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Teatro de objetos y títeres. Maratoneando a Gerardo Porión

Como se suele hacer con las series de las plataformas virtuales, hoy se maratonea. Para ello, Con Fervor siguió a Gerardo Porión -actor, titiritero, director y realizador, con una nutrida movida de temporada. Finalizó ochos funciones con el espectáculo Pajarraquito, en sala teatral Inda Ledesma del Espacio Experimental Leónidas Barletta; acaba de estrenar Menos detalles, en el Galpón de Guevara; y, en estas vacaciones de invierno, participó en El zorro, el labrador y el buen hombre, en el Centro Cultural Borges, para niñeces. Un artista pluridisciplinario y nómada que combina sus haceres actorales con los de realizador entre CABA y el Conurbano Bonaerense. Con Fervor mantuvo diálogo con el artista, quien no escatima palabras generosas para sus compañerxs de creación.

 

Gerardo Porión vive su identidad teatrera desde el Conurbano a CABA y viceversa, casi una doble vida que pasa por el transporte público. Lugar que se convirtió en su oficina para estudiar, para mandar mails o para estar conectado con las tareas de producción. San Fernando es un buen espacio de trabajo con una entrañable historia de grupos de teatro independiente, de festivales, sin embargo, necesitó ampliar su dinámica, porque en el Conurbano aún existe una brecha para establecerse en temporada extensa con un espectáculo. Por eso, sostiene con mucha energía la necesidad de trasladar sus proyectos y, también, de vincularse con otras obras y artistas locales para que, en esas interacciones se abran posibilidades de intercambios teatrales para otres.

Con Fervor: ¿Quiénes inspiraron tus travesías teatrales?

Gerardo Porión: Teatristas como Alejandro Sanz, Paula Merlo, Juan Merelo, Marina Merelo, personajes de la historia sanfernandina de una generación mayor a la mía, que me demostraba que uno podía tener 30, 40, 50 años y vivir del teatro, hacer teatro en la región y moverse en los espacios teatrales de la zona. Eso fue fundacional para mi formación y decir yo puedo hacer esto acá. Después, sí, claro, ir a Capital y ver qué otras opciones y posibilidades tengo, pero nunca dudé que podía hacerlo desde mi región.

Pajarraquito. Foto: Paula Muzzio.

CF: Las propuestas en las que estás participando están muy cerca de los sentires de las mujeres en general. Incluso, en Pajarraquito, la atravesás en cuerpo de mujer ¿Cómo llegás a este abordaje sensible de los temas?

GP: También lo hice con el proyecto anterior, Roto el cielo, donde interpretaba a un personaje que andaba un poco por esas zonas. Yo creo que el mundo femenino se me presenta fuerte desde el contexto familiar, donde las mujeres fueron y son muy importantes. Mi abuela, mi mamá, mi hermana, mi sobrina, hay algo ahí, de esa cadena de feminidades que trasciende y que siempre las tuve muy a la mano para poder observarlas, para poder convivir con todas estas situaciones.

También mi situación en relación a cómo me vínculo con las personas y mi sexualidad. ¿Cómo lo llevo a la teatralidad? Bueno, no sé, en el caso específico de Pajarraquito nunca tuve dudas. La primera cosa clara con ese proyecto era que quería interpretar a una mujer y manipular objetos. Quería hacer algo como lo de Neville Tranter y acá no lo había visto nunca. Entonces, quise atravesar ese desafío, pero esa mujer que represento tiene miles de características de las mujeres de mi familia.

La maternidad -no soy padre ni madre-, ni tengo intenciones de serlo, pero me interesa la temática, me parecen importantes los vínculos madre-hijx-padre. Esos temas me atraviesan, evidentemente, y son temas súper sabrosos para la teatralidad.

Pajarraquito. Foto: Paula Muzzio.

CF: En Pajarraquito aparece la enfermedad de ese ser, también, emparentado al tema del abuso y, esencialmente, al de la identidad ¿Eso lo reconoces?

GP: Sí, lo reconozco. Yo nací en el año ‘79, cuando era chico no estaba tan familiarizado con la época en la que estaba. Después, con los años, me fui enterando de todo lo que fue la Dictadura cívico-militar, así que el tema de la identidad siento que está, de dónde venimos, de esa cuestión familiar y de la formación identitaria. Y, en el caso de Pajarraquito, está completamente expuesta desde la temática de la obra.

