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Iluminando lo innombrable

Entrevistamos a Mariela Asensio, Maruja Bustamante y Paola Luttini, a horas del estreno de La casa oscura. Un show documental sobre la salud mental y consultamos a la Magister Clara Attardo para ampliar sobre el tema de las políticas públicas.

Abrimos el zoom a las 9:15 am, entre clases y ensayos de unas y otras. Los primeros momentos de pantalla, nos sumergen a un espejo colectivo en el que arreglamos nuestros peinados, acercamos o enderezamos las cámaras y nos reconocemos en salas, todas, iluminadas, con pocos objetos que distraigan la trama del diálogo que comienza.

Cuando hablamos del cómo surge el tema de la salud mental, Mariela relata un momento de su proceso terapéutico como una iluminación de algunos aspectos que estaba viviendo. La toma de conciencia de tener algún tipo de trastorno obsesivo compulsivo, un diagnóstico concreto que trajo alivio, porque, la ayudó a poner nombre a un montón de cosas que le pasaron siempre, a abordarlo y no estar en una tensión constante. La contactó a Paola Luttini, una de sus mejores amigas. No sabía bien por qué, sin embargo, ella era la persona que tenía que dirigirla. Y, en una charla con Maruja Bustamante, salió el tema y cómo, a ella, la convocaba en sus resonancias terapéuticas. Y decidieron emprender esa exploración dramatúrgica juntas.

Estamos ante mujeres entrañables, un término que acuña muy bien la antropóloga mexicana, Marcela Lagarde: “con las entrañas, con el corazón, con lo que somos, y lo que queremos ser. Porque somos esenciales para la vida y, sobre todo, porque somos portadoras de alternativas para hacer viables a la sociedad y el mundo”.

Mariela Asensio: me dije: tengo que hacer una obra con esto, porque es lo que hago siempre con mi vida. Cuando hay un tema que me atraviesa o que, por alguna razón, me interpela, inmediatamente, se me traduce en teatro. Es como mi lugar en el mundo.

Paola Luttini: Es un desafío dirigir a estas mujeres dramaturgas, directoras y actrices, porque, hablan sobre su propia vida y le ponen el cuerpo, un plus de complejidad que me repercute. Tengo un trastorno de ansiedad y una fobia específica, entonces, no me pasan por al lado las cosas que dicen, me atraviesan. Por momentos, me identifico más con el discurso de Mariela y, por momentos, más con el discurso de Maruja. La casa oscura es un tema del que no se habla, porque es tabú y que muchas personas, con o sin diagnóstico, atravesamos. Vivir en la ciudad nos genera bastante ansiedad, de una manera u otra, acerca el tema y lo desestigmatiza un poco. Obviamente, desde la dirección, es la intención no tratarlo de modo solemne o triste, más bien, iluminar esa casa oscura: la mente. Tratando de poner show, alegría, humor y profundidad emotiva, que es lo que les genera a las chicas.

Maruja Bustamante: Estoy contenta. Hacía mucho tiempo que queríamos hacer una obra juntas, con Mariela. Nos conocemos hace 20 años, nunca fuimos amigas, como son Paola y Mariela, sí, colegas con ideologías cercanas, con mucha empatía. Siempre, apoyándonos. Por ejemplo, cuando nos encontrábamos en mesas de charla teatrera y nos tocaba ser las representantes de la femineidad entre todos los chabones o trataba de ir a ver sus obras para apoyar eso que hacía y ella venía a ver mis obras.
Para mí, es importante hablar de este tema tabú. Amagué un par de veces. Hice una serie web que, finalmente, no salió (Life coach, coescrito con Fernando Montes Vera) y, en algunas obras mías, aparece lo del pánico y lo de las pastillas, siempre, un poco tímido. En La casa oscura nos metemos con todo. El gesto de trabajar juntas y que nos dirija Paola, también, es algo que estamos diciendo. Justamente, porque somos dos directoras escritoras y, muchas veces, nos leen parecidas: las multifacéticas, las que hacen esto, lo otro, lo otro…, que no paran, que hacen 450 obras por segundo. Nos leen así y no nos leen en más profundidad. Y nos juntamos para hacer esto. Lo imposible, parecía que no podía pasar. Me conmueve, es un gesto.

