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Instructor de buenos tiempos

En el año 2015, luego de la derrota electoral del peronismo, comenzó a circular un poema, a manera de consuelo y como despertador de viejas ilusiones, dos de los trabajos eternos de los poetas. Se atribuyó este al escritor desaparecido Francisco Paco Urondo y todos nos quedamos tranquilos creyendo que, ahí, se terminaba el asunto. Hace pocos días, a raíz del triunfo de la ultraderecha en las PASO, nuevamente, revivieron aquel poema, pero, esta vez, un amigo me advirtió: ojo que no es de Urondo, sino, de un tal Alejandro Robino. Había escuchado hablar de este escritor y me quedé en su apellido. Cuando yo era chico, Robino era una marca de vinos, lo cual está más que bien para un poeta, reconozcamos que es un comienzo brillante. No tardé mucho en encontrar al poeta de los momentos dramáticos.

 

Cuando Alejandro me pasó su curriculum, me tuve que poner de pie. La tremenda trayectoria de este digno representante del Conurba así lo exigía. Probablemente, este tipo de chico y por ser de Haedo, haya viajado en la nave de fibra del Capitán Beto y se haya quedado colgado del estribo mirando la foto de Carlitos y la estampita de San Cayetano. Soy porteño, pero, viví varios años en San Martín y, muchos, en Lanús, lo cual, me otorgó una Maestría en Conurba, que es un territorio más que profundo y particular. Al no ser ni la Capital, ni la Provincia de Bs As se tuvo que inventar una cultura, una historia, una patria. De manera que esos “orilleros” le fueron dando forma a una idiosincrasia que asombra, perfila y transforma. El rock argentino y la cumbia son su fondo musical desde hace muchos años y le deben más de un color al Conurba. Alejandro, una de las primeras cosas que me dijo, fue: “Me pienso desde Morón, mi forma de ver el mundo es suburbana”.

Con Fervor: Sos de Haedo, partido de Morón. Creo que, en todo el oeste, Morón es una palabra muy fuerte, A mí, siempre, me sonó como la capital del Oeste ¿Qué particularidad tiene crecer por esos barrios?

Alejandro Robino: Ese barrio en el que me crié, ya no existe. Era un paisaje que alternaba calles de asfalto, tierra o de mejorado. De plazas hechas por sociedades de fomento. De año nuevo festejado cortando la calle junto a los vecinos de la cuadra. Todos ellos socios de la cooperadora del hospital y la de los bomberos. Eran cuadras agujereadas de baldíos. El tren y Rivadavia, dos arterias paralelas que llevaban al centro. Ese otro lugar de agua con olor gusto a lavandina, donde nos enseñaban que éramos nosotros los que vivíamos lejos. Cada estación uno o dos cines, una confitería, cinco clubes barriales y pará de contar. Una idea comunitaria que se fue degradando.

CF: Hay una personalidad en el Conurba, un mapa de costumbres, ¿qué reconocés, en vos, que tiene que ver con esa condición?

AR: Te faltan cinco guitas para ser porteño y otras cinco para ser provinciano. A excepción de las tierras ribereñas del Río de la Plata, que fueron urbanizadas cuando la clase más pudiente huyó de sus palacetes durante la peste amarilla –por lo que. acuñaron otra impronta idiosincrática-, el resto de los loteos fue ocupado por obreros y empleados en derredor de emplazamientos fabriles o trabajadores de Buenos Aires con poco bolsillo para un lote dentro de los límites de la Capital Federal. El ascenso social, en mi generación, es un mandato forjado en ver crecer las casitas en los lotes pagados en ciento veinte cuotas; así como la escuela era orgullosamente la escuela pública, donde concurríamos provenientes desde los más diversos extractos sociales. El Conurbano que se imprimió en mí ya no es este, pero, siguen vigentes fuertes lineamientos.

CF: Cuando hablás de ver el mundo desde una mirada suburbana, ¿a qué te referís, puntualmente?

AR: A sufrir cierta discriminación light. Somos sospechosos, porque provenimos de un territorio “peligroso”, tanto a los ojos porteños como a los de un provinciano. Este peligro no se verifica en la realidad, pero, la producción audiovisual así nos estigmatiza. Somos los culpables de la distancia. Nuestra casa queda lejos del Obelisco, pero, no ocurre viceversa. En el Conurbano, las leyes matemáticas se rompen en nuestro detrimento. En el Conurbano, vive la mitad del país y es el único territorio que no produce su propia imagen audiovisual. Todas las provincias tienen su canal de tv, las localidades de la provincia de Buenos Aires, también, excepto el Conurbano. Cargamos con una seudo identidad paralela que nos construyen.

