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Dos poemas con Chile

Cuando todavía resonaba en mis oídos el grito espontáneo que me provocó su gesta: ¡Viva el pueblo boliviano! Del otro lado de la Cordillera, me conmovió otro resplandor; se había destronado al último cepo de la dictadura: la constitución neoliberal heredada del fascismo chileno. Y me sentí gritar ¡Viva el pueblo chileno! Quizá, estos dos poemas, escritos, uno, a muy pocos días del golpe y, el otro, bastante después, deberían haberse publicado el 11 de septiembre, cuarenta y siete aniversario del primer zarpazo de la sangrienta garra pinochetista sobre Chile. Pero, en realidad, acaso sea mejor así. Porque, el pensamiento vivo de Salvador Allende es el que se está volviendo a despertar, cada día, para reconstruir las nuevas democracias soberanas de América del Sur, unidas como nunca y como nunca atentas, cada una, a su propia identidad, a su propio camino dentro del destino general. En su gran mayoría, ampliando las libertades constitucionales y los derechos humanos con la inclusión popular y la justicia social. Como quería Allende.

 

 

Ay, Chile

 

Me duele el corazón

pero me duelen

también el hígado, las manos, los riñones,

y también los testículos

y el alma.

 

Ay Chile, ay amor mío.

 

Los pequeños mendigos

de mi patria

que duermen en los subtes

no me han visto llorar.

 

(Buenos Aires, 19-9-1973)

 

 

Aquel Allende

 

Como un endecasílabo curioso

Avanzará la tarde a manos llenas

Y se abrirán las grandes alamedas

En nuestro desolado corazón

 

Estallarán en luces los opuestos

Y no se negarán contradicciones

Habrá ricos de amor cuando lo quieran

Y se abrirán las grandes alamedas

 

Al fin restañará su aura el obrero

Soldándonos de a uno uno a uno

Y no toda la luz será de sombra

 

Y se abrirán las grandes alamedas

Hacia lo que nos queda por hacer

Hacia lo que nos queda por vivir

 

(Buenos Aires, 17-2-2002)

 


Rodolfo Alonso es poeta, traductor y ensayista argentino.

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