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La generosidad de estar para el otro. Eduardo Calvo y Mosquito Sancineto en el Centro Cultural de la Cooperación
Con Fervor asistió al estreno de Este es el baile del monito, en el Centro Cultural de la Cooperación, en el reencuentro actoral de dos emblemáticos humoristas: Eduardo Calvo y Mosquito (Fabio) Sancineto. Los dos bien celebrados en el ámbito teatral y, también, en el televisivo, en el caso de Eduardo con su creación, El Heavy Re Jodido.
Comienza la obra, Mosquito (el abogado) hace la fonomímica del tema musical El baile del monito, de María Cristina. Eduardo (Calígula) yace tirado durmiendo bajo una palmera.
Luego de un largo sepelio a su hermana, el emperador se ve encerrado en una distópica isla Martín García, junto a su jurista de confianza. Como Napoleón en Santa Elena. Aquellos que otrora tenían un papel protagónico en los tejes y manejes de la administración pública se enfrentan a la finitud, el olvido, la precariedad y los miedos de una nueva realidad sin privilegios donde no se tienen más que a sí mismos.
El texto, inspirado en la obra Calígula, de Albert Camus, fue escrito por Pablo Lisandro Calvo, quien, también, asumió la dirección de esta apuesta mordaz donde todo parecido con la realidad no es mera coincidencia. Criado por la caricia y las risas de los teatros que su propio padre le prodigó, con un recorrido en la danza, docente e historiador, ha logrado una textualidad que recupera en los cuerpos de los intérpretes los mejores momentos del teatro porteño de los años ochenta, ya que se ponen en valor técnicas de improvisación, cabaret político, comicidad física unida a una dramaturgia extensa y esmerada que, los mismos actores aluden como “teatro de texto”, sin embargo, con un mazazo verbal que demuele la cuarta pared y, que, nos interpela y conmueve.
El diseño espacial de Héctor Calmet es simple y hasta despojado, solo inquieta una palmera metálica de la que me pregunto si alude, inteligentemente, a los retorcidos rastros de alguno de los parques temáticos abandonados por el gobierno actual. Esos esqueletos que intenta imponer el Calígula gobernante al desmantelar organismos claves que hacen al sostenimiento de una nación.
Una fiesta verlos en escena, muy disfrutables. Atinada propuesta después de recorrer espectáculos, a veces, tan faltos de profundidad ideológica y de tan poca reacción escénica a lo que está pasando.
Con Fervor se encontró en charla con la dupla cómica, en la que se abrieron en igual potencia, chistes y reflexión.

Con Fervor: En la síntesis argumental se plantea la territorialización, situando la escena en Isla Martín García, con un jurista de confianza, quien, por suerte y estrategia, le pone algún palo en la rueda ¿Cómo se autoconvocaron? ¿Desde cuánto hace que se conocen?
Mosquito Sancineto: Hace un montón, desde la década de los 80, desde nuestros inicios. Y en cuanto a la convocatoria, Eduardo y Pablo pensaron en mí para el personaje. Este reencuentro en el escenario es fabuloso, porque hemos hecho cosas juntos desde esa época, en los 90 también, con la Impro, y después nunca más, cada uno siguió por su lado.
Eduardo Calvo: Estuvimos muy peleados. (Ríen cómplices.)
MS: Sí, muy peleados, muy peleados.
EC: Y dijimos, hagamos una obra para reconciliarlos públicamente.
MS: Cuando me hablaron para el proyecto, me puso muy feliz en lo personal por la posibilidad de trabajar con Edu y con este texto.
CF: ¿Qué te atrajo del texto?
MS: Todo, me atrajo. Primero que es un choclo, al cual no estamos muy acostumbrados, y aparte un texto interesante, cada frase algo dice, entre líneas también.
“Emperador: Como usted, todos me ridiculizan. Botitas me dicen y me repiten, Botitas. ¿No ven la túnica acaso? Emperador deberían llamarme, justificado teocráticamente por la fuerza del firmamento, del manto celeste que cubre todo y nos obliga al eterno misterio. Cruel jugarreta, me desperté aquí, dopado, con las botas puestas y el mensaje “Botitas cagón, puto el que lee” en el último médano de esta isla. Si acaso hubiera alguna carpa de lona, licuados, líneas divisorias entre los que pagan o simplemente están ahí como hormigas, cualquier atisbo de propiedad, una señal de apaciguante privatización… De ese modo la historia sería otra. Pero no, solo hay, allá lejos (señalando para todas las direcciones de la isla) una pequeña aldea comunitaria al estilo de los antiguos rusos, parecen eslavos y todo, me cago en su dios y en esos esclavos rubios de la asamblea y la horizontalidad. Siembran y cosechan sobre la arena, aún no sé cómo sino ya hubiera patentado
Abogado: Ya está alucinando por beber agua del río y por la mordida del carpincho que quiso cazar. Ya le dije y en un principio lo recordó, estamos en la isla Martín García, ya no hay naturales de estas tierras. Y jamás los hubo rubios aunque usted así lo quiera, lo mismo le diría de la palmera. Entiendo que usted prefiere el calor abrasante de la florida, pero estamos en el Río de la Plata, con su humedad y sus aguas turbias, la palmera es totalmente arbitraria”.