CF: ¿Cómo reflejás, en tu poesía, en tus escritos todo eso que mamaste en las calles suburbanas? ¿En dónde ves esa influencia moronense?

AR: La brasa que mantiene la poesía es el misterio de su origen, pero, puedo aproximarme a una respuesta afirmando que gran parte de mi vocabulario está ligado a imágenes suburbanas. Si digo peluquería pienso en la de Ramón, en Haedo. Y ese local pequeño, sin apuro, en nada se relaciona con las peluquerías de aquel entonces de las galerías subterráneas, bajo el Obelisco, contagiadas del frenesí del multitudinario entorno. O con las actuales peluquerías, trabajadas por caribeños, abiertas hasta altas horas. Las palabras son evocaciones y, a mí, me retrotraen, en gran parte, a ese universo.

CF: El poema Instrucciones para capear el mal tiempo, ¿cuándo nació y bajo qué circunstancias?

AR: La noche del 23 de noviembre de 2015. Veinticuatro horas después del ballotage que decretó el regreso de la derecha al gobierno.

CF: Decís, por ahí, a manera de consejo de Viejo Vizcacha, “no deje que la estupidez se imponga” ¿Cuáles serían las tácticas para enfrentar esa lucha titánica?

AR: Es sólo una utopía. Nuestras capacidades, nuestra inteligencia tienen límites, la estupidez es infinita.

CF: En Instrucciones… hay un código, una ideología de la vida, una ilusión poética que debe sobrevivir a todo, para mí, es como un decálogo del palo ¿Por qué creés que tanta gente lo difunde cuando perdemos las elecciones? ¿No será mejor leerlo cada mañana?

AR: A dos años de escribirlo, en plena desolación, fui a buscar una escalera que había comprado por internet a un galpón en un barrio de Lanús. Llegué al mediodía y estaba cerrado. Tenía que esperar media hora a que reabriera. Tenía hambre. A un par de cuadras encontré un despacho de pan, un local muy pequeño. No vendían ni tartas, ni empanadas, pero, su dueña, una anciana muy amable, accedió a hacerme un sándwich, luego de que le relatase la espera que me aguardaba. Entró a la trastienda y, aburrido, recorriendo con la mirada el espacio, descubrí, junto al vano de la puerta, detrás de la cadena que movía la persiana metálica, un papel pegado a la pared con el poema. Cuando me trajo el sándwich, le pregunté por qué tenía eso pegado ahí y me respondió: porque si no lo leo no abro.

CF: Sos escritor, director de teatro, docente, poeta, un tipo que respira cultura, un laburante de la cultura ¿Cómo estás viendo este avance de la ultraderecha, que amenaza no sólo a la cultura, sino, a todo lo pensante?

AR: Es otro Plan Cóndor. A simple vista, se ven las réplicas en el continente. Hay muchas cosas que no están a nuestro alcance cambiar, pero, me gusta centrarme en cuales sí. Como artistas, podemos intentar hacerlo. “El virreinato audiovisual de maiami” es un hecho y, desde allí, se construye la cultura del opresor. Somos latinos, pero, en una nueva acepción que es una albóndiga cultural a la que ellos saturan de kétchup. Las calles se ven atestadas de camisetas de fútbol rosa ¿Qué identidad implican? Como artistas, entiendo que nuestra responsabilidad es que nuestra obra refleje nuestra identidad, nuestro discurso político, la soberanía sobre nuestro pensamiento. Descreo de las declamaciones. Hechos, no palabras. La comunidad artística, entiendo que debe repensarse en ese rol para que el decir y el hacer artístico hallen coherencia. Dice, nos sigue diciendo Eladia Blázquez: “Convencernos, con fuerza y coraje, que es tiempo y es hora de usar nuestro traje. Ser nosotros por siempre y a fuerza de ser convencernos y así convencer”. Creo que va por ahí.

Alejandro Robino. Foto: Julieta Robino Santos.

CF: Sos un docente itinerante y estuviste trabajando en varios países, ¿qué particularidades viste en esos lugares con respecto a tu trabajo? ¿Hiciste alguna adaptación? ¿Cómo es el lenguaje en cada uno de esos lugares? ¿Qué te aportaron esos espacios distintos?

AR: Mi trabajo es sumamente técnico y trasciende las localías, no obstante, las diferencias se aprecian en el resultado de la aplicación del método. Lo que escriben. Allí, se evidencian las raigambres culturales imperantes. Países en los cuales la pertenencia autóctona es muy fuerte, así como otros totalmente colonizados culturalmente, al punto de que se rigen por un calendario académico del hemisferio norte.

