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Víctor Oliveros: un fanático, un provocador, un poseído

Astor Pantaleón Piazzolla, músico genial y con opiniones permanentemente controvertidas supo conquistar admiradores y detractores.

Bernardo Neustad en un reportaje del año 1969 decía: “Crucificado entre su talento y su carácter, luchando solo desde hace 25 años, por un tango distinto, que lo revitalice, que le quite las polillas, que lo extraiga de la tristeza llorona y del «chim-pun» tradicional, Astor agravió y fue agraviado y tuvo que vivir tenso y alerta. Alerta como un soldado en víspera de la batalla. Duro, sacrificado, honesto consigo mismo, tiene la facha» de un león incorruptible, de una dulzura inhumana. Uno tiene la impresión de que se colocaría frente a un tren expreso y lo haría parar”.

Astor tenía su barra de seguidores fieles y poseídos. Pero si hay alguien que podríamos decir que podría ser el presidente de su club de fans, ese es Víctor Oliveros.

Víctor Oliveros “Un personaje querido, un provocador que fastidiaba sobre todo a mis amigos tangueros anti-Piazzolla, sabía mucho de tango, se hacía más el loco de lo que realmente era”

Esta frase de Walter Piazza, secretario administrativo de la Academia Nacional del Tango, dichas a la agencia nacional de noticias TELAM es el puntapié inicial de esta nota.

¿Y porque?

Porque Víctor Oliveros era un fanático provocador y poseído. Sí es verdad. Un fanático provocador de la discusión dentro del tango. Un género que no suele dar discusión argumentativa, más bien siempre va de blanco a  negro y sin escala de grises

Víctor Nació el 1 de febrero de 1932 en la ciudad de Buenos Aires, luego con su familia se radicó en Comodoro Rivadavia hasta que con 15 años de edad (1947) regresó, a esta ciudad, “ni bien llegó a esta ciudad, una de las primeras cosas que hizo fue ir a ver a Astor Piazzolla a una presentación en el Tango bar de la calle Corrientes 1269, allí el café costaba un peso.

Solía contar Víctor que llegó al Tango Bar donde actuaba Astor Piazzolla y su orquesta formada en 1946 y el primer tango interpretado fue El Pillete, de Graciano De Leone, (me quería matar) y cerró con La rayuela de Julio De Caro. En esa época las entradas eran de cuatro temas por vuelta, dos instrumentales, principio y final, y dos cantados en el medio (que nunca supe quiénes eran los cantantes, bueno si lo supe por la historia, pero no era lo que me importaba, porque siempre fui un amante del tango instrumental). En La rayuela, según Víctor, Astor Piazzolla hacia un final todo ligado como era su costumbre “y me volví loco”. Y dice  “loco” con una o arrastrada en interminable y con mucho énfasis.

En otra oportunidad contaba Víctor, “yo estaba haciendo la conscripción, año 1953, y en una de las salidas de franco, así como estaba vestido de colimba, me fui a verlo a radio Splendid, llegue en el tranvía primero que nadie me senté en la primera fila, yo quería verlo tocar el bandoneón. Pero me llevé una gran desilusión, en esa oportunidad Astor solo dirigió la orquesta”.

Recién en 1955 me animé a buscar en la guía telefónica su número, lo llamé y le conté quien era y me fui a verlo a su casa de la calle Asamblea y allí comenzó una profunda amistad.

Pero Oliveros gran conocedor de la obra de Astor Piazzolla sabía apreciar lo bueno y lo malo y se lo decía a Piazzolla con total libertad.

En mi barrio “Constitución” yo tenía una barra, como era normal por aquellos años, y ni bien me veían llegar me recibían tarareando el tango de Astor, Lo que vendrá. Pero agrega y ya en términos musicales que Piazzolla tiene varias versiones de ese tango emblemático pero la mejor para Víctor Oliveros  es la del nuevo octeto de Astor Piazzolla del ’63, es impagable esa grabación. El solo de Antonio Agri “te desmayas” Ese octeto fue lo mejor de Piazzolla, agrega Víctor, pero duró 10 minutos, por decir algo, habrá durado menos de un año.

Año 1963, en medio de los músicos vemos a Víctor Oliveros, muy joven.

Carlos Kury nos cedió muy gentilmente de su libro sobre Astor Piazzolla, un fragmento de un capítulo titulado LOS POSEIDOS.

