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Raúl Shalom: “sabíamos que nuestro aprendizaje estaba en cómo la propia comunidad puede organizarse para cubrir sus propias necesidades”

Uno de los objetivos que nos propusimos en nuestra revista es ser federales y, en ese camino enorme, intentamos contactar y dar a conocer la actividad cultural y político cultural que se desarrolla en los diferentes lugares de nuestro inmenso y variado país. Por eso, tomamos contacto con Raúl Shalom, actor y director teatral y actual director de cultura de Villa Ciudad Parque, Córdoba. Con Fervor habló con él sobre su trayectoria cultural y artística, el camino que les permitió llegar a ser gobierno en Villa Ciudad Parque y la importante gestión cultural y política que están llevando adelante en ese hermoso pueblo de las sierras cordobesas.

Con Fervor: Contanos quién sos y cuál es tu trayectoria artístico-cultural.

Raúl Shalom: Mi nombre es Raúl Shalom. Soy director y actor de teatro y educador popular. Desde hace algunos años soy director de culturas de la Comuna de Villa Ciudad Parque, una pequeña localidad del Valle de Calamuchita.

Empecé haciendo teatro a los 15 años -en la década del ’70-, en ese camino de buscar hacer lo que a uno le hace estar bien y, casi, que no me desprendí nunca. En los ’80, cuando Norman Briski vuelve de su exilio y empieza a dar clases en un club de barrio en Almagro (CABA), empecé a estudiar con él, con la intención de estudiar comicidad, porque, es, casi, mi recurso natural. Y comenzó ese proceso de transformación donde empecé a entender que uno es el hacedor del teatro y al teatro que uno quiere hacer lo tiene que impulsar uno mismo, ya que, uno es un trabajador y obrero del teatro. Y ese proceso me cambió muchísimo la visión de cómo hacer teatro.

Norman ya había tenido una experiencia, en los años ’60, de teatro del oprimido y era muy tentador todo lo que él venía haciendo. Él estaba creando su espacio propio, Calibán, en el barrio de Monserrat (CABA), en México al 1300. No le alcanzaba la plata para abrirlo y nos propone a las/os alumnas/os crear una cooperativa y ser dueñas/os de una parte de lo que se estaba construyendo. Así que fuimos parte de ese proceso de construcción de Calibán, donde fuimos bien obreros del teatro.

En una oportunidad, Norman me permitió hacer la asistencia de dirección de su obra Rebatibles, que estrenaba en ese momento, lo que me permitió realizar un enorme aprendizaje y, así, empecé a tomarle el gusto a, también, poder dirigir. Pero, básicamente, con Norman aprendí esta cosa de que uno es un laburante del teatro y que el teatro independiente tiene esa connotación.

En la década del ’90, me voy a vivir a Tigre, provincia de Buenos Aires, y genero un grupo de teatro con la consigna de que lo que se produzca en el mismo iba a recorrer lugares donde la gente nunca había visto teatro. Ese grupo se desarrolló en una localidad donde había muy poco desarrollo de teatro. Y, en ese momento, yo empecé a entender lo que es el teatro comunitario, lo que es la territorialidad y el deseo de decir cosas. Y empecé a generar un teatro con no actores, a promover procesos de construcción de una obra donde, parte del proceso, era el aprendizaje de lo que necesitáramos aprender para desarrollar esa obra.

Ese grupo tuvo una historia de 9 años. A partir de ese laburo, la Universidad de General Sarmiento (provincia de Buenos Aires) convoca a trabajadoras/es de la cultura que estuvieran trabajando territorios a generar un colectivo de artistas comunitarias/os. Ahí, tuve mi primera experiencia de trabajar con algún proceso de organización que tenía que ver con lo que, en ese momento, proponía el departamento de extensión de dicha universidad en la década del ´90.

Ahí, conozco a un compañero, Eduardo Balán, que estaba empezando a generar un colectivo que se llamaba Culebrón Timbal. Y empezamos a trabajar juntos en lo que fuimos llamando Aguantes a la Cultura, que, en ese momento, eran barriales. Íbamos a las localidades y generábamos un circuito de trabajo artístico y periodístico. Ahí, empecé a entender, con más profundidad, lo que significaba el trabajo de ir a los barrios, encontrarse con la gente, trabajar las necesidades y generar un hecho artístico con eso.

