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Los bordes vinculares

Las cuerdas, de Ana Schimelman (Espacio Callejón)

Entrevistamos a Ana Schimelman, directora de Las cuerdas. Hace unos años, en el Centro Cultural Borda, observé una pintada que decía: “En un mundo loco, sólo los locos están cuerdos”, una frase del cineasta Akira Kurosawa, que plasma la posibilidad de una mutación social esquizoide y, además, pone bajo la lupa la idea remanida de analizar los acontecimientos de manera binaria.

Las cuerdas, de Ana Schimelman, Ganadora del Concurso Óperas Primas 2019 del Centro Cultural Ricardo Rojas (UBA), introduce como tema el vínculo transferencial entre una adolescente, que transita una enfermedad psiquiátrica, y su acompañante terapéutica.

Dicho espectáculo, nos invita a reflexionar sobre los prejuicios y la patologización de características subjetivas, que no hacen más que segregar, discriminar y etiquetar la diferencia, imposibilitando la potencia deseante que tenemos todes.

En este contexto apocalíptico que estamos viviendo, donde la cultura y nosotres, sus trabajadores, intentamos resistir, no debemos olvidarnos de la responsabilidad que portamos como comunicadores y que, si el mundo se pudre, si la concepción simbólica y práctica del ser se deconstruye, si las instituciones se desestabilizan y todo está en un continuo movimiento, el arte y el lenguaje vienen a darnos la posibilidad de plasmar cambios de paradigmas. Paradigmas que no impriman el sentimiento placentero de reproducir discursos y objetos muertos, sino, que seamos capaces de impulsar nuevas formas gozosas de estar en la vida.

Con Fervor: Las cuerdas se mete con la temática de la salud mental, ¿cómo surgió esta inquietud?

Ana Schimelman: Durante el 2017, trabajé en una escuela de educación especial. Primero, como ayudante de los talleres artísticos, pero, frente a un imprevisto, fui, durante tres meses, acompañante terapéutica de una de las alumnas (eran todxs adolescentes). Mi experiencia trabajando en esa institución fue alucinante, aprendí muchísimo. A causa de una gran desinformación, cargaba con muchos pre conceptos que fueron derribados, gracias al contacto con alumnes y docentes. En lo particular, el vínculo que llegué a forjar con aquella adolescente me pareció de lo más conmovedor: cómo dos personas, que no son amigas ni familiares ni novias, pueden construir intimidad de forma tan veloz. Me interesó, más que hablar de salud mental, retratar ese vínculo en clave de ficción, que, si bien está mediado por una patología, tiene muchísimo más de que hablar.

CF: ¿Cómo fue el proceso creativo en relación a los personajes?

AS: El primer ensayo que tuvimos fue en abril de 2019. Ese día, les propuse a las actrices y a Renata Mármora, la asistente de dirección, que las cuatro escribamos en un papel características al azar de Carla y Micaela, los personajes de la obra. Construirlas entre todas, más allá de lo que ya estaba escrito en el texto. Me divierte pensar en acercamientos más lúdicos a la hora de crear un personaje o montar una escena. Cuando empezamos a poner más el cuerpo, tanto Amelia Repetto como Fiamma Carranza Macchi, construyeron a sus personajes desde un comportamiento físico claro, mediante acciones precisas. Ellas son dos actrices increíbles de las que aprendí y aprendo un montón. Si bien, con Reni teníamos el trabajo de armar la escena vista desde afuera, en lo que respecta a la construcción de los personajes, el mérito es realmente de ellas. Aún hoy, dos años después de nuestro primer ensayo, nos seguimos juntando y pensando cosas de la obra, de los personajes, de lo que todavía no nos cierra y queremos ajustar. Es muy placentero, para mí, como directora, sentir tanto compromiso y entusiasmo en el grupo y ganas de seguir creciendo, como obra, juntas.

CF: ¿Existió algún tipo de investigación teórico-práctica acerca de les sujetxs que transitan alguna enfermedad psiquiátrica?

