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Los libros son luz y pájaros que custodian la memoria. Nos posibilitan un final transformador, un teatro artivista ¡Nunca más!
24 toneladas, espectáculo de la Escuela de Circo de Avellaneda dirigido por Paula Sánchez

Cuando hablamos de teatro para infancias, nos referimos a personas en situación de infancia. En general, las creaciones se venían pensando y, hasta algunas, insisten, desde una perspectiva adulto céntrica (siempre asimétrica), considerando a quien mira (theatrón, palabra griega que significa mirador/a) alguien que no podría asimilar los temas que no son, ni más ni menos, aquellos que integran la vida social.
Para ello, se han ido construyendo espacios alternativos de subjetividad con representaciones discursivas de las niñeces, políticas-poéticas, para esas miradas, donde se contienen, transversalmente, las nociones de clase, género(s), diversidad, memoria, pertenencia urbana o rural, pertenencia cultural o religiosa.
“…lo que genera el acontecimiento. Construye un espacio-tiempo de habitabilidad, sienta un hito en el devenir de nuestra historia” (Dubatti, 2012, p.25).
De esta manera, el teatro, como acontecimiento, se complejiza. Sin embargo, siempre, somos las personas adultas quienes acompañamos esta experiencia, como mediadores. Por lo que, este acontecimiento se rebela como un teatro para todxs.
Con Fervor acompañó, en estas últimas vacaciones de invierno, a la Escuela de Circo de Avellaneda con su obra 24 toneladas, en el Teatro Municipal Roma. Espectáculo que visibiliza la quema de un millón y medio de libros del Centro Editor de América Latina realizada el 26 de junio de 1980 en un baldío de Sarandí, Avellaneda.
La dictadura cívico-militar de 1976-1983 fue un plan sistemático que secuestró, torturó y asesinó a miles de personas, pero, además, intentó aniquilar todo pensamiento disidente. Y algunos libros eran “peligrosos” para reconfigurar a un país. Es decir, escritorxs, artistas, poetas, editorxs, pedagogxs, periodistas e intelectuales pasaron a ser potenciales subversivxs.
En el espectáculo, se muestran y nombran algunos de esos libros prohibidos: La línea, de Beatriz Doumerc y Ayax Barnes; El año verde de Elsa Bornemann; Un elefante ocupa mucho espacio, de Elsa Bornemann; El caso Gaspar, de Elsa Bornemann; La planta de Bartolo, de Laura Devetach; La torre de cubos, de Laura Devetach; El pueblo que no quería ser gris, de Beatriz Doumerc; La Ultrabomba, de Mario Lodi; Picaflores de cola roja, de Laura Devetach; Monigote en la arena, de Laura Devetach; El pasaje de la Oca, de Elsa Bornemann; El espantapájaros, de Margarita Belgrano; El Principito, Antoine de Saint-Exupéry; etc.

Con Fervor: Todo tema puede ser abordado para infancias, ¿qué fue importante tener en cuenta para ello?
Paula Sánchez: El lenguaje, el modo de contar, las palabras que elegimos para hacerlo, la propuesta visual, los colores, la música. Cuando pensamos en 24 toneladas y decidimos hablar sobre una temática tan tremenda, nos preguntamos cómo contarla con belleza, con humor. De qué manera jugar y crear metáforas que permitan a las infancias y a sus familias conocer esta historia. Desde allí, empezamos un trabajo de indagación sobre el lenguaje.
CF: ¿A partir de qué elementos documentales y de qué modo fue diseñada la dramaturgia?
PS: Partimos del testimonio de Amanda Toubes, quien trabajaba en el Centro Editor de América Latina y estuvo presente el día de la quema de libros. También, contamos con bibliografía y documentales, que nos permitieron escribir la obra respetando el rigor histórico. Muchos momentos de 24 toneladas parecen episodios desopilantes, hasta graciosos y son absolutamente reales.
CF: Es un espectáculo que combina el circo, el clown y lo musical, esencialmente, ¿cómo aparece esta necesidad?
PS: Aparece por nosotrxs mismxs, que venimos desde esas artes. Varias/os de las/los intérpretes son artistas circenses y del clown. Y yo, como directora, vengo del teatro. También, hay músicxs que tocan en vivo.
Es una buena combinación, permite jugar con el equilibrio entre las diferentes artes. Y nos deja en un territorio nuevo y desconocido.
CF: ¿Con qué dificultades te encontraste para orientar las actuaciones?
PS: Principalmente, los registros actorales. Son muy distintos, algunos de lxs intérpretes no son actores, sino, acróbatas. Otrxs a la inversa. Fue y es un gran desafío combinar, equilibradamente, energías tan distintas. También, es una gran riqueza esa diversidad.
CF: ¿Qué cosechás de la participación y diálogos con el público?
PS: Los niños y las niñas son una sorpresa siempre. Pero, en esta historia me conmueve la responsabilidad que toman para defender los libros. Muchos de ellos/as no conocen la historia de este país. Otros/as la conocen por el relato de sus madres, padres o abuelxs. Sea como sea, nos encontramos con una respuesta muy comprometida en relación a lo que ocurre. También, lxs adultxs que acompañan a esxs niños/as responden y eso nos moviliza mucho. 24 toneladas fue pensada y creada para infancias, pero, hoy, podríamos decir que es para toda la familia, verdaderamente.