CF: Y que aparece de manera humorística y hasta melodramática, como si fueran expresiones que nos permiten hablar de lo más terrible, del abuso, de la expropiación, de la muerte, del desamor…

GP: Sí. Habitualmente me gusta trabajar con el humor, me gusta el humor negro, me gusta el humor ácido, cuando lo propongo como gestor de mis proyectos, trato de que siempre esté presente, y de alguna manera en proyectos de otrxs también.

Menos detalles. Foto: Laura Castro.

CF: Menos detalles narra un viaje transoceánico de placer al que se suben dos personas y vuelve una. Lo inesperado del acontecimiento transforma la experiencia en excitante, lisérgica y alucinógena. Al regreso en soledad, y con la ausencia de un ser querido a cuestas, se le suman las escalas eternas, con múltiples alertas y aeropuertos repletos de extraños. Al llegar a destino, se inhabilita la posibilidad de contarlo todo, porque siempre habrá alguien que interrumpa y diga: “por favor, menos detalles”. Un fragmento del argumento de esta estremecedora anécdota de viaje. Una pérdida humana se convierte en una despedida abrumadora, insolente y entrañable donde la única manera de abrazarla en el cuerpo es con una sucesión de dispositivos lumínicos, sombras, objetos fantasmagóricos y, hasta cantando, porque dicen que cantar es rezar dos veces…

Menos detalles. Foto: Laura Castro.

CF: Menos detalles es una apuesta poética de imágenes y comicidad, justamente para obviar lo escabroso de la historia que, desde el comienzo ya sabemos que es dura y angustiosa, y, sin embargo, la decisión del director Gustavo Tarrío es atravesarla en clave humorística, eso tiene que haber sido una suerte para vos ¿Cómo llegaste a esta invitación?

GP: El proyecto tiene una etapa anterior a la incorporación de Gustavo. Habiendo participado del suceso trágico, ya me involucré de alguna manera. Después, regresadxs del viaje y con el correr del tiempo, Rocío propuso la necesidad de hacer algo con lo acontecido, necesitaba contarlo, necesitaba bajar la información y traducirla artísticamente y me sumé a ese delirio y le dije contá conmigo, estoy para hacer lo que tengas ganas de hacer. Y ella siempre puso foco en la idea de que el hecho traumático por el que habíamos atravesado nos había encontrado en un contexto de fiesta que tenía que ver con ese festival (El Viaje de Hervé en el Festival Mondial des Théâtres de Marionnettes 2017, Charleville-Mézières, Francia) y que eso lo ficcionalizaba todo, lo ponía todo en un lugar lisérgico, de algo tan impensado, tan imposible, porque nosotrxs en ese momento estábamos como en una nube de pedos, imagínate, acabábamos de llegar a Francia, era nuestra primera experiencia en un festival de esas características, estábamos realmente en una fiesta, y en ese contexto festivo encontrarnos con esto nos puso como en un lugar muy extraño..

CF: Menos detalles es una obra inspirada en hechos reales, sin embargo, atravesar la frontera del dolor se vuelve posible en esta propuesta ¿Cómo creés que se logró esto?

GP: Ella lo convoca a Gustavo y le presenta todo este material, conociendo su trabajo y sabiendo cómo abordaba sus proyectos. Rocío siempre lo tuvo claro no hacer un biodrama de su historia, le parecía que había otras maneras de contar esto. Hasta el momento del accidente era idílico, claro, éramos nueve argentinos arriba de un avión yéndonos a Francia, así que fue todo un suceso. De hecho, hay una foto que el día de que la mamá de Rocío tiene el ACV, terminamos todxs en el hospital y cuando nos estábamos volviendo a la casa y bajamos al estacionamiento, porque nos iban a llevar con una ambulancia, dice Rocío, hagámonos una selfie -completamente corrida de la realidad-, y nos hicimos una selfie en el estacionamiento del hospital de Charleville, llorando, con los ojos en compota. Tenemos esa foto y no lo podemos creer, como nos atrevimos, o por lo menos ella que fue la que comandó esa situación, “no entremos en el drama, no entremos en el drama porque estamos atravesando una situación que es delirante, hagámonos una selfie con la ambulancia de fondo”, decía. Todo el tiempo el proyecto estuvo cerca de eso, de romper esa cosa y de reírnos un poco de la situación.

