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Operetas: El superhéroe amarillo

Los columnistas de Clarín y La Nación andan por caminos parecidos para cumplir el mismo mandato: dar interpretaciones positivas de la designación de Pichetto en la fórmula oficialista e insuflar optimismo. Detrás de artilugios, rumores y recursos argumentales, de fondo, está la vieja fórmula “nosotros o el caos”, trasladada a “democracia republicana versus populismo autoritario”.
   Sin mayor cautela ni timidez, no falta algún “analista” que encuentra en el senador un discurso más claro y sincero que el de todo Cambiemos, el del macrismo y hasta del mismísimo Macri. De rodillas, para darle más peso a la novedad política, los medios macristas y sus escribas tratan de que no se noten los rasgos más abyectos del nuevo superhéroe amarillo. Como la restauración del macartismo para expresar odio a Axel Kicillof, o su desprecio por los marginados del sistema.
   Los títulos sobre mercados “exultantes”, baja del dólar, optimismo en Wall Street y hasta la invención del fenómeno “efecto Pichetto”, son banderas que levantan Clarín, La Nación e Infobae uno y otro día, y otro, y otro, más de una vez, con otros medios que hacen coro. Banderas que encabezan el batallón en el que se alistan numerosos “analistas”, entre ellos:
   Miércoles: Vaca en Clarín; Morales Solá y Jacquelin en La Nación. Jueves: Roa y González en Clarín. Viernes: Roca en Clarín y Laborda en La Nación. Sábado, González en Clarín, Olivera, Jastreblansky y Guyot en La Nación. Domingo: Roa, Van der Kooy y Fioriti en Clarín, Morales Solá, Guadalupe, Fernández Díaz y Sirvén en La Nación. Y hay otros periodistas independientes, de menos renombre, que usan letras y oraciones parecidas.
   Ni timidez ni lentitud: ya el miércoles, Vaca, en Clarín, habla de una encuesta que da ganador a Macri-Pichetto en segunda vuelta. Ese mismo día, Morales Solá confirma lo que ya se había leído el domingo anterior: ama sin límites a Macri, pero, ahora, siente parecido por Pichetto: le gusta, sobre todo, por su discurso contra la inmigración, por la buena relación con EEUU y Bolsonaro, porque, apoya el estractivismo minero a como dé lugar.
   Vuelve a escribir, el miércoles, lo que tipeó el domingo 9 y que repetirá el domingo 16: la elección es entre “populismo autoritario y democracia republicana”.
   El mismo miércoles, Jacquelin define a Pichetto como el mejor senador de todos estos años. Al día siguiente, Roa, en Clarín, le descubre otras mil virtudes, que hacen que Massa se vea “devaluado”. “Pichetto es el personaje que le faltaba a la política argentina”, escribió González, el jueves, en Clarín. Aunque, luego, se pone sincero: Es un candidato “peronista” (así lo considera) para el “golpe de gracia” al peronismo, el viejo anhelo de la oligarquía criolla.
   Y, ahora, hay un Macri “eufórico”, que “recuperó la iniciativa electoral”, escribe Bonelli, el viernes, en Clarín. La designación expresa una “apertura” del macrismo. Sólo al final desliza que Pichetto quedó, porque, Sanz y Urtubey rechazaron la candidatura. Ese mismo día, Roa copia a Morales Solá con el enunciado “nosotros o el caos”, porque, los kirchneristas son malos, recontra malos.
   El supuesto estado de exaltación no es sólo de Macri. Parece que Laborda, de La Nación, pasa por el mismo trance: “Los mercados perciben que Macri recuperó iniciativa, que es más competitivo y que, si gana, habrá más gobernabilidad”.
   Pasan los días y, obvio, los conceptos y las consignas comienzan a repetirse: Pichetto es “referente institucional”, dice González el sábado, y, encima, cuando habla, no tiene la “culpa” de los macristas y los radicales, y “reivindica el capitalismo”. Luego, celebra los ataques de odio del ilustre senador a los inmigrantes y su ocurrencia de arrastrar al país al clima político de hace un siglo, con su macartismo hacia Kicillof.
   En fin, encuestas que dan progresos oficialistas, “mercados” todavía más contentos, y más y más confianza en la “gobernabilidad futura”. Guyot, de La Nación, también, copia a Morales Solá: la elección es entre “democracia y populismo autoritario”.
   Ya el domingo, Roa se toma tiempo para burlarse, acaso con toda justicia, del patético rol de los radicales amarillos, de quienes dice que “festejan como propia la candidatura de Pichetto”, a quien aplaude por su discurso “muchas veces más sólido” que el de Cambiemos, mientras, el kirchnerismo “suma impresentables”, como “Moyano y Grabois”. El moño: ¡Macri puede ganar, hurra!
   Con pretensiones de parecer menos patético y más sesudo, Van der Kooy trata de justificar esta elección política de Pichetto, hombre que tiene -dice- “un fuego” discursivo que el macrismo no conoce. Al fin, sostiene, son todos más o menos iguales y se mudan de tanto en tanto. La lista incluye -obvio- a Alberto Fernández y Sergio Massa, a Lavagna y hasta Stolbizer. E, igual que una semana antes, vuelve a la tesis del votante fallido, inmoral: la ex Presidenta tiene la mejor intención de voto en el país cuando está procesada. A este columnista le molesta, parece, que Ella siga respirando, cuando se queja, porque, va a los juicios que se le siguen “como si nada”.
   En tanto, Fioriti, en Clarín, reproduce -sin una sola fuente- un supuesto diálogo, en la cumbre del poder, con la única finalidad de decir que Pichetto aceptó la postulación sin pedir nada a cambio.
   Y, así, llegamos al extremo del amor y el optimismo: “Ahora Macri busca un triunfo en la primera vuelta”, se excita Morales Solá. Repite, por enésima vez, la consigna “democracia vs. populismo autoritario” y, apenas, se toma medio párrafo para un dato adverso: lo mucho o poco que Lavagna saque en las urnas será a expensas del macrismo.
   Más extremos: furioso antiperonista, Fernández Díaz encuentra en Pichetto un peronista bueno. Y, arrojándose al grotesco histórico, Sirvén descube en Macri habilidades políticas equiparables a las de… Juan Domingo Perón.
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