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Francisco Tete Romero presenta su libro de cuentos Impenetrables o cuando un futuro marcado torna imposible el presente

El próximo jueves 9 de octubre, Francisco Tete Romero presentará su último libro de ficción, los cuentos de Impenetrables – Colección Iberletras, para nuestro país y España- en el marco de la Feria Iberoamericana del Libro 2025. En dicha presentación, estará acompañado por Daniel Luppo -escritor, dramaturgo y director de dicha colección- y Alejandra Liñán -docente universitaria de Letras de la Universidad Nacional del Nordeste. Y el martes 21 de octubre, a las 19hs., en el Centro Cultural de la Cooperación, en la ciudad de Buenos Aires, participará en el ciclo de literatura del Espacio literario Juan L. Ortiz, coordinado por el muy buen poeta Carlos J. Aldazábal. Allí, leerá cuentos de ese libro y, luego, intervendrá en una entrevista.
Daniel Luppo escribió, en su prólogo:
“Francisco ‘Tete’ Romero ha construido un hipertexto muy particular de su obra. En este caso comparte pantalla con Impenetrables su nuevo trabajo literario. La totalidad del crudo fue producida en Ushuaia capital de la Provincia de Tierra del Fuego. Dicho por el autor. Integran Impenetrables diecinueve historias, cuentos, que (a mi parecer) constituyen una serie dado el tejido relacional en la totalidad. El factor vinculante de los personajes y sus acciones transcurren –en su mayoría– en El Impenetrable, región geográfica que comprende gran parte de la llanura chaqueña, su vegetación, sus ríos y su propia cosmogonía. Tierra de sufrimientos, de trabajo, de explotación al trabajo, como así mismo de mitos, leyendas y de una mixtura cultural plurilinguista singular.
Impenetrables en su doble acepción informa, por un lado, la cuestión geográfica y por otro la constitución de los personajes en sus conductas herméticas, ¿indescifrables? El devenir en la lectura conduce a un laberinto que genera la estilística del uso de herramientas que maneja y por supuesto la inteligencia del lector que encontrará formas que completarán a su manera la resolución de los temas planteados.
En el conjunto del universo narrativo nos encontramos con delatores, detectives digitales, viajeros en el tiempo, pactos suicidas, fiscales encubiertos, contrabandistas, desaparecidos, streamers de pornografía, asesinos seriales y raciales, delatores, dirigentes sociales, artistas plásticos, psiquiatras, justicieros sociales marginales, etc. Catálogo sintético de narrantes que sostienen la arquitectura narrativa elegida por Tete en un extrañamiento constante entre personajes, circunstancias y lugar donde suceden. Los personajes de Impenetrables, en permanente estado de combustión, tratan de encontrar un espacio en su existencia donde poder sosegar sus infortunios.
Desde mi lugar de lector observo usos de variadas resonancias estilísticas en Impenetrables: realismo crítico, diario de guerra, crónica policial, ciencia ficción, post punk, neo gótico regional (concepto desarrollado por Carlos Piegari), entre otras formas de escritura que despliega el autor generando una poética distintiva”.
Marina Arias, por su parte, escribió:
“En Impenetrables, Francisco Tete Romero, con la literatura poética y visceral que lo caracteriza, escribe una vez más desde la selva chaqueña, no ‘sobre’ ella. En estos diecinueve cuentos se entrelazan realismo, fantástico, terror, ciencia ficción, policial y crónica histórica, en una suerte de gótico del monte profundamente comprometido con los pueblos del noreste argentino.
En este libro, el Impenetrable no es paisaje, es personaje: sagrado o maldito, guarda secretos, fantasmas y memorias rotas. En la obra de Tete Romero, lo fantástico no es invención, sino otra forma de comprender el mundo, y la memoria aparece siempre como un territorio en disputa.
Desaparecidos y apariciones del monte, relatos de trata y sectas, la matanza llevada a cabo por la ‘conquista del desierto’, IA y conspiraciones del capitalismo corporativo, todo eso habita Impenetrables; una obra fragmentaria, polifónica, cargada de imágenes y voces populares.
Sin dejar nunca de lado una dimensión política transversal que denuncia la opresión y la injusticia, estos cuentos habitan el Chaco más profundo, donde el tiempo se pliega. Lo siniestro convive con lo cotidiano para hablar del amor y de violencias que se traspasan de generación en generación.
Transcribimos a continuación algunos fragmentos del comienzo del cuento Impenetrables:
“Uno.
Dolía esa belleza papá, jodía mucho, me hacía mierda.
Cerrá los ojos, uno, dos, tres, respirá profundo, contá hasta diez, vas hacia atrás en el tiempo, te dejás llevar. Ahora estás en el monte, estás en El Impenetrable, llegás al paraje La Armonía, cruzás el puente de madera de ingreso al Parque Nacional. Decime qué ves, qué olés, qué sentís. Seguís caminando, te acercás a un pozo cavado en un claro del monte.
Lo primero que distinguió fue un pozo en medio de algarrobos y quebrachos mientras escuchaba pisadas de animales sobre el crujir de las hojas que tapizan la tierra. Animales que se hacen oír pero no se dejan ver casi nunca, solo cuando quieren ser vistos. Enseguida sintió el ruido seco de palas y los gemidos ahogados de quienes manejaban esas palas resonar y rebotar en el centro de su cabeza. El olor agrio de los cuerpos sudados penetró en sus fosas nasales. Se sintió mareado, como si flotara en una atmósfera ajena. Ajena y violenta dijo.
Vio caer entonces una y otra vez pedazos de tierra sobre el hueco y en ese hoyo destelló desde el fondo el cuerpo de una mujer joven. Vio su garganta degollada. Vio que no le habían cerrado los ojos. Vio que la última luz seguía ardiendo en su mirada. Vio la tierra llover como en cámara lenta sobre ese cuerpo hasta taparlo.
Atardecía, sentía en la piel el calor abrasador del Chaco, me dijo, mientras veía los últimos resplandores de un sol naranja fuego bañar de luz por última vez ese cuerpo de mujer.
Dolía esa belleza papá, jodía mucho, me hacía mierda me dijo Juan. Eso fue todo lo que me dijo. Después calló. Esa fue la última vez que me miró a los ojos. Lo recordaba menos alto, estaba mucho más flaco, puro ojos verdes, casi iguales a los de su madre.
La doctora Ibáñez confiaba en el poder de la hipnosis clínica.
Todos pensábamos que Juan había muerto menos su madre. Parecía saber que en algún momento volvería.
Y lo hizo. Diez años después el Impenetrable se lo devolvió”.
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