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Un poco de amor mendocino

Carlos Casciani. Foto: Sara Gutiérrez.

Con Fervor entrevistó al músico y militante Carlos Casciani, con quien hablamos sobre el trabajo de una de las agrupaciones de músicos y músicas independientes históricas de nuestro país.

Carlos Casciani es miembro fundador del MIMM (Movimiento Independiente Mendocino de Músicxs), una de las primeras agrupaciones que se formó en el país. Muchas de las buenas ideas que fueron repartiéndose por todos los rincones y conformaron el frente de músicos y músicas que creó la Ley de la Música son importadas de Mendoza. Por supuesto, que, en un país como la Argentina, donde lo Federal sólo existe en los papeles, es un esfuerzo titánico generar un marco de derechos en favor de las/os trabajadoras/es de la música; lograr que recorra todas las provincias y llegue a Buenos Aires y que, después, en esta ciudad, no salgan cuatro vivos a mostrar su invento. El MIMM es una de las tantas agrupaciones que pelea contra el centralismo, una deuda muy grande que tienen todas las entidades burocráticas que dicen representar a las/os músicas/os. Incluso, todavía, se espera la segunda parte de dicha ley. Precisamente, la que trata la parte gremial y que fue retrasada por el gobierno anterior, con la complicidad de las autoridades del INAMU (Instituto Nacional de Música), nombradas por el macrismo y que, aún, siguen, a pesar de muchísimas críticas.

Tengo una especial admiración por aquellas personas que se ponen el overol y, en medio de su carrera, se hacen un tiempo para luchar por los derechos de sus colegas. Hay, allí, cierto tipo de generosidad y pasión que se escribe en un pentagrama gigante.

Con Fervor: ¿Cómo llegás al mundo de la música, hubo algún hecho disparador?

Carlos Casciani: Provengo de una familia de músicos/as. Mi abuelo, mi viejo, mi vieja, mi hermano, tío, tía, etc., así que, desde que tengo uso de razón, hubo música en vivo en mi casa; donde funcionaba el Conservatorio Musical Casciani. Enseñanza de piano, acordeón, canto y, también, la orquesta de mi padre, que ensayaba en casa, así que tenía a mano distintos instrumentos.

CF: En una familia de músicos, en una casa donde había tantos instrumentos, ¿por qué elegís la batería?

CC: Cuando descubrí a Los Beatles y escuché a Ringo Starr, me decidí por la batería como el instrumento para mi vida. Más tarde, también, incursioné en la percusión latina y folclórica.

CF: ¿Qué relación tenés con el blues y con el rock?

CC: Son géneros musicales que me emocionan y que me da mucho placer tocarlos. Los Beatles me introdujeron al rock y, luego, fui ampliando la escucha a otras bandas, los Rolling, Zeppelin, Purple y, eso, me llevó a B.B. King, John Lee Hooker, etc. Por supuesto, que me impactaron las bandas argentinas, como Los Gatos, Almendra, Manal, Vox Dei, Gieco, Serú, Spinetta, Charly y, más acá, los Redondos, Divididos etc.

CF: Viniendo de una familia donde música y política convivían en forma permanente, donde rompían aquel nefasto mito de que el artista no se mete en política, ¿qué empezó antes en tu militancia, la política o la música?

CC: La política, desde muy joven. También, con mucha influencia y aprendizaje familiar. Mi tío Ernesto y mi padre fueron fundadores del Sindicato de Músicos de Cuyo (también conocido como Asociación de Músicos de Cuyo). Ese antecedente me marcó, porque tuve la posibilidad de trabajar como músico junto a mi papá y, en las décadas de los ’60 y ‘70, ser testigo del accionar del Sindicato en defensa del trabajo de los músicos.

CF: ¿Cómo decidís y por qué agregarle a tu laburo como músico esto de preocuparte por los derechos, por las herramientas de los músicos?