CF: Era inevitable que estuviera contado con objetos y con títeres, obviamente por la identidad teatral de Rocío y tuya ¿Cómo fue esa elección también desde la dirección? ¿Qué aporte hiciste al momento de la creación?

GP: Cuando Rocío me contó que Gustavo le había dado el ok para avanzar con el proyecto, él vino a mi casa, estuvo en mi taller y charlamos. Siempre estuvo la idea de que los títeres iban a formar parte del relato, pero no sabíamos bien de qué manera. En la primera etapa, a finales del año pasado, Gustavo había armado un primer guión con mucho más texto, menos imagen, era algo bien distinto, partiendo de la idea de que mi participación era más enfocada a la manipulación de la actriz que a la manipulación de los objetos. Entonces estaba como manipulador de escena, pero que aportaba al relato de la actriz desde un lugar más de contacto físico con ella. Hicimos esa primera experiencia en noviembre diciembre del año pasado, y cuando retomamos la actividad en febrero de este año, Gustavo vino con un guión completamente diferente y dijo, no, son menos palabras y más imágenes.

Entonces, ahí fue donde él abrió todas estas imágenes que ya tenía en su cabeza y juntxs las empezamos a trabajar. Él sabía qué quería trabajar con estas luces robóticas y fue lo primero que nos propuso y, luego, comenzamos a imaginar el universo y los títeres. El primer día dijo, hay un alien, hay un gato negro, hay un hombre palo, referencias que traía en su cabeza muy claras. Lo que más aporté en ese momento fueron cuestiones técnicas. Él me decía, me gustaría un títere de estas características y entonces yo lo traducía a materiales. Cuando fuimos a la escena, mi trabajo tuvo que ver con su mirada, pero también con mi participación más práctica y más sobre los objetos. Él tenía muy claras las imágenes que quería transmitir, por eso, me entregué como intérprete a su dirección.

Fueron muy placenteros los ensayos, al servicio de la idea y de qué se quiere contar. Todo lo que se hace con linternas de mano fue algo que le presenté, porque tienen un potencial alucinante, dibujan un círculo divino, la sombra se ve muy precisa. Entonces empezamos a trabajar con esas linternas y creamos imágenes también a partir de las cosas que él había escrito. Y con la actriz Carolina Saade el ensamble fue delicioso, porque ella, además de que es graciosa, de que canta divino y de todo lo que demuestra en la escena, es encantadora. La había visto trabajar como clown hacía muchos años con Marcelo Katz, ella es muy chica, tiene 28 años.

Rocío muy presente también, como gestora y como creadora de esta historia, siempre participando, dando su opinión. De hecho, hay unos audios que grabó, mucho antes, audios que mandó a desgrabar para tener todo el material escrito porque no se animaba a escribir. Y ese material lo tenemos y de hecho en un momento creímos que lo podíamos incorporar al relato, pero cuando lo empezamos a escuchar con la voz de Rocío muy conmovida, nos pareció que no, que a lo mejor lo estamos forzando, que la imagen era mucho más que la palabra.

El zorro, el labrador y el buen hombre. Foto: Fiorella Romay.

CF: ¿Cómo llegaste a El Zorro, el labrador y el buen hombre?

GP: Llegué por Daniela Fiorentino. Pablo Gorlero la convoca a ella a partir del trabajo que está haciendo en Ana y Wiwi, que también es un espectáculo para infancias donde Daniela manipula a una vaca, que tiene características bastante similares a estas. Le comentó el proyecto, le dijo, mirá, estoy queriendo contar esta historia, cuento con vos, necesito un titiritero. Él tenía planes de hacer una especie de audición o casting y ella me recomendó directamente, conózcanse, porque me parece que Gerardo lo puede hacer.

Así que no hubo tal audición, fuimos a una reunión y empezamos a trabajar. Los títeres los realizó Inés Sceppa, títeres increíbles, muy complejos, muy grandes, pesados, pero fuertes, de madera con comandos. Toda una experiencia muy hermosa atravesar la creación de ese espectáculo.

CF: Además del nomadismo entre Conurbano y CABA, también está el nomadismo entre públicos de adulteces y niñeces.