CF: Cuando fueron compartiendo la gráfica del espectáculo, estaba el juntas y estaba el enteras. Hacen alusión al color naranja y a las naranjas, por eso, las leí como naranjas enteras, que no esperan a ninguna otra mitad que las complete. Se aliaron como naranjas enteras. Por otro lado, el naranja alude a los presidios y, para las filosofías orientales, a la transformación ¿Cómo aparecen estos signos en el auto documentarse?

MA: Tiene que ver con la mirada de Paola, que nos excede, porque estamos inmersas en el recorrido. Más allá del documental, siento que es una obra de teatro y, sin embargo, por algún lugar, no deja de filtrarse, por todos lados, el tema. Estamos hablando de cuestiones personales en las que aparecen signos, estéticas conceptuales que se me escapan totalmente. Por eso, confío en esa mirada de la dirección, muy afilada y sensible a lo que acontece. Ella puede capturar y hacer de lo que está pasando toda esa multiplicidad de metáforas. De hecho, te escucho decirlo y digo mirá y me sorprendo.

PL: Hay cosas que aparecen por azar y que, después, toman sentido y, otras, fueron más pensadas. Vos me decís lo de las naranjas, por ejemplo, y a mí me gustaba el color naranja porque me parece un color alegre. Quiero dar alegría, que la gente no se vaya bajón, que la gente empatice con el tema. Cuando vi las fotos naranjas dije: esto es una naranja y, ahí, jugué con la diseñadora. Hay fotos con naranjas enteras o partidas y es verdad, ellas, en la obra, son dos individualidades y, a su vez, estamos trabajando sobre cómo son una unidad y cómo se complementan. Lo atractivo de verlas juntas es lo diferente que son y, a su vez, lo tan parecidas. De alguna manera, esa metáfora de la naranja cobra un sentido, algo profundo que las iguala.

MB: Cuando vi las fotos dije, “Orange is the new black” y, ahí, también, me puse a pensar en la prosperidad para el Budismo y hay algo de lo que decía Paola, La casa oscura es el encierro que queremos iluminar. Incluso, hay una canción.

 

La casa oscura

 

La vida transcurre, bien

Todo está bien, todo está bien

Me preguntan si estoy bien

Yo digo que bien, yo digo que bien

 

No falta, no sobra, está bien

La norma del bien, sistema del bien

Burguesa pobreza del bien

Mediocre maleza del bien

 

Quiero un refugio para habitar

Tengo por fin la oportunidad

La casa oscura iluminar

Me muero de miedo pero lo hago igual

 

Quiero una vida espectacular

Dejarme llevar y no controlar

Quiero una vida sensacional

Dejar esta cueva y no volver jamás

 

La casa oscura.

La obra, también, alude a iluminar desde el dispositivo teatral, me da esa sensación en lo que trabajó Paola y en lo que decimos nosotras. Hay varios videos de tamaño espectacular y, a nosotras, se nos ve más chiquitas en escena: nuestra humanidad ahí. Podemos ser vistas de manera espectacular en el video y en la escena, diciendo lo que nos pasa. Eso va a generar algo. Por ejemplo, hay momentos, en la pantalla, donde, tanto Mariela como yo, hacemos a nuestrxs respectivxs terapeutas y aparecen en caras gigantes, ¡lxs tarapeutas!, y nosotras, chiquititas. Signos, también: qué está achicado frente a la palabra de no sé quién.

PL: Siempre, proyecté la pantalla como sus cabezas, por eso tan grandes. Los videos son tan alocados por el torbellino que una tiene en la cabeza. Quise graficar que, cuando ves a una persona chiquita, adentro le está pasando de todo. El recurso de la pantalla surgió, justamente, de la pandemia, ante la inminencia que pudiera ser por streaming. Y, ahí, me di cuenta de que la cámara me daba un recurso que el vivo no me daba y que el vivo me daba algo que lo filmado no. No quise perderlos, por eso, tomé lo audiovisual para poder contar ese barullo que tenemos en la cabeza y cómo ellas lo batallan con el cuerpo en escena.

CF: ¿Documentaron a otras mujeres?

MB: Decidimos hablar desde nosotras, porque ya era un montón.

MA: No quería enroscarme en la corrección política de cómo abordar el tema. Para mí, es una obra de teatro que voy a armar con lo que me pasa a mí y a Maruja. No quería entrar en un terreno de especificidad, ni estudiosa del tema, es más salvaje.

