética (1923-1966), viendo la luz en 1966. La siguiente edición será en 1969, pero, esta vez, Fervor de Buenos Aires se republica como libro independiente del resto de su obra poética; en 1972, vuelve a publicar el libro junto al resto de su producción en verso, de nuevo bajo el título Obra poética (1923-1969). En 1974 el libro se reedita nuevamente, pero, esta vez, como parte del mítico “tomo verde” que reúne por primera vez en un solo volumen las obras completas del autor. Pero no estamos en presencia de la edición definitiva, ya que en 1977 publica Obra poética (1923-1976), donde vuelve a editar su primer poemario, insistiendo en corregirle versos, agregarle textos y borrarle poemas. Como se desprende de esta cronología es difícil seguirle la traza al libro, y por ende es material de exégesis, ciertamente tediosa, de eruditos que comparan los mínimos detalles entre reediciones, tema que le ahorraré al lector de esta revista que también, causalmente, se llama Con Fervor.

En este galimatías de ediciones destaco únicamente, y a modo de curiosidad, que, en la edición de 1976, Borges borra el hasta entonces primer poema histórico del libro: Las calles, pero algunas ediciones posteriores de Emecé, que tienden a respetar como códice optimus la última edición en vida del autor, no respetan esta decisión y se vuelve a incluir el poema, siguiendo como modelo la edición de Obras completas de 1974. Lo extraordinario y destacable es que, en cada una de las instancias de nueva publicación del libro, el autor somete su poemario a una revisión y lo modifica cada vez según inclinaciones estéticas e ideológicas, hay estudiosos que le suman a este perpetuo corregir de Georgie, una función de actualización según distintos contextos políticos o culturales, pero sobre este último postulado yo no estaría tan seguro, intuyo que su afán era mucho más estético que político, siendo la palabra su más fecundo material, y teniendo en cuenta que los autores van evolucionando, considero su constante corrección, como la manifestación de una voluntad de perfección incesante.

Las estrategias de corrección del libro en cada instancia varían y se multiplican. Tommaso Scarano y Antonio Cajero Vázquez han estudiado las modificaciones textuales del libro en sus ediciones, señalando que Borges, para la edición de 1974, elimina un 40% de las líneas originales del libro. De los versos originales conservados hasta 1974, casi el 50% fue publicado con modificaciones sustanciales. Borges continúa eliminando poemas enteros y también modifica agregando poemas escritos posteriormente, por ejemplo, el poema Judería, de 1923, pasa a llamarse Judengasse, en 1943, se mantiene así en 1954 y desaparece del libro a partir de 1958. Notable poema que se aleja del hilo conductor del libro, la pertenencia a Buenos Aires, ubicándonos en el este de Europa, poema que imita el estilo del salmo bíblico, inspirado en que, por esta época, según se lee en su correspondencia con Maurice Abramowicz, Borges había descubierto leyendo a Ramos Mejía, que el apellido de su madre, Acevedo, era de origen judío. En la edición en tomo individual de 1969, el libro se publica con un nuevo poema titulado ‘Líneas que pude haber escrito y perdido hacia 1922’. En el caso del poema El Sur, tuvo leves cambios desde 1923 hasta 1964, pero comienza a titularse Sur, a secas, manteniéndose hasta 1969, pero en la edición en tomo individual de ese año, aparece nuevamente como ‘El Sur’, aunque en este caso el texto es totalmente diferente.

Borges y Bioy Casares.

 

El sur

 

Desde uno de tus patios haber mirado
las antiguas estrellas,
desde el banco de
la sombra haber mirado
esas luces dispersas
que mi ignorancia no ha aprendido a nombrar
ni a ordenar en constelaciones,
haber sentido el círculo del agua
en el secreto aljibe,
el olor del jazmín y la madreselva,
el silencio del pájaro dormido,
el arco del zaguán, la humedad
-esas cosas, acaso, son el poema.

 

 

En su diario, Bioy Casares consigna una conversación acerca del título final de las Obras completas de Borges. Escribe Bioy, el 16 de mayo de 1974:

“…Come en casa Borges. Refiere la historia de Obras completas y no Obra completa, como él quería. Al saber en Emecé que se obstina en dejar caer varios de sus primeros libros (El tamaño de mi esperanza, etcétera), comprendieron que no podrían llamar Obra completa al volumen que preparan, lo que, naturalmente, les restaría gran parte de su eficacia comercial. Alguien sugirió de inmediato la respuesta que todos aceptaron: llamar al libro Obras completas. `Ninguna de las que se incluyen estará incompleta´, alegan…”.