CF: Por lo que dice Mosquito, que se conocen desde los años 80, el choclo que es el texto, que vienen de la improvisación, que vienen del juego dramático en todas sus aristas, ¿cómo se hace con la edad y con un “texto choclo” para incorporarlo? Y, además, que ustedes se ríen de esto en escena, precisamente, de las dificultades, olvidos…
EC: Sí, sí. Nosotros seguimos ensayando, seguimos estudiando, porque es realmente complejo el texto. Es complejo, a la vez es muy concreto y tiene humor, pero son textos al estilo de lo que puede ser una tragedia griega o una obra clásica por eso, los textos son abundantes.
Quiero hacer una parada para decir, también, que para mí es un placer enorme volvernos a encontrar y bueno, esas cosas de la improvisación que a veces surgen también en el escenario, donde tenemos una conexión hasta para salvarnos… Bueno, la idea es que no sea así, sino que cada vez respetar más lo que dice el director y lo que dice el texto.

CF: Claro, pero gracias al entrenamiento que tienen no lo viven como una traición o como un malestar. Lo toman a favor de lo que está pasando.
MS: Sí, no lo sufrimos. Si hay de golpe, un error, una línea no dicha, no estamos en el sufrimiento y no nos paralizamos.
CF: ¿Cómo surgió la idea y el texto?
EC: La idea surgió en el Centro Cultural de la Cooperación, en una charla con Antoaneta (Madjarova, integrante de la Dirección General, co-coordinadora del Departamento de Arte y coordinadora del Área de Títeres y Espectáculos para las infancias del Centro Cultural de la Cooperación), quien es una gran titiritera y una gran artista. Me dice: “tendrías que investigar sobre Calígula, es para este momento”. Entonces, lo comento a mi hijo y empezó a escribir y se le ocurrió esta historia. Y después dijimos, ¿quién puede ser el personaje del abogado? Y pensamos en Mosquito.
CF: ¿Es la primera obra que escribe y dirige Pablo?
EC: No, él dirigía un grupo que se llama La Orquesta Impuntual, donde escribía las obras. De ese grupo el asistente está con nosotros, que es un sol, Iago Scippo, que hace también la música.
CF: En Pablo hay una impronta de esta generación, de cómo ven el teatro y cómo habitan el humor. Pero, al mismo tiempo, sentí que esto podía haber sido escrito por Edu.
MS: Sí, sí, es cierto. Aparte son tan especiales los dos, el padre y el hijo. Tienen tantos lugares en común, tanta historia en común, se nota tanto eso. Que ha sido y es un gran padre y Pablo es un súper hijo. Tendría que contar intimidades de los ensayos, cosa que no voy a hacer. Pero es interesante observar cómo un hijo dirige a su padre, cómo este padre permite que este hijo lo dirija, como si fuese un actor más de la compañía. Tiene eso de atractivo y, también, tiene eso de sufrimiento, porque es muy especial. A veces se mezclan, se pueden mezclar las cosas y bueno, cuando pasa eso, hay una charla.
CF: Es de una camada de hijas/os que se han criado en medio de nuestras piernas, ensayando. Lo digo en carne propia. Se ha formado también con tu trayecto, Edu.
EC: Sí, sí. Pablo venía cuando hacía mis espectáculos. Estaba en los camarines de las giras por la costa, por todos lados. Es como que lo mamó. Además, formarse. Porque se formó en el arte, en la danza, en el teatro mismo. Aparte tiene una cosa de investigación muy interesante. Hace unos años se volcó a estudiar historia e investigaba todo el tiempo. Investigaba sobre la música, rescataba cosas que son increíbles que ni yo conocía. O sea, rescata… Es un investigador y eso me gusta. Es un apasionado del estudio y eso es importante.
Entonces, hay una cosa muy loca. Porque cuando nos conocimos con Mosquito, mi hijo ni había nacido. O sea, pasaron unos años y ahora nos está dirigiendo. Es increíble, es maravilloso.
