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Carlos Gardel y Alfredo Le Pera: 85 años de vigencia

Si bien, podemos hablar de Carlos Gardel como figura máxima del tango, no es menor reconocer en él, que más allá de un gran intérprete y creador del canto en el tango canción,  Gardel fue un productor de sí mismo.

Sus primeros dúos en estilo criollo junto a José Razzano – dupla conocida como “Gardel Razzano”-, caracterizados por zambas, chacareras, gatos, milongas camperas, y otros géneros, fueron moldeando al que años más tarde sería el creador de esa manera tan singular de encarar la nueva forma de interpretar y cantar el tango.

Hacia finales del Siglo XIX y principios del XX, aproximadamente, las letras de los tangos en su mayoría eran prostibularias. Ejemplos de ello son: “Dame la lata” -que hace referencia a las fichas de latón con el número de turno que daban a los clientes en espera en los antiguos kekos o quilombos (burdeles situados al lado de los cuarteles)-, “El fierrazo”, (que se refiriere al acto sexual), “El tercero”, “Empujá que se va a abrir”, y muchos otros títulos que harían muy extensa esta lista.

Pero, pese a ello, Carlos Gardel no se sumó a esta temática sino que fue en busca de nuevos letristas y compositores del tango con una visión poética superadora. Así fue que en 1917 interpretó, de Samuel Castriota -autor de la música- el tango que en principio se llamó “Lita” (y al que Pascual Contursi -un excepcional dramaturgo y letrista-  decidió ponerle versos y como título “Percanta que me amuraste”), pero que terminó llamándose “Mi noche triste”. Este, podríamos decir, es el origen del tango canción y es allí donde Gardel, con una impronta sumamente personal, deja de lado aquel viejo arquetipo de canto tonadillero o “de cuplé español”, para dar finalmente una personalidad definida al canto del tango.

Luego de la separación del Dúo Gardel Razzano, por razones de salud de este último, se le presentó la posibilidad de actuar en un largometraje. Así fue como viajó a la provincia de Córdoba para participar en un film mudo, basado en la novela de Hugo Wast, llamado «Flor de Durazno». Sin embargo, el cantor prefirió olvidar esta experiencia – cuyo papel se desmerece al no poder oírse su voz- y no volvió a insistir en el cine mudo.

Gardel en el film Melodía de arrabal.

A fines de 1927, Gardel inició una nueva gira por España, la tercera. Actuó en Barcelona, Madrid, Bilbao y Santander, con un éxito arrasador: “Vino Gardel y supimos lo que eran los tangos argentinos” -sintetizó por entonces el periodista y músico catalán Brauli Solsona. Luego, antes de regresar a Buenos Aires, pasó por París donde cerró un contrato para presentarse allí mismo, en el segundo semestre de 1928.

Pero, ¿eso sólo es Carlos Gardel? No, Carlos Gardel, tal como fuera mencionado al comienzo de estas líneas, fue productor de sí mismo. Su amigo Enrique Cadícamo diría: “Gardel, en la hora de su apogeo, no pensaba en otra cosa que no fuera el cine”.

De este modo, el 1 de octubre de 1930, Carlos Gardel, José Razzano y Francisco Canaro firmaron un convenio para el desarrollo de obras musicales y cinematografías. Aquí, parte del texto de aquel convenio societario: «En la ciudad de Buenos Aires a los un días del mes de octubre del año 1930 (mil novecientos treinta), entre los señores Carlos Gardel, domiciliado en la calle Jean Jaures setecientos treinta y cinco, José Razzano, domiciliado en la calle Esteban Bonorino cuatrocientos setenta y siete, y Francisco Canaro, domiciliado en la calle Tagle dos mil ochocientos setenta y seis de esta ciudad, se conviene lo siguiente: 1°) Los nombrados constituyen una sociedad denominada «Unión Argentina», Sociedad Difusora de Obras Musicales y Cinematográficas, la que tiene por objeto: Representar, Administrar, Percibir y Adquirir obras musicales con o sin letra, difundirlas en discos fonográficos (por cualquier procedimiento mecánico o eléctrico), en ediciones impresas en papel, grabaciones en rollos para auto-piano y en todas las manifestaciones del cinematógrafo».

