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Con Fervor
Presentamos esta revista de cultura. Su nombre asume diversas tradiciones. Fervor representa en primer lugar un sentimiento profundo, una forma de abordar con pasión las palabras y las cosas. Para Jorge Luis Borges, el fervor era un estado existencial, una forma de sentir las condiciones de la vida en la ciudad y en los antiguos arrabales. El propio Borges, en su prólogo para El idioma de los argentinos, habla de una necesaria “gustación de Buenos Aires” como una de sus direcciones cardinales necesarias para reconocer el lenguaje de sus habitantes. No es menor, en este sentido, el elogio en Borges a la tradición de “nuestros mayores” que “fueron argentinos con dignidad” para escribir y “hacer patria, como un riesgo hermoso”. “Pero la argentinidad debería ser mucho más que una supresión o que un espectáculo. Debería ser una vocación”, aclara el mismo autor. Sus reflexiones, en la búsqueda original por encontrar una identidad argentina, se recolocan, hoy, de otra forma ante el gran desastre nacional. Se nota, en aquel El idioma de los argentinos, el sentido del fervor y la voluntad por ser. Atravesar, entonces, un nombre por su historia constitutiva nos asocia hoy con un estado de nuevas y necesarias voluntades por reconsiderar la situación de la cultura en la ciudad de Buenos Aires. Donde los barrios, por la división política formal, han pasado a ser Comunas sin identidades. Y el país, un extendido paisaje con discutidos federalismos y extrañas fronteras.
Las relaciones entre Nación y Cultura han sido, siempre, complejas. Se hace difícil definir una cultura nacional o un modelo político cultural nacional en estados de transición o grietas permanentes. El estado de la cultura sigue ligado a la falta de correspondencia justamente entre Nación y Cultura. Una sociedad que aspira a sentirse nacional sin haberse constituido, todavía, nacionalmente. Y más aún, una falta de correspondencia dentro de una situación de desintegración política, jurídica, económica, como nunca se ha visto antes ¿De qué debemos hablar cuando hablamos de cultura nacional? Se habla de post-colonialismo o de post-capitalismo de la misma forma que se habla de neo-liberalismo, de República o Democracia Parlamentaria o Estado de Derecho ¿Cuáles son las categorías y sus tiempos de aplicación en los relatos entre los Neos y los Post? ¿A qué nos tenemos que remitir frente a estas grietas y transiciones permanentes entre redistribuciones de la riqueza, estímulos del mercado interno, valores agregados en la producción industrial, para pasar, casi sin escalas, a las pérdidas brutales del poder adquisitivo del salario, a las lógicas primarias de la explotación agrícola, a la precarización laboral, a la pobreza, a la marginación social y al grave endeudamiento económico?
Un nuevo gobierno de la cultura, tanto en la ciudad de Buenos Aires como a nivel nacional requiere, pensar y actuar en diversos planos a la vez. Entendemos que, por la profundidad de la crisis, no alcanzará, únicamente, con administrar de modo satisfactorio el circuito cultural actual. Habrá que discutir las formas en que se financia la cultura, la forma en que se producen bienes culturales en el país con un sentido federal, democrático y participativo. Un gobierno nacional de la cultura de nuevo tipo implica repensar todo un sistema institucional creado fundamentalmente en el siglo XX. Las lógicas de un estado benefactor atravesadas, ahora, por la emergencia cultural que provocó el neoliberalismo, ponen en evidencia las fortalezas y debilidades de algunos sistemas para subsidiar la cultura desde el Estado. Las nuevas tecnologías, la comunicación, la soberanía digital y el comercio electrónico, también, son temas que todavía no hemos abordados integralmente.
Se nos ocurre presentar esta revista proponiendo un debate sobre lo que implica pensar, hoy, en un nuevo gobierno de la cultura a nivel nacional. Qué podemos ofrecerles a los candidatos presidenciales y a las futuras autoridades de la Ciudad de Buenos Aires como plan político-cultural. Pensar en un nuevo Ministerio de Cultura y una Ley Nacional de Cultura. Impulsar un encuentro Nacional de Cultura. Seguramente, hay otros temas que requieren un amplio debate.
También, somos conscientes de la necesaria unidad patriótica nacional que nos permita una alternativa política nueva en el país. Asociamos la frase de Borges, que alguna vez quiso decir, también, otras cosas: “hacer patria, como un riesgo hermoso”. O, quizás, su vigencia sea tan paradojal como siempre. Pero, a la hora de la amplitud, a la hora de pensar en las grandes referencias de la cultura nacional, el autor del libro Fervor de Buenos Aires nos visita, nuevamente, para pedirnos, también, un lugar destacado en las nuevas y necesarias fundaciones del lenguaje y la política.
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