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Extranjeros por todas partes en la Bienal de Venecia. Cuando el discurso está en el mensaje

En Mil Mesetas, Deleuze y Guattari, conciben el lenguaje como un sistema dinámico y en constante transformación donde los signos y símbolos están interconectados con el pensamiento, la cultura, el poder y la tecnología (esta última agregada por quien escribe). De esta forma la interpretación y el significado es cambiante, fluido, al estar modelado por las relaciones culturales y simbólicas de un contexto determinado. Reconocer el carácter situado de cada lengua ayuda a identificar (y desmantelar) las jerárquicas y reivindica la legitimidad de idiomas marginados o subordinados.

Algo así habrá considerado Adriano Pedrosa (director artístico del Museo de Arte de San Pablo desde noviembre de 2014), curador de esta 60° Bienal de Arte en Venecia. Con el título de Extranjeros por todas partes, invita, nos invita a desarrollar un pensamiento crítico. Propone trazar caminos de comunicación y encuentros entre deseos, saberes y pensamientos manifestándose en forma de diálogos, contradicciones, disidencias y materialidades.

Lo extraño, lo extranjero que, a decir de Freud, no solamente está fuera de nosotras/os, sino, en el interior, en el fondo; como algo familiar.

A Pedroso le interesa destacar las producciones de las/os artistas queers, de las/os outsiders, de las/os autodidactas, de las/os folks y de los pueblos originarios (tratados como extranjeros en sus propias tierras). Este grupo de artistas constituyen el Núcleo Contemporáneo de la presente Bienal. Tal es así que el colectivo MANKU (artistas indígenas del Brasil) recibe al público pintando un mural en la fachada de Il Giardino.

El Pabellón Pinacoteca Migrante, de España, es para destacar. Después de una investigación exhaustiva (desde la época del Imperio hasta la Ilustración), la artista hispano-peruana Sandra Gamarra Heshiki (primera artista Migrante) utiliza la Institución Museo como narrador de grandes relatos universales, hegemónicos (también, exportados a las antiguas colonias) para exponer una serie de narrativas que históricamente fueron silenciadas y excluidas. Migrantes, tanto humanos como no humanos (piedras, materias primas, metales), son las/os protagonistas de dichas narraciones. En palabras de Agustín Rubio (curador de la Pinacoteca Migrante): “se entrelazan aquí la sociología, la política, la historia del arte y la biología para proporcionar una reinterpretación en la que las consecuencias históricas, a menudo ignoradas, se vinculan con nuestra contemporaneidad”.

La visualización de los géneros de la pintura clásica (retrato, paisajes, bodegones, ilustración científica y botánica) están desarrollados en las cinco salas perimetrales del pabellón y muestran la construcción de un discurso monolítico de Estados nación por sobre otros tipos de organización social intencionalmente silenciadas. Los nombres de dichas salas facilitan imaginar el contenido. Sala I Tierra Virgen. Sala II Gabinete de Extinción. Sala III Máscaras Mestizas. Sala IV Gabinete del racismo Ilustrado. Sala V Retablo de la Naturaleza Mórbida y Jardín Migrante. La narrativa de la Pinacoteca es un ciclo continuo entre destrucción y reconstrucción, olvido y restitución de la memoria, naturaleza y devastación.

Al final del recorrido, Jardín Migrante funciona como lugar de restitución simbólica, como contra narrativa del museo, para asumir los contextos contemporáneos más inclusivos, en relación al sexo, el racismo, la migración y el extractivismo.

 

 

En esta línea, el Pabellón de Australia Fith and Kin (parientes y amigos), de Archie Moore, recibió el León de Oro a la mejor participación. El artista, con ascendencia kamilaroi, bigambal y británica, realiza una minuciosa investigación abarcando 65 mil años de historia de las Primeras Naciones de este país, haciendo referencia al impacto de la colonización. Sobre paredes y techos negros, Moore estuvo meses escribiendo con tizas blancas los árboles genealógicos de los antepasados, muchos de los cuales son desconocidos. En palabras de su curadora, Ellie Buttrose, apelar a la Memoria es una esperanza para reescribir la Historia.

El Pabellón del Estado Plurinacional de Bolivia Mirando el pasado, avanzando más allá del futuro, nos muestra los saberes, conocimientos y prácticas ancestrales de sus milenarias culturas. Como todo lo público es político cabe mencionar que la Federación de Rusia les cedió su espacio para que 25 artistas de Bolivia y de América Latina, incluyendo a la Orquesta Experimental de Instrumentos Nativos (OEIN), puedan estar presentes. La curadora es Esperanza Guevara, ministra de Cultura, Descolonización y Despatriarcalización. Ponchos, amplias polleras coloridas, instrumentos autóctonos, hilados, tejidos “traen con sus vientos la memoria de un pueblo que no deja de luchar» (palabras del Che Guevara en el discurso inaugural).

