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Fabio Vallarelli: “creo que lo mejor que puede ocurrir es que exista un medio audiovisual más diverso, plural y federal”

24 cuadros es una revista digital de cine hecha por cineastas, quienes, desde hace más de 15 años, se dedican a analizar diversos aspectos del mundo del cine en sus páginas. En enero de 2022, publicaron el libro Compendium. Lo mejor de la revista 24 cuadros. En el cual, podrán leer artículos de algunos de los integrantes de la revista: Mariano Castaño, Fabio Vallarelli, Marcelo Acevedo, Hernán Castaño, Néstor Fonte, Marcelo Gil, Roberto Giuffré y Juan Pablo Mazzini.

Con Fervor entrevistó a su editor, Fabio Vallarelli, para hablar sobre la revista, el libro y la situación del cine y la cultura nacional.

Con Fervor: Contanos quiénes son y cómo comenzó la publicación.

Fabio Vallarelli: La revista nació en 2007, como una idea de toda una serie de cineastas independientes, docentes y estudiantes del IDAC (Instituto Municipal de Arte Cinematográfico de Avellaneda). En ese momento, había pocas revistas de cine y, todavía, no era habitual la existencia de publicaciones digitales.

En los inicios, yo todavía no estaba, me sumé algunos años más tarde, de la mano de Mariano Castaño, el director de la revista, que, en ese entonces, era mi docente. Junto a él, la revista fue creada por Néstor Fonte, Marcelo Gil, Roberto Giuffré y Hernán Castaño. Salvo Hernán, que es el hermano de Mariano, el resto ya eran, en ese entonces, egresados y docentes de la escuela. Durante aquellos años, todos ellos tenían una productora, Del triple 6 cine, con la que habían realizado muchas películas. De alguna manera, la revista empezó como la pata escrita y teórica de ese proyecto y fue mutando a lo largo de los años.

CF: ¿Por qué motivos decidieron crear esta revista?

FV: Entiendo que, al principio, fue por necesidad. Había pocas revistas de cine en ese momento, ninguna provenía del conurbano bonaerense y ninguna tenía la perspectiva que tenía ese grupo de amigos sobre cómo analizar y discutir el cine. La premisa central, siempre, fue que cualquier tipo de cine o película es analizable y que, sobre esa base, no hay cines prohibidos o vetados. También, en el hecho de que todos sus miembros eran docentes y cineastas, había un elemento didáctico en el proyecto que, todavía, continúa presente: tratar de explicar por qué los relatos cinematográficos funcionan como funcionan y ayudar al lector a comprender mejor las herramientas de su quehacer.

Eso fue cambiando un poco a lo largo de los años, pero, no tanto. Con el correr del tiempo, entendimos que internet transformaba la forma en la que la gente mira las películas y, también, cómo busca relacionarse con el contenido escrito en torno a ellas. Eso nos llevó a ampliar el espectro de los redactores y, también, a generar otro tipo de textos, algunos más livianos y dinámicos. Para ello, cambiamos el diseño de la página web, que dejó de ser un espacio para alojar sólo los ejemplares en PDF y empezamos a publicar textos ahí. Hoy por hoy, tenemos un staff variable de más o menos 20 redactoras/es con perfiles muy diversos: hay cineastas, periodistas, escritoras/es, cientistas sociales, etc. Y, si bien seguimos teniendo nuestro alma máter en el IDAC, el proyecto ya traspasó ese marco institucional.

CF: ¿Qué tipo de notas publican y qué las diferencia de otras revistas de cine?

FV: Desde hace varios años, la revista camina por dos andariveles diferenciados. Tenemos una página web, en la que tratamos de publicar artículos, reseñas y análisis todos los días y, luego, los ejemplares de la revista, que, ahora, llamamos especiales, que salen cada 3 o 4 meses y son temáticos.

En la página, tenemos columnas y secciones fijas que salen de manera periódica y, luego, reseñas y artículos puntuales sobre series y películas. El criterio es amplio y no tenemos demasiados pruritos: hay notas sobre series, películas, géneros, estrenos y misceláneas. Hablamos de cine nacional, documental, cine europeo, cine de Hollywood, etc. Tratamos de escribir sobre lo que nos gusta y partimos de esa base.

Los especiales son un poco más curados. Ahí, establecemos temas puntuales y tratamos de hacer un dossier de eso. A la fecha, hay 37 números publicados y estamos armando el próximo, que esperamos que vea la luz dentro de poco.

Creo que lo que nos puede diferenciar de otros proyectos es la línea editorial, la cual es tan amplia que casi no existe. Escribimos sobre cualquier cosa que nos interese. Tratamos y vemos a la revista como un espacio de divulgación. Que sea un lugar para que alguien que quiere aprender sobre cine encuentre artículos sobre teoría o coyuntura, pero que, también, sea un espacio ameno y accesible para que alguien que tiene ganas de ver una serie o una película un viernes a la noche encuentre una recomendación.