CF: Lo primero que dice Google de Calígula es que “el emperador ha pasado a la historia como uno de los peores de Roma. Durante su breve reinado, el emperador loco, malo y peligroso causó estragos”. ¿Quién es Calígula, hoy, en la Isla Martín García?
EC: Uno asocia inmediatamente, pero no es que uno encara el personaje pensando en determinada persona, sin embargo, es natural que suceda, una asociación con personas que no son gratas.
CF: ¿Sintieron que la realidad iba superando esta ficción?
MS: Sí, claro que sí. Y, es más, a veces hemos dicho, a modo de chiste, apurémonos a estrenarla, a ver por si se va antes este hombre.
Hay un texto que dice, “su educación y formación es el insulto, el dominio imperial y la violencia”, bueno, sabemos de quién hablamos. Creo que las referencias señalan a este individuo, representante del establishment, que hoy es el títere de ese establishment, que nos está causando caos en nuestras vidas, económica, material y culturalmente.

CF: ¿Desde cuándo están ensayando y cómo resultó en este contexto donde los cuerpos están más vulnerables anímicamente, con escasos apoyos a la cultura?
MS: Estuvimos ensayando desde mayo. Eran ensayos de dos veces por semana, eran pocos los ensayos inicialmente. Y en lo personal yo sabía que teníamos que acudir a más días, porque teníamos que avanzar con la textualidad para llegar tranquilos. Justamente y para estar tranquilos con lo que a través de esa textualidad estábamos diciendo. Lo que nuestros cuerpos dicen también a través de esos textos. Ahora me resulta liberador. Al principio me resultaba algo tenso, pero hoy me resulta liberador, porque ya lo comparto con el público, con la gente. Entonces, esa tensión que solamente me abarcaba a mí, ahora la comparto en cuanto de lo que estamos hablando, de quién estamos hablando y de qué situación real de daño estamos hablando, a través del teatro. Y eso es lo interesante, que el público reacciona. Es un público muy atento. Y está bueno porque se nota que es un público que le gusta el texto o que está acostumbrado también a ver teatro de texto. A mí me encanta.
Se puede pensar que soy una persona, que lo soy también, un poco más frívola o más superficial en la apariencia, pero abordar esta textualidad para mí es una medalla que me pongo en mi cuerpo y en mi trayectoria por el compromiso personal artístico.
CF: Tu personaje naturaliza su condición y elección de género en un momento donde también las políticas atacan a las colectivas de mujeres e identidades LGBTIQ+.
MS: Por eso creo que también es liberador, por lo que decís. Muy liberador. Y, además, esto lo hablamos también con Pablo. Porque es la primera vez que, fuera de la Impro, me convocan para ser varón. Porque siempre en teatro hago personajes femeninos. Y le dije: pero, ¿querés que sea un varón, realmente un varón? Porque a mí me atraviesan otras cosas. Y me dio vía libre, entonces me inspiré en la figura de Marlene Dietrich. Hermosa en su momento. Una mujer, pero también con algo de masculinidad. Este hombre, este jurista, varón, pero que tiene ese grado de femineidad concreta. Pero el tipo no está haciendo de eso un uso o un abuso. Está ahí. Está. Está en él. Y soporta toda la humillación constante que el emperador le imprime. Y el emperador también se lava las manos con ese tema. Exactamente, como pasa en la realidad también, con este hombre que nos ataca, nos ataca, nos ataca al colectivo LGTBIQ+, pero él también pertenece a ese colectivo, verdaderamente.
CF: Y vos Edu, has dedicado tu vida como artista al humor. Desde la docencia, desde la creación, desde tu participación también en medios masivos. ¿Por qué seguir insistiendo en el humor para hablar de la actualidad en estos contextos?
EC: Creo que es el camino… No puedo decir que es el camino que nos salva, pero en lo personal sí puedo decirlo. Yo creo que es el camino para ver las cosas desde otro lugar y no destruirnos. O sea, tener una mirada, pero a la vez una transformación de las cosas que suceden. Las cosas que suceden son muy bravas. Entonces, ponerle humor a eso es como una crema que te pones, un bálsamo.
Es algo que también te libera y te distancia, pero a la vez te acerca, porque vos ves esa realidad y tratás de transformarla. La ves y la pones en un microscopio o en una mirada. Creo que los ojos son muy importantes. La pasividad de la que hablábamos antes, de que las cosas nos pasan y seguimos…aceptamos cosas que son inaceptables. Bueno, pero en un momento nos reímos de eso y quizás podemos hacer pequeñas revoluciones o saltar, porque tomamos conciencia de alguna manera. Entonces, al asumirnos absurdos, al asumirnos ridículos, yo creo que podemos enfrentar más las cosas. Aflojarle el moño a cosas que quizás no se les afloja y empezar a ir para adelante.

