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¿Cuál es el límite? Fantasía y realidad en la literatura

La literatura nos permite pensar nuestra realidad, pero, ¿qué es la realidad? Esto nos lleva a reflexionar sobre las fronteras entre la realidad y la fantasía, la verdad y la ficción. En algunas culturas, es decir, en algunas formas de pensamiento y de entender el mundo, un relato mitológico puede ser más real que un relato histórico o una ley de la física. Por ejemplo, los cristianos, mahometanos y judíos creen en un dios único y todopoderoso que creó el mundo; los mapuches creen que la historia comenzó con la lucha entre Tren-tren y Cai-cai filú (su versión del mito del diluvio); algunas/os pensadoras/es científicas/os creen que el cosmos empezó con una gran explosión; etc. Desde ciertos modos de pensamiento, los tres relatos mencionados pueden ser considerados textos literarios de ficción o, directamente, una fantasía.

Por otro lado, al reflexionar sobre el concepto de realidad me veo llevado a meditar si todo aquello que no puede ser percibido por los sentidos (“las puertas de la percepción”, según las nombra William Blake) y los mecanismos tecnológicos asociados (como, por ejemplo, telescopios y microscopios) entraría en el terreno de la fantasía. Con respecto a esto, es interesante pensar en que muchas/os escritoras/es han creado textos, generalmente considerados fantásticos, donde han descrito elementos, seres, sonidos, colores, etc. que no pueden ser percibidos por los sentidos, pero, que existen. Lo cual enriquece de modo casi infinito la realidad.

Se me viene a la mente un relato del gran autor norteamericano y excelente representante del denominado humor negro -por el poeta francés André Breton- La cosa maldita, de Ambrose Bierce. Donde una persona es atormentada por un ser que no puede percibir con sus ojos, pero sí con otros sentidos, y que termina con un asesinato. En el mismo, podemos leer: “Confiamos tanto en el buen funcionamiento de las leyes naturales que su suspensión aparente nos parece una amenaza para nuestra seguridad, un aviso de alguna calamidad inconcebible”. Y más adelante: “Hay sonidos que no podemos oír. A ambos extremos de la escala hay notas que no hacen vibrar ese instrumento imperfecto que es el oído humano. Son muy agudas o muy graves. (…) Y lo que pasa con los sonidos, ocurre también con los colores. A cada extremo del espectro luminoso el químico detecta la presencia de los llamados rayos ‘actínicos’. Representan colores -colores integrales en la composición de la luz- que somos incapaces de reconocer. El ojo humano también es un instrumento imperfecto y su alcance llega sólo a unas pocas octavas de la verdadera ‘escala cromática’. No estoy loco; lo que ocurre es que hay colores que no podemos ver”.

Este tipo de textos nos permiten reflexionar sobre los misterios de la mente humana. Y en relación a esta, en fenómenos como la locura, los sueños y las alucinaciones, por mencionar sólo algunas. Los cuales han sido desarrollados, de modo magnífico, en sus textos por grandes autores románticos, como, por ejemplo, El puchero de oro de E.T.A. Hoffmann o la novela Enrique de Ofterdingem de Novalis o Aurelia del gran Gerard de Nerval.

Todo lo cual, nos conduce a pensar sobre cuál es el límite entre la realidad y la fantasía, ya que, en todos los textos mencionados esta frontera se torna tenue y confusa, terrorífica o maravillosa, infinita y fantasmagórica.


Santiago Julián Alonso es artista plástico, escritor y periodista. Vive en el barrio de Palermo, Comuna 14, CABA.

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