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Alberto Morales: “este libro es el relato, el viaje y la aventura de un artista argentino en el continente blanco”

Entrevistamos al artista plástico Alberto Morales, quien publicó este año el libro Al sur del sur. Mi Antártida, con texto de Julio Sapollnik, el cual fue declarado de interés cultural por la Cámara de Senadores.

Con Fervor: Contanos quién sos, cuáles son tu trayectoria y tus influencias en el mundo del arte.

Alberto Morales: Mi carrera artística comienza siendo un niño. A la edad de diez años, comencé a estudiar pintura y, desde entonces, nunca me detuve.

La primera muestra, siendo estudiante, fue en 1969 en el Museo Amancio Alcorta, Ciudad de Moreno. El profesor era Jorge Abot. Continuando mi formación con el maestro Demetrio Urruchúa, Enio Iommi, Diana Aisenberg, Ana Ekell, Alicia Díaz Rinaldi, Bernardo Di Vruno, entre otras/os. Todos ellos influenciaron en mí, de alguna manera, fundamentalmente, en el amor por el trabajo, la pasión y la moral del artista. Mis primeras exposiciones individuales tuvieron lugar en los años 1976 y 1977 en la Galería Lirolay. En el comienzo del golpe militar del 76. A partir del 77, no circulé más, sólo me veía con amigos artistas muy cercanos. Pero, siempre, seguí trabajando.

Al regreso de la democracia en 1985, el crítico de arte y curador Julio Sapollnik me invitó a exponer en Galería 264 Arte y Experiencias, donde realicé la Instalación El Tenista. Fue un crecimiento en mi carrera, podía explorar y expresarme en otras disciplinas.

Luego de esta experiencia, realicé diversas exposiciones individuales más relevantes, en Van Riel Galería de Arte, el Centro Cultural de la Cooperación, el Museo Castagnino de Mar del Plata y una colectiva en el Centro Cultural Borges de la ciudad Buenos Aires.

En el 2005, la Dirección Nacional del Antártico, para conmemorar el centenario de la presencia argentina en la Antártida, me invitó a viajar, durante 40 días, por el continente blanco, con la misión de incorporar la Antártida como tema de mi trabajo artístico. Para el Proyecto Cultural Antártico Argentino. Luego, en mi taller, esa experiencia vivida se tradujo en obra, hasta la fecha.

Las exposiciones más relevantes de esta etapa han sido Sur Polar, en México, y, en la Argentina, en la Casa Rosada, Presidencia de la Nación, La Noche de los Museos, Centro Cultural Borges, Museo Marítimo de Ushuaia, Museo del Hielo de El Calafate, Legislatura de la ciudad de Buenos Aires, La Habana Cuba, Grillo Arte y Punta del Este.

En la actualidad, muchas de mis obras se encuentran en espacios interiores, como, por ejemplo, en espacios urbanos de edificios, museos y colecciones de arte en la Argentina y en el extranjero.

En el 2021, edite del libro Al Sur del Sur mi Antártida. Este libro es el resultado de mi viaje y estadía en las bases argentinas en la Antártida durante cuarenta días. Es el relato, el viaje y la aventura de un artista argentino en el continente blanco. Y una selección de 111 imágenes entre obras realizadas y fotografías del viaje.

CF: ¿Cómo fue el proceso creador de este hermoso libro sobre la Antártida?

AM: El proyecto del libro comenzó a aparecer a medida que iba comprendiendo lo que me había pasado con el viaje a la Antártida. Qué era la Antártida, qué me habían pedido, para qué me habían enviado. A dónde me había metido y qué me había pasado, a mí, con todo eso. Y, a medida que lo contaba, aparecían más recuerdos y conceptos. La elaboración de todo ese proyecto se iba construyendo a partir de una experiencia vivida sin preconceptos. Nunca quise ni preguntas ni saber nada de la Antártida cuando me propusieron el viaje. No quería ir con preconceptos. Sólo vivir el momento y resolver todo lo que ocurriera en el instante, dejarme llevar por la vivencia diaria. En un momento, sentí que la obra que realizaba cobraba otra dimensión a partir del relato. El público se conmovía, el relato era una nueva obra.

