Notas de Opinión

Enorme destrucción ambiental en Corrientes

La situación que atraviesa Corrientes es desesperante. Venimos sufriendo incendios desde diciembre y, dos meses después, hay pérdidas irreparables, 800 mil ha (un 10% de la provincia) fueron devoradas por el fuego y, lo peor de todo, es que, al día de la fecha, seguimos teniendo focos activos.

Las causas son múltiples. Hay muchos factores relacionados, principalmente, con la actividad humana. En nuestra provincia impacta negativamente, hace muchos años, el avance de la industria forestal que implica grandes extensiones de monocultivo. Un monocultivo forestal es una plantación de una sola especie de árbol, siendo los principales el pino y el eucalipto. Estas especies son exóticas, evolucionaron en el hemisferio norte, por lo tanto al estar invadiendo nuestras tierras, no solo degradan y secan el suelo sino que también desplazan nuestra flora nativa y con ella se ve directamente afectada la fauna local que se queda sin refugio ni alimento.

¿Y qué tiene que ver todo esto con los incendios? Todo, ya que el pino y el eucalipto son especies altamente inflamables. Sus ramas y corteza se encienden fácilmente y sus hojas, que no se descomponen por la pobreza del suelo ocasionada por las mismas plantaciones, sólo se acumulan generando aún más combustible. Además, la explotación de resina, cuya extracción se hace en el pinar mismo, constituye un origen de fuego muy peligroso. Y la disposición de las plantas, de forma homogénea y continua, facilitan el avance del fuego. Una combinación explosiva. Y Corrientes tiene más de 516 mil hectáreas de estos monocultivos, siendo la provincia más forestada del país.

Pero esta industria, que nos vendieron bajo el lema de progreso y desarrollo, tiene detrás no sólo un alto impacto negativo ambiental, sino también un trasfondo social muy macabro, ya que despojan de sus tierras y puestos de trabajo a pobladores originarixs, campesinxs y chacrerxs. En la mayoría de los casos estas personas no tienen otra opción y se ven obligadas a trabajar, o mejor dicho, a ser explotadas laboralmente en las forestaciones bajo condiciones inhumanas.

Otro tipo de producción que afecta nuestros ambientes naturales son las arroceras. Éstas ocupan enormes cantidades de agua, por lo que para su desarrollo los productores utilizan y modifican cursos y fuentes de agua, secando lugares donde abundaba e inundando otros. Hay que tener en cuenta que estos modelos productivos, al NO estar en sintonía con nuestros ecosistemas nativos y sólo centrarse en la rentabilidad, degradan el ambiente, destruyen el suelo y, como si todo esto fuera poco, nos contaminan con agrotóxicos y fertilizantes químicos que solo empeoran el panorama.

Todo esto se ve agravado por la sequía extrema que estamos atravesando. El agua no es suficiente para abastecer las necesidades de la flora, la fauna y los seres humanos en general, acompañado de una ola de calor histórica donde las altas temperaturas, que están por encima del valor promedio esperado, se extienden por días. A este combo altamente peligroso se suma la bajante histórica del Río Paraná, el río que alimenta los cuerpos de agua de la provincia produciendo un desequilibrio ambiental que facilita aún más la propagación del fuego.

El fuego, además, se utiliza con fines económicos. Hay una costumbre arraigada de quemar los campos para la renovación de pasturas para el ganado o para destinar un terreno para la industria inmobiliaria (principalmente turística), agrícola y/o forestal. Hay que remarcar que debido a todos estos factores comentados estas prácticas se encuentran prohibidas en este momento.

Es importante remarcar que la inacción política por parte del Estado provincial y la falta de preparación para estos fenómenos es realmente alarmante. En Corrientes, el organismo principalmente responsable, de acuerdo a la ley provincial Nº 5.590, es la Dirección de Recursos Forestales, dirigida por el ingeniero forestal Roberto Rojas. Esta Dirección tiene la obligación de trabajar en la prevención y combate de los incendios y de llevar una estadística de los mismos, también de controlar el cumplimiento de las normas vigentes en dicha ley y mantener un inventario actualizado de los recursos disponibles en la provincia para el manejo del fuego. Además es el ente encargado de la investigación del origen del incendio y de sancionar a los responsables de las mismas. Todas estas obligaciones, fundamentales para el manejo del fuego, brillaron por su ausencia y denotaron años enteros de incumplimiento de las funciones anteriormente nombradas de esta Dirección. Así también es importante remarcar el silencio absoluto de la misma, en estos últimos años, mientras miles de hectáreas se quemaban indiscriminadamente.

Tampoco hay que olvidar que en el 2020 los senadores correntinos manifestaron su rechazo al proyecto de ley de humedales, por las supuestas implicancias negativas que traería para el sector productivo, una norma que podría haber evitado esta situación que ya provocó una pérdida económica de 70 millones entre las producciones de cítricos y yerba mate, ganadera, forestal y arrocera.

Si seguimos llevando adelante estos modelos de producción extractivistas la situación solo empeorará año a año. Es momento de despertar y, con el activismo que se está empezando a forjar en Corrientes, mejorar las cosas por el bien común de nuestra casa, de nuestra provincia, de nuestros ambientes naturales.


Dulcinea Mariel Lezcano es profesora de Biología e integrante de la organización socioambiental Defensores del Pastizal.

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