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Los barrios y las luces del centro

Ana Godel, Tiempo circular.

La Ciudad de Buenos Aires es, históricamente y políticamente, una Ciudad unitaria. Esto no implica que el resto del país tenga una cultura federal muy arraigada. Pero, cuando hablamos de nuestra Ciudad las tradiciones unitarias y centralizadas han sido una constante. Desde el año 2005, la Ciudad se encuentra organizada en 15 Comunas que se rigen bajo la Ley 1.777. Se trata de unidades descentralizadas de gestión política y administrativa que abarcan a más de un barrio porteño. Cada comuna representa una unidad político-cultural con un gobierno y presupuesto propio. Las Comunas permiten la descentralización de la gestión de la Ciudad y estimulan a que la ciudadanía pueda tener una mayor participación y definir sistemas nuevos en la gestión política. La descentralización permite darle visibilidad a los barrios e instalar un modelo más democrático y participativo. Pero, los gobiernos comunales no han alcanzado a desarrollarse como corresponde. El gobierno de las comunas y los barrios es una deuda que tenemos todavía en Buenos Aires. El macrismo no ha fomentado los gobiernos barriales ni la gestión en las comunas.

Por otra parte, las políticas unitarias centralizadas son las que siguen definiendo todo el modelo de gobierno en la Ciudad. Esto no implica desconocer la importancia de las políticas públicas centralizadas, que garanticen excelencia en los servicios de salud, vivienda o educación. No se trata de enfrentar el modelo centralizado de gobierno con las formas de gestión descentralizada. Más aún, si las políticas centralizadas son de calidad, las formas de gestión descentralizadas tendrán mejores condiciones para que sean ejercidas.

El conflicto entre centralización y descentralización está muy arraigado a una cultura política. Resulta ya establecido, por ejemplo, que las alternativas políticas en la Ciudad se definen, siempre, unos meses antes del acto electoral. No hay tradición en la construcción barrial o comunal. El propio ciudadano se siente únicamente consumidor de un sistema de servicios, que la Ciudad le debe ofrecer por el solo hecho de estar al día con los impuestos. Se trata de un ciudadano consumidor a quien, con facilidad, se lo gana para los modelos neoliberales. No está incorporada la idea de que un ciudadano, además de consumir, puede ser transformador de las políticas barriales, comunales o centralizadas. La misma estructura política se establece con la elección de candidatos políticos para el gobierno de la Ciudad. Una vez elegida la figura, pasará, posteriormente, a recorrer el territorio de la Ciudad sin que se hayan establecido, previamente, formas barriales y comunales de participación.

La lógica unitaria y centralizada son parte de una cultura política en la que ingresan todos los sectores políticos y que avalan los propios ciudadanos de una u otra forma. Desde la Revista Con Fervor, venimos pensando que si cada barrio, cada comuna es una unidad político-cultural vale que, con tiempo, nos pongamos a trabajar entre todos y todas para establecer nuevos modelos de participación.

No hay conflicto arbitrario, entonces, entre lo centralizado y descentralizado, entre lo erudito y lo popular, entre lo clásico y lo moderno, entre los grandes relatos del arte, la literatura, la cultura y las poéticas barriales o las luces del centro. Se trata de integrar todos los relatos posibles, asumiendo que somos un todo con las partes del todo. La descentralización y la autogestión son, justamente, fundamentales para darle fortalezca democrática e identidad cultural a nuestra Ciudad de Buenos Aires.


Juano Villafañe es poeta, ensayista, gestor cultural y director artístico del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.

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