¿Cuál es el límite entre la realidad y la fantasía? No es nada fácil precisarlo. Teniendo en cuenta que la realidad es aquello que percibimos por medio de nuestros sentidos, con lo cual, de algún modo, es siempre algo subjetivo y jamás objetivo ¿Nunca conoceremos lo que está afuera de nosotros sino a través de nosotros mismos?
Agreguemos que, una vez instalado el pensamiento científico, con sus innumerables teorías y matices, como pensamiento hegemónico, la realidad se vio enormemente empequeñecida ¿Ya nadie cree que existan los dragones, los duendes, las hadas, los espíritus, los demonios o los dioses? Más allá de estos interrogantes tan complejos y difíciles de responder -en los que se intercala la pregunta filosófica sobre qué es la verdad-, la literatura sigue creando mundos imaginarios dentro del mundo que habitamos.
Desde los ciclos mitológicos, cuyos creadores anónimos se sumergen en los primeros tiempos de la humanidad, que circularon por siglos de forma oral y que crearon los grandes poemas épicos y trágicos, hasta las narraciones de ciencia ficción, la literatura no ha dejado de imaginar seres y mundos de la más variada índole. Y, a pesar del pensamiento científico, que no ha logrado dar respuesta a los grandes misterios de la humanidad, cuando entramos en esos mundos, la realidad de los mismos nos atrapa la mente y el cuerpo sin dejarnos duda sobre su verdad, al menos, mientras dura la obra.
Comentarios de Facebook