DestacadasNotas de Opinión

Juan Manuel Correa: “Tenemos que estar todos involucrados, para llevar adelante la cultura argentina”

Entrevistamos a Juan Manuel Correa, actor, director teatral, formador de actores y miembro del Frente de Artistas y Trabajadores de las Culturas, quien, asimismo, gestiona el espacio EL (Espacio Lavallén), en el barrio de Constitución. Hablamos acerca del teatro, del rol de actor y la formación de actores y, por otro lado, de la cultura y las políticas culturales, de los cuatro años de la gestión Macri y las expectativas del gobierno de Alberto Fernández.

Fervor: Se viene el estreno de Ricardo The Second, en el espacio El, ¿cuáles son tus expectativas?

Juan Manuel Correa: Muchas. Es una versión de la obra de Shakespeare, que hizo Claudio Peña para un actor y un ensamble de cuerdas. Haremos, muy pronto, una presentación en mi espacio, que se llama EL (espacio Lavallén) y nuestra intención es que sea itinerante. Hacerla en EL, luego, en Cello Club y, después, en distintos espacios de Buenos Aires y otras provincias. Es un texto maravilloso. A diferencia de Hamlet, Ricardo III o El Rey Lear, donde los reyes son muertos en combate o asesinados, Ricardo II entrega la corona y, una vez despojado, pide un espejo y, después de mirarse, lo rompe. En la obra menciona las distintas formas en que van a morir los reyes de sus obras posteriores. Es un texto oscuro, con una gran ironía y complejidad, me gusta mucho. Un rey oscuro y nostálgico. Un rey, también, existencialista, como Hamlet, que reflexiona sobre la existencia y sobre el poder. Ricardo se compara con Cristo.

F: ¿Cómo te sienta conjugar la actuación, junto con la música en vivo, en esta obra, con tantos tonos de intensidad y tensión?

C: Me fascina. Tengo una formación que tiene a la música como un pilar, en el sentido en que pienso, también, al teatro como música, la palabra como música que conmueve, la poesía. Pienso en el teatro como poesía dramática, por ende, con una música preexistente, en el caso de los textos que preexisten. Es decir, cuando me dan una obra de determinado autor, lo primero que hago es escuchar la estructura musical, trato de serle fiel a su musicalidad. Esa fuerza sonora de la escritura produce hermosura, muchas veces, de manera paralela a lo argumentativo de la pieza. Complejiza y potencia el relato. Y pienso que trabajar con música en vivo es fantástico, porque agrega precisión y vida al instante escénico. La música dialoga con la palabra poética material, pura, al margen de la historia que trae el relato, pero, al mismo tiempo, potencia y colorea emotivamente a los pasajes del drama. Cuando la música es parte viva de la escena me encanta, me atraviesa.

F: ¿También ayuda a generar climas que exceden a los actores y actrices?

C: Exactamente, ayuda a generar el clímax, acompañando armoniosamente o disruptivamente, generando un pulso, un ritmo. Genera emociones a partir de lo meramente sonoro. Por ejemplo: si suenan notas agudas, agudísimas y de corte pasa a las graves, ese cambio abrupto, material del sonido, produce un efecto que impacta, de manera directa, en la sensibilidad, en el corazón, en el alma.

Foto: Julieta Carrera.

F: Ahora, justamente, están reestrenando, en el Centro Cultural de la Cooperación, Trastorno, de Pompeyo Audivert. Una obra estrenada el año pasado, con la cual ganaron 3 premios Estrellas del Mar, en Mar del Plata, este verano ¿Cómo les fue en la temporada y qué sentís al reestrenarla?

C: La experiencia en Mar del Plata fue fantástica. Veníamos de una temporada muy muy buena en el Centro Cultural la Cooperación, el año pasado. El público nos acompañó y la obra gusta mucho. Nos acompañan lindas palabras de colegas, espectadores y, también, de la crítica. Estoy muy agradecido de poder hacer esta obra, que, desde la primera lectura, me pareció una obra fantástica. Escrita en 1907, por Florencio Sánchez (con el título de Pasado), y que Pompeyo adaptó, aggiornó de una manera fascinante, le dio una vuelta dramatúrgica brillante. Antes, lo había hecho con Muñeca de Discepoló y con El desierto entra a la ciudad de Arlt.

