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Traer a Napalpí a nuestro presente

El jueves 18 de julio, Francisco Tete Romero presentará su último libro, el ensayo Napalpí. El Crimen por la Tierra. Genocidio y Terricidio (1924-2024). Una historia del saqueo de nuestras tierras, publicado por editorial Contexto, en el marco del centenario de la masacre contra los pueblos qom y moqoit, acaecida el 19 de julio de 1914.

 

El evento se realizará el jueves 18 de julio a las 20hs. en el auditorio de la Universidad Popular (Resistencia, Chaco). Acompañarán al autor, el Dr. Diego Vigay, Fiscal Federal Ad Doc en el Juicio de la Verdad por la Masacre de Napalpí; la Arquitecta Sandra Fogar, Magíster en Ambiente y coordinadora académica de la Maestría en Ambiente de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE); y Mempo Giardinelli, notable escritor, periodista y Doctor Honoris Causa por la UNNE, por la Universidad Nacional de Asunción (Paraguay) y de Portier (Francia).

En el prólogo del libro, Federico Carniel, Fiscal Federal General, y Diego Vigal, Fiscal Ad Doc del Juicio de la Verdad por la Masacre de Napalpí, escribieron: “El libro Napalpí 1924-2024. Genocidio y Terricidio, una historia del saqueo de nuestras tierras, del historiador y ensayista Francisco Tete Romero, en el marco de cumplirse 100 años de la Masacre de Napalpí, nos propone recorrer, en un ejercicio dialéctico, las memorias del saqueo del Chaco, sistematizadas en los distintos ciclos neoliberales en la Argentina. En esa construcción Histórica, se enmarca la Masacre de Napalpí como parte de la dinámica del Genocidio Indígena.

La obra es un manual del Terricidio planificado en el Chaco, abarcando el genocidio, el ecocidio, el epistemicidio y el feminicidio de un régimen plutocrático de las corporaciones y el mercado, que promueve abiertamente la entrega completa de nuestras soberanías políticas, económicas, territoriales, alimentarias, científico-tecnológicas, culturales y educativas.

Bertolt Brecht decía, con respecto a la verdad, que “Hay que tener el valor de escribirla, la perspicacia de descubrirla, el arte de hacerla manejable, la inteligencia de saber elegir a sus destinatarios y, sobre todo, una gran astucia para difundirla”.

Francisco Tete Romero lo logra con creces”.

A continuación, transcribimos fragmentos del libro mencionado:

“Pensar en y desde Napalpí ¿Desde dónde escribí, pensé y tengo esperanzas? Pienso en Napalpí, vuelvo una y otra vez a Napalpí como quien dice vuelvo a la escena del crimen cien años después. Voy hacia las historias que lo explican, a la primera masacre en 1883, la del coronel Bosch, a la campaña de Victorica de 1884, a la de Rostago en 1911, a la creación ese mismo año de la reducción como verdadero campo de concentración de mano de obra esclava, a las políticas que se aplicaron con los sobrevientes, con sus culturas, lenguas y cuerpos luego del 19 de julio de 1924, a lo que se hizo con esa y otras de nuestras tierras saquedas para la creación del latifundio. Pienso eso y de inmediato me corrijo: crímenes escribo. De lesa humanidad y de lesa naturaleza aclaro. Genocidio, sí, desde luego. Ecocidio y terricidio preciso. Que perduran, que persisten escribo una vez más. ¿Alcanza? No, no alcanza. Porque a la conciencia de la opresión debe seguir una política sistemíca de profunda transformación de las condiciones y causas que producen dicha opresión. Pienso en Napalpí porque ilumina nuestra historia y presente, como un faro interpelador, cuando la narramos desde la explicación de las razones e intereses económicos y políticos que produjeron tanto esa masacre como las que la precedieron y las que le sobrevendrán. La apropiación de nuestra tierra y de sus recursos y el empleo del trabajo indígena campesina como mano de obra esclava. Porque tal como se documentó aquí, en el primer capítulo de la primera parte de este ensayo, el actual gobierno busca las derogaciones de la ley de tierras y las de Minerías, para su extranjerización sin límites y el saqueo extractivista de nuestros recursos naturales, así como busca las modificaciones de las leyes de bosques, la de Glaciares y la de Manejo del Fuego. Porque requiere la eliminación sistemática de toda la legislación ambiental existente que, si bien resulta condición no suficiente para transformar la matriz productiva de desarrollo, es condición necesaria como dique de contención del proyecto de saqueo planificado que los poderes fácticos precisan para la apropiación de nuestros recursos y expansión de sus grandes negociados. Por eso cerraron el Instituto de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena. Pienso también que Napalpí alumbra un persistente modus operandis del poder cuando desocultamos la construcción argumentativa falaz de crear primero la figura del indígena como enemigo interno, merced al agite mediático de la amenaza inminente del malón para activar el miedo social, indispensable como la gran excusa justificadora de la represión que llegará después como inevitable. Porque ese fantasma que se agitó en los siglos diecinueve y veinte, que llamaron malón o subversivos —como en el caso de las Ligas Agrarias— sigue ahora agitándose en el veintiuno, tanto en nuestro Chaco como en Jujuy como en el sur patagónico, actualmente contra los mapuches, vía otro fantasma inexistente, el RAM, como ya se demostró aquí. No hay soberanía ambiental sin soberanía territorial. Y no se puede sostener nuestra soberanía territorial si continúan las actuales políticas económicas y prácticas productivas que eco deprendan nuestras tierras, aguas y aire, y, por lo tanto, nuestras vidas individuales y colectivas. Por eso pienso ahora que estas deberían ser las bases nodales para definir qué debemos entender en nuestro aquí y ahora por Soberanías Política y Cultural. He ahí la verdadera ruptura epistemológica a forjar para transformar material y simbólicamente las matrices económico-productivas y político-culturales a través de las cuales pensamos las relaciones económico sociales y cultural-ambientales. Porque solo así podrá ser posible la imprescindible soberanía alimentaria ante los flagelos lacerantes de tanta pobreza e indigencia. Porque solo desde ese horizonte de sentido es posible y deseable planificar las soberanías cientítico tecnológicas que hagan posible una economía social y una producción sostenible. Porque un nuevo renacimiento humanístico es hoy la última ocasión de que disponemos como especie para aplicar el freno de mano que pedía Benjamin para evitar el colapso final. Para redimirnos. He ahí el nuevo contrato social y ético para refundar la Argentina. Escribí al comienzo de este ensayo que un fantasma recorre la Argentina del 2024 y en nuestro Chaco recala con ferocidad: el de nuestra madre tierra irredenta, arrasada vejada expoliada. Me pregunté en nuestro tórrido verano ¿quién de nosotros escribirá su historia? Ya en otoño me digo que lo intenté y estas páginas de este ensayo son sus modestos honestos frutos. Espero que contribuyan en diálogo con los textos escritos y por escribirse para tramar un tejido colectivo de voces diversas que nos ayuden a comprender que no solo no hay salvación individual ni luchas aisladas sectoriales que puedan permitirnos salir del actual laberinto plagado de Minotauros en el que estamos encerrados, sino entendemos también, sobre todo, que los derechos ambientales son derechos humanos inalienables y que entregar o permitir la entrega de la tierra, de sus recursos y de los pueblos que la habitan es vender nuestras almas para convertirnos en zombies sirvientes voluntarios de los amos de todo lo que puedan ser amos, menos, claro está, de quienes no podemos ni queremos ni debemos vivir con la cabeza gacha como neo trogloditas. Por eso Napalpí me ilumina y nos debe iluminar. Porque desde esta dimensión de la sensibilidad crítica y del paradigma ambiental que viene de nuestros pueblos indígenas nos recuerda que la tierra no es nuestra en los términos que lo define el capitalismo, sino que nosotros somos de la tierra, o mejor, en términos de Rodolfo Kusch, estamos siendo. Por eso decir Napalpí es para mí el nombre contraseña que tanto explica nuestra historia como el compromiso ético-político para batallar culturalmente contra el eco terricidio que tanto nos agobia como pandemia por goteo. No olvidemos entonces que si la política es la historia del presente debemos escribirla colectivamente desde dicho credo. Resistencia/Yaicanguí, sábado 10 de julio de 2024”.


Entre las obras publicadas por Francisco Tete Romero, se destacan, el ensayo Culturicidio. Historia de la Educación Argentina (1966-2004), con ediciones en Venezuela y Cuba y más de sesenta presentaciones; Culturicidio 2. Cultura, Educación y Poder en la Argentina 2004-2019 (2019), el ensayo Chaco 8 tesis para otra historia (2023), y las novelas Eclipse de mujer, en 2006 –reedición en 2022- , La próxima lluvia (colección Mulita) en 2016, reedición en 2022, publicado también en Paraguay; Oler la tempestad (Colección La tierra sin mal), en 2020, y en 2021 Fantasma del Paraná (Colección Iberletras, argentino-española).

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