DestacadasNotas de Opinión
Henri Bergson: cuando la filosofía se expresa poéticamente
“¿No es la duración como una cosa fluyente que permanece
al transcurrir, y las ulteriores investigaciones de Bergson
no consisten en volver a hallar en las otras cosas, en la materia,
en la vida, la misma cohesión real descubierta antes en nosotros?”
Maurice Merleau-Ponty, Elogio de la Filosofía
En una entrevista del París-Journal, Bergson dijo: “La filosofía según mi concepto, se acerca más al arte que a la ciencia… El arte y la filosofía únense, por la intuición, que es la base común de ambos”. Este es un aspecto de su filosofía que es importante remarcar porque, en muchas oportunidades, Bergson va a preferir los medios de expresión del arte (la metáfora poética y la analogía) y su creatividad, que se encuentran más cercanos a la intuición filosófica, en detrimento de los métodos científicos, que estarían más lejos de explicar lo propio de la vida como duración y su evolución creativa.
Según Bergson, la Filosofía consistiría en ponerse, por un esfuerzo de la intuición, en el objeto mismo; es una suerte de simpatía con el objeto, una aproximación empática que permite alcanzar un conocimiento absoluto. La intuición es “la simpatía por la cual nos transportamos al interior de un objeto para coincidir con lo que tiene de único y por consiguiente de inexpresable”.
La intuición más cercana y accesible va a ser la de nuestro propio yo que dura, la intuición de la duración del yo. Esta intuición va a funcionar como paradigma y como disparador, para luego lograr un conocimiento intuitivo de otras cosas, hasta llegar a un conocimiento intuitivo que abarque la totalidad del universo. Bergson pasa del yo, la psicología, al universo, la cosmología.
La Filosofía sólo puede tener lugar a partir de una simpatía con las nociones de duración y movilidad. Ésta, da la verdad que, luego, será degenerada y desvirtuada por la ciencia. Arranca de la intuición, que es un acto simple y fundamental, para ir complejizándose en el pensamiento conceptual. La forma normal, práctica y analítica del pensamiento, que sería este pensamiento conceptual y estabilizador, es contradicha por el esfuerzo filosófico. La Filosofía va a intentar superar estos hábitos perniciosos del pensamiento y trascenderlos. “Filosofar consiste en invertir la dirección habitual del trabajo del pensamiento”.
Otra noción importante en la Filosofía de Bergson, es la del buen planteamiento de los problemas. Hay grandes problemas que existen porque han sido mal planteados y que con un verdadero y correcto planteamiento desaparecerían por completo. Como, por ejemplo, el problema de la nada, el desorden o la intensidad. “En Filosofía… (…) …se trata de encontrar el problema y por tanto plantearlo, más aún que de resolverlo… (…) …un problema especulativo está resuelto desde el momento en que está bien planteado”.
Bergson opone al lenguaje conceptual de la ciencia, a la irónica claridad y distinción cartesiana, un lenguaje repleto de metáforas y analogías, más cercano a la poesía que a la filosofía. Lleno de matices y entrecruzamientos, da vueltas incesantemente sobre la intuición primigenia en pos de alcanzar, tras innumerables tropiezos, transmitirla a una humanidad alborotada.
La visión perpetua de Henri Bergson
La distinción entre Filosofía y ciencia va a ir acompañada de otra, la que Bergson hace entre intuición y análisis. Filosofía y ciencia van a ser dos formas del conocimiento. El método que utiliza la Filosofía es la intuición, es decir, un conocimiento directo. Consiste en instalarse en el centro de la cosa, sin rodeos, ni mediaciones, es una simpatía con la cosa. Es un conocimiento absoluto, ya que permite conocer la cosa desde dentro, sin mediación de conceptos o símbolos intelectualizantes y materializantes. El método propio de la ciencia es el análisis, que consiste en un girar alrededor de la cosa, rodearla, verla desde diferentes perspectivas, buscar lo común, general, medirla, solidificarla, materializarla, intelectualizarla, conceptualizarla, transformarla en símbolos. Es un conocimiento relativo, ya que depende de arbitrariedades y perspectivas determinadas. Con esto se relaciona una larga lista de dicotomías: duración-extensión, tiempo real-tiempo espacial, tiempo homogéneo-tiempo heterogéneo, tiempo-espacio, etc.
Las ciencias comienzan con intuiciones, pero se van alejando cada vez más en desarrollos analíticos de su intuición inicial, tal sería el caso de, por ejemplo, la intuición del plano inclinado en Galileo. La intuición es un acto simple y creativo, pero no es constante. En la ciencia produce cambios bruscos y saltos, pero después se va degenerando y se estabiliza o materializa en fórmulas y conceptos. El análisis es el trabajo del intelecto y este es visto como el creador de todo lo mecánico, inmóvil, común, repetitivo, estable, extenso, etc. La inteligencia tiene su ámbito en lo práctico, lo necesario para el actuar cotidiano. La Filosofía, mediante la intuición de la verdad, que luego será estabilizada y simbolizada para lograr los fines prácticos propios de la inteligencia, es decir, la ciencia.
Bergson viene a oponerse al positivismo, que veía a la Filosofía como una suerte de síntesis de los descubrimientos de la ciencia. Pero, hay realidades cuyo conocimiento no puede ser científico, sino, exclusivamente filosófico. Hay vastas regiones de la realidad donde la inteligencia no puede penetrar. Los métodos de la ciencia no son pertinentes sobre la pura duración, por eso, sus fallas inevitables en el campo psicológico, por ejemplo, y su utópico intento de crear una psicofísica o una psicología experimental.
Tanto en L’évolution créatrice (La evolución creadora) como en La pensé et le mouvant (El pensamiento y el movimiento), Bergson habla sobre una futura y necesaria complementación entre la Filosofía y la ciencia. Se daría una continuidad entre las intuiciones de la ciencia y de la Filosofía, que se han dado sólo a través de esporádicos asaltos geniales. Se perdería la relatividad del conocimiento científico, yendo de lo móvil a lo inmóvil, pero no a la inversa, a través de la intuición, progresando y complementándose en acumulación gradual, no como un sistema completo. La ciencia debe extender nuestra acción sobre la materia inerte y tratar a lo vivo como trataba a lo inerte. Pero, a medida que vaya incursionando en las profundidades de la vida, donde su conocimiento es más relativo, va a precisar de la Filosofía, la cual sobrepondrá al conocimiento científico el conocimiento metafísico, en una suerte de mutua complementación. De esta manera, ahondaremos en el terreno de lo absoluto y tendremos un conocimiento incompleto del mismo, pero ya no más relativo. “Ciencia y Filosofía se reúnen, pues, en la intuición. Una Filosofía verdaderamente intuitiva cumpliría la unión tan deseada de la metafísica y de la ciencia”.
Santiago Julián Alonso es artista plástico, escritor, dramaturgo, licenciado en Letras (UBA), periodista e investigador en el Centro Cultural de la Cooperación. Vive en el barrio de Palermo, Comuna 14, CABA.