CF: Por otro lado, ustedes apuestan a un teatro de texto, sin embargo, apelan a una técnica que ustedes conocen muy bien, que es romper la cuarta pared. Incluso hay una escena que la hacen próxima al público, en la escalera. Como si estuvieran en un espacio no convencional, como si estuvieran en aquellos reductos en los que se criaron y se formaron ¿Cuáles son esos tips del humor que ustedes siguen conservando?
MS: Esos permisos también nos los dio Pablo porque él nos conoce y sabe que iba a funcionar también para esta puesta en escena, ese juego, como sello personal. Porque aparte no nos excedemos. Sabemos dónde está el punto justo, pues ya tenemos la experiencia. Sabemos cuándo frenar eso para que eso no sea todo lo que abarque y desviar al público hacia ese lugar. Sino que son esos pequeños momentos, esas perlitas, donde hasta el público las espera y, cuando sucede, el público lo festeja. Se ríe de otra manera, se distiende.
Cuando el personaje de Eduardo se agarra de un espectador cuando nos estamos hundiendo y me pide que lo salve, dice “acá hay un agarrón”, y espero a que se agarre del espectador. Y también, cierto temor del público, uy, están entrando acá. Están entrando a la zona del público ¿Qué va a pasar ahora? ¿Por qué entran a esta zona? Esas cosas que son insospechadas cuando comienza la obra y suceden, transcurren, son buenísimas porque, además, uno capta lo que les está pasando a las/os espectadoras/os con la energía que se está desarrollando. Entonces, ya estamos todas/os envueltas/os en esta situación. Ellas/os son las/os habitantes de esta isla también. Están en la Martín García. Están envueltas/os de esta trampa.
CF: ¿Cómo surgió esa posibilidad de acentuar distinto las palabras en tu personaje?
MS: Eso es algo que me gusta hacer, acentuar mal las palabras y en lo cotidiano a veces lo hago. Entonces lo empecé a hacer y Pablo me dijo, está muy bueno, pero no lo hagas todo el tiempo porque va a marear. Así que lo fuimos pautando, convirtiendo las palabras graves en agudas.
Este personaje tan extraño, que es mi jurista, que habla así, que se muestra de una forma sirviente, absoluta del otro hasta que se da cuenta, ¿para qué? ¿por qué? Todo el tiempo al lado de este emperador que solo lo humilla, solo lo provoca y lo tiene ahí de bastón. Bueno, hasta que llega el momento de la rebeldía.
CF: Edu, sos consciente de que juntos conforman una dupla humorística muy potente y muy complementaria. Como maestro de comicidad, ¿dónde ves estos lugares tan potentes de esta dupla?
EC: Soy un poco esotérico al respecto de los dúos. Hay como una conexión inexplicable que está en el aire y cuando te encontrás en el escenario eso se potencia. Es fascinante el trabajo en dúo. Bueno, vos lo sabés muy bien porque trabajaste con Las chicas de Blanco, un dúo entrañable.
CF: Hay algo de la fisicalidad de ustedes dos que se complementa.
EC: Lo que pasa es que estoy maquillado y eso me hace más alto. (Ríen.)
MS: Siento a veces que somos Abbot y Costello. Pero me sucede que cuando, por ejemplo, es Eduardo que está realizando una escena humorística, a mí me llena de satisfacción cuando escucho al público reír. Entonces, siento cero celos, todo lo contrario. Disfruto cuando el público se ríe con las ocurrencias de Eduardo. Y disfruto cuando me pasan a mí. Porque es la obra lo que me interesa. Entonces, todo nuestro caudal de experiencia profesional y de amistad está guiado hacia ese destino. También con la Impro aprendimos un montón de cosas. Que lo que funciona es la generosidad. Lo que funciona es la generosidad y estar para el otro. Estar para el otro y sumar. Y después la gente se divierte. Es una consecuencia de ese trabajo.
Como nos pasó el otro día. El personaje de Eduardo va a buscar la balsa pisé una lata que me quedó atorada en el pie. Y dije, ¿qué hago con esto? Y dije, lo tengo que hacer visible porque tengo que seguir caminando. Y jugamos con eso. Y Eduardo comenzó a cantar “a la lata, al latero, a la hija del chocolatero.”

CF: Por otro lado, están en el Centro Cultural de la Cooperación. No es cualquier teatro.
