Cultura y espectáculosDestacadasNotas de Opinión

La esperanza es obstinada

Entrevistamos a Arístides Vargas, Rubén González Mayo y Guillermo Troncoso, quienes arriban a Buenos Aires con el estreno de La puerta de oro, al Teatro Pan y Arte.

Este viernes 10 y el sábado 11de septiembre, el barrio de Boedo vuelve a tener sabor a vendimia, porque, gente amiga mendocina estará celebrando el estreno de un texto que esperó diez años para ser alumbrado en público y en plena pandemia. La puerta de oro, escrito por Arístides Vargas, habla de la migración, en clave de títeres y humor. El espectáculo obtuvo el apoyo de Iberescena, el Instituto Nacional del Teatro, la Municipalidad de Guaymallén y el Gobierno de la provincia de Mendoza.

La investigadora Marita Fox define muy bien la producción dramatúrgica de Arístides Vargas y nos permite imaginar un mundo singular: “El exilio es tomado como poética en el teatro de Arístides Vargas, es un territorio de gente sin territorio, es frágil –tal como lo afirma él mismo. Por eso, no se limita a un país, es latinoamericano. Y su dramaturgia nace de allí, porque, el exilio no es estar fuera de su tierra solamente, es estar fuera de uno mismo. El teatro es un arte del exilio, es un arte desterrado”.

La pandemia varó a Arístides en Madrid y, en sus diálogos virtuales, habló de la inactividad que le causaba esta espera obligada. Sin embargo, logró regresar a Ecuador, hace unos meses, para reencontrase con Malayerba, su grupalidad y sala teatral. Y, luego, a Mendoza, donde se unió a un grupo nutrido, para montar, sin demoras, una obra vital. Un pulso, para quienes dan tiempo al tiempo, a vista de una esperanza.

Con Fervor: ¿Cómo surgió el proyecto?

Rubén Gonzalez Mayo: Como una necesidad de conectarnos, nuevamente, con textos de Arístides. Y, fundamentalmente, porque al saberlo instalado en Mendoza, en estadías más largas (él, antes, venía por una semana, un mes, como máximo), la idea fue encarar un proyecto, junto a Guillermo, y le sedujo la idea. Al punto de que no tardó mucho en contestar y nos envió el texto. Luego, seguimos con la presentación ante organismos que posibilitaron la unión entre la Argentina, Ecuador y España.

Guillermo Troncoso: En el 2020, íbamos a reestrenar La edad de la ciruela (también, de Arístides Vargas), estrenada en el 2001, con la que cosechamos muchos premios y recorrimos Festivales Internacionales. Y, como surgió esta posibilidad, suspendimos el reestreno y nos abocamos a trabajar en La puerta de oro.

Llegó el texto, lo leí y terminé muy emocionado e, inmediatamente, dije: esto lo tenemos que hacer. Y, junto al apoyo económico, se fueron sumando Gerson Guerra, del grupo Malayerba (Ecuador), en iluminación; Pepe Rosales, en el diseño del vestuario; y Elena Vargas, componiendo la música desde Madrid. Llegar al estreno fue todo un proceso al que, también, se sumaron personas de la universidad Nacional de Cuyo y estudiantes de escenografía. Pudimos estrenar el 19 de agosto en Mendoza.

RGM: Y Liliana (Liliana Moreno, mendocina y gestora del Teatro Pan y Arte), también, está implicada en el proyecto, porque es la productora ejecutiva ante Iberescena. La propuesta era, precisamente, estrenar en Mendoza, hacer funciones en Buenos Aires y en el Festival Internacional de Manta (Ecuador), truncado por los vuelos en pandemia.

Otra circunstancia nos une con Lili, Guillermo y otras/os compañeras/os. Cuando estrenamos en el Teatro Nacional Cervantes (2015) La República análoga. Después de muchos años, el Cervantes volvía a ser federal, con un equipo de gente de distintas provincias, dirigidos por Arístides.

La puerta de oro.

CF: ¿Cómo viven la migración siendo de una provincia fronteriza?

GT: Cuando comenzamos a charlar sobre la obra y a investigar sobre el tema de las migraciones, como bien decís, somos de una provincia limítrofe y, uno podría decir, tenemos muchos chilenos, porque estamos a poquitas horas de Santiago de Chile. Sin embargo, la mayor migración es de bolivianos. Justamente, vienen a trabajar la tierra. Los dos personajes están en una cama y uno podría pensar, también, que están en una balsa en medio del mar. Lo vivimos muy de cerca, ese intentar ir a un lugar para encontrar la dignidad y lograr cumplir los sueños que cada uno tiene. Nosotros lo palpamos acá, uno se puede ir a no muchos kilómetros del centro de la Ciudad de Mendoza y verlo.

