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El juego del gato y el ratón

Criminal (Netflix)

El zapping -sustantivo tan desagradable en el plano fónico como en el semántico-, ese tedioso ejercicio de la modernidad, puede, a veces, deparar sorpresas agradables. Es el caso de Criminal, una miniserie de Netflix -estrenada en 2019 y creada por George Kay y Jim Field Smith– que, dentro del ecléctico catálogo de esta plataforma, pasó, aparentemente, inadvertida y que, sin embargo, me permito recomendar calurosamente.

La miniserie en cuestión, en sus versiones de Alemania, Francia, España y Gran Bretaña -países que actúan en la plataforma como subtítulos-, desarrolla, en cada uno de estos estados, tres historias, independientes y autoconcluyentes, que, si bien comparten un mismo escenario, tanto los personajes, como lo que se cuenta en cada una de ellas, son diferentes.

La cosa es más o menos así: hay una sala de interrogatorios, dos policías adentro del cubículo, junto con el/la acusado/a -la mayoría de las veces acompañado/a de su abogado/a- y dos o tres más, afuera, que observan, escuchan y, a su vez, participan -a través de la búsqueda de información en internet o bien leyendo los gestos del supuesto/a criminal- del esclarecimiento final del caso.

No hay nada más. Pero, ¿acaso se necesita mucho más para contar una buena historia?

Las variopintas situaciones delictivas -condensadas, de manera impecable, en los 45 minutos de duración de cada capítulo-  van desde acusaciones, más o menos, directas de asesinatos (ya como autores/as materiales del hecho, ya como cómplices y encubridores/as) o casos de violencia de género, hasta sustitución de identidad o supuesta búsqueda de justicia por mano propia.

No obstante, lo bien contadas -y mejor dirigidas y actuadas- que están las historias, hay otro punto a favor de esta miniserie: la tensión constante que se produce entre la supuesta búsqueda de la verdad y la justicia, por parte de los y las detectives y sus ambiciones personales, ya sea, por cuestiones de índole jerárquica –abuso de poder y maltrato a los/as criminales-, como, también, como ya se mencionó, por ambiciones personales. Una especie de “haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago”, que genera un interesante debate acerca de la justicia en general, desde sus métodos hasta los supuestos encargados de impartirla.

Una cosa más: a tono con los tiempos que corren y la incorporación de temáticas de género en los relatos actuales de ficción, la serie no se queda atrás y ofrece una mirada franca sobre esta problemática en gran parte de los capítulos.

Por todo lo dicho, Criminal es de esas propuestas exquisitas que nos demuestra que, a pesar de ser un producto más dentro de una plataforma que se propone, las más de las veces, entretener, si el argumento vale la pena y si cada escena logra mantener el suspenso durante los 45 minutos de cada episodio, el objetivo se cumple con creces y, acaso, no se necesite mucho más para ofrecer al espectador una verdadera historia.

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