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50 mil seguidores. Ni twitter, ni instagram. Radio y tango

Allá por el año 1938 podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que no existían las redes sociales -Twitter, Instagram, Facebook y Youtube- a las que hoy estamos tan acostumbrados. La televisión, recién, haría su alumbramiento, por estas tierras, un 17 de octubre de 1951. Sólo el correo, el telégrafo y el teléfono eran un medio de comunicación fehaciente. Claro está que, desde hacía 18 años, operaba uno de los medios de comunicación más populares de comienzos del siglo XX:  la radiofonía.

Su precursor Enrique Telémaco Susini, un médico de profesión, realizó la primera transmisión el 27 de agosto de 1920. Susini, junto con su sobrino Miguel Mugica y sus amigos César Guerrico y Luis Romero Carranza, formaban parte de una  comunidad apodada de Los Locos de la Azotea. Pero esta es otra historia, que en algún momento abordaremos.

Vayamos al año 1938. El speaker, como se llamaba al locutor radial por aquellos días, anuncia, con una voz vibrante y estridente, desde los micrófonos de Radio Fénix, que se lanzaba una encuesta para elegir a la estrella más popular de la radio; la que, posteriormente, se transformaría en Miss Radio. Recordemos que la radio, al igual que hoy el televisor, la computadora, los teléfonos celulares o tablets, ocupaba un lugar central en las familias argentinas, era un gran aglutinante. Tanto a la hora del desayuno, almuerzo o cena, siempre, estaba presente con sus radioteatros, programas de comicidad, conciertos desde el teatro Colón, orquestas de tango o jazz en vivo desde los estudios radiales, boxeo, futbol, noticieros y los consabidos reclames (hoy conocidas como publicidades).

Como detalle adicional, mencionaremos que la ganadora de aquella encuesta obtuvo 50 mil adhesiones. Lo que, en las redes sociales, es hoy mencionado como seguidores. El llegar de cartas, telegramas y llamadas telefónicas fue incesante. La respuesta popular se hizo sentir para votar por quien pronto se transformaría en Miss Radio. Y como correspondía, llegó, inexorable, el anuncio tal como estaba pautado. El speaker hizo saber a los radio escucha (oyentes) el anuncio correspondiente tan esperado: La ganadora del concurso Miss Radio es Maruja Pacheco Huergo”.

Pero, ¿quién es Maruja Pacheco Huergo?, te estarás preguntando, que, en 1938, tenía 50 mil seguidores. Bueno, sería muy difícil encuadrarla dentro de un solo rubro a esta multifacética artista. Fue cancionista, música (estudió en el conservatorio Williams, de donde egresó con su título de pianista), registró más de 600 títulos de canciones de diversos ritmos, entre ellos algunos tangos, fue escritora, actriz de cine y radioteatro. Comenzó en Radio Prieto, interviniendo en unas comedias musicales creadas y dirigidas por Roberto Gil, conductor radial que inventó la frase: “Calle Corrientes, la calle que nunca duerme”. Entre sus composiciones, mencionaremos las que fueron llevadas al disco. Don Naides, con letra de Venancio Clauso, registrada por Florindo Sassone, con la voz de Rodolfo Galé. Con música y letra propias: Sinfonía de arrabal, que grabaron en trío Lita Morales, Horacio Lagos y Romeo Gavioli (músico uruguayo), con la orquesta de Edgardo Donato. Y Cuando silba el viento, una habanera que grabó Mercedes Simone. Con letra de su marido, Manuel Ferradás Campos, compuso Gardenias, que, en 1968, grabó Juan D’Arienzo, con la voz de Osvaldo Ramos. También musicalizó una letra de Homero Manzi: Canto de ausencia.

Como cancionista fue una figura muy popular en Radio Prieto, Radio Fénix, Municipal y, durante 18 años, en Radio Belgrano. Al medio radial llegó a través de una amiga suya, la soprano llamada Nelly Quel, cancionista de algunas comedias teatrales y protagonista de un desafortunado debut en el cine, que alguna vez contaremos. Fue breve la incursión de Maruja por el tango, lo abandonó muy pronto. En alguna oportunidad, manifestó que le resultaba difícil, que no se sentía cómoda en el género. Por esa razón eligió un repertorio internacional y fue muy elogiada por su público.

