Así en la tierra como en el cielo

En momentos en que se vuelven tan necesarias como imprescindibles las propuestas culturales que concitan el encuentro con la/el otra/o, el Centro Cultural de la Ciencia nos regala la posibilidad de disfrutar, de manera totalmente gratuita, de La desobediencia de Marte. Esta obra de teatro, escrita por Juan Villoro, dirigida por Marcelo Lombardero y coproducida por el Centro Cultural de la Ciencia -del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación- y el Teatro Nacional Cervantes -del Ministerio de Cultura de la Nación-, puede verse todos los viernes, sábados y domingos a las 20hs, hasta el 30 de julio.

Ni bien se apagan las luces de la sala y antes de la salida a escena de las actrices y los actores, un texto que proporciona datos precisos acerca de la época, lugar, personajes y contexto histórico aparece proyectado sobre una pantalla colocada arriba del escenario: “en el año 1600, en un castillo en Benatek, Bohemia, Tycho Brahe y Johannes Kepler, ambos matemáticos y astrónomos, se reúnen para poder descifrar en conjunto las trayectorias de las órbitas planetarias, especialmente la de Marte, la más rebelde de todas”. Pero este recurso, un artificio tecnológico que no proviene en absoluto del teatro más tradicional, parece servir -como entenderemos poco después- no sólo como información contextual, sino, como una especie de guiño al espectador, un llamado de atención acerca de la (im)pureza de la representación teatral como tal. Pero, vamos de a poco…

Dispuestos, entonces, a conocer la historia de los astrónomos y ante la presencia contundente de los dos protagonistas, ataviados con ropa de la época y en un espacio que remeda un palacio del siglo XVI, comienza a desarrollarse un potente diálogo, construido con extensos parlamentos y declamaciones, aunque, no exento de giros humorísticos. La tensión que existe entre ambos hombres es evidente, producto de los recelos propios de cualquier relación -laboral y personal- en la que el poder puja por imponerse. Ambos se saben incompletos, necesitados de la ayuda del otro: la experiencia de uno -de más edad y renombre-, por más vasta que sea, requiere de los métodos novedosos que el más joven posee.

Así las cosas y en medio de una constante tensión dramática en la que el espectador parece estar sumergido, otro recurso inesperado -que, ahora sí, parece venir a interrumpir el pacto teatral que se ha aceptado desde que los personajes irrumpen en escena- marcará, definitivamente, un cambio de rumbo, una “desobediencia”, en la representación. Ya no es sólo Marte el desobediente, sino, que los mismos actores parecen tener dificultades a la hora de interpretar únicamente los personajes para los que fueron convocados y comenzarán a rebelarse “sacando sus trapitos al sol”.

Por todo lo dicho, La desobediencia de Marte se constituye en una suerte de juego de espejos, en donde la relación de amor-odio entre un científico consagrado, que sabe que no le queda mucho tiempo en este mundo y, otro, mucho más joven -y, por ello, tanto más rebelde e impune-, devendrá en un enfrentamiento entre los mismos actores, a partir de la revelación de un secreto que los vincula profundamente. De este modo, lo meta-teatral se instala, definitivamente, dentro de un espectáculo que, como la vida misma, pone en constante tensión los vínculos entre el arte y la realidad y, especialmente, entre la ilusión y la realidad.

Claro que todo esto, que resulta más o menos fácil de contar acá, no sería lo que es sin la enorme calidad actoral de dos grandes figuras de la escena local, como son Osmar Nuñez y Lautaro Delgado, que hacen honor a esta variada gama de personajes que les ha tocado interpretar.

La desobediencia de Marte puede verse los viernes, sábados y domingos a las 20hs. en el Centro Cultural de la Ciencia (Godoy Cruz 227, Caba).

Laura Fuhrmann es profesora de Lengua y Literatura y correctora literaria y de imprenta. Vive en Villa del Parque, Comuna 11.