CF: En muchas reuniones, tanto de amigos como militantes, se discute y conjetura acerca de la Batalla Cultural, si está ganada o perdida. Por ahí, la respuesta no es tajante, porque, es un partido que aún no terminó. Vos, ¿qué resultado estás viendo en estos momentos?

AR: Está perdida por goleada. Creo que mucho contribuye a la derrota la visión de la cultura restringida al fomento de las artes. Un mecenazgo estatal con mayor o menor presupuesto, mejor o peor gestión. La prueba de la derrota son los cientos de camisetas rositas vendidas por los manteros en las calles de los diversos puntos del país ¿Qué identidad otorga esa camiseta? No es la de la familia, no es la del barrio, no es una historia propia. La difusión mayoritaria de música obedece a criterios de corporaciones aplicados desde el virreinato cultural de maiami.

Otro tanto pasa con el consumo audiovisual a través de las plataformas. Con designaciones amorfas como LATAM nos imponen una pertenencia que lejos de ser latinoamericana es una visión norteamericana, vulgar de lo que pasa al sur del Río Grande. La resistencia a la colonia está reducida a un foquismo que no puede contra esa avalancha. De todos modos, es plausible conservar la brasa. Esto puede revertirse con decisión política sostenida en el tiempo.

CF: ¿Cómo es tu relación con el fútbol? Sé que ocupa un gran espacio en tu vida. Sos un fanático de Racing ¿Qué cosas dirías que tomaste del hincha de fútbol en tu obra?

AR: Todo. La pasión, el disfrute del juego, la perseverancia ante las adversidades, la raíz popular. Siempre, admiro cuando una hinchada hace suya una canción de Sergio Denis (Te quiero tanto) o de Víctor Heredia (Sobreviviendo).

CF: ¿Cuál es tu relación con la música, qué música escuchaste y cuál escuchás ahora?

AR: Me considero un melómano ecléctico desde mi pubertad. Mozart, Spinetta, Piazzolla, Falú, Paco de Lucía, Serrat, Gardel, Beethoven, Rosalía, Blades, Niki Nicole, etc., conviven en mi discoteca.

CF: Bien, se nota esa amplitud de la que hablás, incluso, reuniendo en esa lista cosas de épocas diferentes ¿Cuál es tu relación con el rock argentino?

AR: El rock internacional, generacionalmente, lo viví como lo que fue en mi juventud: virtuoso. Instrumentistas y compositores de gran preparación musical. El rock nacional estaba empapado de esta impronta internacional. Me tocó vivenciarlo en mi adolescencia, durante la Dictadura, marginal, semiclandestino y, fundamentalmente, como un espacio de expresión obligado -por la censura imperante- a una poesía certera de alegorías y metáforas precisas. Luego, lo seguí acompañando. Me dio una identidad que intento no cristalizar, sino, mantener dinámica, incorporando las actuales manifestaciones musicales.

CF: ¿El rock argentino te influenció como escritor, como persona?

AR: Seguro que sí, pero, no podría decir en qué grado y en qué forma.

CF: Sos guionista ¿Cómo ves la actualidad de la televisión argentina con respecto a la ficción, a la ausencia de la ficción en la TV? ¿Cómo se podría remediar ese faltante?

AR: Hoy, la producción televisiva está reducida a su mínima expresión. Es una decisión política de sustitución de importaciones la que puede revertir el asunto. De la misma manera que cuando se toman medidas para fabricar en el país autopartes se puede hacer con las series. No se quiere.

CF: Me dijiste algo muy interesante con respecto al trabajo cultural de la telenovela como opción al documental, como que es mejor transmisora de bienes culturales. Me gustaría que te explayes sobre esta propuesta tuya.

AR: No se autoexcluyen, pero, tienen rating y públicos distintos. El melodrama es abrumadoramente mayoritario y, salvo honrosas excepciones (La Leona, por ejemplo), está en manos del discurso de derecha. A través de la telenovela, se construyen criterios socio políticos cotidianos. El argumento archi reiterado de la mujercita pobre que puede salvarse si se casa con un heredero rico que le está vedado, el rico progre que decide traicionar a su clase aceptándola como pareja y ascendiéndola socialmente normaliza una desigualdad social. Establece -consagrando una excepción- la regla.


Jorge Garacotche es músico, compositor, integrante del grupo Canturbe y Presidente de AMIBA (Asociación de Músicas/os Independientes de Buenos Aires). Vive en Villa Crespo, Comuna 15, CABA.

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