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Cuervo en noche de brujas

Escuché El cuervo -poema de Edgar Allan Poe- cuando era adolescente. Fue luego de un ensayo. Lo decía un actor joven que viajaría a Buenos Aires a hacer una audición postulándose para actuar una obra de teatro. Luego, lo olvidé, hasta que Ariel Aguirre entró a mi vida.

Él me contó que quería hacer El cuervo en teatro. Que el poema lo había impactado cuando era niño, en Los Simpson, en su primer especial de Noche de Brujas. Y me propuso que lo dirigiera. Durante una década, buscamos la versión en castellano que afinara con el tiempo de ese hombre que sufre por haber perdido a Leonor y, una noche sombría, recibe, en su cuarto, la visita de un cuervo.

En esa búsqueda nos encontramos estudiando el texto en inglés, escuchando versiones en ese idioma, la lengua de Poe. Allí, los acentos de las palabras son como las pisadas de un ave cuando hace su andar en saltitos, con su sonido escenificando la historia. Se nos hizo familiar pronunciar the raven.

La casualidad me encontró en otro ensayo conversando con la actriz Ingrid Pelicori acerca de la vida. Y me contó que, hacía tiempo, para una única lectura en un programa de radio, había traducido El cuervo. Así, encontramos la versión en castellano que afinó con nuestros deseos.

Mágicamente, quedó configurado nuestro guión: el poema se constituye, en cualquier caso, como texto para ser dicho. Y lo teníamos en dos idiomas. Fue fácil decidir, entonces. Presentar al público, como espejo, los dos textos, los dos idiomas, en una noche sombría, de ficción, de teatro. Así, nació el título de este fenómeno: The raven – El cuervo. El guión medio en el título es una decisión orientada a entender que queremos que el público entre en la ficción estando consciente de su decisión de presenciar teatro en dos idiomas.

Iván Moschner.

El encierro obligado que impuso la pandemia lo usamos para estudiar mucho, persistiendo y convenciéndonos, como una obsesión de Poe, en la idea.

Al final del aislamiento, en las Sierras de Córdoba, ensayando al aire libre, un amigo nuestro nos preguntó por qué hacíamos esta obra. Concluimos que lo tomaríamos como un mandato de Poe. En el poema, el hablante sueña sobre un montón de libros olvidados. Volúmenes de libros viejos, de literatura que nos gusta, que brilla como gemas escondidas en tiempos sombríos. Como cuando, en nuestros países, como en el medioevo del romanticismo bostoniano de Poe, las sombras se cernían sobre los pueblos. Queremos traer la literatura a la luz y ofrendar este trabajo a gente amiga y a gente desconocida que gusta de la poesía y del teatro.

Así como ese amigo nos visitó aquel ensayo, vinieron otras/os, de a una/o, de a dos, de a quince y cuarenta personas en una noche. Luego de cada ensayo, la gente nos hablaba y conversábamos. Y nos indicaron las tareas que marcaron el camino de este proyecto, porque, decidimos que la dirección de la obra la determine la mirada del/la espectador/a. Probamos ensayar invitando a público amigo y gente desconocida, en lugares disímiles, como Posadas, Buenos Aires, Wachenheim y Berlín.

Una vez comenzados los ensayos, un largo tiempo para memorizar la letra y pruebas de lectura en tertulias a las que éramos invitados, surgió el problema de cómo pronunciar el inglés ¿Qué acento debíamos usar considerando que ese idioma es casi segunda lengua en muchos países del mundo? ¿Atender a una pronunciación contemporánea? ¿De qué país? Nos enteramos que, muchas personas, consideran a Poe inglés, cuando en realidad en Inglaterra pasó sólo un tiempo de su niñez estudiando allí. Entonces, nos tocó conocer nueva gente, unas mujeres se acercaron para ayudar al actor a estudiar con precisión el idioma, dándole la libertad de hablar desde su mundo. Porque, los idiomas están, también, en constante cambio y, aún más, los acentos.

Decidimos ahondar en las diferencias y nos propusimos, entonces, trabajar una propuesta distinta para la actuación en inglés, que ocupará el “primer acto” de la obra. Y, otra, para cuando comienza la “traducción” al castellano. Diferencias que se funden, luego, en una sintonía de sentido que sintetiza el público, estando consciente de estar allí.

Descubrimos, haciendo estas pruebas, que en The raven – El cuervo el presente del teatro se constituye en el espacio intermedio entre los dos idiomas, entre dos maneras de actuar. Entre mundos que parecen diferentes, el problema de la humanidad se entiende en cualquier lengua. Y lo inasible, finalmente, se sintetiza en esta experiencia en compartir treinta minutos con un hombre que sufre porque ha perdido a su amada. Ha perdido a su Leonor.

Iván Moschner y Ariel Aguirre.

 

The raven – El cuervo

Poema de Edgar Allan Poe

Dirección: Iván Moschner

Actuación: Ariel Aguirre

 

El estreno se realizará el domingo 3 de septiembre. Habrá cuatro únicas funciones, los domingos de septiembre a las 14.30hs. en el Teatro Paraje Artesón, ubicado en Palestina 919, CABA. Entrada a la gorra.

Reservas: @theravenelcuervo.

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