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Pompeya no olvida

En 1998, SADAIC (Sociedad Argentina de Autores y Compositores), conjuntamente con el Gobierno de ciudad de Buenos Aires, realizaron un certamen musical del que participaron diversos autores, compositores e intérpretes que defendieron esas obras.

El evento dio en llamarse Primer Festival SADAIC de la Canción 1998.

Entre los tantos cantores y cantoras convocados, también, estaba yo. Y no es que quiera hablar de mí en estas líneas, ya que, es lo menos importante. Pero, quiero y puedo remarcarlo y narrarlo en primera persona, ya que, recuerdo muy bien el día en que fuimos convocados para el reparto de los tangos, canciones y milongas que estaban propuestos para aquel concurso.

Esto no ocurría hacía decenas de años. El encargado de aquel reparto de obras era un maravilloso músico argentino, Néstor Schiavone. Nos reunió en la biblioteca de SADAIC, nos contó el propósito de aquel encuentro y nos pasó los temas que debíamos interpretar. Algunos intérpretes desertaron, porque, no estaban de acuerdo con el tema que les había tocado en suerte.

La lista de cantantes que debían defender las obras era muy extensa, para ser exacto, dieciséis.

Las letras recorrían las más variadas vertientes del género tango, en sus distintas modalidades. Algunas, con letras y músicas muy originales y, otras, con sabor a cosas ya dichas.

Pero, entre todas las obras había una que se destacaba por su originalidad en la temática letrística y musical. Y así lo demostró cuando fue presentada ante el gran público, en el teatro Presidente Alvear, con el marco musical de la Orquesta del Tango de Buenos Aires, con la dirección de Raúl Garello.

Esa obra a la que hago mención es Pompeya no olvida, con música de Javier González y letra de Alejandro Szwarcman, interpretada por Patricia Barone.

Alejandro Szwarcman, Patricia Barone y Javier González con la Orquesta del Tango de Buenos Aires, 1998.

Años más tarde, Alejandro Szwarcman me contaría que, un día de los años 90, caminando, justamente, por el cruce de las calles Famatina y Cachi se le asomaron las imágenes de los desaparecidos en un barrio obrero y ese barrio obrero era el de Pompeya. Comenzó, en ese momento, a tomar apuntes, lo que los escritores o poetas llaman torbellino de ideas.

Al regresar a su casa, desarrolló la canción e, inmediatamente, llamó a Javier González para recitarle la obra telefónicamente. Así nació este tango, que, hoy, es uno de los emblemas de la contemporaneidad de nuestra música ciudadana cantada.

Pero, hay un detalle que no quiero olvidar y es el del día de la participación de Pompeya no olvida en la final. La aclamación popular era de vítores y aplausos de pie. Por primera vez en la nueva era del tango, se narraba una historia de esas características y compromiso.

También me enteré, años más tarde, que el jurado era renuente a premiarla, dada la temática de la canción. Pero, el poeta Héctor Negro, también jurado de aquel certamen, defendió el tema con consideraciones más que elocuentes y, así, fue que obtuvo el tercer puesto.

Pompeya no olvida obtuvo el tercer premio del festival, pero, en el consenso popular, al igual que Balada para un loco, que, en el año 1969, obtuvo el segundo premio, se transformó en un himno de la búsqueda de nietos por las Abuelas de Plaza de Mayo.

Alejandro Szwarcman, Patricia Barone y Javier González.

Luego que fuera editada discográficamente, hubo otro hito muy importante. Alguien muy comprometido con la nueva canción de Buenos Aires, que fue Jorge Waisburd, director artístico por aquellos años de la emisora de tango la 2×4. Él fue quien le dio difusión permanente y el público la pedía telefónicamente.

Pompeya no olvida fue tomando raigambre popular con las luchas de los vecinos de Pompeya, que lo enarbolaron como bandera marchando, todos los 24 de marzo, por los Derechos Humanos de ayer y de hoy y lo convirtieron en el nombre de la Plaza de la Memoria (cita en A. Alcorta y Ochoa, CABA). Emblema de la nueva etapa creativa del género ciudadano, ha sido cantado, bailado y tocado por infinidad de artistas en la Argentina y en el mundo.

Pero, además, Pompeya no olvida fue parte de “una producción discográfica de excepción para ese momento histórico del género”.

Memoria, Verdad y Justicia es una exigencia, tanto de Madres y Abuelas (de todas las líneas), que reiteran de forma contundente. Condenemos todos los actos cometidos por los militares, como así también, una sociedad civil, empresarial y eclesiástica que acompañó estas aberraciones. No olvidemos, porque el olvido, siempre, pero siempre, lleva a repetir errores. Por eso, “Pompeya no olvida.”


Carlos Varela es cantor, productor discográfico, artístico, televisivo y radial. Vive en Boedo, Comuna 5, CABA.

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