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El teatro que salva. El CELCIT, 50 años de trayectoria y el estreno de Leonora

Carlos Ianni dirige Leonora, texto del dramaturgo español Carlos Conejero López, libremente inspirado en la vida y obra de la pintora Leonora Carrington, con la actuación de Teresita Galimany. Con Fervor visitó el ensayo de puesta de luces y mantuvo diálogo con la pareja de artistas.

 

El CELCIT conmemora 50 años de historia, con una basta gestión de sala, proyectos escénicos y pedagógicos nacionales e internacionales, publicaciones de dramaturgia y teoría teatral, revista y, recientemente la creación del espacio de crítica teatral Territorios. Cabe recordar que lleva más de 15 años de oferta de cursos virtuales (a distancia), convirtiéndola en una de las instituciones pioneras que fomentan la actividad teatral latinoamericana. Carlos Ianni, quien dirige la institución, siempre está con el oído atento a qué pide la comunidad mientras sigue manteniendo viva la esencia del teatro como un espacio de comunión y reflexión. Además, el CELCIT integra ARTEI, la asociación fundada en 1998 que nuclea 111 espacios de la ciudad de Buenos Aires.

Para quienes hemos ido buscando herramientas de actuación y dirección teatral en el CELCIT, de la mano de Carlos Ianni y de su fundador, Juan Carlos Gené, encontramos un área prolífica para aprender y expandirnos, para articular con artistas hispanohablantes, para desentrañar de las dramaturgias latinoamericanas un alma esencial que da cuenta de un sentir situado, no solo geográficamente, sobre todo, de un decir territorializado, atinado a nuestros tiempos que siempre requieren de la memoria colectiva, de la visibilidad de las injusticias y del reconocimiento de las luchas sociales, traducidas en escena viva.  Por eso, la conmemoración de estos 50 años de trayecto teatral, se convierte en una fiesta multiplicada para la hermandad de hacedorxs teatrales en este y otros continentes.

Foto: Martín Siccardi.

Con Fervor: El texto Leonora se sitúa entre el monólogo dramático y el poema escénico, al decir del autor ¿Cómo llegaron al texto?

Carlos Ianni: Bueno, nosotras/os hacía tiempo que estábamos buscando algo para volver a hacer juntas/os. Sabes de mis inquietudes de andar buscando cosas, de pronto en la web me encuentro con la noticia de la publicación del libro de Alberto Conejero sobre una pintora que yo admiro mucho, que conocíamos más o menos bien. Conejero es un dramaturgo que me interesa mucho, lo contacté, le dije, mirá, el libro no llegó para acá, pero me interesa mucho conocerlo, porque por lo que leí intuyo que me puede interesar para dirigirlo.

Y, bueno, mandó el texto y me encantó. Tere (Teresita Galimany) estaba en Salta dando un taller, le dije, mirá lo que encontré y nos pusimos a trabajar.

CF: ¿Solo se ha estrenado en España en un semimontado?

CI: Se hizo una primera versión de la obra en México con músicos, con la que Conejero no quedó conforme y la reescribió. Y nosotras/os ya estábamos ensayando cuando se hizo esa lectura dramatizada en España y ahora la van a estrenar en octubre allá.

CF: Cuando entré al ensayo vi en escena una valijita y dije, es la de Buñuelos y no, me aclararon que, la imagen de la de ese espectáculo era de Remedios Varo.

Teresita Galimany: Coincidió con la venida a Buenos Aires de Solange Krasinsky, la escenógrafa realizadora de aquella valija y le pedimos que hiciera el mismo laburo en otra valija.

CI: Es verdad que todo lo de esa valijita es providencial. Estábamos buscando una valija de más o menos esas dimensiones de madera y no encontrábamos.

TG: En casa estaban arreglando el frente y un día, cuando ya habían terminado el trabajo estaban guardando cosas en una valijita de madera, le preguntamos dónde la habían conseguido. No, no sé, es del jefe, del dueño, dijeron. En ese momento llega el jefe, que además había sido alumno de Carlos. Le digo, ¿no me prestás esa valijita? Sí, cómo no. La vaciaron ahí mismo y nos fuimos con la valija.

Entonces, había que intervenirla, le preguntamos a Soledad que vive en Uruguay y justo venía a Buenos Aires unos días y con entusiasmo la pintó.

