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“Mario Benedetti era un hombre comprometido con las causas justas”

Mario Benedetti en la Plaza San Martín, Buenos Aires. Foto: Eduardo Longoni.

Para celebrar el centenario del natalicio del destacado autor uruguayo Mario Benedetti, en septiembre se editó Cien años del poeta de la gente, un volumen digital con fotografías del hacedor montevideano, a cargo del artista argentino Eduardo Longoni.  Con una mirada profunda y peculiar detrás de cámara, supo captar como nadie la cotidianidad del autor de La Tregua y El olvido está lleno de memoria, entre muchos otros.

Entrevistamos a Eduardo Longoni, quien, además, retrató bisagras del devenir histórico argentino, como el ataque al cuartel de La Tablada, por parte del Movimiento Todos por la Patria (MTP), recordó a Benedetti y, también, se refirió al momento en que inmortalizó a Maradona en “La mano de Dios”, durante el Mundial de México ‘86.

Con Fervor: Recientemente, se ha editado tu trabajo Cien años del poeta de la gente Mario Benedetti. Fotografías de Eduardo Longoni, el primero de la Colección Digital de los Editores Laura Lavergne y Jorge Piccini, ¿cómo describirías el proceso para llegar a ese material?, ¿difiere en algo respecto de las fotografías que se incluyeron en el año 1998 en el libro Poemas revelados?

Eduardo Longoni: Difiere bastante con el libro original de 1998. En principio, tiene menos fotos y no están acompañadas por poemas de Benedetti. Y, fundamentalmente, el hecho de ser un libro digital, para ver en una computadora o una tablet, es algo que no se podía soñar cuando fue realizado el libro original. Por suerte, los editores están pensando, dado el éxito del libro digital, en hacer una edición en papel, más pequeña que Poemas revelados y muy similar a la digital. Esa posibilidad me hace mucha ilusión.

Mario Benedetti en el Mercado del Puerto, Montevideo. Foto: Eduardo Longoni.

CF: Mario Benedetti comentó que, a partir de tus instantáneas, logró reconstruir parte de su memoria durante los años de exilio, ¿qué aprendizajes cosechaste de aquella experiencia junto a él, cómo lo recordás?

EL: Mario estaba encantado con volver a su país, a su ciudad. Mucho de Montevideo había cambiado durante su ausencia, ya no había árboles en la 18 de Julio y eso lo apenaba. Pero, estaba feliz entre su gente. Era mágico caminar con él por las calles de Montevideo, todos lo saludaban, muchísimos tenían sus libros y le pedían una firma, lo abrazaban. Y Mario se detenía a conversar con cada uno de ellos. Para mí, era importante recorrer los lugares de sus poesías, como el Botánico, por ejemplo, o el barrio Capurro, que fue el barrio de su infancia. Él iba con su sonrisa por esos lugares a reencontrarse con su historia.

CF: Las fotografías que componen este libro participan, también. de una muestra homenaje que se lleva a cabo en el Parque Rodó, en Montevideo, en el marco de la Exposición Siglo Benedetti: a 100 años de su nacimiento, que puede visitarse hasta el 16 de noviembre en Montevideo ¿Cómo atravesás el hecho de haber montado ese recordatorio en el contexto de la pandemia y de pasar de lo concreto de una muestra a lo intangible -en términos de soporte- de un libro digital?

EL: La pandemia convirtió a muchas cosas en intangibles. Y el mundo de la calle, de los abrazos y de las charlas compartidas es irremplazable. Lamenté mucho no haber podido estar en esta exposición, no haber podido compartir los recuerdos que esas fotos me traen con queridos amigos del Uruguay. Lamenté mucho, también, que el CdF (El Centro de Fotografía), que estaba embarcado en la publicación de un libro con mis fotos, no lo pudiera hacer por las actuales circunstancias, pero, pienso que, en tiempos de crisis, hay que tener cierta plasticidad mental para saber que la cuestión es modificarse y adaptarse a las nuevas circunstancias.

Mario Benedetti en el Teatro Solís, Montevideo. Foto: Eduardo Longoni.

CF: ¿Considerás, como lector, que la obra de Bededetti tiene el atributo de la vigencia, de la perpetuidad, de aquello que no caduca, como las imágenes que tomás con tu cámara?

EL: La poesía de Mario es la poesía de la gente, de la gente de a pie, de la gente común. Creo que por eso que es tan popular, tan querido, tan cantado por músicos, tan recitado por jóvenes o viejos y, también, tan olvidado por la Academia, por aquellos que entienden las letras como propias de una elite de avanzada y no como algo del pueblo. Y las fotos son la memoria. Las fotos políticas, la memoria de una nación. Las sociales, la memoria de las familias, y, juntas, hacen la memoria de la sociedad en la que vivimos.

CF: Además de retratar a Mario, has hecho lo propio con Ernesto Sábato y con Maradona (sos autor de la foto «la mano de Dios») ¿Dirías, entonces, que, en algún punto, te cautivan los personajes populares? ¿Qué es lo que te lleva a poner el ojo detrás de la cámara y eternizar ciertos momentos, algunos de los cuales fueron bisagras en la historia de nuestra cultura?

EL: Tanto Sábato como Benedetti, fueron los escritores de mi adolescencia. Una adolescencia convulsionada de los años 70. Fui muy influido por la idea del amor desesperado que se profesaban Martín y Alejandra, los dos personajes de Sobre héroes y tumbas. Y, naturalmente, la poesía de Benedetti, que pasaba del compromiso al amor sin escalas y era una lectura reiterada, una y otra vez, en aquellos años. Para mí, haber podido retratar a ambos, hacer libros con ellos, fue un sueño que superó mi fantasía adolescente. Porque, la fotografía significó un pasaporte para poder conocerlos en profundidad. Para compartir charlas y vivencias con ellos.