AS: No teóricamente. Yo tenía mi experiencia como acompañante terapéutica, sumado a que Amelia, además de ser actriz, es psiquiatra y trae consigo muchas herramientas vinculadas al tema. También, recibimos la visita, a un ensayo, de una ex compañera mía del trabajo en la escuela especial. Clara, la música que realizó la composición de todas las canciones de la obra, también es musicoterapeuta. Todo sirvió para orientarnos. De todas formas, tanto en el proceso de escritura de la obra, como en el posterior montaje, siempre, tuvimos en claro que queríamos producir ficción, no un retrato de una experiencia personal. Eso fue un gran disparador. Yo escribí la obra en un taller que dictaban Juan Francisco Dasso y Franco Calluso. Y, en la primera reunión que tuvimos, me plantearon que no me limite a relatar algo similar a lo ocurrido. Las primeras escenas de la obra transcurren en el ámbito escolar, que es el único que yo transité. Ellos me propusieron probar sacarlas de ahí, para ver qué pasaba, y eso abrió un mundo mucho más interesante.

CF: ¿Es una inspiración la locura?

AS: En lo personal, lo que me resultó inspirador fue el vínculo entre la acompañante y la paciente, no la locura en sí. Me parecía mucho más interesante poner a esas dos mujeres en relación que hablar de la particularidad de cada una. La psicosis, en Mica, es una característica del personaje. Como Carla, también, tiene las suyas, pero, no es el eje del relato.

Ana Schimelman.

CF: ¿Qué tesis consideran que plasma la obra sobre dicha temática?

AS: Que el acompañamiento, siempre, es mutuo y que hay temas, miedos e inquietudes que tenemos todas. Que, si bien cada una tiene un rol, esos roles son intercambiables. No hay una que necesite más de la otra. Después de todo, no dejan de ser dos mujeres jóvenes que están viendo cómo se las van arreglando.

CF: ¿Cómo fue la experiencia de escribir tu ópera prima y dirigirla?

AS: La verdad es que soñada. A muchas de las artistas que trabajaron en la obra no las conocía. Me parecía importante armar un equipo de mujeres, sobre todo, porque no estaba acostumbrada a que ciertos roles, dentro de lo que implica montar una obra, fuesen ocupados por chicas. Así que tuve que preguntar y conocer. Y me encontré con artistas increíbles. El día que realizamos el montaje y la puesta de luces, las veía trabajar a Cintia Ledesma y Antonela Fucenecco, que hicieron la escenografía y el vestuario, y a Lucía Feijóo, que hizo el diseño de iluminación, y me produjo muchísima admiración. Si bien, ellas ya tienen más experiencia, para otras integrantes del equipo, también, fue su primera experiencia en una obra teatral.

Clara Giustincich hizo toda la composición musical y Mora Fumberg las animaciones, ilustraciones y la gráfica. Aprendimos mucho, juntas.

Durante los ensayos, Manuela Estigarribia, que había sido compañera mía del taller de escritura, nos ayudó con la coreografía. Paula Schortt y Catalina Derecho hicieron la fotografía y el video. Durante el montaje, en 2019, Sonia Stigliano realizó la producción y, desde fines de 2020, Malena Sánchez Olmos ocupa ese rol, a veces imperceptible, pero, tan clave para que todo funcione. Comentario aparte para Renata, Fiamma y Amelia, que sostienen, semana a semana, la obra, con amor y profesionalismo. Me parece importante mencionarlas a todas, porque su trabajo está plasmado en la obra y cada una, en su rol, fue indispensable. Como mi primera experiencia dirigiendo, lo que más rescato es que estuve bien acompañada, trabajando cómoda, con quienes, hoy, ya son mis amigas.

 

Ficha artístico-técnica:

Dramaturgia: Ana Schimelman

Actúan: Fiamma Carranza Macchi y Amelia Repetto

Diseño de vestuario: Cintia Ledesma

Diseño de escenografía: Cintia Ledesma

Diseño de luces: Lucia Feijoó

Animaciones: Mora Fumberg

Video: Catalina Derecho

Música original: Clara Gius

Fotografía: Catalina Derecho, Paula Schrott

Diseño gráfico: Mora Fumberg

Asistencia de escenografía: Antonela Fucenecco

Asistencia de dirección: Renata Mármora

Producción: Malena Sánchez Olmos y Sonia Stigliano

Colaboración artística: Manuela Estigarribia

Dirección: Ana Schimelman

Duración: 70 minutos

Las cuerdas puede verse, de modo presencial, los domingos de abril (4,11, 18 y 25) a las 18hs. en Espacio Callejón, Humahuaca 3759, CABA.

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