MB: Tomamos algunos detalles, sin embargo, hablamos en primera persona de lo que vivimos en los diferentes ámbitos: en el trabajo, con los afectos y en el diagnóstico en sí. En lo dramatúrgico, Mariela va más hacia el lado de la medicina alopática y yo hacia la medicina holística, aunque, en lo personal, hemos tenido experiencias diversas.
Hay mucho para decir. Por ejemplo, la fobia de Paola es hacia los gatos, podríamos haber expandido hacia ahí, pero no, es mucho.

CF: La filósofa y psicoanalista francesa Anne Dufourmantelle escribió un libro precioso, Elogio del riesgo. Paola, ¿qué riesgos tomaron en esta alianza de mujeres?

PL: Un riesgo enorme. En principio, por atravesar un tema tan profundo que nos abarca a muchas y no nos resulta liviano. La obra nos costó mucho, nunca nos costó tanto un recorrido (y la incluye a Mariela por conocerla más). Había escenas que no podían escribir. Y no porque no las pudieran escribir, no las podían escribir porque el tema las atravesaba. Había escenas que no se me armaban y otras escenas en que no se podían aprender el texto. Y no era que no se lo estudiaban. Había algo del tema que nos tocaba muy en lo hondo y confluyó en una unión grande. Eso fue muy hermoso entre nosotras tres y todo el equipo: unirnos y apoyarnos para concretarlo. Porque, este proyecto podría haber quedado en el tintero muy fácilmente. Y tuvimos varias instancias con la pandemia (se podía o no se podía ensayar, lo que sí, lo que no), entonces, el riesgo fue llegar a tener una fecha de estreno, con el texto escrito y sabido, con la puesta montada. Y ponerle el cuerpo al tema, en primera persona. Y haberlo hecho con tanta amorosidad.

CF: Mariela y Maruja, ¿es un riesgo sentir, pensar, escribir y hacer teatro?

MA: Siempre sentí al teatro como el lugar en el que me salvé. El lugar donde me siento más segura, existencialmente hablando. Por eso, no paro de trabajar (y una risa le inunda la cara y la voz). Entonces, sí, es un riesgo, porque es el lugar donde pude transformar muchas cosas y sentir que avanzaba. También, me sacó de muchos otros lugares. Por eso, siempre, lo vivo como un lugar de salvación y seguridad. Y alzar una voz, hacerla oír, siempre, implica un riesgo. Me pone adrenalina ese riesgo y me gusta sentirlo.

MB: A mí, me pasa algo parecido. El teatro es un espacio para armar mi propia realidad y, siempre, intento asumir algún riesgo.

CF: Este espectáculo aparece en tiempos de pandemia y pueden unirse en un contexto donde se han agudizado las violencias intra familiares y las desigualdades, ¿cómo leen, en clave de políticas públicas, los cuidados de la salud mental de las mujeres?

MB: Es un tema que la pandemia complejizó. Hubo que salir al salvataje de temas primarios. Tendría que haber una acción fuerte sobre la salud mental -casi, como que no se lo quisiera pedir al Estado- y se tiene que empezar a hablar. Se necesitan ayudas sobre un tema, aún, muy tabú. Enseguida, a la persona usuaria de salud mental, a la loca, se la deja de lado. Es muy difícil. Y, encima, para poder estar bien, tenés que tener plata.

MA: Estamos en una coyuntura terrible, en todo sentido, todo muy extremado. Había una crisis anterior, que la pandemia agudizó, y agrietó las desigualdades. Así que, en orden de prioridades, la salud mental y de las mujeres, está lejos. Hay una cuestión de urgencias muy macro, que se lleva todo puesto y una profundización de las cuestiones de cómo se vive esto en lo psiquiátrico, lo emocional, lo psíquico o como quiera llamarse, mucho más heavy de lo que creemos. Creo que las secuelas de esta pandemia van a ser enormes y a largo plazo. Esto trasciende los diagnósticos, las patologías particulares del plano social. Pienso en les adolescentes, en les niñes, en cómo va a repercutirles. En algún momento leí algo sobre eso, no recuerdo la fuente, lo que pasa en términos sociales en una pandemia: genera secuelas a largo plazo, a 20 años. Sería, por supuesto, fantástico que hubiera algún tipo de política pública que pueda adelantarse a este panorama, desde todos los frentes. No hablo, solamente, desde lo sanitario, hablo, también, del abordaje en las escuelas, para que el impacto sea lo menos tremendo posible. Mi hijo asocia que salir es lo peor que hay. Yo, a los 11 años, lo único que quería era salir ¿Cómo crece un pibe que a los 11 años tiene ese registro de la vida?