CC: En la respuesta anterior, digo algo al respecto, pero, en realidad, me involucré decididamente, aproximadamente, en 1980. Con la Dictadura y las organizaciones políticas y gremiales intervenidas y suspendidas. Junto a otros compañeros músicos, comenzamos a vincularnos con la conducción del gremio del momento y logramos conformar una subcomisión juvenil, que logró, de hecho, abrir el edificio y generar actividades a pesar de la represión. Cuando se gana la democracia y el gremio convoca a elecciones, conformamos una lista de unidad con otros sectores y se logra ganar la conducción del gremio. Esa experiencia de gestión y conducción fue muy interesante y de gran aprendizaje. No pudimos darle continuidad, ya que las divisiones y algún dirigente corrupto fueron minando las posibilidades de consolidar dicha experiencia.

CF: ¿Qué cosas considerás, que observabas en tus primeros años como músico, que te dieron la pauta de que, además de tocar, había que pelear por ciertos derechos?

CC: La participación política, los antecedentes familiares y la propia experiencia como laburante de la música, los abusos y las injusticias y el hecho de ver cómo iban desapareciendo las fuentes de trabajo, el empeoramiento de las condiciones y la falta de políticas públicas hacia el sector me marcaron en ese sentido.

CF: ¿Cómo fueron armando el MIMM y con quiénes?, ¿qué situaciones venían viendo que los convocó a continuar la lucha, pero, ya desde una organización?

CC: Corría la década de los ’90 (1994, aproximadamente), políticas menemistas, flexibilización laboral, privatizaciones, etc. El universo de les trabajadores sufriendo las consecuencias y les músiques como parte de este universo. Poco trabajo, todo en negro, las contrataciones del Estado con un atraso en los pagos de alrededor de un año. Con el núcleo de músiques que habíamos actuado en la subcomisión juvenil del Sindicato de músicos de Cuyo en la década del 80, empezamos a reunirnos en los bares y se fueron sumando más compañeres. Nos organizamos para reclamar pagos y mejores condiciones de trabajo. En los comienzos, fue una organización asamblearia, hasta que, en mayo de 1995, en una asamblea masiva, realizada en la Biblioteca General San Martín, se decide la creación de una organización horizontal y transparente, con independencia de partidos políticos, gobiernos, sindicatos, etc., con el objetivo de dignificar el trabajo de las personas músicas y lograr avanzar en el mejoramiento de las condiciones laborales. También, en esa asamblea, se decide el nombre de Movimiento Independiente de Músicos Mendocinos (MIMM). En la actualidad, se modificó, quedando Movimiento Independiente Mendocino de Músicxs y Hacedores Afines Asociación Civil. El formato asambleario se fue agotando y fue cayendo en un reflujo, por lo tanto, en el 2006, después de conocer que, en otras provincias y en la Capital, comenzaban a surgir organizaciones similares, se decide convertir el MIMM en Asociación Civil sin fines de lucro, consiguiendo la personería jurídica correspondiente.

Carlos Casciani junto a grupo Los Alfajores de la Pampa seca. Foto: Fernando Prado.

CF: En la Argentina, uno sabe que lo federal es sólo un mote para quedar bien, algo que sólo existe en los papeles ¿Cómo es armar semejante agrupación, con esos ideales tan claros y hasta utópicos, pero, lejos de Buenos Aires?

CC: Es muy complejo. Tenés que tener en cuenta que, en 1995, las comunicaciones no eran como son actualmente y sólo contábamos con la propia experiencia y la necesidad de organizarnos para encontrar soluciones a los problemas diarios del trabajo. También, contábamos con la experiencia de la militancia política anterior, fundamentalmente, del grupo de músiques que manteníamos la voluntad y las ganas de cambiar la realidad del momento.

CF: Algunos porteños, somos muy críticos de la visión de muchos músicos y autoridades que parecen enceguecerse a partir de la General Paz ¿Cómo ves que responden los que militan la música desde Buenos Aires con respecto a las necesidades de las otras provincias?

CC: En general, puedo decir que muchos compañeres tienen una visión muy centralista y desconocen las realidades de las provincias alejadas de donde se deciden las políticas nacionales y, también, de la industria de la música. Se declama federalismo, pero, en la práctica, esto no se aplica. Hay que mantener alta la lucha por mantener visible la situación de cómo se vive y se hace música en las provincias. Es necesario que todas las políticas públicas y la legislación contemplen esa realidad y las opiniones de los que vivimos lejos de la Capital Federal.