En distintas charlas que Bioy mantiene con Borges, y éste registra en su diario, se intuye cómo la dupla manejaba las correcciones, ellos entendían la idea de corregir su libro de modo amplio, y no únicamente como modificación de su materia textual, confirmando que fueron estrategias autorales, relacionadas con la edición de sus materiales y la construcción de sus figuras literarias. Borges ejecuta sus estrategias de modificación, eliminación e inclusión de paratextos de sus libros, y la reunión de varios libros en tomos individuales, de modo que la lectura yuxtaponga escritos provenientes de distintos momentos históricos, es notable también la articulación y desarticulación de índices, de algún modo Borges utiliza las fluctuaciones editoriales de muchos de sus libros, para practicar un ejercicio, al menos por extensión, inédito hasta entonces, aunque como él mismo dijere pretendía, al corregir, mitigar excesos barrocos, limar asperezas y tachar sensiblerías y vaguedades.

Recuerda Borges las palabras de Norah, al llegar al puerto en 1921:

” …Norah dice: ‘Qué bajita es Buenos Aires’”, Norah dice eso y ahí yo plagio toda mi literatura, que desde luego está en sus grabados de madera y en sus cuadros antes que en los poemas. Esa visión significada de Buenos Aires con una serie interminable de casas bajas, con azoteas, patio, la puerta de calle, la puerta cancel, el aljibe… todo eso simplificado lo recibo como una revelación…”.

Prólogo a Bradbury de Borges.

Al respecto, declarara Norah Borges:

“…Fue entonces cuando mi hermano y yo descubrimos Buenos Aires, sus casitas antiguas, sus zaguanes, sus patios. Vivimos un proceso paralelo. Nos gustaban las mismas cosas. Las mismas, excepto los compadritos, que a mí nunca me han gustado. Además de la cubierta de Fervor de Buenos Aires, hice un grabado en madera para la revista mural Prisma, que mi hermano y otros ultraístas pegaron una noche por las paredes de toda la ciudad…”.

La Autobiografía de Borges es la piedra angular de donde procede casi todo el anecdotario acerca de la primera edición de Fervor de Buenos Aires, se infiere que parte de lo que Borges afirma en el libro es un error de memoria, cuando no una impostura, esta característica de “marear” al lector es en sí misma una formulación que Jorge Luis Borges pondrá en práctica y le dará sus buenos frutos, él hacia la década del ochenta confiesa esa estrategia, utilizando como recurso, una aparente falta de memoria al construir los textos, donde sus personajes dudan, o no están seguros de los sucesos que evocan o narran.

Con respecto a la cronología de los textos afirma, por ejemplo: “… Escribí los poemas en 1921 y 1922, y el volumen salió a principios de 1923…”, no fue así, algunos surgieron tan tempranamente como 1914, otros en 1919 y 1920, y Fervor de Buenos Aires se publicó en julio de 1923. También es incorrecto que Borges hubiera planeado sólo dos libros antes del que nos ocupa, fueron al menos tres Ritmos rojos, Los naipes del tahúr y Crucifixión del sol, probablemente cuatro con Montañas de gloria, y hasta podrían ser seis contando dos innominados, uno de crítica y otro de versos, según se interpreten los testimonios que el autor fue dejando a lo largo de los años en entrevistas, escritos, ejercicios de memoria y por dichos de terceros, también sembró ambigüedades en algunas declaraciones, todo esto es consecuente con el consejo de su padre de descartar mucho antes de publicar.

Borges dijo a Antonio Carrizo, refiriéndose a su primer libro:

“…Realmente fue el cuarto, porque yo destruí tres libros anteriores, que eran aún peores. Mi padre me dijo que no me apresurara a publicar, pero cuando tuve los manuscritos de Fervor de Buenos Aires se los mostré y él me dijo: ‘Sin duda yo podría corregirlos porque están llenos de errores, pero no creo que nadie pueda ayudar a nadie, creo que vos tenés que salvarte personalmente’. Él no quiso corregir el libro, yo lo publiqué y después de su muerte descubrimos que tenía un ejemplar que yo le di, en el cual había composiciones enteras tachadas, adjetivos tachados. Luego, yo usé esa edición corregida por él para la reedición que hizo la editorial Emecé. Los poemas que él había tachado, los omití. Creo que en ese libro hay un solo poema bueno que, ya es mucho que haya en un libro, un buen poema y ese poema está dedicado a Haydée Lange, que era la mujer más linda de Buenos Aires. Claro que nadie conoce a todas las mujeres de Buenos Aires, pero tenía esa fama. El poema se titula Llaneza y creo que es el primer poema de veras que yo escribí. Los demás son meros juegos verbales, lejanos reflejos de Lugones…”

 

 

Llaneza

             (A Haydée Lange)

 

 

Se abre la verja del jardín

con la docilidad de la página

que una frecuente devoción interroga

y adentro las miradas

no precisan fijarse en los objetos

que ya están cabalmente en la memoria.

 

Conozco las costumbres y las almas

y ese dialecto de alusiones

que toda agrupación humana va urdiendo.

