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Bertold Brecht, 125 años

Hace 125 años, nacía Bertold Brecht, el hombre de teatro que cambió, más frecuentemente, de país que de zapatos. Ese Brecht que decimos, a veces, es tan necesario, porque nos gusta y conmueve, porque, todavía, nos complica la vida y la escena.

El que escribió para el deleite de algunos y la agarrada de cabeza de otros, ciertamente, pudiendo coincidir, ambas, en una misma persona.

El Brecht impertinente nacía hace 125 años. Impertinente, si es que le cabe el adjetivo, o es, acaso, que sólo nos sigue reclamando esa actitud frente a las atrocidades del mundo y las nuestras.

De ese Brecht tenemos muchos puñados de escritos, obras tan reales como fabulosas e imágenes y análisis concretos de su realidad concreta. A nosotros, los de este tiempo, nos llega un Brecht o varios.

Son 125 años impulsando, en la vida de otros, interpelaciones permanentes que no se agotan nunca, a menos que uno quiera que se agoten. Caen a borbotones las miradas posibles de la realidad en que vivimos si la miramos con la lupa de Brecht. O es que no son tantas posibles, sino, unas pocas, pero, que son muy, pero muy difíciles de mirar.

No divide Brecht, después de 125 años, el arte de la vida, el teatro de la sociedad. No separa la ciencia posible, que se acerca al cotidiano, ni descree, a 125 años, de las acciones pequeñas que cambian, por fin, alguna cosa.

Así todo, tras siglo y cuarto, puede encontrar la manera de ver y hacernos ver lo imprescindible de los hechos, el meollo del problema, el punto justo de la contradicción.

Parece no cansarse nunca este Brecht que machaca y machaca sobre los sentidos y conciencias de todos nosotros. Y cuando, de repente, nos vemos en lo seguro, vuelve y avisa, muy a su modo, que miremos atentos el entorno.

Lanza y sostiene, todavía, impávido, las preguntas que corren rápidas y actuales sobre artistas y circunstancias mayores, sobre actos y consecuencias a los que no le vimos los hilos finos, aunque, firmes y palpables.

Una larga vida la de este hombre, que se nos aparece, cada tanto, como excusa u objetivo, como verso o imagen. Más o menos comprendido, interpretado en múltiples lenguas y sentidos. Discutido, refutado, incluso, por él mismo, apartado y querido, ¡incluso, por él mismo!

Pasaron 125 y seguimos buscando la manera de ponernos en el centro de la escena y gritar la respuesta colectiva a su pregunta: ¿Quién construyó Tebas?


Julieta Grinspan es actriz, titiritera, directora de teatro y profesora de teatro egresada de la Escuela Metropolitana de Arte Dramático. Coordinadora de Un Teatro. Escuela de ensayos escénicos. Integrante del Directorio de PROTEATRO. Coordinadora de Teatro Situado, revista de artes escénicas con ojos latinoamericanos. Integrante de El Nudo, compañía teatral. Trabaja sobre las formulaciones de teatro épico y el cuerpo en escena desde el año 2003.

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