Arístides tuvo un encuentro con un vecino que él invitó a la función y, al otro día, se le presentó en la casa con su esposa para agradecerle y le cuenta que se había emocionado muchísimo, porque era sirio. Acá hay una colectividad siria y se hace referencia a ellos en el espectáculo. Obviamente, Arístides no sabía de su antecedente de migración. Es una obra que hace transitar por muchos estados, la comedia, el drama y, lógicamente, uno no puede escapar de un tema humano que se reproduce, hoy día, en cualquier lugar del mundo.

RGM: Durante muchos años, el pueblo de Mendoza alberga a migrantes del norte, de Chile, bolivianos, peruanos, paraguayos, etc. que vienen a la cosecha y están itinerando. Son migrantes que van de lugar a lugar. En general, las colectividades son muy fuertes en Mendoza y, la gran mayoría, están relacionadas con el campo y trabajan, en conjunto, con los mendocinos. Vemos, en paralelo, lo que está sucediendo en el mundo, esta situación de anhelo por cambiar o darle un giro a la vida. Y es fuerte saber que, siempre, hay una puerta que está esperando ser abierta y que esa puerta se golpea o se espera para que se abra y depende de otros. Y todo eso que sucede en ese instante, es un poco lo que pasa en La puerta de oro: ¿qué es lo que sucede cuando se va a abrir la puerta? La puerta de oro, el lugar del anhelo, mientras tanto, está cerrada. Personas que están en un limbo, donde no se sabe qué va a suceder. Y, lo de atrás, el recuerdo de lo que cada uno de ellos tiene, se desarrolla en esa especie de espacio de espera. Recordemos que la Liberty Island, donde está la Estatua de la Libertad, fue un puerto para los inmigrantes del 1800, ahí esperaban entrar al país del norte.

 

El nuevo coloso, de Emma Lázaro

(esta placa se agregó, en 1903, en la base de la Estatua de la Libertad)

 

No como este gigante de bronce de la fama griega
Cuyo talón conquistador atravesó los mares
Aquí, a las puertas del sol poniente, batirán las olas
Una mujer poderosa con una antorcha, cuya llama
Es el relámpago encarcelado, y su nombre es
Madre de los exiliados. Su antorcha
Bienvenidos al mundo; su dulce mirada cubre
El puerto conectado por puentes colgantes que enmarca las ciudades gemelas
“¡Guardia, Viejo Mundo, tus esplendores de otra época!” proclama
De sus labios cerrados. “Dame tu pobre, tu agotado,
Tus innumerables masas aspiran a vivir libres,
El rechazo de tus orillas superpobladas,
Envíalos a mí, los desheredados, que la tormenta los traiga de vuelta
¡Estoy poniendo mi luz sobre la puerta de oro!”

 

La puerta de oro.

Arístides Vargas: La obra la escribí hace unos años. Nunca la había puesto en escena, fundamentalmente, pensando que, algún día, este tema de la migración y de la movilidad humana iba a superarse, pero, lamentablemente las obras no pierden vigencia. Es triste, pero es así. Escuchamos y sentimos que cientos de gentes en el mundo se movilizan buscando algo que está, supuestamente -como metáfora-, detrás de la puerta de oro. Por supuesto, esa puerta nunca ha sido abierta. Tal vez, fue abierta en el siglo pasado, pero, ahora, no.

CF: ¿Cómo surgió la necesidad de los títeres?

GT: Está planteado, directamente, por Arístides en el texto, por la relación que tienen estos dos hermanos: son titiriteros.

RGM: Es muy divertido ver cómo, sutilmente, se devela que son titiriteros. Me encontré con este trabajo extra, maravilloso y que intento hacerlo de la mejor manera posible, para ser sincero. Es nadar en el mar, trabajar con títeres. Guillermo tiene el oficio.

CF: ¿Con qué técnica trabajan?

GT: Básicamente, con la técnica de guante y hay varilla.

CF: Javier Swedzky, en el CELCIT, viene compartiendo seminarios de dramaturgia de objetos y títeres. Es casi inexistente la cultura de escribir para títeres, ¿reconocés este déficit en Latinoamérica?

AV: Sí, el déficit es muy evidente. Es muy poco lo que se escribe para títeres y es lamentable, porque es un género muy bueno que tiene un contexto para la escritura. El teatro tiene sus dogmas y los títeres nos permiten, como género, jugar de manera extraordinaria, mucho más frontal, provocadora y abierta. No hay muchos textos para títeres, por lo general, las titiriteras y los titiriteros se van generando sus propios textos, literatura para títeres.

CF: ¿Qué pudieron desarrollar, en pandemia, antes de este estreno?

RGM: En abril y mayo de 2020 fue la gran pregunta del qué hacemos, a nivel creativo y económico. La necesidad de creación era inminente y dijimos, con Claudia Racconto, algo tenemos que hacer. Y, en dos días, se armó una estrategia para el mes de septiembre y empezamos a hacer, en base a una propuesta de San Juan (Ciclo de monólogos Solas). En nuestro caso, convocamos a cuatro dramaturgxs y cuatro intérpretes por función y nació Yendo de la escena al living. Una necesidad, también, del público, de ver teatro sabiendo que no era teatro. Fue una expresión para sostener la creatividad a todo nivel, técnico y dramatúrgico. Duró hasta diciembre, vía streaming, en un formato muy sencillo y con carácter federal. La puerta de oro es lo primero que hago en espacio físico, con una pandemia de por medio, con todos los cuidados en los ensayos.