CF: El tipo que arma una agrupación de las características del MIMM, ¿cómo se integra al país y cuánto trabajo le lleva esa tarea? Esto lo pregunto por lo que venimos diciendo de que el federalismo es, ante todo, un gran ausente en la acción.

CC: Es imprescindible el vínculo con las organizaciones de músiques de la región donde uno habita y del resto del país. El intercambio de experiencias, el debate y el conocimiento de esas realidades. Es imprescindible terminar con las divisiones y los egos. El mercado te pone zanahorias por delante (la fama, el éxito, el individualismo, el dinero, etc.), que, en el 99 %, no funcionan. Es urgente y muy necesario la unidad y el consenso, en 4 o 5 puntos principales, para crecer y modificar la realidad de las condiciones de trabajo y creación en el universo de la música. Les músiques debemos tomar conciencia de que, además de tocar, estudiar, ensayar, dar clases, etc., es necesario dedicar tiempo a militar proyectos colectivos y a organizarse con el conjunto de compañeres para conquistar los derechos que necesitamos.

CF: A raíz de la firma de una Ley de Música que no era la esperada por los trabajadores, un grupo de colegas se entrevistó con el presidente ¿Cómo recordás el momento de aquella reunión con Néstor Kirchner?

CC: Entre las tareas que asumí en nombre del MIMM, una fue ser parte del Grupo Redactor del anteproyecto de la Ley Nacional de la Música. En ese proceso, estuve presente en asambleas, reuniones y encuentros con legisladores y funcionarios de la época. Quizás, lo más emocionante fue estar presente en un encuentro con el presidente de aquel momento, Néstor Kirchner. Fue una reunión con la participación de gran cantidad de músicos y músicas (Mercedes Sosa, Teresa Parodi, Ciro, Víctor Heredia y muchos más), entre los que nos encontrábamos dos delegados del MIMM: Camilo Jiménez y yo. Kirchner nos dio la mano a todxs y, luego de un intercambio de opiniones, nos propuso que hiciéramos el proyecto de Ley y nos contactó con su Jefe de Gabinete y otros funcionarios. Eso dio comienzo al largo proceso de gestación de la Ley, que, hoy, está vigente.

CF: Los cuatro años de macrismo fueron nefastos para la cultura en general y para la música en particular, ¿cómo ves, hoy, a la Ley Nacional de la Música?, ¿en qué aspectos funciona y en cuáles no?

CC: En mi opinión, la Ley que, hoy, rige es el resultado del momento histórico y de la capacidad y fuerza movilizadora que éramos capaces en esos años. El objetivo fue generar un proceso de generación de trabajo para, luego, legislar y darle un encuadre legal a la labor de les musiques. Por eso, se le llamó Ley Nacional de la Música Parte 1. Creo que cumple con la función de promover y ayudar al trabajo de les musiques del país. Nuestra opinión, en el grupo redactor, siempre estuvo ligada a darle un fuerte sentido federal, lo cual, aún, no podemos ver realizado con la profundidad que necesitamos. Creo que hay que avanzar en el debate de las funciones que cumplen los Consejos Regionales y les coordinadores de cada Región, esto por mencionar sólo un tema que nos preocupa.

CF: Hay una parte dos de la Ley que, en estos años, fue dejada a un costado, ¿cómo ves esa demora en debatirla?

CC: Cualquier demora en esta tarea no es buena. Creo que los cuatro años de Macri fueron nefastos en este sentido, también. Fue imposible avanzar en ese período. Estoy convencido de que, hoy, es imprescindible este debate y poner el pie en el acelerador para que, de una vez por todas, conquistemos ese derecho también.

Contactos del MIMM: https://mimm.com.ar/

https://es-la.facebook.com/mimmoficial/


Jorge Garacotche es músico, compositor, integrante del grupo Canturbe y miembro de AMIBA (Asociación Músicas/os Independientes Buenos Aires).

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