CF: ¿El trabajo tiene que ver con la salud mental?

MB: ¡Total! Tener la posibilidad de hacer todo aquello que sé hacer.

CF: Paola, ¿vos ya compartías la poética del show y cómo te permitió contar lo enigmático de La casa oscura?

PL: Vengo trabajando bastante con el show, las últimas obras como productora, Sex y Redes, muy performáticas. Y, en La casa oscura, la puesta se basa en el texto. Un género que me queda muy cercano. La música, un recurso muy lindo para generar emociones y cercanía. Va directo al corazón. Y las chicas, que no son cantantes, sino, actrices que cantan muy bien, conmueven, porque, en los momentos musicales, están diciendo texto. Ellas, a veces, están preocupadas por la afinación y les digo que no importa -aunque no lo hacen-, es totalmente anecdótico, porque conmueven. El show es una forma de escape, de lo que podría ser ese quilombo mental. Es un revelarse, un salir y buscar la luz. Ser, como dicen en la obra, como el Ave Fénix, hacer de toda esa mierda una flor hermosa. Y logran eso en La casa oscura.

CF: ¿Cómo viven el cuerpo en esta escena con protocolos?, ¿cómo fue reencontrase en un escenario y confiarle el cuerpo a la otra?

MB: Tuvimos diferentes instancias de ensayos, hasta después de una restricción más fiera. Lo llevamos bastante bien, teniendo en cuenta que yo tuve dos veces Covid y creo que soy la más hipocondríaca (nos reímos).
Nos cuidamos mucho. El quipo usa barbijos, nosotras no nos acercamos tanto en escena. Hay momentos puntuales. Últimamente estamos tranquilas, ni pensamos en ese tema, como que me lo trajiste ahora (risas).

MA: Soy una persona muy privilegiada en pandemia. Pude hacer teatro presencial en varias oportunidades, o sea, no dejé de hacer teatro presencial casi nunca, salvo los meses más duros. Pude hacer un presencial en la CABA, luego, viajé a Bahía Blanca a dirigir la Comedia Municipal (El arrebato). Cuando llegué a ensayar La casa oscura venía de haber estrenado dos obras. Entonces, no sentí el impacto de: oh, estamos volviendo a la presencialidad. Me pasó eso, honestamente. Más allá de que, a mí, nunca me agarró la paranoia con el tema del Covid, menos mal (risas), Me agarró por otros lados, pero, no por ese. Entonces, lo viví con mucha tranquilidad, mucha alegría de ensayar. Me gusta el ensayo, soy re ensayera.

MB: Yo, ahora, venía de actuar. El año pasado, venía de hacer algo con Gustavo Tarrío (Verme Platelminto, en El Galpón de Guevara) y, enseguida, tuve Covid y me replegué. Y, después, hice Reinas Abolladas (escrita por Victoria Varas y dirigida por Azul Lombardía, en el Teatro Nacional Cervantes, en el 2021), justo antes de esto.

La casa oscura.

CF: ¿Cómo viven este mutitasking (multitarea) que nombran en el hacer teatral?

MA: Una hace lo que puede y eso es lo que el entorno tiene que entender. Es la historia de mi vida. La gente que me quiere y me dice: tenés que parar, tenés que parar, tenés que parar. Ya tengo 42 años e intenté parar toda mi vida, voy a hacer lo que pueda. Esta es la que yo soy. Por supuesto, que trato de ser mejor, pero, no me voy a transformar en otra persona.

MB: Si me lo dice alguien de teatro le digo: y a Santiago Loza, ¿no se lo decís?

CF: Entonces, otra pregunta de rigor para Mariela, ¿cuándo te fuiste a Bahía Blanca, con quién se quedó tu hijo?

MA: Con el padre.

CF: Cuando los padres artistas salen de gira, no preguntan con quién se queda le hije.
Última pregunta, ¿cómo pensamos los autocuidados en clave feminista?

MB: Buscar quién te pueda ayudar y cómo ayudarnos. Fui encontrando formas de ayudarnos con mis amigues; cosas que me hacen bien y donde puedo sentir que no me juzgan. Y, como digo en el espectáculo: el lugar donde tengo que pelearla es acá, en la escena.

