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Toda construcción siempre deja polvo puede verse los viernes en el Teatro Mandril

Pablo D´Elía nos cuenta sobre el proceso de dirección y puesta en escena de Toda construcción siempre deja polvo.

 

Pablo D´Elía: La propuesta de dirigir Toda construcción siempre deja polvo me llegó, incluso, antes de que la obra tenga título. Conozco a las dramaturgas y actrices Belén Bottaro y Georgina Mazzotta de nuestro paso por la Universidad Nacional de las Artes (UNA), habiendo sido compañero de Belén en actuación y habiendo dirigido a Georgina en mi proyecto de graduación de Dirección Escénica. Ambas, confiaron en mí para dirigir esta obra, que fue mutando de formas posibles de exposición a lo largo del proceso. Comenzamos a ensayar en 2019, pasamos por una pandemia que nos hizo pensarla en formato audiovisual, para luego volver al proyecto presencial, en el Abasto Social Club. Donde, finalmente, estrenamos en 2022, con 4 intérpretes y un músico en vivo (Belén Bottaro, Georgina Mazzotta, Germán Moldovan, Mariano Kevorkian y Francesco Piubel).

El texto propone múltiples universos que conviven en un mismo espacio y donde los intérpretes entran y salen de las situaciones. Lo más interesante para trabajar fue pensar qué coincidencias había en las situaciones y en qué aspectos las mismas se espejaban. De esta forma, pudimos construir temporalidades diferentes de los distintos vínculos que aparecen en escena. El hombre que se separa de la mujer, en la primera escena, es, quizá, el mismo que conoce a otro hombre en la oficina, en escenas posteriores. Esos juegos de coincidencias y contrastes fueron las premisas con las que comenzamos a ensayar y construir este universo cercano al absurdo. En los ensayos, que tuvieron instancias de mucho juego físico, dejamos de lado encontrar “la verdad” en el texto y lo utilizamos como hipótesis posible de situaciones probables.

Como creador, siempre pienso que el teatro está en el contraste, donde se recortan la figura y el fondo y se puede percibir. El espectador ve en lo velado algo que llama su atención y lo mantiene sujeto a la butaca, queriendo más. Siguiendo esta premisa, trabajamos con la oposición de la acción a lo dicho; si los personajes hablan de sentarse encuentran imposible hacerlo, si los personajes dicen odiarse, entonces, lo mejor es que se besen.

Pablo D´Elía.

Con el equipo artístico, la escenógrafa y vestuarista Antonela Fucenecco y el diseñador de luces Lucas Orchessi, trabajamos, también, con un concepto de contrastes progresivos. El espacio empieza vacío y comienza a poblarse de objetos a lo largo de la obra, a la vez que la luz comienza plena y blanca y abandona la escena progresivamente, hasta terminar en penumbras. El vestuario, a la inversa del espacio y en continuidad con la luz, también comienza más cargado y se desprende mostrando mayor cantidad de piel de los intérpretes.

Como toda construcción, el vestuario es un artificio que nos permite cumplir un rol social, identificarnos y diferenciarnos entre nosotros. Utilizamos ciertos clichés para los personajes que permitan aunarlos o individualizarlos según el momento de la obra y la situación que abordan. Los objetos principales de la puesta, dos sillones azules exactos, son la representación espectacular de estas historias humanas de pares y nos permiten construir todos los espacios. Así serán un simple sillón en un hogar, el reservado de un bar bailable, los lavabos de una oficina o, usados al revés, las ruinas de un espacio vuelto caos.

Para el movimiento, que cuenta con la asistencia coreográfica de Natalia Penna, nos basamos en los estereotipos exacerbados para el comienzo del espectáculo, para, luego, empezar a deconstruirlos y desnaturalizarlos del todo, para el final.

La música en vivo tiene un papel fundamental, ya que, permite un doble juego: el de narrar los diferentes espacios, estación de servicio, monoambiente, oficina, etc. y el de exteriorizar lo que le sucede a los personajes dentro de ellos mismos. La música juega ese contraste de interior/exterior, de construcción y derrumbe, de sutura expuesta.

Desde el comienzo de los ensayos, en la soledad del encuentro entre los intérpretes y yo, imaginamos al espectáculo con una doble o triple posibilidad de expectación. No queríamos que las/os espectadoras/es estén sentados convencionalmente de frente, sino, que pudiesen elegir desde dónde ver la obra. Esto permite pensar la construcción de la percepción como un proceso múltiple y más democrático; uno puede elegir cuán cerca estar de quienes actúan, al estar el espacio configurado en forma de letra L, con un lado más cercano y otro más lejano a la escena. Los intérpretes construyen situaciones frente a los ojos de las/os espectadoras/es, que, a su vez, están sentados en diagonal a otras/os espectadoras/es que los ven mirar la obra, ven la obra construirse (y destruirse, también) frente a sus ojos. Como dice el título, Toda construcción siempre deja polvo. Las/os invitamos a que encuentren, en los restos de nuestro espectáculo, las huellas de la obra que construimos todas las semanas para compartirla con ustedes.

 

Ficha artístico-ténica:

Dramaturgia: Belén Bottaro y Georgina Mazzotta

Actuación: Georgina Mazzotta (Ella1), Belén Bottaro (Ella 2), Germán Moldovan (Él 3), Mariano Kevorkian (Él 4), Francesco Piubel/Chezco Beats (DJ)

Diseño y realización de vestuario y escenografía: Antonela Fucenecco

Diseño de iluminación: Lucas Orchessi

Fotografía y diseño de flyer: Pablo Sánchez

Fotografía de función: Eme Insua

Asistencia en movimiento: Natalia Pena

Prensa: Valeria Franchi

Producción musical: Francesco Piubel y Chezco Beats

Producción general: Sinmediasgrises Producciones

Dirección: Pablo D’ Elía

 

Toda construcción siempre deja polvo puede verse los viernes de junio a las 21hs. en el Teatro Mandril, ubicado en Humberto Primo 2758, CABA

Entradas: www.alternativateatral.com

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