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Entre locura y marginación

La gente es extraña, cuando sos extraño, las caras te miran feo, cuando estás solo. Las mujeres parecen malvadas, cuando no eres deseado, las calles son desiguales, cuando estás abajo”, Robbie Krieger y Jim Morrison, canción People are strange, del grupo The Doors.

Cuando la marginalidad, la desigualdad, la humillación, la locura y el no tener nada que perder se unen pueden crear a un hombre capaz de querer ver arder el mundo ¿Por qué?, sería la pregunta obvia. Y la respuesta sería: ¿qué ha hecho ese mundo con y para él? Esta definición, quizás, sea la más indicada para describir a este Joker, en la versión cinematográfica de Todd Phillips, su director, con un Joaquin Phoenix como protagonista, digno de un premio Oscar, en una película que reivindica la segunda etapa dorada de Hollywood.

Con una producción realmente austera, lejos de los grandes tanques norteamericanos, que llegan con presupuestos de miles de millones de dólares, Todd Phillips, llevó al Joker a ser una experiencia del cine de los 70´. El film, que, sin dudas, será considerado de culto, marca su giro argumental en la evolución psíquica de un personaje que sólo quería hacer reír al mundo. Esa era la ambición de Arthur Fleck, el Joker que se convierte en el símbolo de la anarquía y la locura, a través de un proceso evolutivo, digno del Taxi Driver, de Martín Scorsese y Robert De Niro o la multipremiada Network, de Sidney Lumet.

Pese a lo que significa este personaje para el inconsciente colectivo, los mensajes de la actualidad vivida y los problemas sociales se manifiestan perfectamente, siendo un espejo de la realidad que nos rodea. Crisis económica, flexibilización laboral, estigmatización e injusticia rodean la vida del protagonista, como la de muchos de nosotros.

El estigma a la salud mental, también, es fuertemente atacado por esta obra, donde se muestra la crueldad de la gente para con un hombre que padece una enfermedad, epilepsia gelástica, que produce una risa exagerada y excesiva, sin poder dominarla. Esto, como es de esperarse, asusta a aquellos desconocidos, genera burlas y hasta violencia. Joaquin Phoenix declaró que uno de sus primeros actos, tras aceptar el papel, fue investigar las enfermedades, los fármacos y sus reacciones adversas.

Otro tópico derribado por la película es la relación de los ricos con el poder, donde, en un pasaje de la misma, la psiquiatra de Arthur le dice que han desfinanciado el programa de salud mental y que él ya no podrá recurrir a ella y, a su vez, ella se quedará sin trabajo. Y culmina con la frase: “no les importamos, no les importás vos, no les importo yo”.

Joker será, probablemente, la mejor película del año, multipremiada y con las nominaciones más importantes. Su protagonista realizó una transformación física y psíquica que es brillante; la fotografía, el manejo de los tiempos y el guión, todo es cronometrado a la perfección. Y la crítica a la sociedad, de una forma tan manifiesta, a través de una obra que, por sólo llevar al villano de Batman, será vista por millones de personas en el mundo, ya genera la repercusión que uno cree buscó su realizador.

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