Gardel en el film El día que me quieras.

Adelantado a su época, creó en el año 1930 lo que años más tarde serían los videoclips. Como consecuencia de sus permanentes viajes por Europa –en los que se nutre del éxito de la cinematografía sonora en todo el mundo-, se contacta en Buenos Aires con Eduardo Morera, director cinematográfico, y con el guionista Enrique Pedro Maroni, para realizar quince cortometrajes que fueron filmados entre el 23 de octubre y el 3 de noviembre de 1930. Estos cortos comenzaron a estrenarse a partir del 3 de mayo de 1931 en el cine Astral -sito en Corrientes 1641 de Buenos Aires- en el rubro de “variedad musical” y acompañando la exhibición de la película “Luces de la ciudad”, de Charles Chaplin. Estas películas fueron las primeras realizadas en los “Estudios Valle”, ubicado en la calle México 832 de esta ciudad, de propiedad del empresario de cine Federico Valle.

En esos primigenios videoclips, Carlos Gardel cuenta con la participación de Francisco Canaro, Enrique Santos Discepolo, Arturo de Nava, Celedonio Flores y sus guitarristas  Guillermo Barbieri, Domingo Riverol y José María Aguilar. De los quince cortos filmados, que por aquellos años eran llamados “cortos con sketch”, solo fueron lanzados al mercado diez de ellos: “El carretero”, “Añoranzas”, “Rosas de otoño”, “Mano a mano”, “Yira, yira”, “Tengo miedo”, “Padrino pelao”, “Enfundá la mandolina”, “Canchero” y “Viejo smoking”.

En enero de 1931, Gardel emprendió una nueva gira por Francia que se inició con dos meses de presentaciones exitosas en Niza. ​A fines de abril llegó a París con la firme determinación de filmar una película en los estudios que la empresa estadounidense Paramount tenía en la localidad de Joinville-le-Pont, a 40 kilómetros al sudoeste de la capital francesa, dedicada a producir películas para los mercados no estadounidenses. Pocos días después, el 1 de mayo, lograba su objetivo y firmaba un contrato que lo incluía en un largometraje musical protagonizado por las figuras de la compañía de revistas del Teatro Sarmiento de Buenos Aires, propiedad de Augusto Álvarez, encabezada por Manuel Romero y Luis Bayón Herrera. La película estuvo terminada a fin de mes y se llamó “Las luces de Buenos Aires”.

Más adelante, llegaría la parte más conocida: sus películas en los Estados Unidos de Norteamérica. Pero aquí es importante aportar un dato que a su vez pone de manifiesto que Carlos Gardel era un gran productor y que sabía perfectamente lo que quería mostrar a su público: calidad y vuelo internacional de nuestra música, el tango. Para ello se asoció con el traductor cinematográfico, periodista, guionista y letrista, Alfredo Le Pera, con quien logró el punto máximo del tango canción. Le Pera utiliza giros poéticos de alto vuelo como en los tangos “El día que me quieras”, “Soledad”, “Volvió una noche”, “Cuesta abajo”, “Arrabal amargo”, “Volver”, “Mi Buenos Aires querido”, entre otros, todos ellos con música de Carlos Gardel.

En síntesis, Carlos Gardel dejó grabadas en disco de pasta más de novecientas obras musicales, ocho filmes de largo metraje y quince cortos musicales. Es por ello que se puede afirmar que, más allá de su talento artístico, Gardel fue productor de sí mismo: en 23 años de carrera artística dejó marcada a fuego su impronta ya que, a 85 años de su muerte, sigue siendo un hito fundamental en el tango canción.

 

Una breve anécdota

 

Cuando, con Le Pera, estaban negociando su contrato con la Paramount en los Estados Unidos – cuyos directivos les ofrecían el 20% de las ganancias de los filmes-, Gardel, luego de escuchar muy atentamente el relato de estos grandes jeques del cine, les dijo: “Nosotros ponemos las ideas, los guiones, las canciones y yo soy el protagonista, por lo tanto la ecuación me parece que es al revés: el 80% de las ganancias es nuestra y el 20% restante es de ustedes”.

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Carlos Varela es cantor, productor discográfico, artístico, televisivo y radial.

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