Icono del sitio Con Fervor

Poema-canción a María Elena Walsh

Eugenia Bekeris, María Elena Walsh.

Este poema está dedicado a María Elena Walsh. Forma parte de una serie de poemas destinados a los amigos de mis padres. He poetizado lo que viví, con cada uno de ellos, en mi infancia y juventud. Al reencontrarme con sus obras, al recordar momentos compartidos pensé en dedicarles un poema a cada uno. En este caso, mi madre, siempre, me hablaba de María Elena. Este poema forma parte de mi próximo libro: El corte argentino. 

 

María Elena Walsh: El otoño perdido

 

En el año 1945, a los 15 años, María Elena Walsh publicó su primer poema, en la revista El Hogar, titulado: Elegía, ilustrado por su compañera de colegio Elba Fábregas. Cuando contaba con 17 años, sufre la muerte de su padre y publica su primer libro, un poemario titulado: Otoño imperdonable. Mi madre y María Elena Walsh estudiaron juntas en Bellas Artes y fueron muy amigas. Elba Fábregas era unos años mayor que ella, fue la amiga que la orientó, con un vínculo más orgánico, con la literatura y la ayudó a difundir sus primeros poemas. Cuando era niño, a principios de los años sesenta, tuve la suerte de ver, muchas veces, con mi madre Canciones para mirar. Fue un espectáculo que María Elena realizó, junto a Leda Valladares, en el Teatro Municipal General San Martín y que fue un gran éxito. María Elena pasó, una vez, por el Centro Cultural de la Cooperación para visitarme. Habíamos pensado hacer un espectáculo con una obra de ella. Recuerdo que vino con su bastón y se la notaba caminar con dificultad. Me recordó algunas cosas que habían vivido con Elba y aquella primera ilustración que apareció en la revista El Hogar. Me habló con profundo agradecimiento. Nos despedimos. Nunca más la pude volver a ver.

 

Poema canción para María Elena

 

Oh!, qué habrá ahora del otoño

Cuando tu sangre era tan triste

Y cómo se parte la mañana de nuevo

Sobre el frío que vieron a tus hojas

En el silencio florecido de tu muerte

Perdida interminable como si fuera un canto

La señorita final de la estación eterna

Nacida para ser breve como la niña inglesa

Con la tarde al oeste, con balada de angel

Porque me humilla la eternidad sagrada

Del otoño sin parque de mi primer amante

Por eso estoy a solas y parece que canto

Como sale un juglar invadiendo la calle

Que se mira de un fondo asomado a la noche

Con un enorme grito que te pedí de joven

Para que todo me dieras y que me dieras todo

Al pasear por aquella con los pájaros rotos

En la llovizna siempre de una rosa vestida

Porque era la edad en sed y el vaso en la bebida

De aquellos países que ahora ya se han muerto

Con el mar en la belleza final de ir a buscarte

A buscarte en otoño con el amor de una lluvia

Que te trajo de nuevo imperdonable y muy cierta

Y que todo lo dicho es tan claro en el brillo

Que he hablado todo aun sin los espejos

Con las hojas que caen a morirse conmigo

Para ser tan exacta en la estación eterna

En mis muros de sed, en los puentes del siglo

Y para eso canto para todos ustedes

En la feliz memoria de una belleza

Con un otoño en sangre, con la lluvia desierta.

 


Juano Villafañe es poeta, gestor cultural y director artístico del Centro Cultural de la Cooperación.

Salir de la versión móvil
Ir a la barra de herramientas