Mi primera idea fue hacer un documental, se escribió el guion, se presentó en el INCAA un mes antes de que asumiera Macri y en sus políticas estaba eliminar todo ese tipo de proyectos. Fue así que seguí con la idea de hacer algo donde pudiera reunir toda esa experiencia muy especial, distinta, exótica y aventurera. Para mí, fue un viaje iniciático. Y fue así que nació, hace como 8 años, la realización de un libro. Era muy difícil, no sabía por dónde empezar, cómo se hacía un libro, ahí no tenía experiencia. De lo primero que me di cuenta era que costaba mucho dinero. Entonces, decidí hacerlo por etapas, hasta que lo terminé. Lo primero que pensé fue que tenía que tener el relato, pues, ya tenía mucha documentación de fotografía de la obra y el viaje. Así que convoque a Julio Sapollnik, Lic. en Historia del Arte y amigo. El próximo paso, fue la corrección literaria y el diseño.

Y, con gran fortuna, me encontré con Amanda García, una maravillosa diseñadora, que me contaba que su sueño fue ir, alguna vez, a la Antártida. Una mujer muy sensible, apasionada por su trabajo, muy profesional y artista. Creo que todas esas características de ella hicieron que comprendiera, perfectamente, cuál era mi intención con este libro y mi obra. Con su capacidad, sensibilidad e inteligencia puso el diseño en función de lo que la obra pedía. Yo le pedía, también, que fuera una obra de arte y lo logró. Luego, le di una vuelta más. A raíz de una charla con Edgardo Esteban, director del Museo Malvinas, me preguntaba sobre una presentación, si iba a querer música. Y, ahí, se me ocurrió que, para hacer una experiencia sensorial completa, tenía que hacer componer una pieza con los sonidos de la Antártida. Y me contactaron con Gabi Yaya, compositora, investigadora y docente de Córdoba. Y ahí resulto que a Gabi le copó la idea de realizar un montaje sonoro. Con el viento, los chorritos de agua de los deshielos, el crujir de los hielos, la caída de la nieve, los graznidos de los cormoranes, pingüinos, elefantes marinos, focas y mi voz con algunos fragmentos de notas y frases o palabra. Y, para darle un toque argentino, incorporamos el bandoneón. Y resulto ser la obra titulada Todos los blancos. Para escuchar recorriendo el libro con los sonidos de la Antártida.

Alberto Morales creando en la Antártida.

CF: Hablanos del contenido y estética del libro y las obras que lo componen.

AM: La idea era hacer que el libro fuera otra obra de arte y un recorrido sensorial, completo, con el montaje sonoro con el relato de mi experiencia de vida de esos 40 días en el continente blanco. Y, para poner en contexto dónde yo realicé esa experiencia, participan en el libro el Dr. Mariano Memolli, ex director de la DNA (Dirección Nacional del Antártico), quien me propuso integrar el Proyecto Cultural Antártico Argentino, contándonos sobre la cuestión política y geopolítica de la Antártida. Y, por otro lado, el Dr. en Ciencias de la tierra, el geólogo Rodolfo del Valle, que nos explica qué es la Antártida para la ciencia. El libro lo hicimos junto a Julio Sapollmik, Lic. en Historia del arte, con toda la investigación. El libro cuenta con 111 ilustraciones, entre fotos del viaje, fotografías de las obras y las reuniones de trabajo junto con Sapollnik, Memolli y del Valle.

CF: ¿Cuál es tu relación con el paisaje de nuestro país?

AM: Desde los comienzas, en mi formación en el arte. El paisaje formó parte del aprendizaje, como los bodegones y la figura humana. Pero, independientemente de eso, una etapa de estudio fue en el Museo Amancio Alcorta, en la ciudad de Moreno. El museo era el casco de estancia de los Alcorta, los dueños del territorio que, hoy, ocupa la ciudad. Ese casco está en el medio del paisaje, era paisaje por los cuarto lados. Y toda mi niñez y parte de mi adolescencia la viví en la ciudad de Gral. Rodríguez, en una casa con un enorme terreno, también, con el paisaje a todo mi alrededor. No pinto paisajes, sino, sus sensaciones.

