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Seis variables de un deseo escurridizo

La noche a cualquier hora (Ediciones en danza) es un poemario de la autora Patricia Díaz Bialet, que recupera poemas escritos durante varias décadas. Estructurado en seis capítulos, el texto propone un recorrido sobre el deseo y sus múltiples formas de voracidad.

El poema puede hacerse un ovillo, pero es para volver otra vez sus signos agudos hacia afuera. Puede por cierto reflejar la lengua o decir la poesía, pero no se refiere nunca a sí, no se mueve nunca por sí mismo como esas máquinas portadoras de muerte. Su acontecimiento siempre interrumpe o desvía el saber absoluto, el ser próximo a sí en la autotelia. Este «demonio del corazón» nunca se reagrupa, se extravía un tanto (delirio o manía), se expone a la suerte, preferiría dejarse despedazar por eso que viene sobre él” (Jacques Derrida, Che cos’è la poesía, 1988).

Patricia Díaz Bialet publicó los libros Los despojos del diluvio, Testigo de la bruma, La penumbra de la luna llena, La dueña de la ebriedad de la rosa, Los sonidos secretos de la lluvia, El hombre del sombrero azul, El amor es una pluma de mercurio y La que va, entre otros textos. Simultáneamente a la producción de su obra poética, en los últimos años, la autora se ha desempeñado como investigadora en el Instituto de Artes del Espectáculo de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, además de integrar el Área de Investigaciones en Ciencias del Arte del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.

Es muy probable que muchos espectadores teatrales conozcan parte de su obra poética a partir de dos espectáculos, que le pusieron cuerpo a sus poemas: Con un tigre en la boca. Manual de los amantes (2014/2015) y La noche a cualquier hora (2017). Estas transposiciones de su obra dan cuenta de uno de los temas centrales que la poetisa aborda: el sinuoso y fascinante diálogo (a veces, contradictorio) entre la corporalidad y la fantasía. Un par que los actores problematizaron a partir del decir y del sentir, ejes nodales del evento escénico.

Seis son los capítulos que vertebran su más reciente publicación: Antídoto contra la soledad, El deseo embellece, Así no se gana el paraíso, La caja del amor en donde todo es negro a veces, El aparente fluir del tiempo y La única oscuridad previsible.  Seis variables de un deseo escurridizo que dan cuenta de esa capacidad tan inscripta en la poesía –a la que nos referimos aquí arriba, en la reflexión erudita de Jacques Derrida- de dejarse estallar en cada lector.

De forma transversal, los poemas presentes en La noche a cualquier hora despliegan un imaginario poético conversacional (las palabras de César Fernández Moreno confirman el epígrafe de uno de los poemas) en el que se presentan diversas miradas sobre la mujer. Un recorrido por lo femenino capturado en distintas franjas etarias.

De lugares reconocibles y saberes aprehendidos de la experiencia están hechos estos poemas, en donde la figura de la deriva cobra un lugar por momentos numinoso, misterioso, sorpresivo. En poemas como Morosamente, por ejemplo, el cuadro amoroso se ve jaqueado por una fenoménica animal, imposible de reducirse a la experiencia ordinaria.

En otros poemas, como La noche a cualquier hora (no es una elección casual que la poetisa no titule Cualquier hora de la noche, sugiriendo que ésta es un personaje más) la voz poética prescinde, por un momento, del otro para acercarse a un tono más reflexivo, en la frontera entre lo apenas perceptible y el imaginario del dolor: “Si una acumula el padecimiento / como si éste mereciera el cofre de terciopelo albino / él se transforma en hijo único / irriga su infusión calamitosa y se confunde con el alimento diario”.

Patricia Díaz Bialet satisface –posiblemente, sin proponérselo- la forma de ser contemporánea, sin por ello tener que rendir cuentas de su contemporaneidad. Es muy significativo que, gran parte de sus poemas, tengan al pie alguna referencia que los ancle en un tiempo y espacio en particular; antítesis de los no lugares vacíos de identidad, fechados en décadas que nos hacen suponer una primera juventud y una adultez consumada. La poesía estalla y la captación de su lenguaje deviene voraz, se transforma en el deseo de recolectar lo que se sabe perdido.

El anclaje en coordenadas definidas le aporta al poemario un matiz biográfico que problematiza el lugar de la voz femenina en su contorno, nos hace preguntarnos qué edad le damos a esas palabras, como si fueran palabras paridas. Díaz Bialet pule una escritura detallista, minuciosa, curiosa, que es capaz de graficar una intimidad femenina sin entrar en colisión con el feminismo, entendido como una multiplicidad de discursos inscriptos en una serie eminentemente social. De este modo, las dualidades masculino/femenino –presentes en la obra- son inteligibles a partir de las emociones y percepciones tamizadas en una voz sinestésica, plena en sensorialidad y recuerdos que, tal vez, sean tan vívidos como inventados.

¿Acaso importa?

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