GP: Si tengo que elegir, elijo el público adulto, pero este proyecto me parece alucinante y disfruto muchísimo cada función.

CF: ¿Qué repercusión hubo en la temporada del Centro Cultural Borges en estas vacaciones?

GP: Primero que el Borges tiene un escenario muy hermoso, con una técnica muy preciosa, entonces la obra luce divino y la gente se emociona, les chiques quieren tocar a esos animales. Están casi, te diría que toda la obra así, pero sucede algo muy fuerte con la emoción, porque las familias adultas se emocionan y eso hace que lxs hijxs se emocionen. Hay algo muy conmovedor en cada una de las funciones, porque es una historia que también está basada en un hecho real y sin espoliar, tiene una parte triste dentro de su relato y es apasionante.

CF: Hermoso lo que decís, conmovedor, porque pienso en que esta obra está escrita y dirigida por Pablo Gorlero, que ha desarrollado parte de su trayectoria como crítico y difusor de la actividad teatral, alguien que está acostumbrado a ver teatro, como si esta apuesta fuera lo que él necesita de las historias, que conmuevan…

GP: Puede ser, a mí me sorprendió mucho, no conocía tanto su trabajo, pero cuando lo vi, lo reconocí, supe quién era, me llamó mucho la atención su deseo de trabajar con títeres, porque no lo había hecho anteriormente y la combinación con Daniela fue fundamental, con quien nos conocemos desde hace mucho tiempo, pero nunca nos habíamos cruzado en la escena y teníamos ganas de hacerlo, así que siento que ahí también hubo algo fuerte. Además, Pablo ama a los animales y convive con muchos, en su casa tiene gatos, perros, tortugas… Así que estuvimos todxs trabajando en eso, en acercarnos, observar a los animales en su comportamiento para poder traducirlo con los títeres, porque el trabajo que hacemos es el más realista posible, dentro de lo que se puede, son personajes que son animales.

El labrador, el zorro y el buen hombre.

CF: Contanos lo que estás haciendo en este momento en San Fernando y cómo adquiriste el oficio de realizador, vestuarista y realizador de objetos y títeres.

GP: Yo me formé primero como actor y siempre tuve cierta cercanía con los materiales. Había algo de eso que me llamaba la atención y siempre me involucraba en las cuestiones de realización de manera autodidacta. En un momento, apareció la escuela de títeres, que fue la que juntó todo. Ni siquiera sabía que podía estudiar teatro de títeres y objetos hasta que conocí la escuela de la Universidad de San Martín, así que a partir de ahí fusioné mi teatralidad con mi cuestión plástica y empecé a desarrollar mucho más la realización y empecé a realizar para otrxs y hasta adquirí una máquina de coser y me animé a diseñar vestuario.

Nunca me sentí cercano a la docencia, de hecho, siempre me puse bastante resistente, es un área en la que no me siento tan cómodo, sin embargo, me convocaron para dirigir el Elenco Municipal de Teatro de San Fernando, algo que yo había experimentado, y, para lo que sentía que tenía las herramientas para afrontar la tarea. El Elenco es pequeño y surge de la Escuela Municipal que tiene la Dirección de Cultura, que funciona en el Teatro Martinelli donde todos los años egresa un nuevo grupo de estudiantes que tienen la posibilidad de incorporarse al año siguiente al trabajo del elenco.

El zorro, el labrador y el buen hombre. Foto: Fiorella Romay.

CF: Gerardo Porión tiene en puerta la continuidad de estos mismos espectáculos, incluso, Pajarraquito quedó seleccionada para la Fiesta Nacional del Teatro (INT), como una de las obras que representan a la Provincia de Buenos Aires. Sin embargo, la coyuntura actual del INT hace que dicha fiesta esté paralizada. Hacia finales de este año, espera estrenar El descubrimiento del amor, con la dramaturgia y dirección de Javier Swedzky.


Claudia Quiroga es Licencia en Artes. Dramaturgia, Dirección, Docencia y Actuación. Mediación y Gestión Cultural. Artivismo y Género. Co-Fundadora de la Colectiva Feminista Artivista, MAT – Mujeres de Artes Tomar. Integrante Asociada y docente en el CELCIT (Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral). Integra la Colectiva de Autoras. Vive en Villa Sarmiento, Morón, Provincia de Buenos Aires.

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