Lo primero que hicimos fue hacer una actividad anual que duraba tres días y que convocaba a todos los colectivos artísticos de la región. Y, después, a partir de las crisis del 2000, cuando el Estado le había sacado los subsidios a los comedores, encontramos que era una herramienta muy eficiente poder trabajar los Aguantes a la Cultura en los barrios, para fortalecer la organización barrial, generar un evento artístico y, a partir de este, evaluar la capacidad que tenía el barrio para organizarse y generar cosas. Y, a partir de ahí, empezar a pedir las cosas que hacían falta.

Gracias a ese proyecto, empezamos a trabajar con la Secretaría de Cultura de la Nación, en 2003, cuando asume el Gobierno Néstor Kirchner, generando Aguantes a la Cultura en distintos barrios de las periferias de las diferentes provincias. Esto nos permitió tener un desarrollo mucho más grande y empezó a generarse una idea donde el arte y la organización iban de la mano de la política. Esto mostraba la capacidad de la gente de poder organizarse y generar cosas en su propio barrio: como tener ambulancias, semáforos, asfalto, etc.

Con el Culebrón trabajamos la zona del noroeste de la provincia de Buenos Aires. Y el Culebrón Timbal empieza a ser una productora de arte popular. Luego, yo sigo trabajando de forma independiente con la Secretaría de Cultura de la Nación, generando estas actividades y, a partir de las experiencias que veníamos trabajando con diferentes colectivos de teatro comunitario, tuvimos la oportunidad de formarnos con Augusto Boal y profundizar en la metodología del teatro del oprimido, que estaba muy olvidada y nos ayudaba muchísimo a organizar el trabajo que hacíamos.

Nos juntamos tres grupos de teatro comunitario a empezar a gestionar la posibilidad de que Augusto nos forme y empezar a reeditar sus libros. Y, junto a una compañera que vino de Barcelona con un recurso que trajo de allá, empezamos a formar grupos de teatro del oprimido en todo el país. Esos grupos de teatro del oprimido tenían el compromiso de multiplicar la experiencia. Por lo tanto, en muy poco tiempo, el teatro del oprimido se había ramificado por todo el país. Después, trascendió la frontera y empezamos a formar gente de otros países de Latinoamérica. Y se armó lo que fue la Red Nacional de Teatro del Oprimido en 2005, 2006.

En ese momento, el CELCIT me ofrece dar talleres de teatro del oprimido y los mismos son muy exitosos en términos de cantidad de gente que viene a formarse desde todo el país, Latinoamérica e, inclusive, Europa. Eso empieza a generar una ramificación incontrolable de grupos de teatro del oprimido.

Raúl Shalom y Santiago Julián Alonso en la confitería Brunch Aparte de Villa Ciudad Parque, Córdoba. Foto: Rubén González.

CF: ¿Cuándo llegaste a Villa Ciudad Parque, qué actividad cultural desarrollaste y cómo fue el proceso que les permitió llegar a ser gobierno en dicho pueblo?

RS: Llego al Valle de Calamuchita con mi compañera, Silvia Molina, en el 2009. Generamos un grupo de teatro con el objetivo de, no sólo, hacer teatro, sino, generar otros grupos de teatro. Y fuimos generando el colectivo teatral Marchanta. Que empezó a tener instancias de formación en diferentes rubros, principalmente, teatro del oprimido, pero, también, danza teatro, etc. Y, territorialmente, acá y en otras localidades, empezamos a generar una murga teatro y un grupo de teatro comunitario. Y, con esas herramientas, empezamos a hablar de las cuestiones que movilizaban a Villa Ciudad Parque. Generamos un carnaval. El próximo será el noveno.

Hoy soy el director de cultura de este pueblo. Para mí, es la enorme oportunidad de poner en práctica y en políticas públicas toda esa experiencia de trabajo comunitario que tenemos. En este pueblo, había una experiencia muy rica de construcción comunitaria, defensa del medio ambiente, en desarrollo comunitario, etc., con la Asociación Civil Semilla del Sur. El primer proyecto que generamos con dicha asociación fue Intercambio de Saberes. Y fuimos Punto de Cultura en su primera convocatoria en 2011.

En ese momento, nosotros invertimos, como organizaciones sociales, en cultura, en Villa Ciudad Parque, más de lo que la Comuna de dicho pueblo aportaba en cultura a la localidad, casi lo triplicábamos. Por lo tanto, hemos podido tener un enorme desarrollo de trabajo barrial y territorial.