CF: Remedios, Leonora, también conviven de alguna manera en un hacer, en un pensamiento de mujeres que rompieron el molde en ese momento y vos, Carlos, en la búsqueda de reencontrarte con Tere en un monólogo y conmemorando los 50 años del CELCIT. Y, para mí, inseparable de tu primera formación como artista plástico. El texto comienza así: “Si este escenario no fuera un escenario, sería un lienzo”. ¿Qué has encontrado en la dirección que te colma como si pintaras?

CI: A ver, complicada esta pregunta porque se la puede agarrar desde varios lados. Yo dejé de pintar, pero para mí sigue siendo un arte que me apasiona, que me nutre y que, incluso hasta extraño.

Ayer nos hizo una entrevista Cecilia Hopkins y le contaba que, obviamente, cuando conocimos esta obra yo me puse a investigar todo lo que me faltaba de Leonora, conseguí otra biografía que escribió una sobrina, releí Las memorias de abajo y empecé a documentar. En octubre pasado habíamos quedado en ir México porque Tere tenía el deseo de pasar allá el Día de Muertos, entonces modificamos nuestro itinerario para ir a los dos museos que hay de Leonora, uno en San Luis Potosí y otro en Xilitla. Para mí fue una experiencia conmocionante conocer sus esculturas. Salí del primero de los museos, me senté y le dije, si yo hubiera sido escultor esto es lo que me hubiera gustado hacer. Estaba con el alma plena. Después, en Ciudad de México, tuvimos oportunidad de ver algunas pinturas y por esta deformación o formación previa que yo tengo quiero ver el trazo de la pintura, la materia y siempre me retan en los museos porque me acerco demasiado. Siento que percibo el alma del artista viendo como plasma sobre la tela.

Estamos sumamente documentados de lo que fue la vida de Leonora y tener todas las referencias nos permitió enfocarnos en la línea de acción de la obra, alguien que llega a concretar su vocación artística a pesar de todas las dificultades que la vida le va presentando. De alguna manera son cosas que nos tocan personalmente.

CF: ¿Y de qué materia está hecha esta obra?

CI: Del cuerpo de la actriz porque uno de los desafíos que yo me planteé es hacer el espectáculo con nada más, porque es fácil caer en la tentación de las proyecciones. Es posible contar esta historia sin nada, vamos a probarlo y creo que de la materia que está hecha es de la sensibilidad del cuerpo de ella y de quienes acompañan con la música y con las luces.

CF: Tere, la vida de Leonora tiene algunas aristas que te emparentan en el exilio, ¿cómo dialogas como actriz en este contexto que estamos viviendo?

TG: Eso me fue pasando a medida que fui transitando más la obra. Durante muchos años viví como dice ella, mi maleta siempre estaba preparada, primero porque me crié de provincia en provincia, después, por el exilio en otros dos países.

La idea de ese barco que va siempre, el holandés errante que no puede quedarse en un puerto, eso a mí me toca mucho. Ella encontró en México una manera de anclar, también me reconozco en eso, el encierro con tu comunidad, con tus amigas/os, aunque estás en el mundo que te rodea igual hay un mundo que es muy propio y que tiene que ver con que no sos de ahí. Ella conservó su hablar, su acento británico hasta que murió a los 94 años, pero, incluso, no pudiendo encontrar las palabras en castellano. Yo viví en inglés 6 años, por eso, también entiendo esa dificultad, eso que te lleva a no poder decir del todo lo que querés decir en determinado lugar, en determinado momento y creo que todo eso ella lo pudo canalizar en su trabajo y que, para mí, es un salvavidas hacer teatro.

También puedo reconocer que viene de un lugar del que ella quería liberarse porque no tenía nada que ver con ella. Me sorprende que su madre se parece a mi madre o por lo menos como lo pinta en la obra esto de que, a escondidas, me hace llegar un libro, me trae un sobre, todo sin que papá se entere. Cierta aristocracia que también reconozco.

 

“A escondidas, mi madre me hace llegar un libro.

En la tapa gruesa leo:

surrealismo.

Lo abro y el libro tiembla en mis manos.

Paso las páginas de buen papel calibrado.

Todos son señores, qué vamos a hacerle,

pero en esas imágenes hay algo

que siento más verdadero

que mi casa,

que mi lengua,

que los que dicen ser mi familia,

en esas imágenes hay algo de mí

que desea nacer

desde hace tiempo”.

 

CF: ¿La reconocés como una de las mujeres representativas de Latinoamérica, que reivindicaron en el surrealismo lo femenino del imaginario como potencia?

