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Guido Cavalcanti, cantor del eterno amor

Serie La gran poesía. Primera entrega

Publicamos esta serie en homenaje al poeta, ensayista y traductor Rodolfo Alonso, quien fuera colaborador de Con Fervor desde nuestros comienzos. El título es, también, un homenaje a la colección de poesía homónima que dirigiera Rodolfo en EDUVIM (Editorial de la Universidad de Villa María).

 

En esta serie de notas buscamos realizar un homenaje a las/os grandes poetas que crearon su música para gloria de la humanidad y brindar una brevísima selección de sus poemas en lengua castellana. En esta primera entrega, el poeta elegido es Guido Cavalcanti, autor florentino medieval, noble güelfo, miembro del Dolce Stil Novo -junto a Guido Guinizelli y Dante Alighieri, de quien fuera amigo-, aquel movimiento que revolucionó la poesía italiana e influenció a otros países europeos, como España. Cavalcanti fue muy admirado por grandes poetas, como el poeta argentino Juan Gelman. Escribió algunos de los mejores sonetos de la historia de la poesía, entre los cuales cabe mencionar el que comienza: “¿Quién es la que allí viene y todos miran / y hace temblar de claridad el aire,” (traducción de Rodolfo Alonso), tan admirado por el mismo Gelman, quien cita el segundo endecasílabo en el discurso que brindó al recibir el Premio Cervantes.

Como mencionamos, nació en la ciudad de Florencia -cuando aún no existía Italia- alrededor del 1260. Participó activamente, como su amigo Dante, en los sucesos políticos y militares de su ciudad natal y, en 1300, fue confinado en Sarzana. Luego de volver a su patria, murió en agosto de ese año.

Desarrolla un importante trabajo formal en sus poemas, los cuales son de un sutil refinamiento y poseen una bellísima musicalidad. Cabe destacar que, en sus versos, hace suya -como los demás integrantes del movimiento citado- esa visión idealizada y simbólica de la figura femenina, creada por los poetas provenzales -tan admirados por Dante-, a la que estos últimos llamaban senhal, en provenzal, donde la mujer pasa a un plano metafísico. Y, a partir de esto, desarrollan su teoría del amor, que muchos críticos vinculan con el neoplatonismo, el gnosticismo, el judaísmo, el catolicismo y otras corrientes del pensamiento filosófico-teológico. La misma que retomará Leopoldo Marechal en su Adán Buenosayres -especialmente en el Libro VI, titulado Cuaderno de Tapas Azules– y explicará en las Claves que escribió para dicha novela.

Dichas teorías, son desarrolladas por el poeta florentino, especialmente, en su famosa canzone (canción) que comienza “Donna mi prega…” (“Dama me ruega…”), que suele colocarse junto a aquélla de Guido Guinizelli que comienza “Al cor gentil…” (“En el corazón gentil…”), las cuales son consideradas los dos manifiestos poéticos del movimiento stilnovista. Recordemos, asimismo, que, en el Purgatorio (Canto XI, 97-98) de su Divina Comedia, Dante Allighieri, hablando de la poesía italiana de su época, dice: “Così ha tolto l’uno all’altro Guido / la gloria della lingua…” (“Así le quitó uno al otro Guido la gloria de la lengua…”), lo cual significa que Guido Cavalcanti le ha quitado a Guido Guinizelli la gloria de la lengua.

Transcribimos a continuación dos sonetos de Cavalcanti, en versión de Rodolfo Alonso:

 

 

¿Quién es la que allí viene y todos miran

y hace temblar de claridad el aire,

y deja en seco a Amor, dado que hablar

ninguno puede, aunque todos suspiran?

 

¡Dios, qué parece al voltear los ojos!

dígalo Amor, yo contar no sabría:

de tanta humildad mi dama se hace

que otra a ella distinta llamo ira.

 

No se podría contar su complacer;

que se le inclina toda fiel virtud,

y la beldad su diosa se nos muestra.

 

No fue tan alta ya la mente nuestra,

y no se nos halló en tanta salud,

como para en justicia conocerla.

 

***

 

A mí mismo de mí piedad me viene

por la doliente angustia que en mí veo;

es tanta la flaqueza en que me apoyo,

el alma siento cubrirse de penas.

 

Y licuo todo, porque siento bien

que mi vida es peor que toda angustia:

la mujer nueva a quien merced imploro

esta batalla de dolor mantiene.

 

Aunque cuando yo miro hacia ella

sus ojos me sustrae con desdén

que al corazón destruye fieramente.

 

Todo vigor entonces me abandona,

y el corazón se cierra, claro hito,

donde se suelta crueldad de amor.

 

 

Bibliografía:

Alonso, Rodolfo, La gloria de la lengua. Poesía medieval italiana, EDUVIM, Villa María, 2017.

Alvar, Carlos y Megís, José Manuel Lucía, Antología de la antigua lírica italiana, Sial, Madrid, 2008.

Frattoni, Oreste, Poesía medieval italiana, CEAL, Buenos Aires, 1978.


Santiago Julián Alonso es artista plástico, escritor, dramaturgo, licenciado en Letras (UBA), periodista e investigador en el Centro Cultural de la Cooperación. Vive en el barrio de Palermo, Comuna 14, CABA.

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