PL: En una escena, hablan de iluminar sus cabezas y que lo logran de la mejor forma que lo saben hacer y que es haciendo teatro. A cada una le repercute desde donde está mirando. Donde encuentran ese lugar seguro, el de ellas, el nuestro, es en el escenario, el teatro transformando lo que nos pasa. Hay que encontrar ese escenario, personal, para iluminar eso que nos perturba.

MA: El lugar de autocuidado es conmigo misma, es en mí.

CF: Hablan de iluminar, ¿algo del orden de lo espiritual emerge?

MA: Hablamos de luz, sin embargo, nunca fue para ese lado. Por ahí, yo soy la más luz. Eso es algo que aparece en la obra. Yo irrumpo más racional y hacemos un juego de creer o no creer en ciertas cosas.

MB: La casa oscura, ese título, lo pone Mariela. El más yin yan soy yo.

MA: Me presento con un pensamiento crítico y, siempre, con lugares espirituales, no hay una sola forma de ser espiritual.

PL: Poner la luz, por lo menos, sobre este tema.

Con Fervor consultó a Clara Attardo -MG, psicóloga (UBA) y docente universitaria especializada en géneros, sociedad y políticas públicas- para poner en contexto de qué hablamos cuando hablamos de salud mental.

CF: ¿Que es la Salud Mental?

Clara Attardo: La Ley Nacional de Salud Mental (Ley 26-657. Derecho a la Protección Mental de la Salud), tiene un abordaje muy importante, porque es multidimensional, no se puede reducir a cuestiones solamente personales, sino que, tiene que ver con que, la salud mental es un derecho humano inalienable; depende de las condiciones sociales de vida de las personas; depende de los momentos históricos; y está atravesada por las oportunidades y los derechos que las personas podemos transitar. No debemos disociarla de la salud física. Particularmente, soy una luchadora de traer el cuerpo a la escena, corpo subjetividad, y establecer puentes.

Para mí, la salud mental es una construcción cotidiana. No hay estados completos, sino que, podemos estar en situaciones donde sentimos más bienestar o la vamos pasando mejor, tenemos mejores condiciones de vida y acceso a derechos para lograrlo y momentos donde nos podemos fragilizar en ese sentido. Hay una tensión y un puente muy importante que hacer entre lo individual y lo social, sin reducir a ninguno de los términos. Hay tensiones complejas ahí. También, los procesos de salud mental implican transitar angustias, malestares, dolores y no negarlos. Aprender a hacer con ellos y a transitarlos.

CF: ¿Es necesario hablar de políticas públicas para cuidarla?

CA: Las políticas públicas son fundamentales, de manera coherente, como la ley. Si la salud mental es una construcción social, histórica y política, obviamente que las políticas públicas tienen mucho por hacer.

Trabajando en políticas públicas tantos años, pude evidenciar -y lo pongo en mi tesis de maestría y en mi libro, El Género de las Políticas-, que buenos dispositivos de políticas públicas con perspectiva de género, con continuidad en el tiempo, con gente formada coordinándolos, generan transformaciones. Subjetividad muy similar a la que podés lograr en un consultorio, porque, justamente, las condiciones de vida, el acceso a los derechos, la apropiación de las personas a esos derechos, no vividas como receptivas, sino, como protagonistas de las políticas, le cambian la vida a la gente. El día en que vos puedas participar, tomar la palabra, agenciarte de tus necesidades, de tus deseos, de tus posibilidades y, también, de tus angustias y malestares, seguramente, vas a poder vivir de otra manera. Y las políticas públicas te lo pueden facilitar.

También, creo que las políticas públicas tienen que ser más claras y más profundas. Deben tener buena epidemiología en salud mental. Les argentines padecemos y no sabemos bien de qué. Nos hacen sufrir, porque no hay buena epidemiología o no es clara. Les argentines tenemos que conocer cuáles son nuestras condiciones de vida en salud mental. Hay un paradigma de consultorio individual privado que hay que cuestionar. Cuestionar la práctica de la salud mental neoliberal, el predominio asistencialista, donde el otre es un objeto de demanda, pasivx, para poder pensar espacios organizacionales, públicos y privados, que tengan una correlación con los lineamientos de las políticas públicas. Estos paradigmas de formación neoliberal reproducen, para poca gente, el acceso. Por eso, la Salud Mental transita entre el estigma y el privilegio. No es popular, no es comunitaria y se transforma en un campo de pujas de poder entre gente muy encumbrada, siempre, con el mismo paradigma: masculino, blanco y hetero cis. Entre la psiquiatría y los modelos hegemónicos del psicoanálisis se llevan toda la acumulación de los privilegios.