TG: Claro, ya desde Francia, ella le dice a los surrealistas lo de dejar de ser la musa de alguien por cómo tratan a las mujeres, siempre en el lugar secundario. Creo que ella, además, se fue empoderando en todo un costado muy femenino de la vida, su abuela también de tradición celta, de donde mamó muchísimo, retomó mitos, la cábala, la simbología, leyó a Robert Graves… Si yo hubiera vivido cerca de Leonora hubiéramos intercambiado libros porque es lo que yo leí durante todos mis años jóvenes, Gurdjieff, Ouspensky, todo sobre trabajo interior, la iluminación, después, ella también abrevó en el budismo, pero tuvo siempre ese costado místico y esa cosa de que lo invisible tiene presencia y de que ella era muchas muchas mujeres.

CF: Esa parte del texto a mí me hace acordar mucho a nuestra Alfonsina Storni: «Yo soy una y soy mil, todas las vidas pasan por mí». Esta cuestión es inevitable cuando llego y te veo en el escenario con la valijita y te recuerdo en Donde el viento hace Buñuelos. Arístides Vargas dice: “Una mujer partida no es necesariamente dos mujeres”. Esa reivindicación de que lo roto no deja de ser una persona.

TG: Eso de los japoneses, la técnica del Kintsugi, donde se repara la cerámica rota, porque eso habla de la vida, de la experiencia que tiene ese cacharro, lo roto es la historia también de una persona.

 

“me precipito por el vacío

caigo

caigo

caigo

hasta un lienzo blanquísimo

 

tengo que salir de aquí

en el fondo blanco blanco blanco

me parece escuchar la voz de mis ancestras:

«Es ahora, Leonora, o nunca;

Junta tus pedazos».

La rota. La bruja. La perdida. La musa de sí misma. La diosa

blanca, Iris, hermana de la luna, la sin vida. La ultrajada, la gitana,

la acróbata; la loca con el miriñaque de algas sollozando en los palacios

oscuros; la doncella del internado, el postre con dos tetitas;

la puta, la escupida, la expulsada; la amante del alemán, la zorra

antifascista, la vendimiadora, la escaladora, la tejedora, la Reina de

las Nieves, hermana, hija, sola, la bruja de los tejados, moradora de

las nubes; Casandra en el parque del Retiro, mujer-pájaro, mujer-

Minotauro, la llamarada, María Magdalena, guardiana del Santo

Grial; la Ofelia de mil ríos, yo, Leonora, Leonora, Leonora”.

 

Foto: Martín Siccardi.

CF: ¿Cómo convive este proyecto con Pedido de gracia en el Teatro del Pueblo junto a Claudio Martínez Bel?

TG: Son dos notas totalmente distintas, creí que iba a enloquecer en un momento porque ya habíamos empezado a ensayar Leonora y ahí me llama Claudio, me dice de hacer esto y que quería que yo estuviese. Le digo no puedo, estoy haciendo otra cosa ¿Qué cosa? Ah, pero lo hacemos igual. Estuve cinco meses, un día uno, otro día otro, ¿viste lo que es estudiar una obra? Ahora que una estrenó y falta el estreno de esta, es algo que en no sé si volvería a hacer, pero que, en este contexto actual, político, social, me salvó el año porque me exigió tanto que apenas tenía tiempo de amargarme por lo que me iba enterando. Leonora, el encontrarse con el arte la salva, la ayuda a reconstruirse, a contar todos sus pedazos y creo que a mí también, que a nosotras/os nos pasa eso, nos salva realmente nos salva, nos ayuda a flotar.

CF: Tere habla desde la actuación, desde la dirección, ¿cómo vivís dirigir en este contexto que desalienta tanto, donde los apoyos culturales cada vez son más acotados?

CI: Habrás visto que el año pasado no hice nada justamente porque estaba muy desanimado, cada día era una bofetada, pero se acercaba este año y muchas/os compañeras/os empezaban a decirme no vas a dirigir nada, son los 50 años del CELCIT, cómo no vas a hacer nada nuevo que hace dos años que no haces nada y también un poco partiendo de esto, de que el arte cura, estar entregado a una actividad creativa ha sido un estímulo para estar activo a lo largo del año y en breve participando de un festival.

CF: ¿Sentiste que era una exigencia o se fue dando naturalmente como consecuencia de las ganas?

