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Notas nómadas para un reencuentro
El film Mein Buch, de Max Mirelmann, puede verse en el BAFICI 2023
Mein Buch se está estrenando en la competencia oficial de formato documental. Con Fervor dialogó con su director, Max Mirelmann.
A partir de un cuaderno manuscrito, con su tapa entelada y bordada, se recapitula la llegada a la Argentina de Jacob desde su Polonia, a principios de siglo, y los subsiguientes viajes en respuesta a las preguntas de su hija. Es un diálogo que no ocurrió o sí, en otra dimensión. Esas voces conectan a las resguardadas fotos y fragmentos fílmicos. Escenas de una Buenos Aires que iniciaba su urbanización, la Patagonia inhóspita, la intimidad familiar vacacional y los viajes exóticos se condensan en una textura extranjera, migrante y, especialmente, aventurera.
Mirelmann invita a un viaje en blanco y negro. Sin embargo, la coloratura se expande cuando atraviesa la poesía de esa hija. Echa luz a los trazos borrosos del celuloide. También, Ivana, una voz tierna y curiosa, como podría ser hoy, la de alguna de sus nietas con el abuelo.
Con Fervor: ¿Qué motivó la reconstrucción narrativa del material documental familiar?
Max Mirelmann: Lo primero que la motivó es que el material, siempre, estuvo ahí. Desde chico, en la casa de mis viejos había fotos, diapositivas y filmaciones antiguas. Y se contaban muchas historias acerca del pasado familiar (algunas de lugares tan lejanos como Varsovia, Londres, Crimea, Suiza y Nueva York). El desafío era qué contar y cómo. Al comienzo, surgió la idea de hacer un documental. Me tentaba indagar en las vidas de mis abuelos y bisabuelos, judíos polacos que migraron buscando mejores condiciones de vida. Pero, tenía que haber algo más ¿Qué diferenció a esta familia de migrantes de tantas otras?
Rápidamente, el relato tomó la forma de una ficción basada, en parte, en hechos “reales”. Empezamos a trabajar el guión con Ignacio Masllorens en 2020, durante la pandemia. Había dos ideas: la reconstrucción de quién fue mi viejo (a través de un diario íntimo que escribió en 1921 y sus filmaciones) y, también, la figura de mi hermana, que murió joven.
CF: En esa época no era común tener una cámara de filmar, ¿qué sabés sobre la adquisición?
MM: Ese detalle se perdió en el tiempo. No tengo datos.
CF: ¿En qué estado estaban las filmaciones? ¿Hubo que realizar algún tratamiento de recuperación?
MM: Los rollos de 8mm y super8 estaban en buen estado, pero, se perdieron en alguna mudanza. Por suerte, quedaron unos cassettes VHS a los que se había hecho el transfer. La calidad de la imagen no es la misma, el material fílmico original hubiera sido lo ideal.
CF: ¿Qué decisiones de guión tuvieron que tomar?
MM: Una vez tomada la decisión de que no fuera un documental, algunas cosas estaban claras: el comienzo sería sobre el diario íntimo y la llegada de mi viejo a la Argentina en 1921; su adaptación como migrante y su espíritu nómade o gitano, como él mismo dice en su diario.
Había mucho material de archivo, así que teníamos libertad para elegir. Lo importante era mantener el ritmo de la conversación, que el diálogo se mantuviera vivo y con la sensación de espontaneidad.
La historia de mi familia tiene momentos densos y hasta trágicos, así que, no queríamos caer en la melancolía o la solemnidad. Creo que, de alguna manera, este clima está esbozado sin entrar en detalles ni dar golpes bajos.
CF: Las imágenes filmadas son de dos dimensiones, una familiar, actuando para la cámara, mostrando juegos, encuentros, seducciones; y los viajes, en donde, quienes habitan el otro “mundo”, posan a una lente que poco reconocen, en un silencio de gestos admirable ¿Qué trama encontrás entre esas dos miradas de tu papá?