Llegó al disco en varias oportunidades como solista y tuvo éxito en otra faceta suya: la música infantil. A comienzos de la década del cincuenta, salieron a la venta dos álbumes con el título Juguetes musicales, cada uno con tres discos de 78 rpm (revoluciones por minuto), con canciones para niños compuestas e interpretadas por ella misma. Realizó la música incidental y aparece en pequeños papeles en dos películas: Ronda de estrellas, dirigida por Jack Davison, con guión de Enrique Delfino y Héctor Bates, estrenada el 3 de agosto de 1938; y El gran camarada, estrenada el 11 de enero de 1939 y dirigida por Yago Blas. Fueron varios los libros publicados con poemas suyos. Recordamos tres de ellos: Tarde de lluvia, El silencio y La cuna iluminada.

Pero, de toda su obra, el tango El adiós fue el que le dio renombre. El adiós fue estrenado por Ignacio Corsini, quien lo grabó el 15 de marzo de 1938. Posteriormente, lo hizo Edgardo Donato, con la voz de Horacio Lagos. Después, se sucedieron numerosas versiones de famosos intérpretes: Francisco Canaro con la voz de Roberto Maida, Roberto Quiroga con Alberto Di Maggio, Hugo Del Carril con Tito Ribero, Ángel Vargas con Armando Lacava, Osvaldo Pugliese con Jorge Maciel y la de Rubén Juárez con Armando Pontier.

José Barcia entrevistó a Maruja, consultando cómo nació esa obra, El adiós: “Ocurrió una madrugada de primavera, a eso de las dos de la mañana, yo estaba en la sala de mi casa junto con mi mamá que tejía. Improvisaba sobre el teclado del piano y, de pronto, ella me dijo: Me gusta, terminá esa idea. Y la terminé. Mamá me dice, entonces: Es muy sentida, que bien si Corsini pudiera escucharla. Y a los pocos días, cuando Ignacio Corsini la escuchó, por tercera vez consecutiva, comenzó a entonarla con precisión. Propuso presentarme a un poeta amigo suyo para que escribiera la letra. Así regresó con Virgilio San Clemente, quien, al oír los primeros compases, ya le surgió la inspiración y, sobre la misma partitura escribió: «En la tarde que en sombras se moría, buenamente nos dimos el adiós…”. Falleció el 2 de septiembre de 1983.

Bibliografía TodoTango.com

El adiós (Maruja Pacheco Huergo / Virgilio San Clemente, 1938)

 

En la tarde que en sombras se moría,

buenamente nos dimos el adiós;

mi tristeza profunda no veías

y al marcharte sonreíamos los dos.

Y la desolación, mirándote partir,

quebraba de emoción mi pobre voz…

El sueño más feliz, moría en el adiós

y el cielo para mí se obscureció.

En vano el alma

con voz velada

volcó en la noche la pena…

Sólo un silencio

profundo y grave

lloraba en mi corazón.

 

Sobre el tiempo transcurrido

vives siempre en mí,

y estos campos que nos vieron

juntos sonreír

me preguntan si el olvido

me curó de ti.

Y entre los vientos

se van mis quejas

muriendo en ecos,

buscándote…

mientras que lejos

otros brazos y otros besos

te aprisionan y me dicen

que ya nunca has de volver.

 

Cuando vuelva a lucir la primavera,

y los campos se pinten de color,

otra vez el dolor y los recuerdos

de nostalgias llenarán mi corazón.

Las aves poblarán de trinos el lugar

y el cielo volcará su claridad…

Pero mi corazón en sombras vivirá

y el ala del dolor te llamará.

En vano el alma

dirá a la luna

con voz velada la pena…

Y habrá un silencio

profundo y grave

llorando en mi corazón.

(El adiós, Rubén Juárez con la orquesta de Armando Pontier).

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