CF: ¿Cómo impacta la pandemia en la salud mental de las mujeres?

CA: La salud mental de las mujeres es un tema muy complejo, muy sensible a las condiciones de vida y opresión (sobre un recorte de mujeres cis, en general): se triplicó el trabajo en casa, se triplicó la jornada de cuidados y precariedad laboral, el despido laboral, la violencia basada en la desigualdad de género. Muchas de las redes se rompieron y se fragmentaron; muchas angustias, muchos cuidados de personas enfermas; los roles tradicionales de los géneros se profundizaron y se profundizaron los malestares.

Para los varones, hay para pensar sobre el volver o estar en las casas, cuando nunca estuvieron, en algunos casos. Y en las mujeres, qué pasa con estar trabajando de tu oficio y/o empleo y, al mismo tiempo, estar cuidando y haciendo las tareas domésticas, todo junto y en el mismo lugar. Las reproductivas se vuelven a unir y, no sólo, hablo de clases medias, hablo de clases bajas y populares. Y, cuando hay situaciones de mayor empobrecimiento material y de acceso a los derechos y tecnologías, todo se complejiza. Las espaldas femeninas bancando esto y la salud mental padeciente. O sea, que, si cualquier profesional de la salud mental recibe a una mujer estallada y va a remitir que eso tiene que ver con los primeros años de su vida y con determinaciones inconscientes, la va a estar pifiando bastante, porque, junto con esas determinaciones hay otras, de su historia posterior, de su devenir subjetivo vital. Y, además, estamos en una Argentina desigual en pandemia. Tenemos que pensarnos situadas y en función de eso, ver las estrategias asistenciales, promocionales y preventivas.

CF: ¿Qué proyectos se vienen poniendo en marcha o son necesarios activar?

CA: Una de las cuestiones que se pone más en dificultad es tener proyectos. Justamente, lo prospectivo es lo que, hoy por hoy, está en crisis ¿Qué hacer mañana si no sé cómo sigue la pandemia? Hay una situación de incertidumbre que hace que muchos proyectos se complejicen o no se pueda o se sienta que no se puede. Ahora, estamos en un momento muy particular, este mix, entre la presencialidad y la virtualidad. Y es muy complejo, porque hacerse cargo de las burbujas (quien tiene hijes que cuidar) y de la presencialidad-no presencialidad del propio empleo (la que tenga empleo), el transporte público, todo lo que implica el moverse y, al mismo tiempo, no moverse. Este mix, también, está siendo muy costoso. Lo que ha funcionado es mantenerse en red con otres, al menos, virtual. El campo de la amistad y, en algunos casos, de las familias y compañeres de trabajo fue muy importante. Ahora, los proyectos que se vienen: salir lo más enteres de toda esta situación, con el menor daño posible. Ese podría ser el mejor proyecto.

Los proyectos son individuales y colectivos a la vez. No reduciría todo a lo colectivo o a lo individual, creo que hay un enorme desafío en continuar construyéndonos como autodeterminadas. También, hay grados de autonomía según los momentos históricos y, al mismo tiempo, con otres. Todo es a la vez, en una profunda tensión, a veces, contradictoria. Luego, van a estar los posibles proyectos. Están en hablar, en el arte, en encontrarnos con la sexualidad, la erótica en términos amplios. Ahí, hay una posibilidad de hacer la diferencia, con compromiso por el cambio histórico, en términos de derechos humanos.

La casa oscura. Un show documental sobre la salud mental puede verse los viernes a las 21hs. en El Galpón de Guevara, Guevara 326, CABA. El proyecto está conformado por una grupalidad técnica mucho más grande, con un componente audiovisual muy potente que construye mucho sentido con música original.

 

Ficha artístico-técnica

 

Actúan y escriben: Mariela Asensio y Maruja Bustamante

Escenografía: Giuliano Benedetti

Iluminación: Matías Sendón

Diseño de vestuario: Daniel Herrera

Diseño Audiovisual: Melisa Fabbretti

Música original: Valentino Alonso

Diseño gráfico: Melisa Fabbretti

Asistencia de dirección: Melina Cruz

Prensa: Marcos Mutuverría

Producción ejecutiva: Sabrina Rado y Antonella Schiavoni

Coreografía: Bianca Loponte y Matías Napp

Dirección: Paola Luttini

 

Entradas online en: http://publico.alternativateatral.com/localidades.asp?id=75159

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