En la feliz tuvimos una experiencia, también, feliz. Con un público maravilloso, que nos trató muy bien, con mucha calidez. Estuvimos en el Auditórium y, antes de salir a la escena, mirábamos el mar, que, algunas noches, tenía lluvia. Fuimos muy bien tratados por sus trabajadoras y trabajadores, que nos brindaron una atención formidable. Y la verdad que, para nosotros, fue una gran experiencia. Llegamos con mucha expectativa, porque la obra es un melodrama y tiene mucho humor, pero, también, con cierta incertidumbre, ya que, como lo indica su título, es un trastorno y tiene un alto grado de estallido y desmesura, con un componente trágico que devela el destino. Habla sobre la construcción identitaria, colectiva y subjetiva: un tema pesado. Lo llamamos culebrón metafísico. Finalmente, tuvimos una gran temporada y tuvimos la alegría de ganar 3 Estrellas de Mar y un premio especial, el José Maria Vílchez. Fueron un aliciente para arrancar esta segunda temporada en el Centro Cultural de la Cooperación con mucha fuerza.

F: Justamente, como formás parte del Frente de Artistas y Trabajadores de las Culturas, quería preguntarte: ¿cómo se vivieron estos 4 años, desde el sector de la cultura, bajo el gobierno de Macri y Vidal?

C: Destruyeron y arrasaron con mucho de lo que habíamos construido, años anteriores, en materia de derechos y garantías, en todos los ámbitos y en todos los aspectos. En la cultura, no fue menor. La desfinanciación de programas, los cierres de centros culturales, los tarifazos, la desaparición del Ministerio de Cultura de la Nación, los retrocesos en cuanto a pensar la cultura como las bellas artes. Fue realmente muy difícil. Pero, creo que la cultura tiene un signo histórico y es la idea de la red y de generar lazos solidarios, lazos y redes que lograron que las tempestades no nos aniquilen. De hecho, hemos sobrevivido. En el camino quedaron caídos, cines que ya no están, teatros que cerraron, centros culturales que los barrios ya no tienen y muchos quedaron sin trabajo. De a poco, hay que poner en marcha la cosa, la actividad.

Es difícil, porque, después de tanta desolación, hay mucho o casi todo por rehacer. Pienso que se trata juntarnos, juntar los recursos.

A mí me gusta la idea de pensar el trabajo en red, en equipos, y no necesariamente tiene que ver con el dinero, aunque, es muy importante por su puesto, pero, también, conocer qué recursos tenemos. Por ejemplo, yo tengo un espacio, vos tenés un guión, otro tiene tres computadoras, otro tiene 5 equipos de luces, otro cámaras y, así, vamos rearmando la cosa. El cooperativismo es central en estos tiempos. Estoy al tanto de varias compañeras y compañeros muy formados y que están en la gestión, lo que me genera mucha expectativa.

Reactivar y reposicionar a las tan diversas y potentes experiencias artísticas y culturales que tenemos en nuestro suelo, muchas de las cuales han sabido resistir a tanto fuego. Pienso que, desde la gestión, hay que buscar muchas de esas experiencias, escuchar y multiplicarlas.

Foto: Nacho Lunadei.

F: Hablando de este trabajo cooperativo para la cultura, ¿qué se puede hacer?

C: Colaborar, estar disponible para dar una mano. En lo que cada uno tenga para ayudar a generar esos lazos, reconstruir los tejidos que han sido fracturados o deshechos. En mi caso, estoy muy interesado en poder colaborar con activar y conectar los distintos teatros de la provincia de Buenos Aires y de la Argentina, te diría. Tenemos una cantidad enorme de teatros maravillosos y muchos en muy buen estado y otros no tanto. A esos habría que ayudarlos para que recuperen su fulgor y armar un corredor y ayudar a que las obras puedan ir por ese corredor. Pero, no solamente las comerciales, sino, también, las obras del teatro independiente. Me emociona el hecho de imaginar esa red de intercambio viva. Estoy colaborando en la programación de dos hermosos teatros, de dos hermosas provincias y tengo mucha expectativa con eso.

F: Respecto a la temporada en Mar del Plata, que fue la mejor desde 1992, ¿cómo lo viviste vos?

C: Lo viví muy bien, con mucha emoción. Se nota que hay mucha expectativa de mejora y de horizonte, otro futuro posible. Si bien, el daño económico es notable, también, se nota que los argentinos somos de ir hacia adelante y de renovar esperanzas. Vemos un horizonte posible y plausible de ser mejores y avanzamos y vamos a la vida. Entonces, con los pocos pesos que tenemos, nos vamos de vacaciones y vamos a comer y, por las  noches, vamos al cine y, otras, al teatro. Esta temporada, la venta de tickets de teatro aumentó en un 30%, aproximadamente. Para la actividad, fue la mejor temporada de los últimos 4 años. Entonces, lo vivimos con la alegría de ver las filas en las entradas de las salas veraniegas.