Una anécdota que tengo con uno de mis compañeros del taller de Urruchúa fue que, una vez que hicimos un asado con los compañeros del taller en la casa de los viejos en Gral. Rodríguez, él me decía que, ahora, entendía por qué pintaba cielos tan grandes. Él era el hijo del encargado de un edificio y para ver el cielo tenía que salir al patio y levantar la mirada y ver el cielo por el espacio del aire y luz del edificio. Como decía, yo no pinto paisajes, sino, la luz, el aire, la atmosfera, el viento y el aroma, interpreto el paisaje.

CF: ¿Cómo ves la situación del arte visual en la Argentina y qué políticas culturales te parece que se deberían llevar adelante para mejorarla?

El arte visual en la argentina lo veo cada vez más activo. Muy pujante, con muchas ganas de hacer y soñar en un futuro personal de los que toman estas herramientas como modo de expresión y desarrollo. La gran mayoría quedan en el camino. El arte es un camino muy duro, muy difícil de sostener en el tiempo. Hay que tener mucha perseverancia, pasión, convicción y amor por el hacer. Aquí, tenemos muchos y muy buenos artistas. Muy trabajadores, que, aparte de sentirlo y amarlo, piensan el arte, en el contexto en el que quieren desarrollarse y lo defiende, con argumentos sólidos y elaborados, su visión del mundo que los rodea. Con propuestas estéticas, de pensamiento, de posiciones sociales o políticas con gran contenido y producen en consecuencia.

Y, por otro lado, hay una gran invasión de pensamientos e influencias globales alrededor del arte, que tiene que ver con ese discurso social, político y económico dominante a nivel global. Cuentan con usinas, creando ideologías o tendencias, vaciando de pensamientos y contenidos, con recetas y justificaciones según sus intereses, sin reconocer las historias, ni las identidades, ni las idiosincrasias de los pueblos. Comunicándolos y difundiéndolos por los mega multimedios globales. A la manera de un pensamiento único, pero, global. Lo podría graficar como los shoppings, que estés en la parte del mundo que quieras son todo iguales. Con respecto a la segunda pregunta, justamente, con políticas culturales desde los Estados, que son los que están disputando esos mismos conglomerados dominantes. Desde él o los Estados, debe plantearse un pensamiento como país, como totalidad, federal y de todas las expresiones artísticas. Gestionando, apoyando y difundiendo. Creo que los países que difunden y promocionan su arte no lo hacen porque son ricos, sino, todo lo contrario, son ricos porque promocionan, apoyan y difunden su arte. Y llevan su pensamiento, su cultura, su modo y visión de la vida para adentro y para afuera de sus países. Reconociendo su identidad y su historia como pueblo.

Todas/os tenemos una cultura que se crea de abajo para arriba, el asunto es cómo la gestiona un Estado, como país. Cómo le das y le agregás valor. Cómo lo mostrás, para adentro y para afuera, quién sos, qué pensás, qué soñás, cómo te valorás, cómo te identificás, cómo querés que te vean. El mejor ejemplo de lo que digo es el arte de México y, específicamente, el arte mural. No fue una aventura de cuatro artistas que salieron a pintar murales por las calles. Fue un proyecto del Estado para solucionar un problema de comunicación con su pueblo. Ese proyecto se gestó y se desarrolló desde la Secretaría de Educación, convocando a Siqueiros, Orozco, Rivera y Tamayo. Respetando las raíces de su pueblo, no tenían otra forma, sino no los comprenderían y fueron universales y únicos.

 

 

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Asimismo, pueden escuchar el montaje sonoro -cuya autora es de Gabi Yaya y cuyo coautor es el mismo Alberto Morales- Al Sur del Sur, Todos los Blancos Juntos, compuesto con los sonidos del viento, el agua, los chorritos del deshielo, el crujir de los hielos, los pingüinos, elefantes marinos, focas, cormoranes, el bandoneón y la voz de Alberto Morales, en el siguiente enlace: https://soundcloud.com/user-106067852/todos-los-blancos-juntos?si=1a96e819d183470493fbab178413570f

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