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Literatura sobre mujeres, escrita por mujeres
Dos novelas breves, de reciente aparición, tienen como denominador común el hecho de haber sido escritas por mujeres, pero, también, de versar sobre (otras) mujeres, acaso protagonistas exclusivas, sino únicas, de los relatos que habitan estas novedades editoriales.
Nos referimos a La Sal (Odelia Editora, 2020) y a El amor es una cosa extraña (Adriana Hidalgo, 2019), que bien vale la alegría (cuanto más que la pena) leerlas y, así, entrar en el mundo de Adriana Riva, por un lado, y recordar, siempre, a la otra, la gran Hebe Uhart.
La sal
Esta, la primera novela de Adriana Riva (Buenos Aires, 1980), cuenta la historia de Ema, una mujer que está a punto de ser madre de su segundo hijo y que encuentra -un poco, sin buscarlo y, otro poco, buscándolo de modo incansable- la excusa que necesita para reencontrarse con su propia madre. La relación entre ambas o, al menos, desde la perspectiva de la hija –narradora protagonista-, nunca ha sido fácil, hecho que se pone de manifiesto desde las primeras líneas del relato.
Dividida en tres capítulos de extensión irregular, que corresponden a distintos momentos de la vida de Ema, La sal eclosiona en la segunda parte: el viaje. Allí, a las dos mujeres, se les unirán otros dos personajes, femeninos también. Sara, la tía, y Julia, la hermana mayor de Ema. Los dos pares de hermanas, entonces, se subirán a un auto rumbo al pueblo, donde (Raquel) Elena y su hermana mayor vivieron con su madre y su padre, hasta que decidieron venir a estudiar a Buenos Aires.
La narración, plagada de imágenes, descripciones y detalles, tiene la cadencia justa de una road movie que, al mismo tiempo que nos lleva de paseo al “lugar donde todo comenzó”, nos muestra el espejo constante donde el pasado y el presente se imbrican de manera admirable.
La sal es ese sabor amargo entre una hija y una madre, que nunca pudieron aprender a entenderse, a aceptarse o a enfrentarse. La sal es, además, el olor característico de esos veranos que la familia pasaba en Mar del Plata, los años previos al accidente y es, también, el patrimonio heredado por las hermanas de parte de su familia judía, instalada, durante mucho tiempo, en el pueblo de Macachín, provincia de La Pampa.
En síntesis, esta dura, aunque tierna y conmovedora, novela breve no habla sino de las madres, las hijas y los distintos modos de ser, de estar en uno u otro lugar, de uno o del otro lado de la taba.
El amor es una cosa extraña
Con un título que ha sido tomado prestado del primero de los relatos, esta trilogía está compuesta por las nouvelles inéditas Beni, Leonilda y El tren que nos lleva, reunidas y rescatadas post mortem de su autora, Hebe Uhart, por Pía Bouzas y Eduardo Muslip. Quienes, además, coronan esta edición con un epílogo que condensa valiosa información sobre la escritora argentina.
Todas las historias narradas aquí son protagonizadas por mujeres y, a excepción de la primera de ellas, son esas mismas mujeres quienes toman la palabra al narrar, en primera persona, sus singulares derroteros. Estos personajes femeninos, atravesados por desventuras y sin sabores, logran conmover a las lectoras y lectores gracias a la atenta observación de Uhart (Buenos Aires, 1936-2018) y su avezado ojo de cronista. Y, también, debido a su pluma, siempre ácida e irónica.
Además de la recurrencia del (des)amor, el otro tópico que recorre la trilogía es el de la emancipación de la mujer, a través del mundo laboral y la dignidad que obtienen, tanto la traductora, como la empleada doméstica y la maestra –los tres personajes centrales de la obra-, frente a la pasividad, cuando no aprovechamiento, de los hombres que las rodean. Esta temática, de tanta vigencia en los tiempos que corren, demuestra, una vez más, la mirada atenta de la autora, que la coloca, de este modo, en el podio de las narradoras más lúcidas de su generación.
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