Lo de Maradona se ajusta más a la idea arrolladora de esos años de juventud de estar en cada lugar donde ocurrieran las noticias. Fui un apasionado de la fotografía política y social, pero, también, me encantaba el deporte, sobre todo el fútbol y el box. Durante años, no entendía los domingos sin ir a fotografiar fútbol y, eso, me llevó a tres mundiales y a tener la suerte de poder fotografiar al mejor Maradona de la historia, en el Mundial de México 86.

Mario Benedetti arreglando el Fax, con su esposa Luz, Montevideo . Foto: Eduardo Longoni.

CF: En una entrevista de 2017, asegurás que la fotografía es tu lenguaje, una forma de militancia por otro medio, ¿qué significa, para vos, la militancia o qué militás a través de tus imágenes?

EL: Yo empecé a militar en política muy joven, en mi colegio secundario, el Nacional Buenos Aires. Era la época de la Triple A, que, después, se continuaría en la sangrienta Dictadura cívico-militar del ’76. Cuando salí de la colimba, en el 79, ese tipo de militancia en un partido político ya no me conformaba, yo quería algo distinto. Y, en la fotografía, lo encontré. Tratando de mostrar la lucha de las Madres de Plaza de Mayo y las primeras y tímidas manifestaciones obreras y estudiantiles. Sentía que podía aportar mi granito de arena con mi cámara, para poder correr el telón de tanta represión durante aquella noche trágica del país.

CF: En este sentido, ¿elegiste retratar a las Madres de Plaza de Mayo, las Malvinas, luego del 82, o el alzamiento carapintada contra Alfonsín, con un trabajo que, tres décadas más tarde, esclareció el asesinato de José Alejandro Díaz, por ejemplo?, ¿o los hechos te eligieron a vos?

EL: Siempre, quería estar en todas partes. En cada lugar donde sucedía algo. Tenía en aquellos años (los ‘80), cuando empecé, una capacidad de trabajo enorme. Era joven, vivía de la fotografía y, eso, era un sueño. Yo había pensado, para mi vida, ser historiador, pero, rápidamente, me di cuenta de que me interesaba más intentar producir los documentos en la calle. Quizá, no era del todo consciente, pero me lancé a estar ahí, en cada situación que podía.

Con respecto a mi foto de los dos guerrilleros que se rinden desarmados a tropas del ejército durante el ataque al cuartel de La Tablada por parte del MTP, creo que es un ejemplo de las distintas vidas que puede tener una foto. En aquel momento, fue una imagen que mostraba, por primera vez en el día, a los dos bandos en pugna juntos. Pero, a partir de ese momento, las circunstancias fueron cambiando. Se descubrió que había guerrilleros que no estaban ni detenidos ni muertos, se investigó y a dos de ellos, José Alejandro Díaz e Iván Ruiz, se los ve en mi foto en el acto de rendirse y, nunca más, se supo de ellos. Con el tiempo y a través de esas imágenes, la Corte Interamericana de Derechos Humanos instó al Estado Argentino a investigar. La Corte Suprema de Justicia reabrió el caso y el Tribunal Oral de San Martín -basándose, entre otros documentos, en mis fotos- condenó al general Arrillaga, quien comandó la recuperación del cuartel, a prisión perpetua por la desaparición de José Alejandro Díaz.

Mario Benedetti en la Plaza Matriz, Montevideo. Foto: Eduardo Longoni.

CF: Volviendo a Benedetti, ¿veías en él a un militante de la palabra, de la cultura y de la clase media?, ¿eso es simplemente parte del imaginario colectivo que lo rodea o cómo lo concebís vos?

EL: Mario era un hombre comprometido con las causas justas. Un hombre bueno y luchador. Un orgullo para su país y para toda Latinoamérica. Era un grande, que nunca se la creyó. Que vivió hasta sus últimos días en un pequeño departamento, en el centro de Montevideo. Que se sentaba en el bar de la esquina de su casa, como un uruguayo más. Y, eso, lo hacía más grande aún, porque la gente lo tenía a mano, le hablaba y era escuchada y a él, ese contacto cotidiano, le encantaba. Porque esa era su vida.

CF: ¿La  contrapartida, en papel, del libro llegará luego de la pandemia?

EL: Va a salir en papel, ¡pero ya! En estos días va a entrar a imprenta. Los editores, Laura Lavergne y Jorge Piccini, se entusiasmaron mucho con la repercusión del libro digital y se pusieron a trabajar en la edición del libro de papel. El proyecto es precioso, un librito pequeño, con papel vegetal, que van a imprimir en una imprenta de primera línea. Me hace mucha ilusión pensar en ese libro. Porque Poemas revelados, el libro que editó originariamente Losada con mis fotos, está totalmente agotado.

CF: Si pudieras volver en el tiempo y compartir un momento con Mario, de los que integran el libro, ¿cúal sería y por qué?

EL: Pasear con Mario por el Jardín Botánico fue una de esas experiencias que te quedan grabadas en el alma. Él buscaba, en silencio, el lugar donde se había sentado a garabatear su poesía A la izquierda del roble. Recuerdo el silencio matizado por el canto de los pájaros y la cara de Mario que buscaba, ya no el lugar exacto, creo que buscaba aquellos años que se habían ido. Aquellos días antes de las dictaduras, que sumieron a Latinoamérica en la pobreza por décadas. Buscaba ese pasado que ya se había ido. Lo buscaba en silencio, pero, un silencio que lo daba a entender todo.

Mario Benedetti en la Plaza Matriz, Montevideo. Foto: Eduardo Longoni.

Link del libro digital: https://issuu.com/lpeditores/docs/longoni-benedetti

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