F: ¿Cómo se vivió, desde la cultura, estos 4 años de resistencia, teniendo en cuenta las políticas económicas que contrajeron la economía? Por ejemplo, con las desfinanciaciones, como la que sufrió el INCAA.

C: Fue muy difícil la desactivación y la desarticulación del INCAA, por la cantidad de películas que se dejaron de hacer, muchas, muchísimas. Eso significa que la industria se detuvo. Entonces, el trabajo para las actrices, actores, técnicos y productores se detuvo. Yo estuve en dos proyectos, que no vieron la luz y, sin embargo, habían tenido avanzados un montón de pasos, pero, no se hicieron. Fueron años muy difíciles. Nos metimos en las trincheras, que rearmamos como pudimos y, desde allí, producimos y resistimos. Nuestro país tiene una rica historia de resistencia artística y colectiva. Y las redes construidas ayudaron a que hayamos sobrevivido y que hayamos impedido cierres de espacio o dar marcha atrás a políticas de desfinanciación, como quisieron hacer con Proteatro, al intentar bajar su presupuesto. Lo mismo que con los tarifazos, que, si bien, nunca retrocedieron, se logró visibilizar, de manera contundente, el drama de los espacios de cultura independiente o autogestivos. Creo que la fuerza colectiva de la cultura estuvo muy activa en la Ciudad de Buenos Aires. Puedo pecar de optimista, pero, veo en la cultura una historia de hermandad.

F: Mucha gente de la cultura y de los movimientos populares, hacen un gran hincapié en la gran demanda de cultura de los argentinos. No sólo en la Ciudad de Buenos Aires, sino, en todo el país ¿Cómo lo ves vos?

C: Sí, totalmente de acuerdo. La cultura argentina es de una fortaleza formidable. A mí me fascina recorrer las provincias. En su momento, por ejemplo, lo hice por la Ley Federal de las Culturas, en distintos debates y foros. Escuchar e intercambiar experiencias con los artistas, gestores y hacedores. Tuve, también, la oportunidad de recorrer muchos teatros de las provincias y son muy hermosos. Y, muchos, sin posibilidad de contar con una programación sostenida y sistemática.

La gente está agradecida de intercambiar experiencias con otros grupos artísticos y culturales. Esto posibilita la escucha y el enriquecimiento, a través del intercambio. Cada quien muestra su camino y ese intercambio es el que nos hace más ricos. Pienso que uno de los desafíos de la gestión es visibilizar y multiplicar ese tipo de experiencias, con sus logros y sus necesidades, en los distintos lugares de la Argentina.

Cuando me toca visitarlos como actor el agradecimiento es enorme. Cuando hay buenos contenidos, hay celebración y agradecimiento.

Foto: Bernabé Rivarola.

F: ¿Qué te parecen las designaciones realizadas por Tristán Bauer, el actual Ministro de Cultura de la Nación?

C: Me gusta la designación de Tristán Bauer, creo que tiene una gran posibilidad de reconstruir lo destruido. Tengo entendido que tiene un equipo muy  preparado de compañeras y compañeros, que son del campo cultural y que tienen experiencia. Por lo tanto, tengo todas las expectativas y las fichas puestas ahí. Comenzamos a levantar la bandera de la cultura nuevamente y hacer de esta Argentina, una potencia cultural. Poder lograrlo depende, también, de nosotros, de la sociedad civil. Creo que todas y todos tenemos que aportar lo nuestro, porque no alcanza sólo con el Estado.

F: Trabajaste en la Biblioteca de la Nación y fuiste echado bajo el gobierno de Macri. Desde la perspectiva cultural, ¿cómo ves la posibilidad de la creación de un Instituto Nacional del Libro y el nuevo Plan Nacional de Lectura?