Cuando Paula habla del compromiso que el público asume al defender los libros es así. Hicimos propio el encargo de salvarlos de la misma manera, cómplices, como lo narra Amanda Toubes en el video de final de la obra: estaba en la quema junto a la vecindad y, por lo bajo, les susurraba: “¡afánenlos!” (¡sálvenlos!).
24 toneladas resulta una experiencia lúdica y convocante, desde lo musical, apenas atravesamos las puertas del fascinante Teatro Roma, con su renovada y cautivante cúpula. El toque murguero nos da la bienvenida en la platea y los palcos, desde donde se puede apreciar el escenario abierto y preparado para la función. La voz en off de un niño nos allana los sucesos y entramos a la trama de su mano, mientras el primer acróbata realiza su danza de aro, en marejada, hacia la memoria colectiva.


Un nieto, Fermín, en busca de un libro dedicado y heredado por su abuelo y que, aparentemente, está secuestrado en el depósito de la localidad de Sarandí, Avellaneda. Al que entra con reservas, porque, sabe que allí están los libros prohibidos. Dentro, se produce el encuentro con otra joven clandestina, Clara, motivadxs por el amor a la lectura y, con la responsable de esos libros, de quien se sabe poco y podría aludir a bibliotecarias/os que, durante esos tiempos oscuros, pudieron salvaguardar espacios de lectura y esconder libros. O recordar a quienes se jugaron la vida en esa cruzada.
Son los momentos previos a la quema organizada por la AAA (Autoridad de las Autoridades Autoritarias), en esta versión. Las tres personas asumen una emboscada de rescate de libros ante la comitiva de la Triple A. Una patética cuadrilla que no sabe distinguir entre un poema, una crónica o un pasquín. Y que se desenvuelve entre el despotismo, la obediencia de vida y la jerarquía de rangos, del mismo modo discurren imperativamente y con inmoralidad ante lo que desconocen y prohíben.
El humor es un salva vidas y de ellxs nos reímos un buen rato, porque intentan resolver la ignición de la manera más desopilante y fracasan, como buena acción payasa. Pero, como público, fuimos religados a tomar nuestro lugar y salvar a los libros.
Los libros son, también, luz y pájaros que custodian la memoria. Nos posibilitan un final transformador, un teatro artivista ¡Nunca más!
Ficha artístico-técnica:
Autoría: Paula Sánchez y Mariano Bragan
Elenco: Natalia Oviedo, Andrea Trujillo, Mariano Bragan, Ana Paula Sánchez, Marcelo Vega, Agus Ribero y Carolina Ghiliazza
Música en vivo: Malena Vázquez, Cecilia Merlano y Emanuel Berardi
Escenografía: Martín William López Fiorini
Gráfica y audiovisuales: Paula Sánchez
Dirección y puesta en escena: Paula Sánchez
Para coordinación de donaciones de libros:
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Claudia Quiroga es directora, actriz, dramaturga, artivista, docente y fotógrafa. Co-Fundadora de la Colectiva Feminista Artivista, MAT – Mujeres de Artes Tomar. Integrante Asociada y docente en el CELCIT (Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral). Integra la Colectiva de Autoras. Vive en Villa Sarmiento, Morón, Provincia de Buenos Aires.
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