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El corazón del daño: el latido del lenguaje

“Es cierto que lo adverso puede instigar el coraje”

A mí me dejaste sola en lo escriturado de la vida

Al final de los rumbos, la noche me pedía que avanzara sola a lo desconocido, no para conocerlo sino para amarlo”

Maria Negroni, El corazón del daño.

 

La obra El corazón del daño, escrita por María Negroni, podría clasificarse en el género de la prosa poética o el ensayo filosófico. Muy fiel y bellamente adaptada por Alejandro Tantanián, que, también, la dirige, con la actuación de Marilú Marini -la enorme y celebrada actriz-, puede verse y vivirse en el teatro El Picadero. Luego de ser estrenada en Madrid, por varias semanas se presenta, ahora, en el escenario de Buenos Aires.

La adaptación del texto de Negroni -que tiene muchas referencias a obras y autores literarios- realizada por Tantanián, con exactitud y diáfana belleza, parece escrito a medida para esta enorme actriz: Marilú Marini. La puesta de escenografía, el vestuario y las luces, a cargo de Oria Puppo, reconoce, en algunas escenas, el estilo de Samuel Beckett, tantas veces visitado por Marilú.

Todo tiene una intensidad y un equilibrio que conmueve. La presencia del lenguaje hace de esta obra un texto vivo. Y podemos sentir, hasta con una cierta corporalidad, la armonía entre el libro de Negroni, la dirección y adaptación de Tantanián, la interpretación perfecta de Marilú Marini y la ambientación de Oriana Puppo.

Relata y nos relata la relación de la hija con su madre. Devela la compleja y conflictiva trama que, a veces, es áspera como la arpillera, suave como el terciopelo o traslúcida como una gasa…, en formas cambiantes y dramáticas. La interpretación de Marilú Marini tiene una profundidad casi insondable, que nos implica existencialmente mientras se despliega en el escenario. Lentamente, estamos ante un portal que se abre en nuestro interior. Más allá de la secuencia de lo personal, está el modo de relación filial de una época y la relación de poder entre madre e hija, siempre, implacable. La necesidad de las hijas de descubrir ese mundo, la vida, y de buscar la libertad de cualquier modo, de todos los modos posibles.

Los prejuicios y las frustraciones no eran sólo de esa hija que se abre paso con todo lo que comprende y emprende. Eran, también, de esa madre víctima de reglas no escritas. Como un método disciplinario, mortificaban, laceraban y hacían más “virtuosas” a las mujeres en ese pasado donde, sobre todo el cuerpo, debía reprimirse y, luego, todo lo demás. El zeitgeist (espíritu del tiempo) hegeliano aletea sobre la comprensión de nuestra biografía, enmarcada en un contexto más amplio.

El lápiz labial y el espejo evocan aquello que se definía como “el eterno femenino”. Víctimas y verdugos a la vez, trataban de sobrevivir en ese mar de contradicciones que las hacían eternamente infelices y que las llevaban a reproducir, sin cuestionar, antiguos prejuicios.

La escenografía y las luces de Oria Puppo tienen el equilibrio y la dinámica del texto como un juego dialéctico bello y elocuente. Un gran marco enmarca la escena en forma definida. También, hay otro marco más pequeño, que contiene la foto de aquella con quien la hija dialoga. En algunos momentos, se “desmarca” de ese espacio y el tono es de reflexión compartida con las/os espectadoras/es.

La obra trasciende ampliamente lo psicológico. Es un texto vivo que nos conecta con la carnalidad de ese vínculo primal de una manera rotunda. La ambigüedad de las últimas escenas revelan con cuanto dolor y perdón podríamos evocar un pasado que ya no es ¿No es?

 

Ficha artístico-técnica:

Libro: María Negroni

Elenco: Marilú Marini

Escenografía, vestuario e iluminación: Oria Puppo

Sonido y música: Diego Vainer

Producción general: Eloísa Canton y Bruno Pedemonti

Dirección: Alejandro Tantanian

 

El corazón del daño puede verse de miércoles a domingos en Teatro Picadero, ubicado en Enrique Santos Discépolo 1857, CABA.


Adriana Prado es licenciada en Ciencias Sociales y Humanidades. Actualmente realiza periodismo cultural por radio y por redes sociales en Voces y contexto. Vive en Parque Chacabuco, Comuna 7, CABA.

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