No necesito hablar

ni mentir privilegios;

bien me conocen quienes aquí me rodean,

bien saben mis congojas y mi flaqueza.

Eso es alcanzar lo más alto,

lo que tal vez nos dará el Cielo:

no admiraciones ni victorias

sino sencillamente ser admitidos

como parte de una Realidad innegable,

como las piedras y los árboles.

 

Así Borges descarta una importante parte de su producción poética, vinculada en su mayoría con los movimientos de vanguardia histórica, retomando algunos poemas publicados en la revista Cosmópolis, (Arrabal) o Ultra (Sala vacía), y otros de la primera Proa (La noche de San Juan, Forjadura) los poemas remanentes no incluidos, serán reunidos alternativamente en Luna de enfrente (1925) y Cuaderno San Martín (1929). Es en este punto que me gusta pensar estos tres primeros libros de Borges como integrantes de una trilogía, ya que el hilo conductor es su amor a Buenos Aires y su autoafirmación como autor argentino, expresado largamente luego en el resto de su producción, pero en estos tres primeros libros es donde aparece con fuerza ostensible, pensémoslo desde la perspectiva de un adolescente educado en Europa, bien podría haber ocurrido todo lo contrario, sin embargo Borges decide en estos tres primeros poemarios asumir una fuerte identidad argentina, retomando tradiciones, utilizando un lenguaje campero, muy de moda en la época, pero sobre todo, y esto es un hecho capital: reencontrándose con sus raíces.

Borges dice en el prólogo de la edición de 1969: “…Aquel muchacho que en 1923 lo escribió ya era esencialmente el señor que ahora resigna o corrige…”, reconociendo un ciclo inicial y fractal, él es ese joven siendo joven, publicando su libro con el total apoyo de su familia, pero luego en la edad adulta se retractará de algunos contenidos como el ultraísmo, el criollismo y color local en el uso del lenguaje, considerando esas características como erratas, pero la pulsión que lo guiaría luego, existía ya en ese entonces.

Fervor de Buenos Aires fue un presagio del futuro Borges, en poemas como Las Calles, Un patio, La rosa, Final de año, Arrabal, Amanecer, Benarés, está el germen temático de obras posteriores. Se suman otros ejes temáticos que desde la obra que nos ocupa, irradiarán a libros posteriores, su obsesión por Buenos Aires, las menciones constantes al tiempo y el espacio, la filosofía, Shopenhauer, Berkeley, los sueños e incluso la fascinación por el oriente, por ejemplo, todo está presente en el libro que vio nacer al escritor emblema de las letras argentinas.

Borges seguía con gran interés las evoluciones del reconocimiento público a su trabajo. En una carta a Roberto Giusti, fundador de la revista Nosotros, dice: “…Con algún impudor intelectual le envío esta reseña de mis versos publicada por Díez-Canedo en España, solicitándole la incluya en Nosotros, en la sección de Escritores argentinos juzgados [en el extranjero]…”. La revista reprodujo en abril de 1924, el artículo del español acerca del primer libro de Borges. En noviembre de 1923, había reproducido, también a instancias de Borges, el breve texto crítico de Julio J. Casal aparecido en la revista coruñense Alfar. Ejemplo suficiente en contra de las afirmaciones de Borges en su Autobiografía, donde de alguna manera reniega de su fama y afirma que no la buscó, él sí envió ejemplares de sus libros a críticos y se ocupó de difundir sus comentarios.

“… ¿Quién puede vivir fuera de Buenos Aires? …”, en sus dichos, es esclarecedor, cita de la entrada del jueves 15 de diciembre de 1955 en los Diarios de Bioy Casares, y da cuenta de aquello, que con distintos ejemplos textuales y testimonios vengo afirmando a lo largo de esta nota, Borges se reconoce profundamente porteño en la trilogía de Fervor de Buenos Aires, Luna de enfrente y Cuaderno San Martín. Según el propio autor explica en el prólogo de 1969: “… Quería cantar un Buenos Aires de casas bajas y, hacia el poniente o hacia el sur, de quintas con verjas […] En aquel tiempo, buscaba atardeceres, los arrabales y la desdicha; ahora, las mañanas, el centro y la serenidad…”.

Vigente e histórico, es indudable que el primer libro de Jorge Luis Borges, que cumple cien años de su publicación, funciona además en cualidad de profecía, abrazando fervorosamente su ciudad y sus costumbres, siendo una declaración de amor en verso libre, de parte del autor más revisado, antologizado y traducido del idioma español, afirmando categóricamente su pertenencia al sur.


Fernando González Oubiña es actor, autor, docente teatral y gestor cultural. Ha sido galardonado con importantes premios y distinciones internacionales. Fue el primer coordinador de “Casa Borges”, única casa-museo en el mundo del autor. Vive en Quilmes, provincia de Buenos Aires.

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