MM: Buena pregunta. La dimensión familiar, lúdica está vinculada a sus relaciones de pareja con su primera mujer, en las décadas del 30 y 40, y la relación con mi madre, a partir de 1950. En ambos casos, se da el espíritu de aventura, pero, siempre, de una manera cálida, con mucha libertad. En cambio, la mirada silenciosa, casi quirúrgica, es la de mi padre en su soledad extrema, en su economía de palabras y en su mundo íntimo, que, hasta hoy, resulta misterioso.
CF: ¿Quiénes fueron ese papá y esa mamá en la vida cultural de Buenos Aires?
MM: Se conocieron cuando mi mamá (Lydé Lisant*) era una actriz joven y mi papá (Jacob Mirelmann) un hombre ya maduro, empresario textil, exitoso económicamente. Fundaron el Grupo del Sur, junto a Carlos Gorostiza y Luis Diego Pedreira. Convirtieron un antiguo cine de barrio en el Teatro San Telmo (Comuna 1). Ahí, se representaron, entre 1957 y 1970, obras de Juan Carlos Gené, Federico García Lorca, Tennessee Williams y Bertolt Brecht. Con actrices y actores como Tito Alonso, Jorge Rivera López, Pepe Soriano y María Rosa Gallo.
El incendio del teatro, que fue accidental, se dio en un momento en que el clima político en la Argentina empezaba a enrarecerse. A partir de allí, como muestra la película, emigraron por un tiempo.
CF: La poesía de Ivana Mirelmann irrumpe como pregunta y como invitación ¿Por qué fue importante hacerla dialogar?
MM: Fue muy importante (y nada fácil) darle voz a mi hermana. Al principio, ella funciona como una entrevistadora, que pregunta y sólo comenta de vez en cuando. A medida que avanza la historia, las preguntas resultan más personales, hasta que se invierten los roles y pasa a ser ella la que narra. Era fundamental que su presencia tuviera más peso y más relieve en este relato, pero, no quise ahondar en temas personales dolorosos. En ese sentido, la palabra escrita -su libro- permitió que esos mundos quedaran sugeridos.
CF: ¿Qué legado “nómade” deja tu padre, ahora que terminaste el montaje?
MM: Asocio ese espíritu nómade de mi padre con su naturaleza curiosa y su inconformismo con las reglas y convenciones sociales. Se sentía mejor en ambientes diferentes a los hegemónicos de su época. Y de joven encontró que la mejor manera de eludirlos era viajando. En su madurez, el mundo del teatro le provocó el mismo efecto, le contagió vida y espontaneidad.
CF: ¿Cómo y por dónde siguen las presentaciones de Mein Buch?
MM: Queda una función (el miércoles 26 a las 15hs. en la Alianza Francesa) en la Competencia Argentina de Bafici. También, fue enviado a festivales y estamos esperando respuestas. En un futuro, posiblemente, habrá proyecciones especiales en Buenos Aires y en el interior.
CF: Algunos medios la catalogan como una de las favoritas en competencia.
MM: Ojalá. En lo personal, hacer hablar a mi padre y a mi hermana, ya fallecidos, resultó extrañamente sanador. Este reencuentro, aunque sea ficcional, parece funcionar como algún tipo de reparación. Aunque queden en el aire más preguntas que respuestas.
Podés ver el trailer en el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=3QksjhPwkg4
*Lydé Lisant fue actriz y figura fundamental de la Asociación Amigos del Teatro Cervantes (presidió dicha entidad desde 1984 a 1996). Formó parte de la comisión directiva de la Casa del Teatro hasta sus últimos días. Lisant interpretó obras de Juan Carlos Gené, Goldoni, García Lorca, Tennesse Williams y Brecht, en elencos que integró junto con Tito Alonso, Jorge Rivera López, Pepe Soriano y María Rosa Gallo.
Claudia Quiroga es directora, actriz, dramaturga, artivista, docente y fotógrafa. Co-Fundadora de la Colectiva Feminista Artivista, MAT – Mujeres de Artes Tomar. Integrante Asociada y docente en el CELCIT (Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral). Integra la Colectiva de Autoras. Vive en Villa Sarmiento, Morón, Provincia de Buenos Aires.
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