Astor le dedicó a Víctor Oliveros el tango Plus Ultra en 1958 (quizás por lo desmesurado de Víctor), sin embargo la verdadera dedicatoria debería estar en el tango Los poseídos  (que grabó con el Quinteto en el 61). Es imposible reemplazar lo que Víctor provocaba hablando y ‘cantando’ la música instrumental de Astor : en un estado de trance que nos enfrentaba repentinamente a una suerte de pedagogía musical callejera, en un bar, en un restaurante, algo en la conversación disparaba en Víctor el repaso ‘didáctico’ de algún tema y en sus gestos y su tarareo se condensaban la melodía, el contracanto, el ritmo de la mano izquierda del piano, los fraseos irregulares de los bandoneones -anticantables- (¡cuando arrancaba con el Octeto o la Orquesta del 46 era descomunal!), en una acción casi teatral de todo la orquesta y a viva y ronca voz. Nunca conocí a nadie que consiguiera llevar a todo un grupo, hipnóticamente, a percibir detalles, pasajes ínfimos de una obra, o poner a la luz siempre la vena tanguera en el Piazzolla más culto. Contagiando atención y excitación: nada era neutro en Víctor.

CARLOS KURY

Octeto Astor Piazzolla, de izquierda a derecha: Stampone, Nicolini, Baralis, Federico, Piazzolla, Bragato, Franchini y Malvicino.

CV. Anécdota: que alguna vez me contara Víctor Oliveros en el café La Paz de Corrientes y Montevideo:

Una de las tantas veces que se encontraban con Piazzolla para charlar de su música se trenzaron en una discusión casi surrealista Víctor sostenía que el mejor músico del tango era Astor Piazzolla y Astor le daba otros ejemplos y mencionaba músicos, arregladores a los cuáles el admiraba, pero Oliveros le rabatía que no, que él era el mejor músico de la historia del tango. La discusión terminó cuando Astor habiendo utilizado todos los argumentos y métodos posibles y no pudiendo convencer a Oliveros le dijo “Mirá, con vos no se puede discutir, porque vos sos un fanático”

Víctor Oliveros podía tatarear cada uno de los tangos de Piazzolla y realizando a su vez cada una de las partes del arreglo musical. Dueño de una memoria prodigiosa, privilegiada y un oído musical casi absoluto.

Osvaldo Manzo comento en una nota realizada por la agencia nacional de noticias TELAM “Durante mucho tiempo fue su secretario como también lo fue de Horacio Salgán. Víctor tenía un oído increíble. Lo más importante para él era la amistad. Fue un porteño con todas las letras y un amigo incondicional”

Víctor Oliveros realizo programas radiales por las frecuencias de  Splendid, General Belgrano junto  a Eduardo Marino en el programa “Rincón Porteño” y en los últimos seis años junto a Osvaldo Manzo y Carlos Artime “Living Urbano” transmitido por la emisora Urbana BA, programa este último dedicado absolutamente a difundir la obra de Astor Piazzolla. Fue miembro titular de la Academia Nacional del Tango desde 1997 hasta la actualidad.

Se fue el 24 de junio de 2020 a las 6 de mañana, quizá en su inconsciente resonaron los versos de Horacio Ferrer en la “Balada para mi muerte” “Me pondré por los hombros, de abrigo, toda el alba, mi penúltimo whisky quedará sin beber, llegará, tangamente, mi muerte enamorada, yo estaré muerto, en punto, cuando sean las seis, ¡cuando sean las seis!”

Con Víctor Oliveros se fue un fanático, un provocador o un poseído. No lo sé.

Pero si sé que se fue un hombre de la discusión positiva, dueño de un conocimiento absoluto sobre Astor Piazzolla, su obra y amante de todo artista que hiciera las cosas con buen gusto y seriedad. Aunque también se va con él un pedazo de ese Buenos Aires nostálgico, risueño y de largas charlas en los bares de una ciudad que se ha ido apagando y donde ya la calle Corrientes dejó de ser la calle que nunca duerme y más aún hoy en pandemia.

Chau, viejo y querido amigo Víctor Oliveros.

Agradecimiento especial a Osvaldo Manzo por las fotografías, bibliografía y el contacto con el escritor Carlos Kury.

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Carlos Varela es cantor, productor discográfico, artístico, televisivo y radial.

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