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Sobre por qué se decidió contar una historia del tango sin mujeres

Quienes comenzamos a recorrer el camino del tango hacia finales del siglo XX nos encontramos con varios baches en el relato histórico. Fue nuestra la tarea de reconstruir aquello que había desaparecido.

La ciudad de Buenos Aires (CABA) cambiaba drásticamente, restaurando barrios abandonados en sitios de interés turístico y cultural. Se buscaba un nuevo brillo que respondiera a aquella imagen de “la Ciudad que nunca duerme”. Habían pasado 20 años desde el regreso de la democracia y el contexto ayudaba a que la cultura se asiente y crezca sin miedo ni censura.

Aparecían nuevas voces del tango, apadrinadas por los próceres tangueros que, aún, podían hacerse presentes. Y eso generaba un resurgimiento del género. Las tanguerías se convirtieron en shows con cenas y los clubes pusieron mesas para armar milongas, pero… ¿cómo se baila el tango?

En el 2000, tomé mi primera clase de tango en un museo de la CABA. Las clases eran de acceso libre y se daban todas las semanas. Muchas personas, en contexto de crisis, comenzamos así el acercamiento, pero, muchas, también, se fueron. La manera era la siguiente: había que bailar de mujer, esperar a que hubiera un hombre disponible, usar tacos y, casi, ser un accesorio. Y… así porque sí.

Cada vez que yo preguntaba algo, la respuesta era: “siempre fue así, el tango es así”.

Ese año, también, empezaba mis estudios en la Facultad de Historia. Y, en ese ámbito, preguntaba por el tango, por Buenos Aires, por lo que había desaparecido. Y la respuesta era: “Es que eso no le interesa a nadie, mejor investigar otros temas”.

Así que, un poco en rebeldía, un poco por intuición fui a investigar si el tango había sido siempre así y si debía seguir esperando sentada a que un hombre me sacara a bailar.

Cata Cabana. Foto: María Martínez Priori.

Para aquel entonces, el estereotipo del tango ganaba terreno: vestidos rojos o negros, tajos hasta la cintura, tacos de 9 centímetros y una actitud entre gata sexy y regalada hacia el hombre malevo. Un relato de marineros y prostitutas acompañaba esta imagen, con peleas a cuchillo y marginalidad total. El tango, decía el relato, había sido prohibido por faltar a la moral, que era mal visto por las clases altas, que tuvo que ser aceptado por París primero y, para finalizar, que el tango había nacido bailado entre hombres. Nunca una “buena”.

La responsabilidad en la comunicación de la historia es fundamental. La manera de comunicar la historia implica de qué modo se construye el relato de la identidad. Si hubo prostitutas, también, trabajadoras del tango, como cancionistas, poetas y músicas.

Entonces, el “quiero re truco” era decir que a las mujeres las boicotearon y que, a lo sumo, serían esposas o novias o amantes.

La historia la escriben los que pueden. A veces, los que saben escribir, los que tienen acceso al poder y la cuentan, sin considerar que, en el futuro, el revisionismo los va a poner en jaque.

Estos relatos generaban una forma de sociedad y debe tomarse de manera simbólica: cuando nos dicen que las “chicas bien no iban a lugares de tango porque estaban asociados a la prostitución” nos hacen pensar en: “yo no quiero ser considerada una prostituta, así que no voy a ir a lugares de tango”. Ir es descubrir que no es así. La milonga era un espacio social donde te preguntan si querés o no querés bailar y donde podes decir que “no” libremente, el respeto allí es la base de todo código.

Es necesario reflexionar y analizar en qué momentos de la historia argentina se construyeron estos mitos y por qué se decidió contar una historia del tango sin mujeres.

Género – Tango intenta responder a este interrogante, analizando la historia social, política y cultural argentina teniendo como años bisagras 1955 y los años ’90. Entendiendo que el tango es más que la suma de sus partes y que no puede ser entendido sin entender nuestro devenir histórico.

Género – Tango no es sólo una forma de visibilizar a las protagonistas (que no son pioneras), sino, una forma de reconstruir nuestra identidad, a pesar de la marginalidad a la que fue sometida. Tal vez, así, podamos comprender que el discurso del odio hacia lo “popular” nació hace más tiempo del que creemos.

Género – Tango es un proyecto integral de investigación, divulgación y difusión de la historia del tango con una perspectiva revisionista.


Cata Cabana es la creadora del libro y el documental Género-Tango. Vive en El Abasto, Comuna 3, CABA.

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