Con mi compañera, que es trabajadora social y es la actual directora del Área de Promoción Social y Participación Comunitaria de Villa Ciudad Parque, decidimos irnos de Buenos Aires a Córdoba. Sabíamos que nuestro aprendizaje estaba en cómo la propia comunidad puede organizarse para cubrir sus propias necesidades. Y, cuando empezamos a trabajar juntos con Silvia, fusionamos esas dos lógicas: ella la promoción social y yo el conocimiento de lo artístico.

Llegamos a Villa Ciudad Parque y lo conocimos a Pablo Riveros, que es el actual intendente y que, en ese momento, era un artesano. Él fue uno de los iniciadores de Semilla del Sur. Me encontré con que, acá, nadie desarrollaba una política pública que tenga que ver con la cultura. Y, cuando tuvimos la oportunidad de ser gobierno, después de tres veces de habernos presentado como candidatos -ganamos en 2019 y asumimos el 10 de diciembre de ese año-, teníamos mucho conocimiento del territorio y de las/os vecinas/os. Veníamos de 11 años de trabajo territorial. De algún modo, era instalar todo ese desarrollo que hicimos, anteriormente, en políticas públicas de la Comuna.

Pensábamos que había que generar instancias más participativas para que la democracia fuera efectiva. Para empezar a instalar, acá, políticas que tengan que ver con la participación, con el trabajo comunitario, con las asociaciones colectivas, etc. fue necesario modificar la organización de la Comuna. Y, para poder modificar la estructura comunal, tuvimos que ir generando instancias para que la comunidad se vaya apropiando de lo que va construyendo y, también, uno se vaya ubicando en los lugares que permiten solucionar los problemas que la comunidad va encontrando.

Hoy, estamos en la instancia donde ya la comunidad entiende el desarrollo, se apropia de las cosas que va generando, es decir, cada evento que vamos haciendo tiene que ver con artistas participando, con parte de la comunidad decidiendo qué necesita, etc. Y esto implica mucho compromiso, muchas horas mate -como decimos nosotros-, o sea, sentarse con la gente a charlar. Entender que somos parte de ese proceso y no queremos generarlo desde afuera, sino, desde adentro.

En el barrio más periférico, hemos hecho eventos artísticos, carnavales, murgas, percusión, una plaza, un espacio deportivo y se valorizó un espacio geográfico que es muy lindo para el turismo. De a poco, se van ordenando las piezas para que ese barrio empiece a tener un desarrollo propio. Y eso tiene que ver con trabajar a la par, conociendo las necesidades del barrio.

CF: Contanos sobre tu trabajo de gestión como director de cultura de Villa Ciudad Parque.

RS: El día que asumimos ya teníamos un tremendo conocimiento del desarrollo cultural de nuestro pueblo. En primera instancia, hicimos una convocatoria de todas/os las/os artistas y trabajadoras/es de la cultura locales. Es un pueblo de base de artesanas/os y artistas muy grande -como el grupo Skalamuchita o la cantante rapera Lucero.

Y nos planteamos dos líneas de trabajo, una, que tiene que ver con el desarrollo local de artistas y trabajadoras/es de la cultura y, la otra, que tiene que ver con la formación de nuevas/os artistas. En la primera, lo que hicimos fue ir generando diferentes espacios para que las/os artistas puedan trabajar y, a partir de los recursos de la Comuna -que son muy pocos- empezar a crear un lugar donde el/la artista trabaje sostenido por el estado comunal. Esto nos permitió empezar a hacer visibles las/os artistas locales y generar otras instancias que puedan tener otra valoración desde lo económico y lo artístico.

Después, vino la pandemia, que para el sector artístico fue muy malo. Entonces, vimos el modo saludable de filmar a nuestras/os artistas. Eso generó que las/os artistas volvieran al ruedo artísticamente y esos videos nos permitieron hacer trascender el trabajo de las/os mismas/os. Hicimos 34 videos, que se llamaban Artes en pantuflas (https://www.facebook.com/hashtag/artesenpantuflas), donde la/el artista se presentaba, desarrollaba su arte y contaba qué le pasaba con la pandemia. Esto empezó a generar que las/os artistas locales empezaron a ser conocidas/os, que otras localidades invitaban a nuestras/os artistas para que trabajen, también, la provincia empieza a visibilizar nuestras/os artistas, lo que amplía mucho el campo laboral de las/os mismas/os.