CF: Contanos qué van a encontrar las/os lectoras/es en el libro Compendium, que publicaron en enero de este año.

FV: Pensamos mucho la estructura y el contenido del libro. Mariano, que fue quien ofició como compilador, tomó una serie de decisiones sobre cómo dividirlo que son fundamentales. El libro tiene 4 partes independientes -notas temáticas, sobre películas, sobre series y sobre cineastas, a quienes denominamos artesanos-, eso hace que puedas empezar a leerlo por donde quieras. Hay, a su vez, notas largas y artículos breves, la lectura se vuelve amena y accesible.

En este primer volumen, lo que intentamos fue hacer un resumen, lo más completo posible, de la esencia de la revista. El tono, las formas y la manera de acercarnos a la escritura cinematográfica. La gran mayoría de los artículos pertenecen a la primera etapa del proyecto, pero, también, hay algunas notas publicadas en la página y en los últimos números.

Hay tanto material que, muchos textos valiosos, quedaron afuera y, también, muchas/os redactoras/es. Pero, bueno, ¡ya estamos trabajando en un segundo volumen!

CF: ¿Qué opinás sobre la situación de la cultura, en general, y del cine, en particular, en la actualidad en nuestro país?

FV: Desde lo cultural, hablando de proyectos como el nuestro, creo que estamos en un momento muy interesante y muy complejo, a la vez, para los medios. Para empezar, nunca fue tan fácil y tan posible la autogestión. Las herramientas son muchas y son mucho más accesibles que hace 15 o 20 años. Un proyecto como el nuestro puede seguir vivo y creciendo después de tanto tiempo gracias a eso. A la vez, eso tiene un problema, que es la carrera permanente por interpelar a la audiencia que está en internet. Hoy en día, cualquiera puede crear un medio cultural desde su computadora y difundirlo, eso está buenísimo, pero, la multiplicación de la oferta genera, también, un ruido muy grande, donde la gente corre por el reconocimiento y el éxito instantáneo.

Los medios abren y cierran rápido, para después volver a abrir con otro nombre. Se corre detrás de los seguidores, los likes y el engagement. Todo es una estrategia para incrementar la base de personas en las redes sociales y se descuida el contenido. Está buenísimo la masividad y la posibilidad de que tus artículos o textos lleguen a muchísimas personas, siempre y cuando, haya un contenido. Esa carrera desenfrenada por el éxito limita la conversación a memes, efemérides y clickbait (ciberanzuelo). Al interior de la revista, lo hemos discutido y conversado varias veces. Lo mejor, entiendo, es alejarse de eso. Esto no tiene una finalidad económica, hagamos lo que nos gusta y listo.

En el cine, la situación no es muy distinta. El ambiente, siempre, fue muy selecto y esto se agravó en la década del 90, cuando el Estado se retiró y la realización cinematográfica y su escritura quedaron, prácticamente, relegadas para las clases medias y altas. Esto cambió, brevemente, entre 2010 y 2016, cuando muchas políticas públicas y la digitalización de los contenidos ampliaron las bases de formación y producción audiovisual en todo el país. Lamentablemente, los últimos años fueron un franco retroceso en ese sentido. Estamos volviendo a un medio más chico, donde lo que predomina es la endogamia. Detectar y marcar esto viene siendo un trabajo que nos interesa mucho en la revista, porque nos toca de cerca, y algo sobre lo que venimos escribiendo desde 2017 a esta parte.

CF: ¿Qué políticas culturales te parece que deberían llevarse adelante para mejorar esa situación?

FV: Es muy complejo y multicausal, depende de muchos factores. Creo que lo mejor que puede ocurrir es que exista un medio audiovisual más diverso, plural y federal. Esto no es posible con un Estado en constante retirada. Es importante que el INCAA entienda la necesidad de apoyar a todas las escuelas públicas de cine y que se haga cargo de esa deuda histórica que tiene. Hay que transformar los espacios de producción, distribución y exhibición cinematográfica. Crear comunidades y nodos específicos en todo el país. En la historia del cine, algo que se ha repetido siempre es que la existencia y el impulso de producciones locales traen aparejadas la formación de nuevos espacios de exhibición, nuevos públicos y el surgimiento de una nueva crítica. Es un círculo virtuoso que hay que empujar.

Por otro lado, desde quienes se interesan por la escritura cinematográfica, me parece que es importante alejarse de las discusiones absurdas e inmediatas de las redes sociales y la búsqueda del reconocimiento individual. Tratar de generar un contenido que ayude a que alguien descubra una obra, encuentre alguna mirada sobre ella que no conocía o que entienda mejor por qué algo funciona como funciona. Y, por supuesto, recordar que lo más importante son las películas y quienes las hacen.


Santiago Julián Alonso es artista plástico, escritor y periodista. Vive en el barrio de Palermo, Comuna 14, CABA.

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