C: Me parece genial el fomento de la lectura. Dar la posibilidad de reconstruir todo lo que las políticas del macrismo (que lo que hizo fue barrer con la cultura con la lectura) arrasó. Su política fue cerrar y achicar todo lo que pudieron el Estado y que lea el que pueda y sepa. Que sea el mercado el señor regulador, que quien pueda acceda y el que no, no. Eso lo vimos en todos los ámbitos y organismos. Pasó, también, en la Biblioteca Nacional. Persiguieron y echaron a muchas trabajadoras y trabajadores. Algunos con 20 años de antigüedad, como mi caso. Expulsaron a los lectores, poniendo una cantidad de trabas burocráticas para el ingreso, provocando cuadras y cuadras de cola. Hicieron una Biblioteca cerrada y fría, una Biblioteca para pocos, hicieron del Ministerio de Cultura de la Nación una Secretaría y, también, allí, echaron y maltrataron a compañeros. Cerraron el Museo del Libro y de la Lengua y vaciaron de contenido, casi, a la institución entera. La Secretaría entera fue reducida, con oficinas sin políticas públicas y con una violencia inaudita, vigilando y castigando, generando, en muchos casos, terror. Y sabemos de lo que es capaz el terror. Muchas tuvieron que renunciar, para no enfermarse. Quedamos muy desprotegidos.

Me da mucha alegría pensar que vuelve a ser posible que todos tengamos acceso a la cultura. No solamente como consumidores, sino, también, como hacedores de cualquiera de las disciplinas que elijamos, ya que esto es, siempre, un aliciente y algo por lo que, siempre, vamos a pelear. Porque es un derecho de todos, la cultura, la belleza.

F: Hay urgencias que se están tratando de solucionar, el hambre, la desnutrición y la extrema pobreza, por dar algunos ejemplos. Poco se habla de la batalla cultural, desde el Estado ¿Creés que es por afrontar estas urgencias o por el poder de los medios hegemónicos, que, todavía, no ha sucedido esto, desde el ámbito presidencial?

C: Lo primero que hay que hacer es atacar lo urgente, es la prioridad. Y, en este caso, es el hambre y la situación de extrema vulnerabilidad de muchas argentinas y argentinos. Y lo urgente tiene que ser cubierto inmediato. En ese sentido, me parece que hay varias de las políticas que se están implementando que van en ese sentido. No obstante, tenemos que seguir pensando y volver a reinstalar la idea de la batalla cultural o la idea de que la cultura es transversal a todo. La cultura es parte de un entramado complejo y en permanente cambio, es respeto y cuidado. La cultura incluye las  nociones del buen vivir, es diversidad. Por eso, es intolerable que varias de las naciones originarias no tengan resueltas las condiciones esenciales para la vida, que no tengan agua. Es imperdonable. La batalla cultural debe estar al servicio de la sociedad.

F: Tu formación teatral fue con grandes directoras y directores, entre ellas, Cristina Banegas, incluidos estudios en Francia ¿Qué es lo que dejaron estos maestros en tu formación de ejercer la docencia y qué impronta le ponés vos a tus clases?

C: Exactamente, tuve maestras y maestros muy queridos a lo largo de mi formación. Algunas de ellas dejaron marcas más fuertes que otros. De los franceses, me gustó la disciplina. Tuve la suerte de caer en una hermosa compañía, en el teatro l’Éppé de Bois y, allí, como en las demás compañías de la cartoucherie de París, se trabaja diariamente, durante casi todo el año, ¡y arriba del escenario! Todo lo querido por un amante del teatro y de su atmósfera.

Con Cristina Banegas estoy cerca desde el 2005, cuando empecé como alumno. Luego, trabajé en una obra que dirigió en el Excéntrico. Después, fui asistente de sus clases y, ahora, soy docente del teatro que fundó junto a Alberto Ure. También, considero que los actores estamos, siempre, atentos a lo nuevo, entonces, pienso que, muchos de los directores con los que trabajé últimamente, son algo de maestros también. Soy un agradecido con todos, de cada uno aprendí. De Cristina, como maestra, admiro el amor y la fuerza que dedica en sus clases, la observación precisa de cada una de sus alumnas y la capacidad de seguir, en detalle, los procesos individuales. Creo que el arte, la actuación y la poesía son un sentimiento y una pasión y que una vez que se despierta no se vuelve a dormir. Una vez que uno se siente actor o actriz, desde ese momento, ya está. Y no creo que se pueda enseñar a ser actor o actriz, sino, más bien, caminar cerca, acompañar y compartir experiencias del propio camino y ayudar a desmalezar el terreno para encontrar la flor. Grotowski decía: “esculpir la piedra y quitar lo que sobra”. Eso es muy cercano al amor.


Alex Arellano es periodista.

Comentarios de Facebook

Etiquetas

Publicaciones relacionadas

Cerrar
Ir a la barra de herramientas