EC: Trabajé muchas veces allí con distintos espectáculos y es un espacio que tiene una resistencia impresionante y siempre cuida a las/os artistas. Cuida la cultura y cuida las manifestaciones diferentes. Y eso es importantísimo. Uno se siente apoyado porque acompañan los proyectos y no importa tanto lo comercial. Están para que las cosas funcionen, se ponen las pilas y se labura en equipo.
CF: ¿En qué otros proyectos están trabajando?
MS: Festejando los 25 años de Improvisación Mosquito, nos quedan dos funciones en el Teatro Carlos Carella los viernes a las 22:30 horas, nos está yendo muy bien y también a través de ese show hacemos catarsis con las/os espectadoras/os acerca de lo que nos está sucediendo. También, estoy esperando el estreno de dos películas independientes, una se llama Instante, de Pablo Yotich, donde me convocaron para hacer un paciente oncológico. Agradecido porque es un tema fuerte y en cine hice personajes secundarios divertidos y ahora estar dentro de un drama está bueno. Otra película interesantísima con un director muy joven, Patricio Tarazona, talentosísimo, la hizo en tres fines de semana y el personaje que me tocó también muy interesante. Y el próximo 26 de septiembre participo de la película Medea, de Lara Seijas, que se estrena en una púnica exhibición en el Centro Cultural San Martín.
EC: Estoy con una empresa de marroquinería que se llama … no me da el cuero… (Reímos). Estoy trabajando con mi unipersonal, Mundo Heavy, en gira por el interior de la provincia, próximamente estaré en el Teatro Municipal de Pacheco y en octubre en Benavidez. Estoy en la tele, escribiendo y haciendo para mi personaje El Heavy Re Jodido, trabajando en Bendita TV , así que contento con eso y metiéndole siempre a las clases con la Escuela de Arte Cómico. Hasta hace poco, haciendo una obra hermosa, Muñeca o el naufragio, que dirige Mariana Giovine y que la vamos a volver a hacer, tenemos algunas funciones, una en SAGAI en noviembre. La tele es una ventanita que permite que público nuevo conozca otros personajes que hago en el teatro. Al mismo tiempo, sé que soy un privilegiado en este momento, de poder trabajar en un medio como la tele donde no hay ficción alguna, no hay posibilidades para las actrices y actores, ni para las/os humoristas. La televisión no se abre como se abría en los ’80, en los ’90 o hasta no hace mucho tiempo. Hay un vacío muy concreto de arte en la televisión.
CF: De arte y contenido. A veces veo la escena muy licuada. No se habla de lo que está pasando y menos en clave de humor y ustedes tienen una receta que tiene que ver con un contexto histórico. En los ‘80 había una necesidad urgente de salir a hablar de la negritud que habíamos vivido en los años de la dictadura cívico militar. Por eso, cuando los veo en escena, me conmueven al ver una técnica teatral para hablar de lo que está pasando.
EC: Gracias.
MS: Y qué triste volver a eso. Otra vez remando la lucha, la denuncia, frenar a este neonazismo neofascismo o como lo quieran llamar, esta ultraderecha codiciosa criminal, violenta, maleducada, perversa, provocadora, asquerosa, bueno, ningún calificativo a favor. Otra vez con las mismas trampas económicas y otra vez la postergación y otra vez la resistencia a esa postergación. Sin embargo, mi cuerpo va a salir adelante ante todo esto, mi cabeza también y mi arte, también, porque somos parte de un movimiento que tiene que multiplicarse en los teatros y las obras. Supongo que va a ocurrir, tiene que ocurrir.

Ficha artístico-técnica:
Actúan: Eduardo Calvo y Fabio Mosquito Sancineto
Diseño de espacio: Héctor Calmet
Redes sociales: Anahi Suray Veiga
Asistencia general: Iago Scippo
Asistente de prensa: Anahi Suray Veiga
Producción ejecutiva: Fabi Maneiro
Puesta de luces: Héctor Calmet
Dirección: Pablo Lisandro Calvo
Este es el baile del monito puede verse los sábados a las 22:30hs. Centro Cultural de la Cooperación, ubicado en Av. Corrientes 1543, CABA.
Claudia Quiroga es Licencia en Artes. Dramaturgia, Dirección, Docencia y Actuación. Mediación y Gestión Cultural. Artivismo y Género. Co-Fundadora de la Colectiva Feminista Artivista, MAT – Mujeres de Artes Tomar. Integrante Asociada y docente en el CELCIT (Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral). Integra la Colectiva de Autoras. Vive en Villa Sarmiento, Morón, Provincia de Buenos Aires.





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