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Roll over Beethoven

Seguimos recorriendo el cancionero popular desde Con Fervor. Aquí nos vamos a la década del sesenta para recordar un tema interpretado por Los Beatles, del pionero del rock and roll Chuck Berry, hablo de Roll over Beethoven, algo así como Date vuelta Beethoven, pero, algunos dicen que en el lenguaje más callejero la frase sería algo así como “revolcate en tu tumba”.

 

Vamos a recordar un enorme rock and roll de quien es, para mí, el verdadero Rey del rock and roll. El Pentágono prefiere darle ese título al Coronel Elvis, pero, como siempre, lo que se dice por el norte mucho no nos importa.

Hay un muy interesante documental sobre Chuck Berry, el compositor de este tema, que fue producido por el stone Keith Richards, en donde en su inicio se ve a John Lennon diciendo algo así como “si estás tratando de darle otro nombre al rock and roll, podrías llamarlo Chuck Berry”, rindiéndole un sentido homenaje a este cantante y guitarrista negro que inventó algunas cosas maravillosas, sobre todo en la guitarra. Este temazo fue editado por el propio autor el 14 de mayo de 1956 y estuvo una semana en el puesto 29 de los 40 principales. Chuck compuso este rock en respuesta a su hermana Lucy, que siempre utilizaba el piano de la casa para tocar música clásica, mientras Chuck quería ocupar ese tiempo en la nueva música popular que surgía desde las calles.

Cuando Los Beatles eran apenas un grupo de cuatro pibes ingleses, aventureros, tocando en Alemania de posguerra, ya tenían su lectura de Roll over Beethoven y le daban al tema un giro particular. Entre finales de los 50´s y 1964 formó parte del repertorio de la banda. En los primeros tiempos la voz solista era la de John, luego ese protagonismo pasó a George Harrison. Cuando se grabó en los estudios de EMI, el 30 de julio de 1963, el pequeño George dejó su voz doblada para la posteridad. La banda necesitó solo ocho tomas para semejante registro. Integró el álbum With The Beatles, aquel de la tapa con esa foto tan novedosa donde se ve a los cuatro en medio de una oscuridad casi misteriosa, para un disco de esa época. Se ve a tres de ellos en la parte superior y más abajo a Ringo, con un fondo negro salvaje que impacta. Al único que se le distingue el ojo izquierdo es a Lennon, un detalle que pone coherencia política a la foto. Pero, a pesar de esa imagen, no hay una versión del tango A media luz.

El tema, en su letra, hace mención a otras canciones: “Oye, pequeño, voy a tocar mi violín”, esto viene del poema infantil “El gato y el violín para hacer referencia Bo Diddley, un gran violinista. “No pises mis zapatos de gamuza azul”, un guiño a Carl Perkins y su famoso rock and roll. “Muy temprano en la mañana…”, referencia al título de una canción de Louis Jordan. También hay un verso muy jugado para la época en donde la música clásica era “lo culto”, Berry arenga: “Date vuelta, Beethoven, y decile a Tchaikovsky las noticias…”.

Se dice que John era el más fiel discípulo de Chuck Berry, y que, por lo general, cantaba los covers del pionero del rock and roll. Sin embargo, a la hora de grabar esta proclama sobre la supremacía del rock y del rhythm and blues, el elegido para cantarla fue Harrison, demostrando ser un excelente cantante de rock and roll. Aunque algunas voces técnicas definen a este ritmo como boogie con shuffle.

Cuando uno ve los videos de este tema tocado en vivo cae en la cuenta que podríamos definir a ese momento como la irrupción de “George y sus boys”. Es que arranca la canción con la guitarra Gretsch Country Gentleman modelo PX6122, haciendo el extraordinario riff de Berry, con varios retoques que lo mejoran considerablemente. La batería de Ringo le declara la guerra al aburrimiento y salen todos a romperla. Siempre me encantó esos fills que hace la guitarra rítmica marcando 5ta y 6ta, la base típica del rock and roll, pero acá creo que está ejecutada con más delicadeza que nunca. Es tremenda la base que arman entre el bombo y el bajo de Paul con esos dos golpazos en el 2do. y en el 4to. tiempo.

Cuando uno se da una vuelta por la grabación original queda totalmente decepcionado porque parece la versión del Club Amargos Unidos y Desalmados. Los de yankeelandia inventaron el rock and roll, bah, a decir verdad, fueron los negros, seamos justos, los blancos miraban por la vidriera salvo raras excepciones, pero me parece que a la hora de tocarlo los ingleses les pasaron el trapo. Uno escucha los viejos discos de Elvis, de Berry, y se pone a bailar, pero no sin antes tomar un pañuelo porque vamos a moquear dada semejante tristeza desatada. Elvis movía muy bien el jopo, el culo, las caderas, pero si escuchamos como canta rock and roll le pedimos que vuelva a las trincheras con los marines, si no hubiera sido por los chicos malos del Pentágono…. Años después, vimos a Elvis cantar temas pedorros, de manera que ahí descubrimos sus convicciones.

Tengo una teoría al respecto de quiénes interpretaban mejor estos ritmos: los ingleses desde hace siglos navegan los mares y recogieron, llámese se chorearon, miles de cosas de otras culturas. Volvían a Inglaterra, las envolvieron para regalo y se las vendieron al resto del mundo como propias. Pero siempre tuvieron en claro cómo mejorar el producto para venderlo, son grandes vendedores, quizá los mejores del planeta. Conocen muy bien la mercancía que ofertan, son meticulosos y poseen un enorme buen gusto. Todo esto les dio un sentido rítmico muy particular, es que tienen mucho bar de negros, aquellos que se erigen en los puertos, clavados en sus memorias de piratas. Esto, sumado a una exquisita formación clásica, hizo un cóctel que hasta hoy compramos con absoluta convicción.