Y, con los recursos que el Estado Nacional aportaba a las trabajadoras/es de la cultura durante la pandemia, empezamos a pensar cómo formalizar nuestro trabajo. Hoy, por ejemplo, un elenco de teatro local está en un festival en Chile.

Hemos generado muchas actividades culturales locales. Por ejemplo, en noviembre realizamos dos ediciones de la Fiesta de la Diversidad Cultural de Villa Ciudad Parque, donde, además de las/os artistas, aparecen las diferentes gastronomías locales. Y tiene que ver con la construcción de la identidad del pueblo, donde hay una base criolla muy importante, pero, hoy, numéricamente, somos muchos más los que elegimos este pueblo para vivir que quienes, originalmente, nacieron acá. Para que esa transformación no sea una colonización, hay que encontrar en dónde vamos generando una identidad que, de algún modo, contenga todo eso.

Asimismo, hemos instalado el Espacio de la Memoria, que también tiene 9 años de existencia. Acabamos de firmar la Comisión Permanente por los Derechos Humanos de Villa Ciudad Parque, que es la primera del Valle de Calamuchita. Eso nos da la posibilidad de ir generando otras cuestiones de apertura.

También, armamos la Red Regional de Directoras/es de Cultura, ya que, nuestro trabajo es en red, es colectivo. De hecho, una de las primeras instancias que hubo fue la protección del patrimonio histórico. Porque, por ejemplo, en zonas del sur del Valle de Calamuchita se roban pircas para la construcción, sin darse cuenta que es un patrimonio histórico. Y generamos una ley que protege el patrimonio histórico.

Somos grandes agradecidos de los Programas Nacionales creados por el Ministerio de Cultura de la Nación, que nos apoyan. Con el Instituto Nacional del Teatro (INT) hemos generado instancias como Argentina Florece, que permiten tener artistas que cobran un salario digno por hacer teatro. Gracias al Ministerio de Cultura estamos construyendo el edificio de la Escuela Popular de Arte. Hemos gestionado materiales e instrumentos para la escuela. Esta tiene un fuerte apoyo de Potenciar Trabajo, porque la Comuna no tenía los recursos para poder bancar a las/os trabajadoras/es de la cultura. Hemos gestionado a las/os artistas reconocidas/os que han pasado por Villa Ciudad Parque, como Juan Falú, Nonpalidece, Roxana Carabajal, etc. Hemos sido parte del MICA (Mercado de Industrias Culturales de la Argentina), fuimos invitados a participar del mismo en Buenos Aires, lo que nos abrió muchísimo el juego.

También, nos vamos encontrando, en lugares de decisiones políticas, con compañeros, como Franco Morán, director del INT de Córdoba, o Luis Chino Sanjurjo, director de Industrias Culturales de la Nación -con quien militamos en 2015 la Ley Federal de las Culturas. Son instancias donde nos encontramos en el mismo camino y con el mismo modo de construir. Y eso nos ayuda muchísimo, ya que, tenemos una trayectoria de trabajo juntos.

Y, además, el año pasado (2022) se realizó la inyección de guita del Ministerio de Cultura de la Nación más grande de la historia argentina. Eso permite que pequeños pueblos, como nosotros, donde las posibilidades son muy mínimas, ya que, la Comuna tiene muy pocos recursos, a través de estas políticas tan federales, como las del INT y el Ministerio de Cultura, nos permiten que podamos desarrollar mucho de lo que estamos haciendo. Y eso se va a instalar, estemos o no en el gobierno. Empodera a la gente y, de aquí en más, va a ser la gente la que va a tener que defender esas instancias, porque, son espacios ganados por la gente misma, con un enorme apoyo del Ministerio, del Estado Nacional.

Además, hemos construido obras públicas a morir: la Primaria, la Secundaria, un Jardincito nuevo que es de lujo en la Escuela Pública y está a punto de construirse el Espacio de Primeras Infancias. Construimos un Polideportivo alrededor de la Secundaria, porque su orientación es deportiva. Construimos siete canchas, cuando no había canchas en el pueblo. Hemos creado plazas. Y todas estas instancias son con el apoyo del Gobierno Nacional y, en ese sentido, somos unos agradecidos, porque, este pueblo no había contenido el crecimiento que tuvo. Asimismo, hemos abierto muchísimos espacios de desarrollo cultual, que, también, son espacios de trabajo para nuestras/os artistas.

 

Contactos:

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Santiago Julián Alonso es artista plástico, escritor y periodista. Vive en el barrio de Palermo, Comuna 14, CABA.

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