Obras como Nadie es ilegal en el mundo y Muchas mujeres europeas trabajan o estudian gracias a las inmigrantes indocumentadas, de Alexandra Bravo, provocan una empatía inmediata.

Otra obra a destacar es El pensar de nuestras filósofas, de Elvira Espejo, como un homenaje a las maestras hilanderas. Muestran el hilar como capital ancestral de estas comunidades y cómo la educación visual se impone sobre la tradicional de aula y pizarrón. Tradición transmitida de abuelas a hijas y a nietas. El sentir el hilo, el escuchar el movimiento de la rueca, el cantar mientras se trabaja o se cuentan historias es un hallazgo a resaltar.

El Pabellón de Polonia es una clara intersección entre arte, política y censura. El artista Ignacy Czuartos había sido seleccionado para presentar el proyecto Práctica Polaca en la tragedia, entre Alemania y Rusia. Se abordaba, en la historia del siglo XX, el comunismo soviético y el nacionalismo alemán, para establecer un paralelo con los acontecimientos actuales (invasión a Ucrania). El Partido de Derecha Ley y Justicia, pierde las elecciones del 15 de octubre y el país pasa de una coalición de derecha a una de centro. El nuevo ministro de Cultura cancela este Proyecto y elige al colectivo de artistas ucranianos Open Group, para presentar Repeat after me II. Es una instalación recreando un karaoke, donde refugiados civiles narran los sonidos de la guerra. Ruidos de balas, cañonazos, sirenas antiaéreas y explosiones constituyen la partitura a reproducir por quienes estábamos sentados en el Pabellón. Los folletos que el gobierno distribuye “en caso de invasión o guerra” a la población y qué hacer son vitales para sobrevivir. Esta instalación, como la de la 2022, muestran que la guerra es una experiencia de todas/os y, en este caso, ponen en el centro de la escena la voz de quienes la padecen en primera persona.

Otro Pabellón que se hizo sentir fue el de Israel. Los artistas seleccionados no abrieron las puertas y en una de sus vidrieras colocaron un afiche anticipando que no lo harán hasta el cese del fuego.

En esta Bienal participan 87 países. Benin, Timón Oriental, Etiopía y Tanzania lo hacen por primera vez. 331 artistas, entre vivas/os y fallecidas/os, están presentes en dos secciones o núcleos: el Contemporáneo y el Histórico. Todas/os tienen algo para decir. Está en cada visitante conectarse (o no) con el mensaje.

Esta es una Bienal salpicada por guerras, donde Rusia está ausente por segunda vez.

Una concentración Propalestina se manifestó en la sede de Israel, cerrada como protesta sobre la guerra. Las/os artistas convocadas/os piden el cese del fuego y la liberación de las/os rehenes.

Egipto presenta Dramma, con la Curaduría (y como Expositor) de Wael Shawky. Una gran ópera que recuerda la revolución (1879-1882), donde las tropas británicas bombardearon Alejandría, en la histórica batalla de Tel El Kebir. Y así podría continuar describiendo otros Pabellones.

¿Qué intenta decir Pedroso al llamar a esta Bienal Extranjeros por todas partes?

Hacia afuera intenta superar fronteras, las geográficas y culturales, y seguir luchando contra el racismo y la xenofobia. Expatriadas/os, exiliadas/os, indocumentadas/os, migrantes y la descolonización son núcleos claves para entender el recorrido. Hacia adentro, bucear en nuestra extranjeridad.

El ejercicio de la memoria es el gran capital que tenemos las sociedades y los sujetos para saber por dónde ya se pasó, cuáles fueron sus costos y consecuencias. Hay muchas heridas que sanar, que atender. Vencer los miedos, ser creativos, pensar comunitariamente es el gran desafío.

El arte, las artes y las culturas son rutas posibles que nos nutren, nos dan identidad y nos hacen crecer como sujetos políticos.


Silvia Dasso es docente, Lic. en Sociología (UBA), Master en Gestión de Instituciones Educativas, Universidad de San Andrés (Udesa). Fundadora y directora del Colegio Bilingüe Jardín-Primaria-Secundaria en CABA. Consultora y selectora de personal en el ámbito educativo. Escritora y artista plástica. Vive en Palermo, Comuna 14, CABA.

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