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Fausto y lo femenino eterno. Cuando la traducción es un elogio

Goethe publicó en 1808 y 1832 las dos partes de un drama al que llamó Fausto. Toda la primera parte y la mayoría de la segunda la escribió en verso y en alemán.
Rubén de León, doscientos diez y siete años después, hace una adaptación de una traducción al castellano y en verso. Sería algo así como la traducción de la traducción. Puede este Fausto contemporáneo conservar el espíritu de Goethe, ¿su mentor? ¿Logrará traducir el drama que sostiene la trama?
Bárbara Cassin (1947), filóloga y filósofa francesa, en Elogio de la traducción, la define como una mediación. En este caso, se media entre la lengua alemana y la nuestra, entre aquella época y la de ahora, entre un Romanticismo desdibujado y una materialidad productiva y global.
Como datos interesantes, la primera versión española en escena data de 1856, donde Robert Pageard fue su director.
En 1869, Manuel Matta (chileno) tradujo en verso rimado las dos partes de Fausto. Le insumió veinte años.
En el 2000 (22-23 de julio), la obra fue estrenada en la Feria de Hannover con dirección de Peter Stein ¡Su duración fue de 21 horas con intervalos!
La traducción es un saber hacer con las diferencias, es mediar para producir sentido entre las lenguas. Es deconstruir, es empujar los límites establecidos. Es crear nuevas formas de contar.

De León pareciera conocer el concepto de “intertextualidad” de Julia Kristeva, donde el texto es producción cultural, es mosaico de citas que referencian a otros textos, son espacios de diálogo y tensión con la noción tradicional (cerrada) del texto.
Y lanza a Fausto al escenario ¿Cómo interpretó y medió Juan Manuel Correa -el director- la esencia del sabio Fausto para ser actuada por el elenco elegido?
Meses de lectura de obra, de trabajo escénico y un gran compromiso del elenco lograron ofrecer una obra de calidad; compleja, que pasa de la vigilia al sueño, de la euforia a la angustia y al conflicto. Por momentos, parece no haber salida.
La primera parte es muy clara. La estructura discursiva de la tragedia ayuda al público a descubrir lo que se actúa. Sucede en un mundo temporal. Hay una trama, un nudo, aparece el conflicto y, finalmente, el desenlace. Fausto el doctor, el que sabe, hace un pacto con Mefistófeles (el diablo), quien le ofrece juventud a cambio de la entrega de su alma. Le presenta a Margarita, una bella adolescente y se enamoran y…… pasan cosas.
La modernidad, en la segunda parte, trae su impronta que complejiza su seguimiento (conocer la historia o haber leído a Fausto ayuda). Tiene lugar en el microcosmos. Aparece otro Fausto, con otra valoración del mundo. Le invade la codicia, la insatisfacción; el ser se desvanece y la inmediatez triunfa. Aparece un Yo Partido, la conciencia desgarrada. Y aparecen también personajes que representan los prototipos de la humanidad, duplicados. De León corta y pega con total libertad, imitando, tal vez, la libertad que se tomó Goethe para escribir su obra. Fausto abandona, ya avanzada la puesta, el amor por Margarita y aparece el amor al Poder. Las escenas están tomadas por subtramas, como cuando se sueña, porque se sueña cortado, quebrado, linkeado con traumas, donde aparece lo más feroz y animal de la esencia humana.

Fausto interpela a cualquier contemporáneo. Le gusta ser joven, no quiere envejecer, deja de cuestionarse, se angustia, se droga, quiere siempre más.
Es interesante destacar que, entre la primera y la segunda parte, hay puntos de conexión. Se percibe un pasaje entre un Fausto emocional y subjetivo (ideales del Romanticismo alemán) y un Fausto más racional y calculador (cambio de época). Nuevamente, el texto cruzado, mediado por las historias y los Paradigmas que se perfilan.
De forma casi cinematográfica es la puesta en escena. La iluminación es un hallazgo para seguir y profundizar los cambios temporales, suma, genera climas. El vestuario sobrio, sencillo y contundente. La música y los coros recuerdan las representaciones de los teatros de la antigua Grecia. Las canciones interpretadas no tienen música ¿Se habrá buscado que no compitan con la musicalidad de la letra, que se muestren puras?
Las actuaciones son producto de un gran trabajo previo. Son equilibradas, parejas, constituyen un todo. Hay equipo. El personaje de Margarita (Pilar Fridman), va creciendo a medida que se desarrolla la trama y logra su punto culminante cuando se arrodilla y recita su parlamento. También, interpreta a Helena.
Fausto (Darío Levy) hace contacto inmediatamente con el público. Se muestra tan auténtico que sus emociones traspasan las almas presentes. Genera ternura y también rechazo. Pasa de un estado a otro con tanta versatilidad que es importante destacarlo.

Juan Manuel Correa es el director, quien se pone al hombro el desafío de interpretar un clásico de la literatura universal en tiempos donde el pensar y reflexionar parece no importar. Y lo logra, como también logra interpretar a Mefistófeles, un subordinado de Satanás, encargado de robar almas. Y a Cancerbero, el perro de Hades, Dios del inframundo en la mitología griega, con tres cabezas. Su plasticidad y capacidad es para destacar. Por momentos, me recuerda a los bailarines de danza Butoh, quienes conjugan el baile y el teatro. Juan Manuel se desplaza con movimientos lentos, expresivos y con una estética que, a menudo, se asocia con lo grotesco, lo doloroso y lo absurdo.
Excelentes son las interpretaciones de Marta (Verónica Intile, actriz con un futuro promisorio) y la Bruja (Victoria Cipriota). Son viscerales, atrapan, cautivan.
El Emperador está representado por Miguel Sorrentino. Su tono de voz y presencia escénica hacen que la audiencia lo perciba como tal.
El estudiante de Fausto y el arzobispo (Eloy Rossen) acompañan impecablemente y maximizan las escenas donde participan.
¿Qué tiene de actual Fausto? La esencia del alma humana. Los vaivenes entre el bien y el mal. El poder. El inconsciente que no descansa.
Y sobre todo la creencia de que el drama humano tiene solución. Ésa es la ilusión. Lo eterno que siempre retorna.
¿Es esa la ilusión?
Fausto da pistas. Vale verla. Es teatro independiente del bueno.

Ficha artístico-técnica:
Autoría y adaptación: Rubén de León
Dirección: Juan Manuel Correa
Asistente de dirección: Ana Skornik
Diseño escenográfico: Carlos Di Pasquo
Diseño de iluminación: Horacio Chino Novelle
Composición musical: José Buscó
Diseño de vestuario: Paula Molina
Diseño gráfico: Lorena Serra
Fotografías: Rodrigo Cassano
Producción: Cooperativa El Fausto
Actúan: Juan Manuel Correa, Darío Levy, Victoria Cipriota, Pilar Fridman, Verónica Intile, Eloy Rossen y Miguel Sorrentino
Fausto y lo femenino eterno puede verse los sábados a las 20hs. en el Espacio Experimental Leónidas Barletta del Centro Cultural de la Cooperación, ubicado en Avenida Roque Sáenz Peña 943, CABA.
Silvia Dasso es docente, Lic. en Sociología (UBA), Master en Gestión de Instituciones Educativas, Universidad de San Andrés (Udesa). Fundadora y directora del Colegio Bilingüe Jardín-Primaria-Secundaria en CABA. Consultora y selectora de personal en el ámbito educativo. Escritora y artista plástica. Vive en Palermo, Comuna 14, CABA.
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