GT: Fue un tiempo de aprendizaje, porque, justo me había ganado una beca del INT (Instituto Nacional de Teatro) para estudiar kamishibai y teatro de papel. Porque, además, soy titiritero y mimo. Y pude hacer una experiencia con compañeros de Río Cuarto (Córdoba), del Grupo Kika Producciones. Y, en enero, volví con Telescopio chino, junto a Víctor Arrojo, en el Teatro Independencia, creo, la última obra que escribió Alejandro Finzi, lamentablemente, fallecido hace pocos días. Dirigidos por Carlos Piñeiro, de Los Chonchón (Córdoba). Y, en mayo, estrené una obra de títeres de guante, La niña del cerro, de Gabriela Morel (titiritera jujeña), que adapté con músicos cuyanos, con cuecas y zambas.

Arístides Vargas.

CF: ¿Qué esperan de la venida a Buenos Aires?

GT: Siempre voy, porque tenemos un montón de amigos, no sólo mendocinos, sino, porteños. Rencontrarnos compartiendo teatro.

RGM: Reencontrarnos, pasarla bien y despuntar el vicio de hacer teatro.

GT: Y disfrutar de un estreno, de una bella puesta, porque, trabajar con Charo Frances es mágico. Es quien nos va guiando en el tema de la interpretación. Un equipo inmenso que ha trabajado para poder montar este espectáculo. Los textos y personajes de la obra, siempre, están girando entre la esperanza y la nostalgia. Acuden a la nostalgia para no sentirse mal. Encontrase con un texto así y con los compañeros, ¿qué más puede pedir uno?

CF: ¿Qué sentís que vivís en estado de migración?

AV: Buenos Aires, Mendoza, Quito y Madrid son nuestros espacios. Vivimos la movilidad de estos tiempos con alegría y desconcierto. Y, muchas veces, con pena de ver cómo están las personas. No es un paisaje feliz el que vemos, pero, la esperanza es obstinada.

CF: ¿Cómo siguen entramándose con Charo, entre memorias y olvidos? (Charo Francés, directora de actores en La puerta de oro y, también, su compañera de vida).

AV: Creo que nuestras vidas se inscriben en un viaje continuo, es como habitar un mapa. Por supuesto que hay otro viaje más profundo, es como una paradoja donde la movilidad es la quietud. Esto lo aprendimos en las constantes migraciones de nuestras vidas, migramos de un cuerpo a otro, de una edad a otra, de un afecto a otro y, en ese constante migrar, nos distraemos haciendo obras de teatro.

Son las obras las pequeñas señales que vamos dejando en el camino, así como hay un lado que viaja hay otro que permanece, creo que, en éste, se escriben las obras.

CF: En tu primera visita a Buenos Aires (2009), a raíz de la presentación de La razón blindada, en el CELCIT, tuvimos varios momentos recorriendo entrevistas y me compartías lo difícil que se te hacía esta ciudad, por asociarla a los momentos previos al exilio ¿Algo se suavizó en estas últimas venidas?

AV: Creo que, aquellos días, eran muy especiales. Había regresado, después de un tiempo, a una ciudad donde experimenté un miedo profundo por una realidad fuera de quicio. Luego, en mis sucesivas venidas, fui curando aquel terror primero, volví muchas veces y, siempre que vuelvo, me alejo de aquel miedo. Dicen que a los sueños no hay que contarlos apenas despertamos, hay que esperar un rato, desayunar, hablar de cualquier cosa, porque, si uno cuenta los sueños apenas despierta, está bajo el influjo de lo soñado, lo mismo sucede con los miedos, hay que alejarse de ellos para olvidarlos. Mi singular manera de alejarme es volver a esta ciudad querida.

La puerta de oro.

 

Ficha artístico-técnica:

Dramaturgia: Arístides Vargas
Intérpretes: Rubén González MayoGuillermo Troncoso
Música original: Elena Vargas
Asistencia de dirección: Charo Francés
Producción ejecutiva: Liliana Moreno
Producción general: Lourdes AybarElena Vargas
Dirección de actores: Charo Francés
Dirección general: Arístides Vargas

 

La puerta de oro puede verse el viernes 10 y el sábado 11 de septiembre en Teatro Pan y Arte, Boedo 876, CABA. Las entradas pueden comprarse en el siguiente enlace: https://publico.alternativateatral.com/entradas75501-la-puerta-de-oro?o=14

#lapuertadeoro #teatro #dramaturgia #dramaturgiaargentina #dramaturgasargentinas #grupomalayerba #aristidesvargas #exilio #migracion #mendoza #teatromendocino

Comentarios de Facebook

Publicaciones relacionadas

Cerrar
Ir a la barra de herramientas