Cultura y espectáculosDestacadas
Manada de lobos, o la Dama Inger de Ostraat

Se presenta por primera vez Manada de lobos en Buenos Aires, tercera obra de Henrik Ibsen, en una muy cuidada adaptación de la original Dama Inger de Ostraat realizada por Helena Tritek y Liliana Escliar. Fue escrita por el dramaturgo noruego en 1855 en cinco actos, tres siglos después de que ocurrieran en su país, los hechos que aquí se relatan.
La historia cuenta la vida de Inger de Ostraat (1475-1555), una influyente y aún muy recordada terrateniente, del siglo XVI, que ejerció gran poder, no exento de intrigas y traiciones para conservar sus territorios y oponerse tenazmente al rey Gustavo I de Suecia. Luego de enviudar, en 1523, toma la totalidad de sus dominios y para ello se vale de todo tipo de recursos y de su gran y estratégica influencia involucrando a sus hijas –algo frecuente en el sistema feudal medieval y monárquico- arreglando convenientes matrimonios, cruentas estrategias y alianzas para concretar sus propósitos.
Estos propósitos no solo respondían a su ambición sino también a su compromiso nacional de lograr la soberanía de su país, todavía en pugna con suecos y daneses. Enfrenta rebeliones campesinas, traiciona a líderes, conspira con el enemigo, y aún, logra introducir la fe de la reforma protestante con las implicancias políticas que esto generaba.
Inger demostró una audacia temeraria que aplicó con rigor pero que luego también le acarreó trágicas consecuencias. El contexto social y político de la época estaba inscripto en la estructura feudal y las relaciones de poder deberían entenderse con una idea muy diferente a la que hoy concebimos con respecto al Estado. Sus dominios eran vastos y apartados, condicionados por el rigor de la geografía y del clima en el fiordo de Trondheim.
Da origen al nombre de esta adaptación, Manada de lobos un cuento tradicional del folclore escandinavo que cuenta cómo el personaje del relato se deshace de la acechanza de una manada de lobos a medida que recorre el camino, sacrificando a sus propios hijos para sobrevivir.
Ibsen escribe esta obra, de estilo claramente shakespereano -de la que no se atribuye inicialmente su autoría-, en una época donde se delinean las características del período romántico. Este movimiento impregnó las creaciones artísticas, filosóficas y políticas desde mediados del siglo XIX. Y se reconoce en los sentimientos de nacionalismo, independencia y patriotismo ligados a la territorialidad de los pueblos.
Fue la primera vez que el autor le asigna el rol protagónico a una mujer fuerte, controvertida, de gran carácter y poder público conjuntamente con una vida sentimental turbulenta y apasionada que tuvo una decisiva importancia en la vida histórica de su país.

La obra, en esta adaptación de tres actos, comienza y finaliza con una escena fúnebre de gran impacto visual y emocional. Se nos van presentando una de sus hijas, fieles servidores, emisarios diplomáticos, un futuro yerno de quien su hija se enamora rotunda y rápidamente, cabecillas de la revuelta campesina, los soldados. Finalmente, aparece un hijo secreto, abandonado de niño y que es el punto argumental de gran tensión que explica el trágico desenlace. Otro elemento trascendente es el diálogo que Inger mantiene con sus antepasados históricos, que ejercen una influencia presente en su vida y en sus decisiones.
Las actuaciones, todas, son excelentes: con los roles protagónicos de la muy convincente Inger de Monina Bonelli, el intrigante emisario del rey Erik Likke, que es Agustín Ritano, junto con un brillante elenco actoral con la dirección impecable de Helena Tritek.
La puesta en escena artística de Eugenio Zanetti, con algunas reminiscencias operísticas, es magnificente. La escenografía, las proyecciones de videos, la iluminación y el sonido son perfectos. El vestuario, de una exquisita majestuosidad es colaboración del Teatro Colón. Están también muy bien resueltos los momentos de reflexión de algunos personajes, fuera del foco de la centralidad del escenario. La música es un elemento muy importante dramáticamente, que acompaña, amplifica y da carácter a las escenas y que vuelve una y otra vez a la mente del espectador trayéndole reminiscencias de esa Manada de Lobos.
Una obra excelente, conmovedora por su argumento y deslumbrante por su puesta en escena que difícilmente el/la espectador/a olvide o lo/la deje indiferente.
Las reflexiones sobre el poder, las pasiones humanas, el compromiso político y las mujeres poderosas son temas siempre de una gran vigencia y de una variada interpretación.

Ficha artístico-técnica:
Elenco: Monina Bonelli, Agustín Rittano, Josefina Bocchino, Juan Luppi, Nicolás Dominici, Martín Henderson, Milagros Almeida, Junior Pisanú, Ariel Pérez de María y Rolo Sosiuk
Asistentes de escena: Gabriel Agüero, Cristian Longo, Leonel Vilela y Lautaro Encina
Figurantes: Matías Cavallo, Augusto Dariozzi, Leandro De Souza y Luciano Quiroga
Coordinación de producción: Juliana Ortiz y Daniela Cristóbal
Coordinación técnica de escenarios: Nery Mucci y Charly Quiroga
Producción técnica: Pedro Colavino
Coordinación de talleres de vestuario: Camila Ferrin, Carolina Langer
Pasantía de asistencia de dirección: Mateo Milione
Asistencia de iluminación: Francisco Varela
Colaboración artística: Seedy González Paz, Dalia Elnecavé, Nicolás Dominici y Martín Henderson
Puesta de video: Juan Bautista Selva
Música original, diseño y puesta de sonido: Gustavo García Mendy
Diseño de iluminación: Eli Sirlin
Diseñador asociado de escenografía y vestuario: Mauro Puppo
Dirección artística: Eugenio Zanetti
Dirección: Helena Tritek
Manada de lobos puede verse de miércoles a domingos a las 20hs. en el Teatro Presidente Alvear, ubicado en Av. Corrientes 1659, CABA.
Adriana Prado es licenciada en Ciencias Sociales y Humanidades y en Bibliotecología y Documentación. Actualmente, realiza periodismo cultural por radio y por redes sociales en Voces y contexto. Es integrante de EDIT (Encuentro de Divulgadores Independientes de Teatro). Vive en Parque Chacabuco, Comuna 7, CABA.
Comentarios de Facebook