CI: En realidad, en principio, había pensado que mi aporte creativo para el 50 aniversario del CELCIT iba a ser la reposición de Antígona que cumple 20 años arriba del escenario, pero bueno, después se nos juntó esto y la invitación al Festival en Medellín (Festival Internacional de Teatro Comfama San Ignacio, Medellín, Colombia del 1 al 8 de noviembre), nos cayó del cielo porque además es un voto de confianza enorme porque la invitación existe sin el espectáculo estrenado, nadie ha visto nada y como me decía en broma Octavio Arbeláez, quien nos invitó, a mí me gusta mucho el texto, Teresita es una actriz excepcional, no vas a poder arruinarlo.

CF: Es un trabajo unipersonal, pero hay un equipo atrás y una acompañante musical en escena, ¿cómo convocaste a las personas?

CI: Con Soledad Ianni (en el diseño lumínico), hace muchos años que trabajamos juntas/os. Me costó mucho percibir si necesitaba música o estímulos sonoros y sabía que los músicos con los que yo ya había trabajado no me iban a entender bien para esto, pues yo de música no sé nada, necesito a alguien a quien pueda decirle en mis palabras, necesito esto y que lo pueda traducir musical y sonoramente. Un día conversando con Tere y cuando ya empezaba a sentir que necesitaba algunas cositas, me dice: ¿Y un cello? ¿Cómo te suena un cello? Me pareció una idea genial y por suerte pudimos convocar a Diana (Ameijeiras) que también es música, no solo instrumentista, se copó con el proyecto y pudimos trabajar los tres en equipo muy bien y es un aporte importantísimo.

CF: En este tiempo tan negro hay algo de una apuesta poética, más allá de la persona que encarna la historia, porque no es un monólogo teatral común.

CI: Tengo debilidad también por ese tipo de textos donde el lenguaje que aparece sobre la escena no es el lenguaje coloquial de todos los días.

CF: Hay que generar la interlocución. En este caso, con la música en escena y con la doble platea del CELCIT, lo que hace que tengas otras interlocuciones.

TG: Ese permiso está dado por este texto poético, a veces caigo en cuenta mientras estoy diciéndolo, haciéndolo.

CF: En el tercer tiempo que es el hogar de ustedes, ¿cómo convive este proyecto?, ¿pueden descansar o siguen en diálogo?

TG: Conviven las dos cosas, el trabajo y el descanso se entremezclan, A veces está cerrado acá y nosotras/os hacemos pasadas en el hall de casa o para pulir algo para recordar.

CF: ¿Tiene algún apoyo económico el espectáculo?

CI: Todavía no tenemos noticias de lo gestionado, mientras esperamos que Proteatro abra su convocatoria. Sin embargo, soy de una generación que hace teatro mucho antes de los subsidios que entraron en sistema. Así, que, la novedad fue contar con algún apoyo y siempre pensé que, aunque los subsidios son para la producción material del espectáculo, – que llegan tarde y hay que rebuscárselas para producir de otra manera-, consideré que los subsidios eran para bancar eso, el sustento de actoras/es y directoras/es en el período de ensayos.

CF: ¿Cuándo comenzaron los ensayos?

CI: En marzo.

CF: (Hagan la cuenta, estimadas/os lectoras/es…)

Foto: Martín Siccardi.

Carlos Ianni, Teresita Galimany han abrazado esta profesión con todas sus vicisitudes para la cual, ya no hay fronteras entre cómo se vive y cómo se crea. Para este 2025 desafían, junto al equipo del CELCIT celebrar los 50 años de vida del CELCIT con una obra teatral poética de alto contenido de resistencia política y estética.

Leonora se estrena el sábado 20 de septiembre. Fue invitada al Festival Internacional de Teatro Comfama San Ignacio (Medellín, Colombia) del 1 al 8 de noviembre.

 

 

Ficha artístico-técnica:

Dramaturgia: Carlos Conejero López

Actúa: Teresita Galimany

Diseño sonoro y música en escena: Diana Griot

Diseño de iluminación: Soledad Ianni

Utilería: Solange Krasinsky

Fotos: Martín Siccardi

Asistencia: Delfina Ameijeiras

Dirección: Carlos Ianni

Temporada 2025. CELCIT. Sala Juan Carlos Gené del Centro Cultural Mariano Moreno.


Claudia Quiroga es Licencia en Artes. Dramaturgia, Dirección, Docencia y Actuación. Mediación y Gestión Cultural. Artivismo y Género. Co-Fundadora de la Colectiva Feminista Artivista, MAT – Mujeres de Artes Tomar. Integrante Asociada y docente en el CELCIT (Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral). Integra la Colectiva de Autoras. Vive en Villa Sarmiento, Morón, Provincia de Buenos Aires.

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