Cuando escuchamos a Los Beatles haciendo covers resulta que son imbatibles, les pasan por arriba a todas las versiones originales. Mejoraron y llevaron al éxtasis temas que no parecían destinados a explotar. Me tomé el tiempo de escuchar las grabaciones originales de todos los covers que hicieron y lo comprobé. Si bien ingreso en un terreno absolutamente subjetivo, como siempre, es algo que conversé con mucha gente y casi todos lo aceptan. Quizá, hasta el propio Elvis me hubiese hecho la venia sobre esto, aunque no me ilusiono porque ese fulano vivía haciendo la venia.

Estoy seguro que en la versión de Los Beatles las palmas juegan un papel fundamental, ¿el instrumento más antiguo?, uno de los más contundentes y contagiosos, la batería de los pobres. También, intuyo que en la voz hay un par de secretos: Harrison canta con mucho conocimiento melódico. Al doblar la voz suena más potente y agradable, le pone dulzura a cada una de las notas, algo inusual en este ritmo y que parece ser un invento harrisoniano.

Detrás de la línea vocal, Ringo, durante la primera parte, le pega enfermizamente al plato armando un ruidazo bárbaro, pero al mantener el bombo junto al bajo y marcar con el tacho sobre el segundo y el cuarto tiempo nos hace bailar. No sé por qué razón en el estribillo sale del rock y saca un twist de la manga. Marca dos golpes sobre el segundo tiempo, abandona el plato cambiando el clima bullicioso y eso produce una sensación absolutamente inesperada, novedosa.

El solo de guitarra es un capítulo especial. Ahí vuelven a marcar la diferencia. Al ritmo le suman ciertas informaciones. Arranca con un barrido en el décimo espacio, cercano al jazz, al toque sale con unas notas estiradas que simulan un juego, luego repite seis veces un yeite bien rockero para cancherear, que levanta a la gente. Esta frase estaba en la intro de la versión original. Sin duda que ese solo fue armado basándose en aquella vieja grabación, pero se le sumaron elementos propios, más creativos, más melodiosos, para enriquecer el fraseo, mordentes y ligaduras que expresan otros sentimientos, todo bordado con un toque muy sutil. El cierre es para ponerse de pie y aplaudir. Bueno, los cierres de los solos de George suelen ser apoteóticos, su marca de fábrica, siempre en el final de cada solo pone una nota que saca de la galera.

Salen del solo y la voz copa la parada, modifica la melodía, parece como que recita, pero siempre subido a un tren agitado. La banda demuestra que a la hora de rockanrrolear eran los mejores, es que reunían todo: melodía, ritmo, exquisitez, la dulzura novedosa y eso que habían aprendido por tocar tantísimas veces en vivo y en mil lugares: qué hacer con la gente para enloquecerla mediante el uso de una energía arrolladora.

El grupo utilizó instrumentos y elenco que hablan por sí mismos:

George Harrison: voz principal (doblada a dos pistas), guitarra líder (Gretsch Country Gentleman), palmas.

John Lennonguitarra rítmica (Rickenbacker 325c58), palmas.

Paul McCartneybajo (Höfner 500/1 61´), palmas.

Ringo Starrbatería (Ludwig Downbeat), palmas.

George Martin: productor.

Norman Smith: ingeniero de grabación.

Un equipo para jugar la Intercontinental y darle un baile terrible a quien se presente.

Recuerdo cuando en mi barrio, o con la gente del secundario, realizábamos algún asalto había que arrimar discos, entre varios que llevaba nunca faltaba With The Beatles. Siempre alguien planchaba, entonces lo mandábamos al equipo como para que no se nos acompleje. El chamuyero y el caradura siempre corren con ventaja y miran todo desde la improvisada pista. Cuando el clima estaba en el summun, le hacía una seña y comenzaba la sesión de rock and roll. El primero que sonaba era Roll over Beethoven, como para inaugurar el ciclo a todo vapor y hacer transpirar la camiseta. De inmediato entre todos los chabones danzarines lanzábamos una competencia feroz para ver quién zapateaba con más onda, quién demostraba ser más eléctrico, pero después hay que escuchar a los tipos decir que las que compiten siempre son las minas…

Cuando sonaban Los Beatles todo era sonrisas y comentarios, no se podía permanecer indiferente, y eso que el furor de la beatlemanía ya era un recuerdo por aquellos días, no lejano, pero empezábamos a verlo con cierta melancolía. Yo me veía bailando, haciendo méritos denodadamente para que la chica de turno me tenga entre sus “observados” y no sabía si en eso no había algo de ridiculez. Durante la semana le pedía una ayuda al picaporte de la cocina, que por lo menos no me juzgaba, pero si aparecía alguna amiga rogaba algo de paciencia para practicar.

El Filósofo del Conurba, Alejandro Dolina, sostiene que todo lo hacemos para levantar minas. Me parece que hay una mala noticia al respecto, y es descubrir, más tarde que temprano, que esas acciones suelen ser tan inapropiadas como infecundas. Resulta que uno ni decide ni levanta, simplemente se cuelga del gancho de la carnicería y espera que la patrona lo elija para el puchero.


Jorge Garacotche es músico, compositor, integrante del grupo Canturbe y presidente de AMIBA (Asociación Músicas/os Independientes Buenos Aires). Vive en Villa Crespo, Comuna 15, CABA.

 

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